Por Francisco García Benítez
(Publicado originalmente en el periódico Ahora, domingo 2 de diciembre de 1979)
Apenas se instala una imprenta en la ciudad de Holguín, (29 de marzo de 1862), Antonio José Nápoles Fajardo, que la ha promovido, comienza a editar, como director, nuestro primer periódico, el trisemanario “La Luz”.
Duró solamente hasta el 18 de septiembre del propio año. En nuestra hemeroteca provincial de historia solo existe un ejemplar, aunque sí, háyanse referencias en la “Memoria sobre el origen del hato de San Isidoro de Holguín”, escrita por Don Diego de Ávila y Delmonte, (publicada aquí en 1865) y reeditada y continuada, (año 1926), por el periodista local José María Heredia con el nombre de “Historia de Holguín”, pie de “El Arte”, en esta misma población.
“la Luz”, según su título, pretendía responder a los ideales de la “ilustración”; pero su oficioso protector, Don Juan Nepomuceno Huerta y Sostre, Teniente Gobernador y Presidente del Ilustre Ayuntamiento holguinero, parece no haber podido soportar algunas muy discretas “descargas” anticolonialistas que patriotas como el camagüeyano Manuel Hernández Perdomo, aquí residente, lograron colar en sus páginas… (Perdomo conspiraba, tanto que muy pocos días después del 10 de octubre del 68 aparece encabezando “una fuerte partida mambisa” en el barrio de Yareyal).
Cortose, pues, “la Luz”.
Y le sistituyó “El Oriental”, todavía en 1862. También le dirigía Antonio José Nápoles Fajardo, tunero y hermano del célebre “Cucalambé”, de cuyo talento literario algo tenía; nada de su actitud y fervor independentista. “El Oriental” subsistió hasta “la guerra grande”. Exactamente, como podrá el lector colegir, hasta el 5 de noviembre de 1868.
Los mambises, encabezados por Julio Grave de Peralta, el venezolano Amadeo Manuit, Francisco Maceo Osorio, Luis Figueredo y otros, asediaban la plaza militar de Holguín desde el 30 de octubre. Y su comandante a la sazón, Don Francisco Camps y Feliú, aquel 5 de noviembre, tuvo que refugiarse con armas, hombres y bagaje, en el sólido edificio, la casa del Manco Rondán, y fortificar toda la manzana en que se halla ésta, llamada a partir de esa fecha con el curioso mote de “La Periquera”, mantenido a través de los años y en la actualidad conformado, al declarársele Monumento Nacional.
En la ocasión que relatamos, ya estaban allí los comerciantes españoles, sus familiares y paniaguados; se instalaron, además, las oficinas de la Tenencia de Gobierno. Y, naturalmente, allí fue a dar, también, el máximo redactor de “El Oriental”, verdadero precursor de los modernos “elaboradores e intérpretes de la noticia”.
De ello nos ha dejado una prueba nada común en su folleto “El Sitio de Holguín”, obra póstuma, dedicado (textual), al benemérito Cuerpo de los Voluntarios de La Habana y editado por la Imprenta Militar de la Viuda e Hijos de Soler, calle Ricla, número 40, de esta capital. Se trata de un “magnífico reportaje” de signo negativo, sobre los hechos narrados y analizados desde el punto de vista del integrismo hispánico. (Posée, no obstante, indiscutible valor histórico ambiental).
Poco antes de ir a buscar amparo tras los gruesos muros de “La Periquera”, Nápoles Fajardo ocultó, cuidadosamente, la imprenta de su órgano semi oficial. Véase lo que al respecto nos die el general Julio Grave de Peralta en su “Diario de Campaña”.
“Días 19 (noviembre): Al amanecer entró a la población el General en Jefe (se refiere al venezolano Manuit, nombrado por Bayamo), ocupando la casa del ciudadano C. Aguilera a mi retaguardia. Ese día dimos con el escondrijo de la imprenta y por consiguiente a los dos días salió nuestro feliz periódico la Estrella de Cuba”.
Éste se publicó en tanto duró el sitio de Holguín, o sea, hasta el 6 de diciembre. Resulta así, pocas semanas después de “El Cubano Libre”, el segundo periódico mambí de la Isla.
En su nombre retoña un poema del gran Heredia, intensamente vigente en esa generación cubana.
En él se informaban las incidencias del asedio, dábanse noticias del campo insurrecto, se recogían las medidas de orden político y militar, inclusive, las administrativas, como a creación del municipio revolucionario en esta ciudad y se defendían, en brevísimo espacio, los ideales independentistas.
Después del triunfo revolucionario se han obtenido, y está en nuestra hemeroteca provincial de historia, una copia fotostática que a ella donó el compañero Juan Albanés. Procede del Archivo Nacional y corresponde al No. 9, fecha 28 de noviembre de 1868. Tal numeración introduce una duda respecto a la aparición de “La Estrella de Cuba”. Según el Diario de Peralta, el primer número salió el 21 de noviembre. Pero no debió ser así, conforme al documento que actualmente poseemos lo más probable es que haya sido el día 20, esto es, el siguiente al descubrimiento de la Imprenta.
¿Explicación?... Si la hoja revolucionaria se hubiera iniciado el 21, el documento que tenemos sería el No. 8; de otro modo habría que aceptar la publicación de dos números en un mismo día, lo cual no tiene sentido dada la situación que se vivía: Ocupación y Sitio de Holguín, contexto donde “la Estrella de Cuba”, por función y espacio, (solo disponía de una cuartilla), parece haber sido, sencillamente, un diario boletín de guerra con apretadísima información.
Su director, Abraham Portuondo, había sido maestro del primer colegio secundario de esta localidad, como lo definía Ávila y Delmonte: “un colegio municipal de instrucción superior elemental de varones”, situado en San Diego 56, hoy Miró (143 y 145), un caserón antiguo donde se hallan un almacén del MINCIN (tienda Hanoi) y una oficina del sectorial provincial de Servicios Comunales.
Poco más sabemos acerca del valioso Portuondo: cuando las tropas mambisas abandonan esta ciudad, también él tiene que irse, y lo hace dirigiéndose hacia el interior del viejo municipio holguinero; ya en uno de sus barrios, un malvado lo identifica y los colonialistas le asesinan. ¡Poco importarían a la siniestra represión sus condiciones de maestro y periodista!
¿Enseñar?... Para el coloniaje era acción subversiva. ¿Defender ideas de libertad y progreso mediante letra impresa?... ¡Un atentado peligroso!
He ahí por qué, sin previa investigación, tribunal ni sentencia condenatoria, sicarios criminales eliminaron físicamente al director de “la Estrella de Cuba”, distante y entrañable precursor del tiempo nuestro, el joven Abraham Portuondo, ¡primer mártir del periodismo revolucionario holguinero!
No hay comentarios:
Publicar un comentario