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26 de marzo de 2011

Lo que queda de los muertos (Estatuas funerarias en Holguín de la segunda década del siglo XX)



De la segunda década del siglo XX sobresalen en el cementerio holguinero varias piezas escultóricas, aunque estas repiten el tema de la cruz latina cubierta con flores por dos palomas, una en la parte superior y otra en la parte inferior de la cruz. Y es obvio el uso de la paloma. En la iconografía cristiana simboliza el espíritu santo; alegóricamente en este caso están recibiendo el alma del difunto.

De esta década la más antigua escultura en el cementerio municipal de Holguín es de 1913 y está dedicada a la señorita Balvina Batista, muerta a la edad de 19 años y firmada por M. Prieto y por Valls.

También aparecen otras en los panteones de las familias Trueba (1916), familia Manduley (1916) y Requejo (1917). Estas esculturas formaban parte de las creaciones en serie puestas en boga en la década.

Excepcionalmente, de esta segunda década es el busto retrato del Coronel Panchito Frexes Mercadé, quién según reza en su epitafio, fue auditor del Estado Mayor General de Antonio Maceo y que murió en campaña durante la invasión a Occidente el 24 de octubre de 1986.


Este joven guerrero murió en Soroa, Pinar del Río con solamente 33 años de su edad, pero sus restos no se trajeron a su natal Holguín hasta 1905. Durante todo ese tiempo su viuda tuvo que soportar grandes vicisitudes para conseguirlo. Y en 1913 consiguió hacerle la tumba que ella y sus hijos querían para el héroe.

El busto retrato fue realizado en Italia y no tiene firma, es de mediano formato, de obvio mármol extraído de las canteras de Carrara, con pedestal sobre el que descansa el busto del coronel. Sin duda es la obra excelente, sobre todo por su distinguida expresión de seriedad y por la lozanía en el rostro y la firmeza en su carácter… a decir de los biógrafos del también abogado Frexes, tal como se ve en su busto eran esos los verdaderos aspectos fisonómicos y psicológicos del personaje, lo que revela una gran dedicación, destreza en el oficio y maestría en el anónimo creador.

De la tercera década del siglo pasado es una de las imágenes más interesantes entre todas las que se encuentra en el barrio San Isidoro, calle # 6, panteón # 177, fechada en febrero de 1922. Es esa de medianas dimensiones (70 cms. x 30 cms.), y se trata de otro busto, el del fallecido Manuel Pereda. Por cierto esta es la única pieza entre todas las existente en el cementerio holguinero que aparece firmada por el artista italiano E. Salvatori Dig Fisit.


 Otras de las figuras escultóricas sobresalientes de la década del 20 es la excelentemente trabajada en volúmenes, transparencias y drapeados del ropaje, y dedicada en 1925 a la muerte de Wenceslao Infante Bidopia.

El cartel dice: FAMILIA INFANTE
En las primeras décadas del siglo, Infante era considerado el principal hacendado ganadero de la zona. La Sucesión Infante, integrada por sus hijos y viuda, fue quien promovió la construcción de un gran mausoleo para su padre. La escultura que se encuentra en su tumba, refleja su poderío, sobre todo por ser una de las más ampulosas y de gran formato (aproximadamente de 4,5 metros). El pedestal también es de puro mármol de Carrara. Por cierto, una leyenda en esta ciudad dice que Wenceslao Infante murió un 31 de diciembre a manos de su amante que quería que el poderoso ganadero pasara con ella todo el día y la noche).


De 1922 es la escultura dedicada a Ismael Velázquez y familia. La obra también es de procedencia italiana y de mármol de Carrara, con mediano formato. Representa un ángel con ramos de flores en su mano izquierda sobre su pecho.

De esta década y con características parecidas a la de la familia Velázquez aparecen otras esculturas en el cementerio municipal de Holguín, dedicadas a las familias Rodríguez Suárez (1928), Peña Aguilera (1928), Betancourt Aguilera (1928), Ibargurent Cardet (1929). Lo anterior demuestra que el tema de estas esculturas se puso en boga durante esta etapa. Dicen algunos expertos que todas fueron hechas por algún taller de segunda categoría, que generalmente utilizaba un medio formato y producía en serie con algunas variaciones. Más, la creación en serie no ha sido dicha con ningún matiz peyorativo, pues la calidad de los trabajos los exime de cualquier connotación artesanal, antes por el contrario parece que el o los escultores tenían una completa formación. Todas sus obras tienen actitudes serenas y mesuradas; los atuendos que llevan son túnicas elegantes túnicas que remiten a modelos clásicos pasados. Proliferan los ángeles de largas alas y motivos ornamentales.

En el barrio San José del Cementerio, con fecha de 1923, aparece el panteón dedicado a Lidia, muerta a los 17 años. Realizado en Italia y de 2,30 m x 90 cm en su base, la estatua para recordar a la hermosa difunta está hecha en mármol de Carrara. La figura es un ángel (imagen femenina), apoyado en una cruz cubierta de flores, en pose de descanso y alas extendidas, en su mano derecha lleva un ramo de flores y la otra mano la llevó a la cabeza. El rostro de la figura tiene mira concentradamente hacia el panteón en gesto doliente. Sin dudas que esta pieza es de gran rigor académico en su ejecución y en los detalles.

Un detalle que hace única esta tumba es que en uno de los espacios que da a la izquierda se encuentra adosada la imagen de la fallecida, en un relieve circular.

Una mención aparte en este relato que habla de las esculturas en el cementerio municipal de Holguín merece el panteón de los “Veteranos de la Guerra de Independencia”. Levantado en 1927 con el dinero recaudado de las tómbolas y verbenas que se realizaron en los Juegos Florales celebrados un año antes, entre el 23 y 24 de febrero de 1926. Estas fiestas fueron auspiciadas por la Junta de Veteranos de Holguín, presidida por el Dr. Américo de Feria Nogales, con Miguel Ignacio Aguilera en la vicepresidencia y Antonio de Feria Salazar como secretario.

En el año 27 viene a Holguín el presidente de la República, Gerardo Machado para participar en el traslado de los restos del general Tomás Salazar de Feria, quien había muerto el 3 de agosto de 1915 en Alcalá. Por cierto fueron el General Salazar y su ayudante los primeros en ser enterrados en el panteón.

La obra está hecha en mármol de Carrara y consta de 10 tapas distribuidas de 5 en 5. Posee tres niveles de enterramiento con un total de 30 fosos.

La escultura que lo preside fue importada de Italia y representa a la República de Cuba. Tratase de una figura femenina con espada en la mano izquierda y un trabajo exquisito en los pliegues de su vestuario de roca y las transparencias. Es esta estatua de la República austera pero sensual.

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