Prensa desde 1900

26 de agosto de 2021

La historia de Holguin escrita por un poeta en 1917

 Tomado de la revista "El Fígaro"

Antonio Aguilera Ochoa.

Del distinguido y culto escritor holguinero, Antonio Aguilera Ochoa es el presente, brillantísimo trabajo, con que blasonamos las columnas de EL FIGARO.

Es Aguilera Ochoa escritor de fácil y elegante estilo, de vastísima cultura y un patriota a la manera de aquellos excelsos varones de la década gloriosa, que ama a Cuba y a su terruño sobre todo, con noble orgullo y entusiasmo.

Figura prominente en la sociedad de Holguín, ha ocupado cargos delicadísimos, en donde ha puesto de manifiesto su amplio espíritu de justicia y su gran capacidad.

Ha sido Jefe organizador de la Subalterna de Hacienda en Holguín en 1899; Jefe de la Zona Fiscal desde 1902 hasta 1906, en que fue electo Consejero Provincial por una gran mayoría; fue además, durante tres años, Jefe del Banco Español y organiz´las Subalternas de Tunas, Banes y Mayarí; Pagador del 2do Cuerpo del Ejército Libertador, del que es Teniente Coronel, grados que ganó en acción de guerra; y Compromisario Presidencial en los dos periodos del General Mario G. Menocal.

Con méritros de sobra, el señor Aguilera Ochoa, para figurar entre nuestras figuras más prestigiosas del Congreso, no tiene otra aspiración que laborar silenciosamente en su retiro de Holguín, por todo empeño de cultura y progreso material, en bien de su patria.

Nosotros hemos tenido oportunidad de tratarlo íntimamente y hemos apreciado en él un gran corazón de cubano y una mentalidad vigorosa y fecunda.

Allí, en su Holguín bien amado, dirige “El Campesino”, publicación bisemanal en donde ha librad cívicas campañas en pro de su partido político y del engrandecimiento de su pueblo.

Nosotros en justo homenaje a sus grandes méritos, al acoger con señalado júbilo, en esta edición especial de Holguín, su hermoso y concienzudo trabajo, tenemos especial honor en trazar estas modestas líneas en noble reciprocidad a las infinitas pruebas de afecto de que fueron objeto por parte de él, nuestros Representantes en esa, nuestros queridos compañeros Rafael Argilagos y Miguel Ballester, Redactor y Agente viajero, respectivamente, de esta publicación.      

Artículo de Antonio Aguilera Ochoa, especial para El Fígaro, 1917:

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¿Qué era la bien trazada ciudad de Holguín, (como la llamaba en su geografía, don José María de la Torre), en la época colonial? Era una población de 5 000 almas escasamente y de unos 20 000 el término, sin vías de comunicación, a nueve leguas de Gibara; era Holguín una población sin higiene, sin ornato, sin alumbrado, triste, que parecía que sus habitantes estaban condenados a morir en la miseria, en la más crasa ignorancia.

Las mercancías venían a lomo o en carretas desde la villa hermana.

Solo había una escuela para varones y otra para niñas. A los maestros no se les pagaba. El padre del autor de estas líneas fue profesor y una de las víctimas de la política oscurantista de la vieja metrópoli española.

Artes, industrias, comercio, agricultura, ganadería, todo eso, todo, valía tan poco, que no tenía valor alguno. La tierra podía adquirirse a 5 y 6 pesos la caballería, y todos la despreciaban. ¿Qué harían con ella? ¿Sembrar? ¿Y a quién venderían la cosecha? ¿Criar, cebar? Lo mismo le ocurría al productor.

Asi, Holguín semejaba una hada moribunda, hambrienta y haraposa, en el seno de un vergel paradisiaco. Y Cuba parecía un gigante tendido en el océano.

Gracias a un español de educación anglofrancesa, (¡lo que influye la educación!), el señor Javier G. Longoria, espíritu delicado, altruista, comerciante honrado, hombre de grandes arrestos, por un supremo esfuerzo suyo quedó unido Holguín a Gibara hacia 1890 por la vía férrea que aún existe. Fue un gran paso de avance hacia el progreso, pero quedó anulado por las trabas que oponía al desenvolvimiento económico la funesta política metropolitana. Y los añojos seguían a $ 5.00 y el tabaco a $ 3.00 y $ 4.00 el quintal.

Qué perspectivas más horrendas. ¡Y seguíamos, mientras, sin luz, sin escuelas…, en una palabra, la noche, la eterna noche sin aurora! Véase cuan cierto es lo que decimos, que para no recargar de colores el fatídico cuadro de miseria  que presentaba Holguín, insertamos el siguiente artículo del periódico español, órgano del Partido Unión Constitucional, integrista, que se publicaba en Holguín, y de fecha 19 de septiembre de 1889. El periódico se llamaba “Cuba Española”.

He aquí el artículo de “Cuba Española”.

Cuba española por sí y a nombre de la Directiva y demás miembros del partido se honra en saludar al celosísimo e infatigable representante del Gobierno de la Nación, Excelentísimo Sr. Gobernador General D. Manuel Salamanca y Negrete, enviándole la más ardiente expresión de entusiasmo y agradecimiento de que se sienten poseídos de todos nuestros correligionarios al tener la orgullosa satisfacción de ser visitados por el valiente campeón del prestigio nacional en esta tierra española.

En esta ciudad de Oriente, teatro un día de fratricida discordia civil de que dan fiel y tristísimo testimonio los derruidos y ennegrecidos muros de muchas casas que fueron habitaciones de pacíficos y felices ciudadanos, y en donde se levanta orgullosa la casa que va a alojar a tan ilustre huésped, satisfecha de haber mantenido largo sitio sin rendirse a los numerosos enemigos de España; en esta ciudad de Holguín donde hoy reina la paz manterial que no satisface las aspiraciones de los pueblos cuando la paz moral les falta, encontrará Vuestra Excelencia vivo y poderoso el sentimiento nacional del que nada ni nadie puede triunfar (Sic.) y con él, el altísimo respeto, la consideración y el sentido agradecimiento de cien y cien corazones que en Vuestra Excelencia, dignísimo prócer de la noble España, tienen puesta su fe y su confianza, y que laten unidos y gozosos al saludarlo.

Triste, muy triste es la situación económica de esta comarca. La depreciación del ganado que hoy forma una no pequeña parte de la riqueza publica; el escaso valor del tabaco y del maíz, únicas producciones agrícolas, la falta de fincas (FALTAN TRES RENGLONES)

, sin valor la propiedad territorial, mermado extraordinariamente el valor de la propiedad urbana; agobiado el comercio por los impuestos y languideciendo por el estado precario de todas las clases sociales, aquí se vive de milagro, Excelencia Serenísima, y sin que todos estos males sean bastantes para que determinado elemento que extrema sus afirmaciones de amor al país, cese de sembrar la desconfianza y el desaliento por todas partes en embozadas profecías, que los tímidos y los perversos aprovechan para extinguir el crédito público.

Aquí, Excelencia Serenísima, solo nos queda una esperanza, la terminación del ferrocarril de Gibara, que en momentos de penuria y contra todo imposible, proyectó y llevó a cabo el infatigable y progresista querido vecino de Gibara, hoy su Alcalde Municipal, D. Javier Longoria.

Grande sacrificios ha hecho Holguín en pro de la Empresa, sacrificios Excelencia Serenísima, que hoy deplora, viendo el descuento (ilegible) a que han llegado las acciones y sobre todo la paralización de las paralelas por falta de capital, que no pido realizarse.  Ninguna empresa de tal magnitud ha podido llevarse a cabo con la economía, la honradez y el entusiasmo de la de este ferrocarril, pues el valor que hoy representa su activo, excede en muchos miles de pesos su costo.

Pero hasta hoy han sido vanas las gestiones practicadas por la digna junta de su dirección para adquirir el pequeño capital que necesita para hacer llegar a esta la línea.

Vuestra Excelencia con su poderosa iniciativa, está llamado a resolver los obstáculos que se oponen a la esperanza salvadora de Holguín y sin duda hará uso de ella en pro de estos habitantes.

Otra salvadora medida para el porvenir de esta ciudad sería, Excelencia Serenísima, que Vuestra Excelencia, ilustrado por la Junta Superior de Sanidad, fijase su superior atención en la benignidad del clima de este departamento y sus condiciones topográficas y biológicas en favor de los reemplazos del ejército, como uno de los mejores puntos de aclimatación de la Isla. Los magníficos cuarteles y enfermería situados al Norte de esta ciudad, ofrecen ventajas incontestables de higiene, que no reúnen acaso ninguno de los del interior, teniendo en cuenta la distancia a que se encuentra esta ciudad de las costas y su vía férrea.

Solo nos resta como representantes en la prensa del partido “Unión Constitucional” encarecer de Vuestra Excelencia la salvadora iniciativa de su reconocida inteligencia en pro de este Término Municipal, digno por todos conceptos de la especial atención de tan ilustre gobernante. 

Y al desear a Vuestra Excelencia una grata permanencia en esta localidad, en unión del distinguido personal que le acompaña, nos permitimos saludar al Sr. Jefe de Estado mayor, Teniente Coronel Sr. Lafont y al distinguido Médico Militar Sr. Roure y particularmente a nuestro querido Comandante General y Excelencia Serenísima García Muñoz, así como también a nuestros distinguidos compañeros en la prensa D. Manuel González Peraza, del “Diario de la Marina”; D. Francisco Varona Macías de “Unión Constitucional”; D. Emilio C. de Villegas, de “La Prensa”; D. José L. Castellanos, de “El Español” y D. Rafael Ibarzaga, de “La Lucha”.

A todos deseamos les sea agradable su permanencia en esta ciudad.


No había un solo resquicio de esperanza en que fundarse para esperar que hubiese una transformación de aquellos misérrimos valores intelectuales y materiales, que propiciaran el resultado de poner en explotación la enorme riqueza que atesoraba y yacía estancada en su fértil campiña, ni las natrales disposiciones de sus moradores, demostradas en el transcurso del tiempo; a no ser la que bullía en la mente, la que en el corazón alentaban los patriotas que comulgaban con Céspedes y Martí; los que creían que el coloniaje era un baldón para la dignidad humana tal y como lo ejercía España, sin rectificaciones y, que, videntes, creían firmemente, que el separatismo traería no solo la redención del colono, convirtiéndolo en ciudadano, sino el verdadero progreso del país, mediante tratados comerciales, que estábamos impedidos de hacer, de una intensa acción agrícola y cultural, y de una protección sin tasa ni medida, a las industrias nacionales, que pusieran en actividad nuestras fuentes de producción, y colocasen al nativo en condiciones de luchar en un medio más ventajoso que el que nos ofrecía la metrópoli. 

Bella visión, convertida ya en realidad tangible, la de nuestros esclarecidos libertadores. ¡Innegable, palpable! Y si alguien, osado, quisiera cerrar los sentidos a la evidencia, e, ignorante lo dudase siquiera, hablarían los hechos, hablarían los números, la estadística; bastaría presentarles el volumen del movimiento comercial del pasado año que tuvo la nación, que sobrepasa de 600.000.000 al lado de los 80 o 90 millones de los años de la colonia; sería bastante enseñarles la República organizada de acurdo con una Constitución que consagra los últimos anhelos de los pueblos democráticos y libres, los de nuestros gloriosos héroes y mártires, por cuyos ideales se sacrificaron, junto a la triste condición de Cuba colonial; y por último, le mostraríamos nuestra bandera, símbolo de nuestro “status” internacional, de pueblo, de nación libre, soberana, independiente. Que cruza los mares al tope de los mástiles de los barcos de nuestra flota de guerra y mercante, que flamea en nuestras fortalezas todas, que ondea en el Palacio Presidencial, donde reside el Jefe de la Nación, el excelso patriota, el prócer ilustre, Mayor General Mario G. Menocal, cubano como nosotros, que siente nuestras tribulaciones y dolores, que participa de nuestros regocijos y alegrías, tan distinto del Capitán General español, divorciado completamente de nuestros más caros intereses; que unas veces resultaba el juguete de las camarillas de integristas y austriacantes, y por otras un déspota, según convenía al poder metropolítico.

Desde aquel momento, desde que callaron los cañones y los rifles libertadores, entró nuestra patria, y con ella todos los pueblos, entre ellos Holguín, en plena y noble justa de adelanto y progreso, que merced, únicamente, al esfuerzo colectivo de su población trabajadora, al de sus elementos progresistas, ha alcanzado puesto preeminente en lo social, intelectual, profesional, comercial, industrial, minero, agrícola, ganadero y deportivo.

Holguín intelectual y revolucionario.

Holguín ha sido pródigo en dar hijos que le prestigiasen, desde tiempo inmemorial hasta la fecha. Y fueron principales figuras de la intelectualidad, del foro, el Coronel Ldo. Justo Aguilera, fusilado al ser hecho prisionero; su hermano José Antonio, Presidente de la Junta Revolucionaria, de la cual era Secretario el ilustre doctor Eusebio Hernández; la colosal figura del foro Ldo. Belisario Alvarez y Céspedes, que llegó hasta a ser Presidente de la Audiencia de Puerto Rico; la del letrado y lingüista señor Antonio Pellón, Gran Maestro, Venerable, de Cuba; la de José Ramón Manduley y del Río, hombre de extraordinaria cultura, sagaz y consecuente político junto a la de su hermano Rafael, de los propios apellidos; que fue Secretario de la Guerra de la República en armas, que fue a la Constituyente de 1901 y que es Presidente de los Liberales de Oriente y ha sido Representante y Gobernador Provincial, hombre de gran cultura, inquieto y batallador político. La del extraordinario patriota, eximio revolucionario, héroe y mártir de la independencia, orador incisivo, lingüista, brillante letrado, doctor Francisco Frexes Mercadé, quien murió gloriosamente en Pinar del Río, en la batalla de “Soroa”, ostentando el grado de Coronel del Ejército Libertador, siendo Jefe del Despacho del Bolívar cubano, Lugarteniente General Antonio Maceo; Manuel Rodríguez Fuentes, General del Ejército Libertador, hombre de ánimo esforzado, valeroso, doctor en leyes, orador fácil y enérgico, que ha sido Representante, Gobernador Provincial de Oriente, Jefe de los conservadores orientales y Senador de la República. Alfredo Betancourt, gloria de la tribuna cubana, abogado, Capitán del Ejército Libertador que brilla en el foro, y ha sido y es Representante a las Cámaras y es líder del Partido Conservador en la misma. Francisco Fernández Rondán, hombre de gran tacto, correctísimo, de la confianza de innúmeras empresas, que representa, entre ellas, la poderosa Chaparra Sugar Company, Jefe del Partido Conservador de Holguín, letrado, de acreditado bufete, de desahogada posición económica, personalidad política de gran relieve, indicado para los más altos puestos de la República, revolucionario y libertador, pues ostenta el grado de Coronel del Cuerpo Jurídico de la República en armas. Su malogrado hermano José, que fue Coronel del Ejército Libertador, Magistrado y Senador de la República. El competente letrado Manuel de Jesús Manduley, los notables galenos fallecidos, Humberto y Bernardo Manduley; el doctor y rico propietario Alcibiades de la Peña, y el doctor R. W. Avilés; el distinguido intelectual e ingeniero civil señor Walfrido de Fuentes, Arquitecto de la capital de la República; el gran letrado y orador forense doctor Eudaldo Tamayo; y una nueva floración en el campo intelectual, los cuatro hermanos doctores Álvarez Fuentes; José, Álvaro, César y Alfonso, este último catedrático por oposición de la Escuela de artes y oficios de La Habana. Francisco Frexes Bruzón, hijo del caído gloriosamente en Soroa; el Dr. Enrique Rodríguez Fuentes, letrado, agricultor, hombre acaudalado, propulsor de las industrias holguineras, miembro de la firma P. Rodríguez y Co., y cien más que se preparan a seguir las huellas de sus predecesores gloriosos; entre todos ellos surgen con fulgores diamantinos nuestros guerreros indómitos, a quienes debemos agradecer, y nunca pagaremos los dones que con su esfuerzo heroico y patriótico, dieron a Cuba, su civilizador y próspero estado actual de bienestar y progreso, los Generales Mariano Torres, Remigio Marrero, Cornelio Rojas, Pedro Vázquez, Coronel Modesto Fornaris, émulo de Maceo en el sufrimiento, septuagenario en cuyo cuerpo lucen catorce soles en forma de cicatrices del plomo español; y Mario G. Menoca, que es nuestro, es holguinero, porque fue el Jefe del Estado Mayor de Calixto García, y tuvo el mando directo de las brigadas y divisiones holguineras, con las cuales rendimos a Guaimaro y Tunas, donde la metralla le mató el caballo y a él le partió una pierna, y con las que destrozó la columna española del Coronel Tejeda, cubriéndose de gloria en los “Aguacatones”; ¿Qué mejores títulos para considerarlo nuestro? Y así, orgullosos, lo disputamos como nuestro paisano insigne. Y, por encima de todos, como el sol en zenit, la inconmensurable figura del eximio holguinero, Mayor General, Lugarteniente General del Ejército Libertador, Calixto García Iñiguez, para quien, y en su loor, hace agotado el ditirambo y el adjetivo encomiástico. ¿Quién es Calixto García? Guerreo, intelectual, poliglota, libertador. Nos basta saber que Cuba lo sabe. Que sus hechos forman monumentos. ¡Que las trompetas de la Fama no callarán jamás para proclamar la del caudillo insigne! ¡Que la historia lo consagra! ¡Que el mármol inmortaliza su arrogante figura, como la Historia sus hechos ingentes!

Ese es el Holguín heroico, patriótico, intelectual. Hermoso e inestimable bagaje. Pudiéramos decir, y lo decimos: los holguineros nos sentimos felices.

Holguín profesional.

La densidad de su población, que ha llegado a contar en el último censo 87 918 habitantes, el desenvolvimiento de su intensa vida agrícola, industrial y comercial, ha determinado que sea la residencia de distinguidos profesionales y se establezcan los bufetes, cada vez con más negocios, del doctor Francisco Fernández Rondán, doctor Enrique Rodríguez, Pedro Talavera, Gabriel y Rafael Gastón, doctores Alejandro Vázquez, Francisco Frexes, José Biosca, José García Feria, Agustín Calderón, Emilio del Barrio (registrador de la propiedad), y Oscar Cancio (registrador mercantil).

La instalación de la Clínica del doctor Benito Batallán, en la cual actúan los doctores Sebastián Beltrán, Antonio Latour, Rodolfo Socarrás, y los acreditados gabinetes de los doctores Francisco (Pérez) Zorrilla y R.W. Avilés.

Los estudios del ingeniero Vicente Biosca y de los agrimensores, señores Alberto Álvarez Fuentes y José Querejeta.    

Las farmacias de los doctores Teodoredo Gutiérrez, Basilio Gómez Gallardo, Mercedes Sirvén. Oscar Albanés. Manuel Díaz Labrada y Delfín A. Hernández, establecimientos montados a la moderna. Clínica dental del Dr. Fermín Torralbas. Y una clínica veterinaria del Dr. Héctor Poveda.

Holguín social.

No podía sustraerse este pueblo, amante de su progreso, sociable por idiosincrasia, consiente de su destino, al deseo de organizarse socialmente, por ser ésta una de las firmes bases en que se asienta el más efectivo progreso, que estrecha y une en común esfuerzo, en suprema solidaridad, a los habitantes, para sacar nuevos ideales de mejoramiento colectivo, para obtener positivos triunfos en futuros y grandes empeños.

Y como exponente de sus esfuerzos en este sentido, la sociedad “El Liceo” posee su casa propia, en el lugar más céntrico y alijado con verdadero gusto y confort para organizar sus fiestas culturales y bailables, que nada tiene que envidiar a las de grandes capitales.

Ha organizado un Club Atlético en terreno y edificio propios, con magnifico gimnasio, gran frontón para hand ball, campo de tennis, basket ball, duchas, etc, etc., donde la juventud holguinera endurece sus músculos y se hacen hombres fuertes y las féminas organizan sus partidas de tennus y se conciertan desafíos con las novenas de Chaparra, y se hacen field day encantadores.

Los artesanos tienen una magnifica sociedad con casa propia, “El Alba”. También hay una gran glorieta donde el Club Holguín, tan fuerte como el que más en la Isla, presenta batallas a los que retan. 

Holguín pedagógico.

La enseñanza pública ha recibido un vigoroso impulso, no obstante hacer falta aulas.

Basta saber que en Distrito Escolar existen 22 aulas y hay una escuela de kindergarten.

Debido a la iniciativa de los holguineros, se organizó el Instituto Holguín, que está incorporado al Provincial, y anualmente nos prepara un buen número de bachilleres, y tiene más de cien escolares.

Es de hacer notar que el General Menocal cuando no era Presidente, contribuyó con 20 acciones y que igual hizo con “El Liceo” para reconstruirlo, y que generosamente las donó; rasgo muy apreciado por los holguineros.

Holguín agrícola.

En este pinto, aunque todavía no ha desarrollado su potencialidad productora, pues encierra en su término 62 000 caballerías cultivadas y más de 6 000 predios rústicos dedicados a pastos y frutos menores, la cosecha pasada rindió sobre medio millón de quintales de maíz, que los agricultores vendieron a un promedio de cinco pesos el quintal; más de 200 000 de frijoles blancos y colorados comercializados a quince pesos; cebollas, papas, boniatos, ñames y plátanos, que, en conjunto, ha podido estimarse para los productores holguineros en unos cinco millones. Es importante la producción de aves y huevos. Con razón, llámase a Holguín el granero, la factoría de la república. Y no fue mayor la producción por falta de caminos, que es lo que piden los holguineros, que impidieron por su mal estado, sacar todo el fruto. ¡Caminos y más caminos, el anhelo de los laboriosos ciudadanos de Holguín!

Cuenta hoy Holguín, en su término, con los magníficos centrales que han rendido enormes zafras. El  “Cupey”, “San José” y “Tacajó” entre todos han rendido unos 500 000 sacos. Están instalados y hechas sus plantaciones, “Báguano” y “Central Rey”.

La tierra vale hoy a $ 1.000 y $ 1.500 la caballería.

Holguín minero.

Siguen explotándose, en gran escala, las minas de oro de “Aguas Claras”, y se están practicando innumerables investigaciones sobre otras zonas metalíferas de gran importancia, donde abunda el cobre, hierro y manganeso excelentes.

Holguín comercial e industrial.

Con enunciar solamente que hay inscriptos 696 establecimientos en los registros del subsidio, basta para comprender la importancia comercial e industrial que ha adquirido Holguín. 

Aquí se cuenta con magnificas y acreditadas casas comerciales e importadoras, entre las que se destacan Aguirre y Sondón, Rimblas, García y Co., Fuentes e hijos, Manuel Rippe, Miranda e hijos y Rosendo Gómez.

Existen y hacen excelentes negocios las Sucursales del Banco Español y del Nacional, pudiendo asegurarse que montan a más de un millón de pesos sus depósitos.

Hay una buena planta de luz eléctrica, de Chaparra Ligt & Power Co., hay otra de hielo y aguas gaseosas, aserríos y carretería y construcciones, de P. Rodríguez y Hno., hoy Matías Alemán (Sociedad en Comandita). Hay dos fábricas de mosaicos, una de licores, talleres de herrería, carpintería, fábricas de ladrillos y tejas, de calzado y magníficos cafés. 

El tráfico en este lugar donde solamente había un coche y una carretilla, lo sirven hoy unos 80 automóviles y muchos coches, y en todo se observa una actividad febril, precursora de grandes transformaciones. 

Holguín ganadero.

La existencia de ganado a pesar del mayor consumo, por el aumento de la población, es la siguiente: vacuno, 131 489 cabezas; caballar, 31 205; mular, 529; asnal, 22.

En ganado vacuno hemos alcanzado hasta 200 000 cabezas no ha mucho tiempo. 

Holguín vende a otras provincias anualmente, y a otros términos, más de 20 000 cabezas de ganado de mejora; y más de 15 000 cebadas, a otros pueblos de la provincia: Puerto Padre, Santa Lucía, Banes, Preston, Felton, Antilla, y mantiene su población de casi 90 000 más. 

Holguín progresista.

Se han reconstruido más de 700 casas y se han fabricado otras tantas, algunas de $ 50 000 pesos. Actualmente hay más de 120 en construcción.

Sus parques se han ornamentado y alumbrado convenientemente, donde se dan retretas los jueves y domingos, por sus dos magníficas bandas de música.

La población tiene un selo de modernismo. Tiene dos plazas de mercado y matadero de reciente construcción.

Sus habitantes son de carácter dulce, comunicativo, afectuoso con los forasteros, a quienes colman de atenciones, y si se arraigan y plantan su tienda definitivamente, se les considera como de la casa y conviven armónicamente; son los holguineros muy patriotas, muy cubanos, muy apegados a los suyos, muy amantes de su terruño, al que defienden con calor en todas partes, porque lo que somos o debemos al propio y exclusivo esfuerzo nuestro, cualidades muy estimables que hemos observado en pocos pueblos, que han necesitado de la ayuda de otros para salir avante, y que, quizás, por eso, y sin razón, se nos califica de “localistas”, sentimiento innato en todos, y a nosotros de ello se nos moteja. No obstante, confiamos en que se nos hará justicia, y, más, si saben que deseamos se infiltre en todos los pueblos el amor “a la patria chica”, generador del adelanto el progreso holguinero, que no está reñido, al contrario, con el de todos.

Holguín y su administración municipal.

De las administraciones municipales holguineras, de dos décadas atrás, nada tienen que agradecer los holguineros. El fracaso ha sido tremendo. Desorganizadas, incompetentes. Formadas por elementos ineptos, sin ideales.

Holguín, que resiste un presupuesto de $ 250 000 pesos, ha aprobado ahora uno de $ 115 000; sin embargo, es el doble del de los ejercicios anteriores. Hay motivos, hoy, muy fundados, para esperar una reorganización completa, de la movilización verdadera, de las rentas municipales, para cumplir en lo posible con los contribuyentes y con nuestros anhelos de mejoramiento local. No estamos dispuestos los holguineros a consentir la anarquía inconsciente, agravada por el analfabetismo, en nuestros asuntos locales.

Holguín y sus aspiraciones.

Holguín, si nada tiene que agradecer al municipio, que lo ha desgobernado, ni a la provincia, a la cual contribuye con fuertes sumas, ni al tesoro Nacional, al que contribuye con otras mayores, porque sus Representantes casa nada piden, no por eso deja de tener aspiraciones muy fundadas.

Un pueblo de la vitalidad, de la entereza y del carácter de Holguín realiza sus empeños, lleva adelante sus propósitos. Holguín necesita terminar la carretera a Cacocum, y lo hará. ¡Cómo? Eso no se pregunta, ni se inquiere de los pueblos. Basta conocer sus designios para darlos por hechos. Le bastará la energía y la constancia de sus hijos. Ni díscolos ni soberbios, sino sabiendo elegir hombres activos, tenaces, incansables y conscientes de sus deberes. El holguinero no es vanidoso, a pesar de que puede vanagloriarse de ser dueño de la casa que habita y de la tierra que cultiva y no vende; pero tiene presente lo que dice Bayard, si mal no recordamos, en “El Pilluelo de París”: “que si cada uno recordase su pasado, lo que fue su origen, ajustaría su conducta y sus actos a una forma racional, exenta de violencia, que a veces provoca el ridículo y el menosprecio”.

Recordando nuestro pasado, de desamparo, de falta de protección oficial, desde la época colonial hasta nuestros días, nos daremos alientos para obtener lo que necesitamos. Así como nos hemos engrandecido labrando la tierra y organizando empresas que han ayudado a salir de este mal trance a la República. De igual modo, con el mismo ahínco, lucharemos por nuestros derechos para que se nos hagan las obras públicas que con razón demandamos, ya que no las dicta nuestro egoísmo, satisfecho interiormente, sino para contribuir al mayor beneficio de la nacionalidad. 


  


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