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30 de mayo de 2016

LA TEMIBLE HISTORIA DEL CANARIO JUAN MONZÓN



Por: José Abreu Cardet 


Dispersos y pocos son los datos que han quedado del canario Juan Monzón: que años antes del inicio de la guerra de 1868 emigró a Cuba y que se estableció en la parte sur del oriente de la isla.


En octubre de 1868 se incorporó a las fuerzas insurrectas que se habían levantado en armas para lograr la independencia de Cuba. Se supone que Monzón era hombre de arraigo y prestigio entre sus vecinos, o de lo contrario no lo habrían ascendido a General de Brigada apenas iniciada la guerra; ese grado estaba reservado para personas que gozaran de prestigio y simpatía y que, por tanto, fueran capaces de arrastrar a la vorágine de la revolución a amigos y vecinos. Entre los soldados de Juan Monzón se encontraban  Antonio y José  Maceo. Fue el canario quien guió a aquellos, dos de los más valerosos soldados de Cuba en los primeros combates y asimismo fue él quien primero reconoce el valor de los Maceo en el combate. A Antonio lo ascendió al grado de teniente y luego de capitán. 

Juan Monzón estaba subordinado al general Donato Mármol jefe del alzamiento en Jiguaní y Santiago de Cuba. Al frente de sus hombres el brigadier canario combate en Santiago de Cuba, Jiguaní y Holguín, y asimismo se sabe que participó en los combates de El Cristo, El Cobre, Jiguaní, Copeyales y Samá.

La victoria parece estar muy cerca; al concluir el año 1868 los revolucionarios habían conquistado casi todo el departamento oriental.  Pero el estado español no estaba dispuesto a perder su  más rica y codiciada colonia, por lo que moviliza fuerzas y armas hacia la mayor de las Antillas. Los acontecimientos se precipitan vertiginosamente y cambia el estado de cosas. Ahora avanzan poderosas columnas hispanas hacia el territorio controlado por los insurrectos. La superioridad española en hombres y armas es imponente, los revolucionarios tienen que ceder.  Antes de entregar Bayamo, ciudad del centro de oriente que habían convertido en improvisada capital rebelde, la incendian, sus habitantes parten a la manigua, los españoles no dan cuartel para los vencidos. Cada prisionero que capturan es ejecutado de inmediato, mujeres y niños quedan a merced de la crueldad de la tropa. Son escenas dantescas de destrucción y muerte las que están acaeciendo.  

En medio de aquel baño de sangre Donato Mármol ordena al canario Juan Monzón que avance y capture la población de Mayarí. Situada en el norte del oriente de Cuba la plaza había caído en poder de los revolucionarios al inicio de la guerra pero, posteriormente una columna enemiga la había recuperado con el apoyo de un grupo de comerciantes españoles establecidos en la localidad.

Juan Monzón cumple la orden, al frente de sus hombres ocupa Mayarí. Y, acostumbrado como estaba a las muchas crueldades de aquella guerra, ordena que fusilen a 18 españoles vecinos de Mayarí a los que culpa de apoyar a las fuerzas coloniales en sus operaciones en la comarca. Entre ellos está incluido el sacerdote de Mayarí y a otro cura que estaba de paso por el lugar.   

La noticia corrió como reguero de pólvora alegrando a los enemigos de la revolución y desconcertando a los emigrados españoles que habían quedado en territorio controlado por los revolucionarios y a quienes, desde los primeros momentos del alzamiento, se les habían ofrecido el más absoluto respeto.

La matanza de Juan Monzón fue resumida por el general insurrecto Máximo Gómez en su diario de campaña como “los hechos horrorosos de Mayarí”.  Apenas sabida la noticia desde Holguín parte, presuroso hacia Mayarí el general cubano Julio Grave de Peralta quien, al llegar, ordena que detengan al bravo y cruel canario, a la vez que se inician las pesquisas. Una a una se va rebelando la crueldad de Monzón, lo que iba en contra del exquisito cuidado con que se había cuidado de no manchar con sangre la magna obra de la independencia. El General Peralta organizó un Jurado que juzgó y condenó a muerte al brigadier Juan Monzón. Se le ejecutó de inmediato. 

Otros muchos canarios también habían tomado el camino de la insurrección, no pocos de ellos alcanzaron altos grados militares y responsabilidades importantes en las filas de la revolución, Juan Monzón quedó como lo que nunca debió de acontecer entre aquella gente generosa que llegó a Cuba desde las islas canarias sin retorno posible y que en esta otra Isla pusieron lo suyo en el horno común donde se cocinaba a fuego muy lento la nueva nacionalidad.

La crueldad de Monzón no es posible justificarla y su ejecución, aunque sea una drástica decisión es comprensible. Pero aún así, quedó al duda rondando la vida de aquel hombre terrible y tan útil en todas sus anteriores acciones y actitudes: ¿Que injusticia gigantesca cometida contra él o sus familiares y amigos en Canarias o en Cuba lo llevó a esa sed de sangre y venganza?

Juan Monzón el brigadier mambí del 68, guarda muchos misterios que parecen rodear su figura de una extraña nube donde se mezclan y ocultan a las miradas simples. Para algunos su nombre era un seudónimo, el verdadero, dicen, era Bruno Vicente Báez. Y también hay dudas sobre el grado militar que alcanzo, uno de sus biógrafos dice que no era brigadier, sino, nada más coronel.  

                 

Fuentes



José Abreu Cardet y Elia Sintes Gómez. Julio Grave de Peralta: Documentos de la Guerra de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985

José Luciano Franco. Antonio Maceo Apuntes para una Historia de su Vida. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975, Tomo I

Casto Díaz. Compilación de los ejecutados en Mayarí. Inédito

Colectivo de autores Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba Primera parte, Tomo 1, Biografías, Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2001, pp. 261 262

Fuentes documentales:

Templo Católico de Mayarí. Archivo Parroquial. Libro de defunciones año 1869.


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