Prensa desde 1900

6 de septiembre de 2021

Fernando Royo Guardia (primera carta)

 La Habana, agosto 14/1940

Sr. Dr.

         José A. Castañeda

         Holguín

Mi estimado compañero::

Hace varios días recibí tu muy amable carta, y buscando un rato en que pudiera “charlar” con extensión, fui demorando hasta hoy, en que aprovecho unos instantes de tranquilidad.

Agradezco tus palabras para mis pobres producciones arqueológicas, frutos aún verdes de mis cosechas librescas y de la colaboración valiosa de compañeros que, como tú, Pichardo Moya y García Valdés, arrancan del suelo el secreto de nuestros aborígenes. Sin las exploraciones de Uds., ¿qué podría hacerse sino continuar en la rutina?

No me extraña nada lo que me dices acerca del esqueleto con cráneo no deformado estudiado por ti en el Asiento “Yayal”. ¡Tantas y tantas cosas han de verse todavía para asombro de nuestras autoridades arqueológicas!

Las valiosas exploraciones del compañero García Valdés nos demuestran hasta la saciedad lo que puede la voluntad de un hombre imbuido en prejuicios anacrónicos. Sus esfuerzos por probar la existencia de la cultura taína en Pinar del Río, ponen de manifiesto la existencia de tantos útiles de carácter taíno, que es imposible negar su importancia y la necesidad de un estudio más detenido. Muchas e interesantes conclusiones podrían derivarse de sus vastos conocimientos en la región pinareña, pero, ¿qué encuentra García Valdés como recompensa espiritual al inestimable caudal arqueológico recogido? Siempre la negativa más absoluta y una sonrisa compasiva de los Ortiz y otras lumbreras que jamás han probado las molestias de una exploración hecha con pocos recursos, a pie y en medio de la sabrosa manigua cubana.

En cuanto a los esqueletos más o menos deshechos encontrados en Yayal, ¿no pueden haberse descompuesto así por la acción de la tierra o de las aguas? ¿Tienes algún otro dato que te permita asegurar la mayor antigüedad de unos huesos con relación a otros?

El montículo de Baracoa con dos capas de huesos puede ser un mound de ofrenda, semejante al encontrado por Cosculluela en la Ciénaga de Zapata, con una capa de gubias en lugar de la correspondiente a la capa dde huesos humanos.

Los he considerado como mound de ofrenda a su divinidad protectora, y tu hallazgo me confirma en esta opinión, expuesta en mi tesis de grado.

Creo, amigo Castañeda, que los verdaderamente interesados en estas cosas, los que salimos al campo a rompernos los huesos y que gastamos los pocos centavos que ahorramos, debiéramos unirnos en una especie de confraternidad y trazarnos verdaderos planes de trabajo a fin de que la arqueología cubana tuviera una base científica. De los que recuerde como de valor para este asunto, están tú, René García Robiú, Pichardo y (deteriorado).

Creo que todos nosotros debemos celebrar una reunión y establecer las bases para realizar una serie de investigaciones que luego sean el fundamento para trabajos de arqueología cubana, desprendiéndonos del personalismo, que tanto daño hace. ¿Qué piensas sobre el particular?

Aún no sé si iré a Santo Domingo, porque veo el asunto algo muerto.

Recibe un abrazo de tu amigo y compañero

                                                      Fernando Royo

Como estoy a punto de mudarme, contéstame a la Universidad.







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