Prensa desde 1900

7 de junio de 2011

Holguín vista a través de las letras

Por: MSc. María Luisa Pérez López de Queralta.

Acuñada tradicionalmente dentro de los preceptos teóricos de la arquitectura, el vocablo ciudad queda limitado generalmente al aspecto físico; sin embargo esta conclusión ignora los aspectos disimiles que serán insertados en el mismo y que entroncan no sólo con lo material, sino que se dirige, además, a lo espiritual. La Literatura , ha tomado la palabra ciudad como elemento temático y en ocasiones llega a distribuirla o diferenciarla dentro de categorías propias de la técnica literaria o recursos conformantes de la estilística del lenguaje. 

Este planteamiento hace solícita la presencia del investigador. Tomando como punto de arranque un rasgo pionero de la aplicación de la Política Cultural de la Revolución en este caso, la profundización en lo propio, discrepo con este planteamiento: aludir a la ciudad es un fenómeno privativo de los textos de historia locales: en Holguín la prensa plana escrita y en específico la página dedicada a la literatura, toma la delantera con respecto a los investigadores de la historia local. Paso a ejemplificar.

En el año 1862, aparece el primer periódico holguinero denominado “La Luz”. Era su dueño el tunero aplatanado en Holguín, Antonio José Nápoles Fajardo (hermano del notabilísimo poeta siboneyista El Cucalambé). La evocación inicial a Holguín, dentro de la evolución literaria de esta localidad, nace La Luz:
Once años, tiempo tan largo
llegué Holguín a tu ribera…
Influido por el tono, el ritmo y la cadencia de su hermano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo,  Antonio José, alias: Manuel (Sanlope), hizo nacer la evocación a la ciudad holguinera con el acento del agradecimiento. 

Y después de él, los demás cantores de la ciudad van llegando a Holguín. Corre la década antepenúltima del siglo XIX y es la décima la estrofa heráldica. El agradecimiento de quienes le cantan a Holguín no se limita al hecho de haber llegado a la ciudad y que esta urbe los acogiera. 

La Aldea se detiene, antes que en los otros, en El Cucalambé. El célebre decimista  evidencia su apego a las leyendas locales y ese es otro modo de hacer justicia con esta, su otra patria chica. 

La lectura de los versos cucalambeanos dedicados a la Loma del Fraile atestiguan lo explicado hasta aquí. 

Risueña como un festín,
Como la noche de un Baile
Se eleva frente de Holguín
Loma esbelta como el güin,
Llamada el “Cerro del Fraile”.

Mil antiguos peralejos
Se mecen sobre su cumbre
Y sus puntas a lo lejos
Muestran del sol a la lumbre
Tornasolados reflejos

Sábese bien  de su nombre,
El origen verdadero
Pues refiere el pueblo entero
Que allí alborotaba un hombre
Que era loco o embustero.

Con el supuesto y extraño
Apodo de “Fray Bragazas”,
Se dio a conocer ese año
Y dijo en sus amenazas
Verdades de gran tamaño.

Nunca el pueblo tuvo en poco
Su fuerte voz de cencerro,
Ni sospechaba tampoco
Que el habitante del Cerro
Era, en vez de un Fraile, un loco.
Y los pobres holguineses,
Temiendo sus amenazas,
Le regalaron hogazas
Y sufrieron mil reveses,
A la voz de “Fray Bragazas”.

Más, he aquí que una ocasión
En que estaba húmedo el piso,
Al decir una expresión
En que era bufar preciso
Dio tan fuerte resbalón;

Que rodando como un bolo
Y dando horrorosos gritos,
Refieren todos, toditos,
Que no cayó un hombre solo,
Sino muchos pedacitos.

Y desde entonces aquella
Loma alegre como un baile,
Cuya cumbre verde y bella,
El pié del mortal no huella
Se llama el “Cerro del Fraile”.

Al fondo, Cerro del Fraile
Quienes leen esta entrada también lo hacen a
Cerro del Fraile, joya florística de Holguín

Una décima poco conocida y escrita en Holguín, la cita Antonio José Nápoles Fajardo en su libro El sitio de Holguín publicado en 1869. Al decir del tunero cuando el incendio de La Periquera, (La gran casona estaba sitiada por los independentistas cubanos. En ella se habían guarecido los seguidores de España en la ciudad), entonces uno de los presentes escribió la espinela siguiente:
El ángel del exterminio
Sentó sobre Holguín su planta,
Levanta, Señor, levanta
Tu desastroso desinio (sic).
¿Es moro o es abisinio
quien trajo la guerra a Holguín
y de Cuba este confía
Incendia, tala y devasta?
No sigamos que ya basta,
Lo hacen tus hijos Holguín.

En la obra costumbrista El Becerro de Oro, del poeta y dramaturgo Joaquín Lorenzo Luaces deja muy mal parada a Holguín (que no sabe la Aldea si aquel la había visitado y tampoco donde supo lo que dice uno de los personajes). Ya abundamos: en este drama decimonónico el personaje del dinero al hablar de la moda del momento, dice en jocoso tono ,y hace reir a los demás a mandíbulas batientes, que el mal gusto al vestir llegaba a todas partes de la Isla desde Holguín... 

Con la llegada del siglo XX, otra vez se menciona a esta ciudad o aparece Holguín como fuente de inspiración. 

En la década inicial de la centuria un gallego aquí enraisado propone una obra teatral que no se quedó en papeles, sino que fue aquí escenificada.  Habla la Aldea de Nicasio Vidal Pita y su drama Por los alrededores de Holguín o en busca del tesoro perdido, verdadero aporte a la literatura holguinera. La obra narra la búsqueda de un tesoro destinado a construir una biblioteca pública. Dolorosamente la obra se extravió lo que es un suceso nefasto para el patrimonio cultural de Holguín. Se sabe, sí, que Vidal Pita, cambió la jocosidad de Luaces y otra vez regresa el acento del hombre agradecido tal y como lo habían hecho los Nápoles Fajardo. 

En “Canto a Holguín”, también de Nicasio Vidal, el autor dice:

Hace mucho tiempo que vivo en tu suelo
que aspiro tu aire, que miro tu suelo,
años que pasaron en grato vivir;

Llegué como un ave de extraña ribera,
y aún sobre tu heroica feudal Periquera
la enseña no estaba que hoy miro lucir.

Tiene el hermoso “Canto a Holguín” un hondísimo patriotismo, que será, dicen los estudiosos, un directo antecedente de la lírica que se escribiría en  este pueblo y en los barrios adyacentes hacia los años veinte. Lo que sigue es una colección de algunas de las lexías de Vidal Pita donde la urbe Holguín es el centro: hijos con noble arrogancia; heroicos patriotas; fue en ti donde supe lo que es el Derecho; ese culto que ardiente en el pecho/ lo llena de noble patriótico ardor.

Esa línea de patriotismo al escribir del terruño donde se ha nacido o en el que se vive (acabado de leer en Nicasio Vidal Pita), no es nuevo en el Holguín de principios de la República Burguesa. Ya la generación que había visto frustrado el ideal de la independencia la ha empleado. Antonio Luciano Torres, por ejemplo, tiene como Vidal Pita su “Canto a Holguín”, es Torres el primero de los líricos locales donde se unen lo patriótico y el amor del hijo por la tierra madre:

Holguín, mi pueblo natal,
¿cómo no cantarte un día
si encierras la poesía
del jardín universal?


Pueblo de héroes, yo te canto
mas… como soy holguinero
no debía hacerlo, pero…
Holguín, te quiero tanto...


En una inmensa llanura
reclinada dulcemente
como virgen inocente,
en el seno de natura,
está Holguín, cuya hermosura
es de una gran población.
El fecundo Marañón
hace más pura la brisa
la libertad, su divisa,
el valor, su inspiración…

El ”Canto… de Antonio Luciano Torres  es un extenso recorrido cronológico, apoyado en importantes inmuebles de esta ciudad y sus plazas. Así concluye:

Holguín, mi pueblo querido,
cuán dichosa me he sentido
pudiéndote bosquejar.
Yo no sabré cantar,
las grandezas que atesoras,
pero en las plácidas horas
que se expande el corazón
cantaré tu Marañón
donde placentero moras.

Las dos décadas iniciales del siglo pasado fueron fértiles en el canto de los hijos de esta comarca a la ciudad. Y, como todo es geografía antes que historia, los nuevos líricos , como antes El Cucalambé, cantan a la geografía. El mismísimo Antonio Luciano Torres  escribe versos “Al Cerro de la Cruz ”:

Pirámide cuya meta
por la brisa acariciada
de la inspiración preciada
tan necesaria al poeta.
El huracán te respeta
dejándote con asombro,
yo también cuando te nombro
o contemplo tu belleza
piensa que toda grandeza
a tus pies es un escombro.

Y como es es claro que ocurra, la narración en versos de las leyendas del pueblo.

Hubo un tiempo que salía
teniendo al pueblo contrito
una luz, cual arbolito
que por tus faldas corría
la multitud te decía
eran óleos derramados
vivían tan equivocado
que pensaban que eran gases
por el tiempo acumulados… 
(autor: Antonio Luciano Torres)

Aquella generación inicial de poetas del siglo XX holguinero, aporta a la hasta entonces visión de la ciudad casi fronteriza con la literatura oral y junto al agradecimiento, el verdadero amor filial. Manuel de Jesús Lastre Manduley en su “Himno Holguinero”, escribió: “La bandera de nuestros soldados/ Que en la lucha subieron ¡tan alta! /la bandera de Julio Peralta. /El estoico y viril luchador/…:/
Holguineros la gloria del día/ Resplandece en la hermosa bandera/Le dio un beso de luz Primavera /Y en el cielo semeja una flor.

Ahora, el sujeto lírico queda en plural y se le canta a la ciudad y en especial a sus héroes mayores: Julio Peralta, el estoico y viril luchador…] ...] La bandera del noble García / El guerrero gentil y valiente /Que selló con el plomo su frente/ Por no ver mancillado su honor.

Pero la lírica local no quedó restringida a accidentes geográficos, héroes de las gestas independentistas o leyendas; también se hallaron elementos de la arquitectura de Holguín; José Oberto Caissé en “Oh, los viejitos mendigos”, dirá en acertado discurso de crítica social :

Oh, los viejitos mendigos... Tal vez un tiempo fueron
muy apuestos galanes que en momentos dijeron
al oído de las damas de amor madrigales…

Y van por las calles –andrajos de la suerte–

Sin saber –oh, cielo– si encontrarán la muerte
en una noche triste, delante de los portales.

También se dirige a Holguín Guarina Rivero:

Eres la flor prisionera
entre verdosas montañas
donde se alzaron cabañas
de aquella plaza guerrera.
¡Si cantarte yo pudiera
de aquellos duras campañas,
las heroicas hazañas
que libraste en lucha fiera…

Al triunfar la Revolución e instaurarse en la prensa plana escrita una sección destinada a la promoción de las letras, Holguín se convierte en escenario obligado. En los sesenta, y ante la necesidad del reflejo inmediato de la situación social de nuestro país, en la creación artística y literaria, las localidades son absorbidas por las grandes urbes. Sin embargo, ello no impide de que en el relato “Juego con las manos”, el entonces bisoño narrador Pedro Ortiz, hable de la Loma de la Cruz. Por cierto es este el relato que abre el velo al tema de la ciudad de Holguín en la narrativa local de la época revolucionaria.

En los ochenta, otra vez regresa Holguín a lo temático. Pedro Ortiz en, “Pasen muchachos, mis audaces”, recrea figuras de esta ciudad desde la mirada costumbrista; mientras que en “La hora tercia”, su personaje Juan Nepomuceno mira tristemente hacia la Catedral de San Isidoro en cuya construcción había trabajado. 

Si los años ochenta fueron de gran valía para la diversificación del tema de Holguín en la literatura debe anotarse, además, que la lírica volvió a enseñorearse aunque ahora la cuentistica está asumiendo el tema por vez primera. Y después de esta etapa la ciudad fue dejando de ser un foco inspirador en las letras locales. ;

Bibliografía:

Hart Dávalos, Armando: Política Cultural de la Revolución Cubana (Documentos).
Editora Pólítica, La Habana , 1982, 58 p.

González, Lourdes et al: Catálogo Literario Holguinero (Siglo XX). Ediciones
Holguín, Holguín, 2000, p.105.

González, Ronel et al: Selva interior (Estudio crítico de la poesía en Holguín)
(1862-1930). Ediciones Holguín, Holguín, 2002, p.107.

González, Ronel: La noche octosilábica. Ediciones Holguín, Holguín, 2004, p.133.

Infante, María Elena y Maricela Messeguer Mercadé: Los senderos de la luz.
Ediciones Holguín, Holguín, 2000, p.134.

1 comentario:

  1. Manuel de J. Lastre8 de junio de 2011, 20:07

    Gracias César, por incluir en este post el muchas veces olvidado Himno Holguinero. Sería interesante investigar si existe la pertitura en algún sitio.
    Saludos,
    Manuel de J. Lastre Abreu

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