Prensa desde 1900

16 de junio de 2010

Prueba de las artes de la boquirrubia y desalmada Pepa Cardet y al final el testimonio de las ocupaciones de un gato prieto callejero


Enterrado don Paco de Zayas y recién casada la Pepa con un quinto del Ejército recién llegado a la Isla y por el que la mujer pagó una millonada a sus superiores para que lo liberaran del servicio militar, luna de miel incluida, la Pepa hizo y dejó de hacer a su antojo con el dinero que heredó. Empero no siempre contó con la sumisión de sus hijos y tampoco de su hijastro, tal como quedará probado seguidamente.

En el Archivo Provincial de Historia de Holguín se conserva un documento del 13 de enero de 1845, esto es, 8 años después de la muerte de don Paco. “Comparece, dice, el subteniente retirado de la 6ta Compañía del Regimiento de Infantería de La Habana, don Luciano Martínez, natural de Murcia y vecino de esta villa de Holguín. Lo acompaña el Regidor don Ramón de Zayas, natural de Cuba (Santiago de Cuba), y vecino de Holguín… (Don Luciano era el nuevo marido de la doña y don Ramón el hijo mayor de don Paco de Zayas, tenido en su primer matrimonio)

En juicio conciliatorio el Martínez llevó a don Ramón ante el Teniente Gobernador en calidad este último de Juez de Paz. Exigía don Ramón que don Luciano Martínez y su esposa la Pepa, acabaran de pagarle 1916.00 pesos “que en la testamentaria de su padre le era en deber doña Josefa Cardet”, o sea, la desalmada Pepa Cardet, y aún, dice, cuando ya había vencido el plazo acordado, todavía no cumplía.

En este documento declara el hijo de Zayas que su padre donó (pagó) a Su Majestad fábricas (casas), por valor de 13 mil pesos para conseguir la legitimación de los hijos que tuvo fuera del matrimonio… (O lo que es igual, don Paco pagó ese dinero para conseguir la Real intervención para que Su Santidad “el Papa de Roma”, consintiera en su divorcio de la madre de su hijo mayor, que es quien exige la satisfacción de la deuda).

Consideraba don Ramón de Zayas que la suma pagada a su Majestad “sin prejuicio de tercero”, como la Pepa y su Padre habían declarado, no podía perjudicarlo a él, que nada tenía que ver con aquel asunto. Todavía más claro: En testamento don Paco de Zayas declaró que a cada uno de sus hijos le correspondía un quinto de su fortuna, empero al calcular el quinto que a él le correspondía no se podía descontar aquel dinero gastado. Y de ahí la deuda…
“Como de lo antedicho había de originarse un ruidoso pleito, que al paso que puede causar la ruina de sus intereses, también perturbaría su tranquilidad y reposo, y la armonía que debe reinar entre personas de una misma familia… los litigantes fueron invitados por el Juez de Paz a someterse a la deliberación de árbitros por ellos mismos nombrados”.
Fueron los árbitros el abogado, Regidor y Alférez Real don Quintín de Aguilera, natural y vecino de Holguín, y el abogado don Francisco Tamayo Fleytes, de la vecina villa del Bayamo.

Para no hacer juicio público y queriendo darle toda la fuerza que compromiso así requiere, es por lo que ambas partes concurren ante Escribano y dicen, asimismo, “que si se presentaren dificultades para que el Licenciado Tamayo Fleytes no pudiere venir a esta ciudad de Holguín, se otorga poder para que actúe en su lugar al de igual clase don José Joaquín de Quezada, natural del Puerto del Príncipe y vecino de esta. Y por si los dos abogados no pusieranse de acuerdo, nombran a un tercero en discordia, que es el Licenciado don José Manuel Betancourt, natural del mismo Puerto Príncipe y avecindado en Holguín”

Ante estos señores abogados, las partes en pleito se obligan a presentar todos los documentos que aquellos consideren necesarios… y, porque ahora lo recordó, don Ramón de Zayas reclama que se incluya en la sumatoria general del dinero que dejó su padre al morir, las ropas y prendas del uso actual de la Cardet.

Y se van todos a sus casas a esperar la decisión. Pero no transcurre una semana y regresan. No sé que hizo la Pepa, pero seguro que puso a funcionar sus poderes, porque lo cierto es que don Ramón de Zayas dice ante el escribano para que la escritura convierta en oficial esta, su decisión, que se da por satisfecho y que su madrastra no tiene que pagarle nada y que, además, le regala él a la mulata Felícita para que sirva como esclava a la Pepa y también le devuelve 200 pesos que aquella le había dado para satisfacer el costo de las ropas y prendas por la doña gastados del dinero dejado por don Paco como herencia.

Dice el documento de satisfacción de deuda, y cito in extenso:
“En razón de lo dicho, se desisten, quitan y apartan desde este momento y también a sus herederos, del derecho que mutuamente se consideraban tener y dan por concluídos los litigios.

“Desde ahora la parte que quebrantare este pacto y promoviera gestión contra la otra, tendente a hacer reclamaciones sobre los bienes del difunto don Francisco de Zayas, aún cuando sea considerada justa, por solo promoverla, se le impondrá multa de 4 mil pesos a favor de la otra parte.

“A la firmeza de esta escritura y a su cumplimiento se obligaron todos en la más bastante forma de derecho con sus bienes presentes y futuros.

“Doña Josefa, que se hallaba presente, estuvo de acuerdo y, como muger (sic) juró por Dios y hizo una señal de cruz y dijo que no se aprovecharía de leyes y derechos futuros”
Luego la mismísima Pepa Cardet firmó la escritura asentada en el Tomo 4, Folio 6v del año 1845.

Patio interior de La Periquera
Su firma en esa escritura es lo único que queda de la muerta y un fantasma tan pasionalmente hijo de puta como en vida puta fue ella, al decir del historiador Pepito García Castañeda. De noche, por los corredores del interior de La Periquera, (donde murió escondida de las fuerzas insurrectas que comandaba su nieto Julio Grave de Peralta), dicen que se ve vagar su fantasma, gimiendo de deseos. En mis pesadillas, allí mismo la he encontrado, Luciano Martínez yo, ella macrocefálica y sinvergüenza. Siempre termino masturbándome mientras la boquirrubia, mira y no se acerca. Después un gato prieto llega a mis pies y lame el semen.