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29 de agosto de 2016

La escultura religiosa en la iglesia de San Isidoro de Holguín en el siglo XX


        
En la primera mitad del siglo XX aparecen en San Isidoro un grupo de esculturas debido a donaciones de fieles al catolicismo que pertenecían a familias acaudaladas de la época, otras fueron adquiridas por la administración de la iglesia en la tienda de efectos religiosos La Bón Marché o  enviadas desde España.

Imagenes de San Isidoro y Nuestra señora del Rosario, patronos de Holguín, traídas a Holguín en 1922
      
Entre ellas las de los patronos de la ciudad San Isidoro y la Virgen del Rosario; esas fueron traídas desde España en el año 1922. Ambas esculturas sobrepasan el metro de altura y están expuestas en el altar mayor, talladas en madera con partes en yeso, son hermosas por el exquisito dominio que tuvo el artista del encarnado y el estofado, por el dominio de las proporciones y por la carga naturalista que transpiran, aunque no tienen la antigüedad de las anteriores.

        
     De la década del 40 es la imagen de madera policromada del Sagrado Corazón de Jesús, ubicado en el altar del Santísimo, esta imagen también fue comprada en la Bón Marché. Allí mismo y por esa época se compró otra escultura de madera policromada que aproximadamente mide 115 cm. de altura que representa a San Juan Bosco, protector de los jóvenes y fundador de la congregación de los Salesianos. Actualmente se encuentra en el presbiterio junto a la puerta que da acceso a la Sacristía y deberá ser restaurada por presentar roturas en los dedos de las manos y pérdida de la intensidad del color.  
            

        
En la pared de la nave lateral izquierda, al final, está la imagen de Santa Bárbara Católica; adquisición de no más de cincuenta años, comprada en la Bón Marché y donada al templo por Miguel Velázquez, antiguo dueño de la funeraria Velásquez, que estaba situada en la calle Maceo y Luz Caballero en Holguín. En los primeros meses del año 2000 a esa imagen le fue robada la copa de metal, arrancándole con ella la mano. Poco después del vandálico acto se le restauró y colocó provisionalmente una copa plástica.

         Otras imágenes adquiridas en la década del cuarenta en la Bón Marché son la Virgen Milagrosa, hoy en manos particulares después de escapar de la destrucción de imágenes auspiciadas por el Concilio Vaticano II; y la otra del Niño de Praga comprada por la Archicofradía de la orden del Carmen que se encuentra guardado en el recinto religioso sin ser expuesto. La pieza es de madera y estuvo expuesta al público en el altar del Carmen.

Del único artista local que creó obras para San Isidoro en la primera mitad del siglo XX es Rafael Melanio Aguilera (1903-1974).  Autodidacta de oficio ebanista, no solo destacó como escultor sino también como grabador y pintor. Entre su basta y extensa producción escultórica  está el conjunto denominado el “Misterio del Calvario” encargadas por la iglesia al artista, hoy expuestas en el lateral izquierdo de la misma, está formado por el Cristo de las Agonías de Limpias (1944), San Juan Evangelista (1954) y la Magdalena (1955) todos tallados en caoba. Destacan estas creaciones por un correcto estudio de la anatomía humana, el dominio del volumen, de las líneas, así como del canon de proporciones que hacen que transpiren la fortaleza de un neoclasicismo escultórico. Al “Misterio del Calvario” no le fue concluida por completo la imagen de la Dolorosa la cual se encuentra en casa de los hijos del autor.

Entre las imágenes de la catedral San Isidoro de Holguín destaca el “Cristo Yacente” que actualmente se exhibe con la Dolorosa en la Semana Santa. Tallada en madera, la obra fue traída a Holguín en algún momento cercano a la mitad del siglo desde la iglesia de Sagua de Tánamo. De su anónimo escultor se sabe que era oriundo de La Habana y que la ejecutó por encargo del padre villaclareño, José Lorenzo Rodicio. Esta obra permaneció diez años en Santa Clara, pero al estar en desuso pasó al templo de Sagua de Tánamo y después a San Isidoro en Holguín

A partir de los años 60 hubo múltiples causas que influyeron en la escasa presencia de nueva imaginería religiosa en Holguín y también  la dispersión de algunas esculturas antiguas de real valor patrimonial y artístico. La primera de dichas causas fue que con el Concilio Vaticano II, efectuado en 1962, se promulgó una reforma para la liturgia en la Iglesia Católica que pretendió volver a la simplicidad en el culto de los viejos tiempos del Paleocristianismo; además de promoverse la separación del retablo del altar también se estipuló que debía rechazarse todo lo que no estuviese de acuerdo con la mentalidad moderna de la iglesia, de esta forma se debían venerar imágenes que tuvieran una vida o una biografía más histórica que la de otros santos cuya vida estuviese llena de adornos y leyendas. Otra fue la idea de centrar el culto en el hijo de Dios, por el deseo de acercarse más a los protestantes.

San Idelfonso. Madera policromada. Isidro Ricardo Quevedo, 2001
Lógicamente el templo San Isidoro de Holguín no escapó a la reforma y por eso sus imágenes sufrieron la depredación, muchas se perdieron y otras fueron a parar a la casa de algunos fieles. Por otra parte, fue ese el momento de la nacionalización de los colegios privados donde había imágenes que fueron destruidas o que se perdieron al trasladarlas de un lugar a otro. Además fue esa una época de profundas transformaciones sociales y políticas con una nueva percepción materialista del mundo, sustentada en un sistema de instrucción laica en la escuela cubana.

Demoró hasta finales de la década del 90 para que se produjera un renacer en la creación de imágenes. La primera de ellas fue el ”Cristo Resucitado”, obra del joven egresado de la Escuela Profesional de Artes Plásticas Isidro Ricardo[1], por encargo del obispo Héctor Luís Peña. También Nicomedes Díaz Gijón es otro artista finisecular que ha demostrado su maestría en una talla encargada por el obispo Héctor Luís Peña en el año 1998, se trata de una escultura vestidera que representa la figura de “San Lázaro Obispo”, de una altura de 98 cm. desde su base y que hoy se encuentra al finalizar la nave lateral derecha.

Junto a las que se confeccionaban en Holguín, se trajeron a San Isidoro en julio de 1999 dos altos relieves de busto de las figuras de “San Pedro y San Pablo”, de las que no poseemos más información.

Tallas en cedro del escultor Rubén Rivero Gorgas

Otro artista local que trabaja para San Isidoro es el joven Rubén Rivero  Gorga (Holguín, 1975), egresado de la Escuela Profesional de Artes Plásticas. Este recreó decorados en relieve sobre los muebles de la sacristía y de las naves para los fieles, consiguiendo un ambiente idílico y  a la vez selvático por el empleo de diseños fitomorfos en una gama monocroma homogénea color caoba barnizada. Posteriormente el Obispo le encargó tallar tres relieves en cedro para ser colocados en la parte inferior del retablo de la capilla del Santísimo. El primero, colocado en el centro de la franja inferior del retablo, es La Última Cena. El artista tomó como punto de referencia la conocida obra de Leonardo Da Vinci, pero haciéndole a aquella algunas recreaciones, por ejemplo, que la figura de Cristo no está al centro de la composición sino que fue desplazada por la de Pedro que ocupa ese espacio, asimismo en el centro superior de la composición coloca una nube que sugiere la presencia divina y una paloma en representación del Espíritu Santo.

Los otros dos relieves que acompañan a la Última Cena, colocados a su lado, son el Descendimiento de la Cruz (a la derecha) y la Resurrección (a la izquierda).

Antonio María Claret. Madera policromada. Isidro Ricardo Quevedo, 2001
Juan Pablo II. Ferrocemento/pátina bronceada. Henry Albuerne 2005

 

[1] Isidro Ricardo no sólo ha realizado obras por encargo o restauraciones para el templo de San Isidoro, sino que por su propia motivación e intereses personales como creador ha incursionado en el tema de la imaginería religiosa  y ha expuesto en el Convento de San Francisco de Asís, en ciudad de La Habana. Este artista, junto a su equipo de trabajo, crea figuras que imitan la imaginería española , con un dominio excelente del policromado sobre la madera  a través del uso del encarnado y el estofado, que le trasmiten a sus obras un realismo inusitado.  

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