Prensa desde 1900

10 de mayo de 2020

La campaña de Alvarado en el Ecuador y Perú fue un fracaso tremendo

Por Arquímedes de Paz y José Novoa

La campaña de Alvarado en el Ecuador y el Perú estuvo plagada de tropiezos debido al desconocimiento de la región, las inclemencias naturales, el hambre, las enfermedades y las constantes escaramuzas con los nativos que debieron enfrentar durante los varios meses de deambular por selvas, cordilleras y pantanos. Y cuando al fin cruzaron los Andes, exhaustos y sin muchos hombres de tropa que murieron en el intento, se encontraron con que ya había españoles en la zona que pensaban descubrir. Eran esos los que iban con Sebastián de Belalcazar, uno de los capitanes de Pizarro, quien diez meses antes había fundado la villa de Santiago de Quito.

Muy pronto llegó a Pizarro la noticia de la llegada de Almagro y su expreso deseo de arrebatarle su descubrimiento y asimismo que la tropa de Alvarado era significativamente superior, no obstante Pizarro decidió defenderse y envió a Diego Almagro a enfrentar a los recién llegados.
Cuando ambos capitanes españoles (Almagro y Alvarado) estuvieron frente a frente se surgieron voces demandando que no se derramara sangre española.
Alvarado, comprobando que el enfrentamiento podía resultar desastroso para ambas partes y en pleno conocimiento de que actuaba fuera de la ley, aceptó el requerimiento de no causar disturbios y abandonar el país en paz; no obstante el Gobernador de Guatemala había invertido una fortuna en la empresa e, incluso, su vida estuvo en peligro, por lo que no se retiraría con las manos vacías, por eso su propuesta a Almagro: que le entregaría sus barcos, caballos y todos los pertrechos que traía, y que los hombres que quisieran quedarse lo podrían hacer, a cambio de cien mil pesos oro.
Y aquí aparece nuevamente el capitán García Holguín desempeñando el papel de hombre de confianza: luego de que los capitanes llegaron a un acuerdo satisfactorio a ambos, designaron a sus respectivos representantes para hacer efectiva la transacción. Almagro envía a Diego de Mora y Alvarado a García Holguín. Los negociadores se encontraron en Paita[1].
Mientras negocian los hombres de ambas huestes intercambian información. Unos exaltan los prodigios y riquezas de las tierras encontradas, otros maldicen su infortunada suerte. Y al final unos pocos de los que vinieron con Alvarado, con Alvarado regresaron a Guatemala, pero la gran mayoría, incluyendo a casi todos los capitanes, se pasaron a las fuerzas de Pizarro, entre ellos García Holguín[2] que se asentó en Trujillo y allí siguen sus huesos desde el día de su muerte ocurrida veintidós años después .


[1] Zárate, Agustín de. “Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú”. Biblioteca peruana. Lima: Editores Técnicos Asociados S.A, 1555 
[2] Hurtado, Publio. “Indianos Cacereños. Notas biográficas de los hijos de Alta Extremadura·. Barcelona: Tipolitografía de Luis Tasso, 1892

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