Por: Ronald Sintes Guethón
Cuando en 1912 concluye la labor del General de Brigada Carlos García Vélez al frente de la Secretaria de Gobernación (Cancillería), le otorgan la Legación de Londres y consecuente con su espíritu laborioso, instaura un nuevo horario para aprovechar al máximo las horas de trabajo en la Embajada. El mismo explicó la medida diciendo que “que desde niño me enseñaron a aprovechar la mañana y continuo la práctica que me parece tan indispensable por lo que la establezco en cualquier oficina que ocupo”.[1]
Pero
tanto empeño no le gustó a los trabajadores de la embajada, acostumbrados como
estaban a las irregularidades y abandonos de los que era objeto la diplomacia
cubana. Entre ellos Zendequi, el secretario de la Legación, cubano de
sesenta y tantos años y que llevaba muchos ocupando diversos cargos en la misma.
Este hombre se negó a ocupar su puesto por estar descontento con el nuevo
horario de trabajo aplicado por el Embajador y también porque era contrario a
la manera de García Vélez para manejar los asuntos diplomáticos. En carta al Presidente
de la Comisión
de Relaciones Exteriores del Senado, Sr. Cosme de la Torriente, le dice
Carlos sobre el individuo: “Lo quiero y respeto mucho al Sr. Zendequi y me ha
dolido extraordinariamente su injustificada actitud de no querer pasar a ocupar
su puesto de Secretario”[2]. Y acto
seguido el Embajador anuncia la decisión que ha tomado, sin que ello asombre a
nadie, sabiendo el pensamiento y la talla del hijo del General: “pienso
seriamente en abandonar el Ministerio, dejando el campo libre para que Zendequi
pueda legalizar su situación volviendo a ocupar su puesto”. Lo que busca es
salvar al amigo equivocado y eliminar todo
obstáculo al Gobierno en una situación embarazosa, “perjudicial a los altos
intereses de la República
y desairada para él”[3].
Pero
afortunadamente la situación se resuelve
sin más contratiempos y Carlos permanece
en Londres hasta entrados los años veinte. Sus acciones en la Legación cubana en Londres significaron un
extenso trabajo diplomático, enmarcado en la Primera Guerra
Mundial, y durante la cual mantuvo al país informado oportunamente de la
compleja situación que se manifestaba en Europa. Posteriormente el Embajador de
Cuba en Londres fue enviado a la conferencia inter-aliada de la cual realizó
informes y envió documentación a la isla para su oportuno estudio y posterior
toma de decisiones diplomáticas.
A continuación incluimos el texto de una de
las cartas enviadas a Cuba por el Embajador García Vélez concerniente al
Tratado de Paz de Versalles:
Legación de
República de Cuba Londres, 17 de Julio de 1919
No. 83
Señor
Senador:
Tengo el
honor de remitir a usted adjunto un ejemplar impreso de la edición oficial
inglesa, del Tratado de Paz entre los Estados Unidos de América, el Imperio
Británico, Francia, Italia y el Japón y Polonia, firmado en Versalles el 28 de
Junio de 1919, Treaty Series No. 8 (1919)
Me es muy grato al propio tiempo enviar a usted,
acompañado a esta nota, un texto oficial inglés, del Acuerdo celebrado por los
Estados Unidos de América, Bélgica, el Imperio Británico y Francia con
Alemania, relativo a la ocupación de los territorios del Rhin y firmado en
Versalles el 28 de Junio de 1919, Treaty Series No. 7 (1919)
Reitero a
usted el testimonio de mi más distinguida consideración.
Carlos García
Vélez
Ministro.
Y
a la vez que su trabajo, Carlos García Vélez aprovecha los años en Londres para
estudiar y leer cuanto libro que cae en
sus manos, tanto que su biblioteca crece hasta alcanzar numerosos ejemplares.
El embajador cubano en Londres alcanza reputación de hombre culto y respetable;
lo que puede ser ratificada “con la opinión de algunos asistentes al banquete
ofrecido a la misión cubana encabezada por el Presidente de Cuba, General
Menocal en la noche del 10 de noviembre de 1921, por el Ministro del Interior,
Mr. E. Short, a nombre del gobierno británico en Lancaster House, Saint James.
Los grandes diarios de Londres –el
Times, Dally Telegraph, Morning Post- al
día siguiente dedicaban elogios a la misión cubana y, de modo especial, al General
García Vélez que esa noche, dicen, estuvo felicísimo en los “toasts”
improvisados”[4].
Esos,
además, fueron años durante los cuales el General-Embajador fue tolerante con
su amigo y cercano colaborador de su padre durante la guerra, Mayor General Mario
García Menocal, entonces Presidente de Cuba. Pero tolerancia con los errores
del presidente no quiere decir que García Vélez dejara de hacer críticas a los
métodos y medidas del presidente que él consideraba equivocados; por ejemplo en
carta a su amigo Cosme de la
Torriente, el 15 de Agosto de 1919, dice:
“Si pudieras
seguir diariamente mis trabajos en esta
Legación te darías cuenta de cuan ingrata es la labor no solo por ser ignorada
por nuestro Gobierno sino porque mis amigos formarán un concepto poco ajustado
a la verdad del interés que despliego en el cargo.
No me quejo;
pero siento que Cuba no saca todo el
provecho de la gestión del más modesto de sus servidores en el exterior. He
seguido con orgullo tu actuación en el Senado y me felicito que no todo esté
podrido en Dinamarca.
Cuando
Alfredo Zayas sustituye a Monocal en la Presidencia de Cuba concluye la estadía de García
Vélez en la Legación
en Londres.
En
un principio parecía que la situación en Cuba iba a mejorar con Zayas, García
Vélez, feliz, manifestó su apoyo al nuevo presidente. Pero muy pronto el tiempo
desenmascaró la retórica zayista que sostuvo una común administración que
padeció de altas cuotas de corrupción.
A mediados de 1923 la situación
en el país se deterioró dramáticamente: el vicio del juego,
especialmente la
Lotería Nacional, eran fuentes de capitales mal habidos y la
venta de indultos o su otorgamiento por motivos políticos a delincuentes de
toda talla y sobre todo, a criminales,
era el pan de cada día.
El
12 de Agosto de 1923 se creó el Movimiento de Veteranos y Patriotas,
organización heterogénea que aglutinó diversos sectores del país. La médula de
su proclama era la exigencia de la honestidad gubernativa en lo que atañe a
determinados renglones de la administración pública; la vergüenza electoral y
la impartición de justicia. Asimismo los Veteranos y Patriotas plantearon
públicamente dos grandes preocupaciones del momento: una, de carácter político:
la abolición de la reelección presidencial, que tenía profundas raíces de
repulsa popular y la otra, de carácter
económico, el asunto ferrocarrilero (Ley Tarafa o Ley Ferrocarrilera), que
reunía a lirios y troyanos en una misma
trinchera.
Carlos
García Vélez asumió el liderazgo del movimiento, exigiendo junto a los demás
integrantes el pago de las pensiones que el Gobierno no pagaba desde hacia
tiempo pretextando carecer de dinero del fondo de la Lotería y que el dinero
para las pensiones debían incluirse en el Presupuesto Nacional entre los gastos
fijos y no expuestos a la irregular ganancia de la timba gubernamental. La prensa jugó su papel en el desarrollo de
los acontecimientos. Refiriéndose a este asunto García Vélez escribió en su
diario:
“La prensa
acogió entusiasta al movimiento en sus inicios haciendo su agosto de los
sensacionales cargos que le hicimos a Zayas, publicados con titulares
llamativos. Y no tardó Zayas en satisfacerla. Entonces uno a uno fueron
perdiendo interés en la información de
los trabajos de la Asamblea
hasta que ya desligados sus intereses a los del presidente cohechador de suave
y persuasiva indulgencia, como por ensalmo cesó de pronto de ejercitarse el
deber periodístico informático para asumir el de crítico opositor. Ferrara
desde Italia ordenó al director del
“Heraldo” que cesara de apoyar a los Veteranos y Patriotas, Baroni
contestó que no podía honorablemente hacerlo y al insistir el propietario Ferrara, Baroni renunció
el puesto y fundó y dirigió “El Heraldo Negro”[6]. (Toda vez que eran en rojos los titulares del otro Heraldo).
Es
por entonces cuando dentro del Movimiento de los Veteranos y Patriotas se gesta
un ala que aboga por la lucha armada, en la que se encuentran los estudiantes, entre
ellos Mella y Villena. García Vélez no comparte esta opción: “Luché dentro del Directorio por el mantenimiento de la
protesta crítica advirtiendo que no se reforma derramando sangre y mejorando
por transfusión. Mi firme actitud produjo descontento en los partidarios de
procedimientos de violencia. Ese descontento lo aprovechó Zayas, quien dictó
medidas de persecución judicial contra mí. Fui procesado y me sustraje de ser
preso, escondiéndome en casa de fieles y abnegados amigos desde las que seguí
dirigiendo el movimiento cívico”[7].
No
obstante lo que él mismo dice, García Vélez se vió obligado a emigrar a los
Estados Unidos para evitar la cárcel. Al llegar fue entrevistado para el
periódico EL SOL, al que dijo: “He hecho
cuanto he podido por evitar en Cuba una revolución, pero ha sido inútil. El Dr.
Zayas, que representa un estado de corrupción no ha querido rectificar. El será
pues el culpable único de cuanto ocurra. Un cambio de situación está próximo en
Cuba. Terminará de una vez la situación de inmoralidad, la entronición (Sic) del robo, el escándalo de los
gobernantes y creedme: falta muy poco tiempo para esto. Los que supimos hacer
patria sabremos luchar una vez más para afianzarla derrocando a los que sin
saber hacerla solo tratan de perderla por la corrupción y la desvergüenza”[8].
Diez
años demoró el exilio de García Vélez. Durante ese largo período de tiempo se
ganó la existencia impartiendo clases de idiomas inglés y francés. Y cuando
retorna a Cuba en 1934 el gobierno de Carlos Mendieta le ofrece el nombramiento de Embajador de Cuba en México.
Carlos duda pero la precariedad económica por la que atraviesa la familia hace
sus cercanos le imploren para que él acepte. “Tuve que aceptar la de México porque Carmita y Calixto y Carlos me lo
pidieron. Aún no he podido ir a tomar posesión del cargo por dificultades
pecuniarias después de tantos años sin tener un sueldo fijo. Hoy me considero
afortunado de haber aceptado pues los retiros han quedado suspensos hasta nueva
orden y la familia hubiera quedado en la miseria”[9]. En
México se mantiene aún cuando suceden hechos relevantes en el Gobierno de Cuba.
El General Batista es el hombre que manda en Cuba y hasta México llega su
fuerza: el embajador debe apoyar la estricta vigilancia que agentes al servicio
de Batista hacen a cubanos residentes. García Vélez se niega rotundamente y
desde la cancillería le avisan que ha sido rebajado del cargo y nombrado asesor
técnico. El regresa a Cuba y se retira de la vida pública.
[1] Archivo Nacional de Cuba. Fondo Academia de la Historia. Legajo:
575 No. Orden 2
[2] Ídem
[3] Ídem
[4] Ídem
[5] Ídem
[6] Centro Información Museo Casa Natal Calixto García Iñiguez. Diario
Carlos García Vélez Pág 23
[7] Ídem
[8] Archivo Nacional de Cuba. Fondo Donativos y Remisiones. Legajo 645
No. Orden 59
No hay comentarios:
Publicar un comentario