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10 de mayo de 2014

La Virgen de la Caridad en la memoria de los habitantes del pueblo de Antilla


Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán

En el sitio donde está la ciudad de Antilla siempre hubo personas interesadas en construir allí un pueblo, pero aquel no se concretó hasta 1905, que fue cuando el magnate norteamericano de los ferrocarriles William Van Horne llevó “el camino de hierro” hasta la península de El Ramón al construir el ramal Alto Cedro-Antilla.

La iglesia de Antilla se edificó bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, pero los vecinos del pueblo y en especial los obreros portuarios, influidos por el hecho de que la imagen apareció flotando en las aguas de su bahía, sentían un amor muy especial por la Virgen de la Caridad, y tanto fue así que en 1949 la reconocieron como Santa Patrona de la población y el 8 de septiembre se convirtió en la fiesta mayor de la ciudad.

Alrededor del “día” de la Virgen los antillanos celebraban sus fiestas de carnaval y en medio del festejo hacían oficios religiosos en honor de la Patrona de Cuba, entre ellos sacar una imagen y llevarla en procesión por el Paseo Estrada Palma hasta las aguas de la bahía.

Otra forma de rendirle homenaje a la Virgen era la celebración marítima de su día (8 de septiembre). Poco después de amanecer todas las embarcaciones ancladas en el puerto salían desde el espigón e iban hasta el lugar donde se dice que fue hallada la imagen y de allí seguían a Cayo Francés donde también había un santuario y celebraban una misa solemne que oficiaba un reverendo. Cuando todo concluía regresaban a la ermita de la Virgen en el pueblo.

En varias revistas publicadas en el pueblo con fecha anterior a 1959 se da testimonio de la significación que tenía la Virgen para sus pobladores: el hecho de que la imagen fuera hallada en las aguas de la bahía hizo que en muchos artículos se le llamara la Virgen de Nipe.

En un artículo titulado ¿Por qué no la han traído a donde apareció? (La Defensa, 1941: 41) se pide que la imagen sea llevada “aunque sea por unas horas hasta el anchuroso lecho de la Bahía de Nipe, donde sus olas la acariciaron. (…) Aquí albergamos la esperanza de poder construirle una Rotonda en Loma Alta, que es el lugar más elevado de Antilla y por ende desde donde se domina toda la Bahía y la población”

Ciertamente desde muy temprana época los antillanos quisieron edificarle un santuario a su Patrona pero no fue hasta el año 1950 cuando pudieron obtener la imagen que desde tanto proyectaban colocar en Loma Alta, una hermosa lomita a la entrada de la ciudad que sirve como mirador del extenso paisaje y desde donde los vecinos creían que la imagen de María protegería la ciudad. La citada imagen fue posible gracias a gestiones hechas por la alcaldía con el Ministro de Obras Públicas, ingeniero Manuel Fablas Valdés quien consiguió que en los talleres del ministerio a su cargo se fundiera la escultura a partir de un modelo confeccionado por Rita Longa.

El periódico El Sol, que se editaba en Antilla, dio cuenta el 8 de septiembre de 1950 que la imagen fue bendecida por Monseñor Muller Secrenia, y que luego la recogieron en La Habana los señores Arturo Alonso Roselló, Enrique Cazada y el notable poeta nacido en Banes, Gastón Vaquero, en representación de los vecinos que en el pueblo organizaron una recepción fervorosa que según la crónica del periódico resultó un desbordamiento popular. Sin embargo dice el periódico posteriormente que a pesar de que ya se había colocado la primera piedra en Loma Alta, poco después se abandonó el proyecto y por eso la imagen de la Caridad se colocó en la Iglesia Católica.

Cuatro años después los antillanos pudieron materializar el sueño de levantarle un santuario propio a la Virgen de la Caridad gracias al dinero que se recaudó por cuestación popular, pero como fueron los trabajadores portuarios y los de la compañía constructora Frederick Snare, que en esos momentos fabricaban un espigón, los que realizaron la mayor donación, la ermita fue erigida en el puerto. “En la base fue colocada una lápida de mármol con la siguiente inscripción: Virgen de la Caridad, Reina de Cuba y Madre Nuestra. Los Obreros Portuarios. Ruega por Nosotros”. (Rivero Xiques)

Ermita de la Virgen de la Caridad en Antilla

La ermita, muy sencilla y con la bahía de fondo, construida a la orilla del espigón del puerto de Antilla, se concibió en forma de urna sobre una base ortogonal que terminaba en una cúpula de media naranja sobre columnas y arcadas de medio punto, rematada por una cruz y ornamentada con azulejos negros. En ella colocaron una imagen en bronce de la Virgen que no es la misma que se hizo en 1950, sino otra, donada por la entonces primera dama de la República, Marta Fernández de Batista. El periódico El Sol, edición del 20 de septiembre de 1955 dice que el regalo de la esposa de Fulgencio Batista fue traído en avión desde La Habana hasta el central Preston, (luego Guatemala) y de allí en una embarcación que tuvo que cruzar toda la bahía. La esperó en Antilla toda la población para acompañar a la Virgen hasta la ermita que le habían levantado. El suceso acaeció el 8 de septiembre de 1955.

A partir de su inauguración el sitio se convirtió en un lugar religioso y popular, deviniendo
“de obligada cita para los antillanos que llegaban a la ermita con variados propósitos, unos para rogarle a la Virgen por sus enfermos, otros para hacer promesas, colocar ofrendas y otros, menos creyentes, iban por curiosidad o para fotografiar a sus hijos junto a la imagen. Igual llegaban muchos extranjeros y visitantes nacionales que aspiraban a llevarse un recuerdo o una prueba de que habían visitado el lugar, pues aquella pequeña construcción era famosa en todo Oriente, tanto que cuando un año después de su inauguración se abrió la alcancía ubicada en la base, aquella tenía aproximadamente dieciocho mil pesos". (Rivero Xiques)
Imagenes de la Virgen de Nipe
El 4 de febrero de 1963 los antillanos supieron la noticia de que el entonces comisionado Quinciano Soler del Río había tomado la desacertada decisión de que se demoliera la ermita y que fuera arrastrada hasta el mar con un buldózer.
“Este hecho lamentable marcó a los ciudadanos comunes que vivían en el pueblo, incluso, tanto a los creyentes como a los no creyentes que sentían respeto y veneración por la imagen, y tanto fue así que los pobladores comenzaron a creer firmemente en que hasta que no se reponga la imagen a su lugar original Antilla no va a recuperar la prosperidad y brillantez del pasado, de ahí que no sea difícil enterarse de los varios intentos que en varias épocas se han hecho de restaurar la Ermita". (Rivero Xiques)
Unos vecinos del pueblo dicen que la imagen de la Virgen estuvo por diez años sepultada en el mar y otros que fue extraída muy poco después del bárbaro proceder del comisionado (cargo semejante al de alcalde). Hasta ahora no se ha hecho una investigación seria sobre el asunto. Lo que sí se sabe es que la Virgen fue rescatada del mar por “Levigildo Caballero y Manolo Rodríguez y que en la casa de este último estuvo por varios años hasta que después de fallecido su viuda, Violeta Mackencie la entregó a la iglesia en el año 1989” (Roig García, Antilla, 8 de febrero de 2012)

En la actualidad la imagen se conserva en la Casa Parroquial de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen. En 1998 esa dicha imagen fue bendecida por el Papa Juan Pablo II, (ahora San Juan Pablo II), durante su visita a Santiago de Cuba, cuando un grupo de antillanos la llevaron adonde el Santo Padre ofició una misa.

Taguabo y Maicabó, dioses indios de Antilla.

Taguabo y Maicabó
Mucho antes de la construcción de la ermita a la Virgen en Antilla, tan antes que fue en el decenio de 1920, el pueblo, levantado en una las zonas de Cuba donde menos llueve, padeció una de sus más crudas sequías por lo que los poblanos se vieron obligados a usar el ferrocarril para buscar el agua al río Bio. Fue ese suceso el que motivó un culto sincrético en torno a la Virgen y a dos ídolos aborígenes encontrados un 8 de septiembre de diferentes años.

El hallazgo de los ídolos, que por cierto, son de los pocos originalmente construidos en madera que han llegado hasta nuestros días, se le debe al Grupo de Exploradores (arqueólogos aficionados), dirigidos por Alejandro Reyes (Nando). 

La madre de este hombre, conocida por Maruca (María Atencio), era espiritista. La noche del siete para el ocho de septiembre de 1928, vísperas del Día de la Caridad, ella soñó que en la cueva de El Júcaro, ubicada cerca del sitio arqueológico de igual nombre, en la península El Ramón, estaba el ídolo indio que le llevaría el agua a Antilla. 

Su hijo fue al lugar y, efectivamente, encontró a Taguabo bañado por los rayos del so. Lo tomó Nando Reyes y cuando llegó a Antilla con el dios indio tallado en madera, milagrosamente comenzaron las lluvias.

El hecho anteriormente narrado impactó a gran parte de la población de Antilla que se acostumbró a sacar a Taguabo en procesión que presidían Nando Reyes y su madre espiritista, y rezaban fervorosamente muchos Padre Nuestros y otras oraciones y rogativas y siempre llovía.

Exactamente un año después de encontrar al “Dios de la lluvia”, Maruca soñó y su hijo encontró a Maicabó, al que nombraron “Dios de la sequía”. 

Maruca, la madre espiritista de Nando Reyes
Nando Reyes y su Grupo de Exploradores

Nando Reyes guardaba los ídolos aborígenes en su carpintería, situada al fondo de su vivienda y hasta allí iban muchas personas para verlos, incluyendo entre ellos a arqueólogos de renombre, pero Nando lo permitía después que consultaba a los espíritus que eran quienes daban el sí o el no. Asimismo Nando, con la ayuda del patriota independentista y aficionado a la arqueología Fernando García Grave de Peralta, creó y divulgó una leyenda usando referencias etnohistóricas en la que aparece como uno de los personajes la india Bitirí, hija del cacique de Birán. Tal leyenda explica la formación del puente natural sobre el río Bitirí, único de su tipo en Cuba y por ello Monumento Natural de la Isla.

Después de 1959 Nando Reyes escondió los ídolos debajo del piso de su carpintería pero, finalmente, los donó para que fueran exhibidos en el museo de la localidad y, efectivamente, allí están, expuestos en el Museo creado en la que fue casa natal de René Ramos Latour





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