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25 de agosto de 2011

La Jandinga

Está situado en el límite noroeste de la hacienda de Yabazón Abajo, donde ésta linda con Candelaria y sobre el camino real (hoy carretera) de Gibara a Holguín, vía que atravesaba por el centro del poblado. Al sur del camino las tierras pertenecían a la finca San Antonio, propiedad del canario Don Antonio González Hernández, mientras que el área norte estaba incluida en las propiedades de la familia inglesa Chapman, junto a una finca conocida como “El Vapor”. En una superficie de unas 4 hectáreas situada a ambos lados del camino se concentró una población que en 1877 se fijaba en 336 habitantes. La base económica del lugar era el cultivo del tabaco y la crianza de ganado. En 1897 habitaban allí 120 familias.

A inicios de la Guerra del 68 La Jandinga fue fortificada costeando el dueño de la finca San Antonio el primer fuerte en construirse, además de tomar el cargo de capitán de voluntarios. El sistema defensivo se concibió inicialmente en forma de un triángulo con un fortín en cada vértice, pero en la guerra de 1895, ante el aumento del número de vecinos se construyó un cuarto fortín pasando a ser un cuadrilátero el perímetro de la pequeña aldea. Una alambrada de púas de siete hilos rodeaba y protegía el poblado. También se construyeron trincheras y zanjas de comunicación en puntos estratégicos. Se accedía al lugar mediante tres portadas vigiladas: dos de ellas daban paso al camino real de Holguín a Gibara y la tercera guardaba la salida del corto camino que conducía al apeadero ferroviario de Iberia.

Dos sólidas casas se adecuaron también para la defensa del lugar. En una de estas se ubicó el cuartel de voluntarios y una tercera casa se acondicionó para servir de cuartel a la guerrilla local. Los soldados españoles dormían y descansaban en un gran rancho techado con guano que se levantaba cerca del fuerte principal. Alrededor del poblado el bosque fue talado con el objetivo de que se pudiera apreciar al enemigo a una considerable distancia. El conjunto de obras garantizó la defensa del lugar durante ambas guerras.

De las fortificaciones de La Jandinga han llegado a nuestros días tres fortines y la casa de vivienda de la familia González, que en la actualidad aún habitan y que fungió como cuartel de voluntarios. Según la tradición oral, el fuerte desaparecido, ubicado al este del asentamiento, era de madera, con una doble pared y un relleno interior de piedras.

Fuerte Amarillo, La Jandinga
El fortín construido por don Antonio González fue conocido como El Amarillo, porque estaba pintado de ese color con un zócalo y una franja en la parte superior en rojo, diseño que respondía a los colores de la bandera española, y en el se instaló la jefatura de las fuerzas hispanas con un teniente al frente. Está situado al sudeste del sitio, a unos 40 metros de la actual carretera y a escasos metros de la vivienda familiar.

Es de dos cuerpos con la puerta enfrentada al camino (actual carretera). Posee la planta rectangular -5.55 m. por 5.65 m- y la estructura es de ladrillos, con los tabiques de mampuesto ordinario. Tiene una altura de 5.45 m. Los dos niveles fueron aspillerados, con tres orificios por lienzo de pared. Interiormente tuvo dos plataformas y en el primer nivel un vano en forma de óculo. La cubierta era de tejas.


El Fuerte Blanco: así fue llamado el fortín que ocupaba el lado nordeste del caserío, construido sobre un montículo de tierra. Es una ruina que conserva parte de tres de sus paredes. Originalmente su planta fue rectangular, de dos niveles con sus correspondientes plataformas interiores y sus muros de mampuesto de 0.55 metros de ancho están estructurados por ladrillos y recubiertos por un mortero de cal. Tenía dos hiladas de aspilleras, de ahí que pudiese ser utilizado para el tiro en distintas posiciones. Se accedía al mismo por una puerta ubicada en el segundo nivel, mediante una escalera movible.

El Fuerte Nuevo, se construyó durante la Guerra del 95, sobre un relleno artificial, de ahí su nombre. Se diferenció de los restantes del recinto porque solo tuvo un cuerpo con sótano. No tiene aspilleras pues se disparaba desde el mismo a través del espacio que quedaba ente el final de los muros y el techo. Se empleó como depósito de armamentos. La puerta es de 0.90 m de ancho y está dirigida al antiguo camino, actualmente carretera. La planta es rectangular, de 4.50 por 5.40 metro. Los muros de mampuesto ordinario estructurados por ladrillos, con un grosor de 0.55 m.

La defensa de La Jandinga también se completaba con un aviso verbal de un fuerte al otro, el centinela gritaba: “...Centinela alerta” y el otro fuerte contestaba “Alerta está”, esto se hacía regularmente, cada media hora.

Durante la guerra de 1895 la mayoría de las familias de los alrededores del lugar se mudaron para el recinto fortificado de La Jandinga desde mucho antes de darse la orden de reconcentración. También se establecieron allí núcleos familiares procedentes de Corralitos y de San Agustín de Aguarás, Buenaventura y La Rioja, Debido a lo fortificado que se encontraba este poblado nunca fue tomado por los mambises, aunque el general Mariano Torres logró extraer una noche de 1897 algunas cabezas de ganado de un corral situado cerca de uno de los fuertes.. Posteriormente el General Calixto García pasó muy cerca del poblado pero no lo atacó, no obstante desde los fuertes le dispararon más de cinco mil tiros a su paso.

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