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4 de mayo de 2016

COMPAÑIA MAMBISA DE CANDELARIA Y OTROS HECHOS INÉDITOS QUE RELACIONAN A LOS CANARIOS DE LA ZONA CON LAS GUERRAS INDEPENDENTISTAS CUBANAS



En la historiografía cubana son escasos los estudios sobre unidades de combate mambisas. El asunto es más reducido sobre la guerra de 1868. Aunque si bien se han realizado monografías sobre la contienda en algunas regiones, ninguna de ellas es propiamente la historia de una división,  una brigada  o un batallón.


Veamos un caso poco común: En febrero de 1869 el general Julio Grave de Peralta dispuso la formación de una plantilla de la división de Holguín. Esta quedaría estructurada por compañías. De cada una de estas unidades se haría un listado donde se incluiría toda una serie de datos de sus integrantes. La información enviada por cada compañía al estado mayor del jefe de la división se fue anotando en una libreta. Por desgracia tan solo se transcribieron los datos  de tres compañías, de las demás  solo se anotaron los nombres de sus integrantes y se omitieron otros valiosos detalles. Claro que para el investigador esto dicho es una desgracia mayor: de ser diferente hoy tendríamos una caracterización social de toda la división de Holguín.

Pero aunque parezca contradictorio fue  gracias a la omisión de detalles que el documento logró salvarse y llegar hasta hoy. En la parte del papel que no fue utilizada para hacer la nómina de la división, Julio Grave de Peralta escribió un diario personal durante sus últimos meses en Cuba antes de embarcarse hacia el exterior en busca de una expedición. Incluido entre sus  papeles personales la familia del general lo conservó. Es muy probable que si se llegan a utilizar todas sus hojas y no sobra lo suficiente para que Julio escribiera su diario aquel habría quedado como un documento oficial de la División Holguín y no habría sido tan celosamente guardado.

Veamos la Compañía número dos, a la que designaron con un nombre: Cazadores. Dice el documento[1] que dicha compañía estaba integrada por 101 individuos y acto seguido informa del lugar de nacimiento de ellos:

En Holguín
78
En Santiago de Cuba
1
En Canarias
15
En África
4
En Estados Unidos
1
En Asturias
1
En Galicia
1

Los 15 canarios debieron provenir de los muchos de esas islas que se dedican al cultivo del tabaco en las inmediaciones. Los africanos seguramente eran esclavos trasladados a la zona para que trabajaran en los ingenios azucareros. El norteamericano muy bien pudiera ser uno de los técnicos de ese origen que trabajan en las fábricas de azucar.

Asimismo como dice su origen, dice dónde estaba avecindado cada uno de ellos: 


En Bocas
72
En Candelaria
15
En el Ingenio Victoria
6
En Velasco
1
En San Andrés
2
En Uñas
1
En Santa María
1
En Yabazón
2
En Arroyo Blanco
1













Por lo que todos son gente que viven relativamente cerca: Bocas,  Candelaria y Arroyo Blanco  son barrios pequeños en extensión y  limítrofes. Velasco está a unos 8 kilómetros de Bocas. Uñas y Yabazón a menos de  10 kilómetros. El ingenio Victoria, Maniabón y San Andrés a menos de 15 kilómetros.

La elite de este grupo la integraban un capitán, dos tenientes, tres alférez, tres sargentos, cuatro cabos. Con la excepción de un cabo que es vecino de Candelaria todos los demás son de Bocas.

Quiere decir que al inicio de la guerra los vecinos de la comarca se sumaron a las tropas independentistas. Pero la situación varió cuando esas fuerzas libertadoras comenzaron a incursionar en el territorio y a saquear y destruir las propiedades de los campesinos canarios. Esta acción de pillaje de las fuerzas libertadoras tendrá una enérgica respuesta por parte del estado español pero en especial por la población de inmigrantes españoles y canarios.

Más, el rechazo casi colectivo al independentismo cubano por parte de  los inmigrantes canarios no era producto de su incondicionalidad a la “madre patria” sino por una respuesta a sus intereses materiales.

Muy pronto los canarios quedaron a merced de la reacción de los revolucionarios. El general insurrecto Calixto García jefe del departamento oriental  en una proclama a los canarios les dice: “¿Qué hacen ustedes permaneciendo extraños a la Revolución? Yo, en nombre del Gobierno, ofrezco la vida siempre que no os mostréis contrarios a ella”[2].

La visión de los canarios sobre el independentismo cubano fue captada por la poetisa Dulce María Loynaz. Su esposo, Pablo Álvarez de Caña, era canario. El padre de Pablo residía en Cuba en los años de la guerra de 1895 y perdió sus propiedades a manos de los mambises. Dejo escrito Dulce María que su “suegra no podía pronunciar estos nombres, (Martí y Maceo) que lo arrasaron todo, y fue preciso empezar de nuevo”[3].

Aníbal Escalante Beatón participó en la guerra de 1895 y luego escribió un extenso texto sobre la campaña dirigida por el general insurrecto Calixto García. En él hace referencia a una incursión a  la zona de Gibara: “Poblada como estaba la comarca por una mayoría notables de inmigrantes canarios, cuyos sentimientos reaccionarios eran de todos conocidos, los cubanos progresistas la consideraron siempre como una zona enemiga de  la revolución, tildándola, al efecto de España Chiquita, con cuyo mote deprimente era conocida por los patriotas”[4].

El historiador José Luciano Franco, en su estudio sobre Antonio Maceo, hace referencia a otro territorio de la provincia de Pinar del Río de importante población canaria:

“Era la Palma una población formada por inmigrantes de Canarias y sus descendientes. Enemigos de la libertad cubana, feroces en su odio y persecuciones contra cual quiera que manifestara la más leve simpatía por la causa de Cuba”[5].


Los criterios expresados por la poetisa, el oficial mambí y el famoso historiador se repiten con frecuencia en testimonios y textos sobre las guerras de independencia cubana. Y en verdad fue esa una realidad que determinó la actitud de tantos inmigrantes canarios y de muchos españoles ante el independentismo.

Que el Ejército Libertador cubano carecía de logística o esta era muy irregular lo que los obligaba a vivir del país es una definición muy válida para un análisis historiográfico pero para los canarios simbolizaba la ruina y el saqueo de sus propiedades, muchas veces la muerte de muchos de ellos. En ocasiones pequeñas partidas insurrectas actuaban en las inmediaciones de los poblados y al detener a un canario que había salido de la protección del poblado casi siempre se apoderaban de todo lo que tenía: cabalgadura, la ropa etc. Incluso, se dieron casos de que el canario fue ultimado. Aquella actitud podía ser resultado de una acción individual tomada por iniciativa del jefe de la partida, pero en ocasiones era respaldada por las leyes de cubanas que decretaban la guerra a muerte, para responder a igual actitud hispana.

A este saqueo a muerte de las tropas insurrectas, el estado español respondió creando las llamadas zonas de cultivo, integradas por campesinos y comerciantes de origen español. Algunas de dichas zonas o regiones alcanzaron fama por su integrismo, Gibara y gran parte de Pinar del Río, por ejemplo. Recordemos además, que una buen parte de los vecinos que residían en esos poblados, antes habían militado activamente en el campo insurrecto y que luego fueron hechas prisioneras o se habían presentado.

En el caso de los canarios y españoles, ellos crearon una enérgica reacción de rechazo al independentismo creando zonas donde sus vecinos organizaron unidades de voluntarios, contraguerrillas y hasta construyeron fuertes y otras defensas para proteger sus propiedades. 

Muchos canarios que formaron parte del cuerpo de voluntarios o las contraguerrillas fueron muertos por los insurrectos durante la guerra. La tradición oral y los documentos recogen diversos ejemplos. El canario Pedro Reyes, vecino de Cupeicillo,  en el norte del oriente,  fue muerto en  1877. Otros los nombres han sido olvidados como el del alfarero del ingenio La Caridad que fue ultimado por los mambises. Aunque hoy no tenemos su nombre, su origen aparece registrado en un documento[6].

En otras ocasiones se dieron verdaderos dramas, como la venganza terrible del mambí Juan Ventura Cardet contra cuatro canarios que asesinaron su hermano Samuel. Samuel Cardet pertenecía a una tropa insurrecta pero tenía un defecto en un brazo y en un pie producto de un antiguo accidente y era miembro de  una vieja familia de insurrectos.  Uno de sus hermanos era el coronel Guillermo Cardet y otro era el capitán Juan Ventura Cardet. En una escaramuza por sus limitaciones físicas Samuel se vio imposibilitado a montar su  caballo. Esto provocó que una tropa de voluntarios, en que la mayoría eran canarios, lo asesinaron después de ser sometido a torturas, entonces su hermano mayor, Juan Ventura, decidió tomarse la justicia por su manos, localizando y matando a los cuatro canarios. La venganza fue tan horrible que cuando encontró a uno de los voluntarios canarios en su casa, también asesinó a un adolescente hijo de aquel[7]. Al terminar la guerra de 1895 Juan Ventura se alcoholizó[8].   

En los registros de defunciones y los archivos eclesiásticos hay diversas anotaciones que nos revelan otras terribles tragedias. De los documentos que se conservan en la iglesia de Gibara hemos tomado información sobre gran cantidad de muertos durante la guerra. Uno de ellos era Don Alonso Brito, natural de Canarias, quien murió asesinado el 6 de septiembre de 1876 por los mambises. Su cadáver lo encontraron seis días después en avanzado estado de descomposición. El mismo día que el asesinato anterior, los mambises ultiman a tres individuos más, dos cubanos, uno de ellos que tan solo tenía 15 años de su edad, y un canario.

El 29 de noviembre de 1876 se anoto en el libro de defunciones de la misma iglesia que Pedro Pérez Hernández, de 31 años de edad, canario y  vecino de Cupeicillo, casado con Antonia Pérez también canaria fue: “Asesinado por el enemigo en la noche del día de ayer”[9]. Junto a él también fue ultimado el canario Antonio Cordobés, soltero, de 27 años y también vecino de Cupeicillo. (Es ese un barrio situado en plena Sierra de Candelaria). Este territorio se vio sometido al constante asedio mambí. Los canarios construyeron varios fuertes y trincheras, lo que hizo prácticamente inexpugnable el poblado pero los mambises aprovechaban las salidas de los vecinos para matarlos. Intentaban de esta forma crear el terror para obligarlos a abandonar el poblado.

El 12 de septiembre de 1876 fueron asesinados por los mambises en la Sierra de Gibara los canarios José Antonio Brito y Alonso Brito junto a tres cubanos que tenían ascendencia canaria[10]. El 27 abril de 1877  el canario José a de la Cruz “… murió a consecuencia de heridas provocadas por el enemigo”[11].

Por su parte, dicen los documentos que el canario Cosme Lorenzo Torres, teniente voluntario de Santa Rosalía fue “asesinado por los insurrectos”[12] y dicen que el 30 julio de 1875 el canario Agustín Sánchez, alfarero del ingenio La Caridad, fue muerto por los mambises. El cadáver fue abandonado en la cercanía del ingenio y posteriormente descubierto por los vecinos que lo sepultaron en el cementerio de los negros del ingenio[13].

En el barrio de Demajagua, del municipio de Gibara, en 1875 las fuerzas insurrectas sorprendieron al destacamento de voluntarios de la comarca. Siete de sus integrantes fueron ultimados al machete, dicen que la matanza fue atroz y para peor, ocurrió a la vista de parientes y amigos. De los ultimados 5 eran canarios. El canario Juan Arenas que formaba parte del grupo, logró fugarse por “un milagro” según contó a inicios del siglo XXI una nieta: “En medio del terror que le causó correr sintiendo el silbar de las balas y las voces de sus perseguidores reclamando su cuerpo para el filo de sus machetes, Juan hizo la promesa de encenderle una vela todos los días a la virgen de la Candelaria si lo protegía. Él cumplió su palabra con tanta fuerza que la trasmitió a la familia. Hoy una nieta cumple con la promesa”[14], solo que por los cambios que trajeron los nuevos tiempos, hoy nada más encienden las velas los sábados y no se la ofrendan a La Candelaria, sino a la Caridad del Cobre. Otro voluntario hijo de canarios, llamado Trino Hernández, también salvó la vida en esa misma acción.

De forma general, la zona de la Sierra y todos los otros lugares cercanos, que se ubican entre Holguín y Gibara, se mantuvieron como un coto cerrado a la insurrección durante la guerra de 1868. Por ese motivo los insurrectos atacaron el lugar innumerables veces: Calixto García en abril de 1873, que tomo el poblado de Auras, Vicente García en 1875, consiguiendo destruir un ingenio ubicado en la parte llana y de Antonio Maceo en 1875 atacó el poblado de Yabazón. En la guerra de 1895 los mambises tuvieron más suerte durante sus incursiones en la zona, sobre todo porque las tropas coloniales fueron trasladadas al occidente de la Isla: en junio de 1896 Calixto García incursionó en el territorio incendiando y saqueando gran cantidad de fincas de canarios y sus descendientes. Y en agosto de ese año realizó una nueva incursión capturando un fuerte y afectando a las fincas que habían sobrevivido a la incursión anterior.

Entonces los canarios y otros vecinos recurrieron a incrementar las fortificaciones, las unidades de voluntarios y contraguerrillero. Esta situación se mantuvo hasta que el mando militar hispano retiró todas sus fuerzas hacia Holguín y el territorio quedó desguarnecido.




[1] Museo Provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta. Libreta con relación de las compañías y diario personal de Julio Grave de Peralta mientras gestionaba su traslado al exterior.

[2] Juan J. E. Casasús,  “Calixto García (El Estratega)” Oficina del Historiador de La Habana La Habana 1962 p. 97.

[3] Dulce Maria Loynaz “Fe de Vida”. Editorial Letras Cubanas La Habana 1995 p. 27

[4] Aníbal Escalante Beatón, “Calixto García: Su campaña de 1895”,  Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, p 29.   

[5] José Luciano Franco, Antonio Maceo: Apuntes para una historia de su vida. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. tomo III. p 45.

[6] Museo La Periquera, Fondo Julio Grave de Peralta, Informe sobre acciones al general Manuel de Quesada.

[7] Testimonio oral recogido por el historiador Enrique Doimeadios Cuenca.

[8] Testimonio de Margarita Méndez Carballo.

[9] Libro de defunciones de Blancos de la iglesia de San Fulgencio de Gibara, Libro 4, folio 5195.

[10] Libro de defunciones de blancos de la iglesia San Fulgencio de Gibara, Libro número 4, folio 5155 y 5156.

[11] Iglesia de San Fulgencio de Gibara Libro de defunciones  de los años 1875, 1876,  1877 y 1895.  

[12] Iglesia de San Fulgencio de Gibara Libro de defunciones, Tomo 7, Folio 5, inscripción 9.

[13] Iglesia de San Fulgencio de Gibara Libro de defunciones, Folio 149, inscripción 5156 del 12 septiembre de 1876.


[14] La masacre de la Demajagua por Enrique Doimeadios Cuenca, Inédito.


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