Prensa desde 1900

19 de junio de 2019

El primer suceso relacionado con la aviación ocurrido en Holguín, Cuba.


A partir de la información ofrecida por Yudenis Jiménez Peña

Después del raid Cayo Hueso-La Habana (año 1913), en Cuba se organizaron excursiones a varios sitios para  que el ganador hiciera vuelos de exhibición, así el domingo 19 de julio de 1914 voló por primera vez un avión sobre la ciudad de Holguín; la nave, que despegó desde la explanada que es hoy el parque infantil Rubén Bravo, la pilotaba el célebre Domingo Rosillo.
Desafortunadamente no se posee información del programa de los festejos organizados por ese vuelo, por lo menos no como la que se tiene de su exhibición en Santiago de Cuba. La de este último lugar la reproducimos seguidamente confiando que en Holguín debió suceder algo semejante.
El piloto prometió vuelos los días 24, 25 y 26 de julio con motivo de las festividades de Santiago Apóstol, patrono de la ciudad. El punto de despegue y aterrizaje fue el tejar “Santa Cruz”, situado en los terrenos de Vista Alegre. La hora de inicio sería a las cuatro de la tarde, después que los tranvías dejaron a quienes quisieron participar en el lugar de los hechos.
Rosillo estableció los precios siguientes:
·         Palcos con cuatro sillas y cuatro entradas……………… $ 5.00
·         Entrada al Gran Stand…………………………………..…………..$ 1.00
·         Entrada popular………………………………………………..………..$ 0.75
·         Entrada de niños menores de ocho años……….………..$ 0.50
·         Asientos……………………………………..……………………………….$ 0.25
Precios por pasajeros:
Caballeros
·         Un vuelo sobre el campo de aviación y Vista Alegre…$ 30.00
·         Un vuelo sobre la ciudad y la bahía…………………………..$ 75.00
Damas
·         Un vuelo sobre el campo de aviación y Vista Alegre…$ 20.00
·      Un vuelo sobre la ciudad y la bahía…………………………..$ 30.00
Después de la exhibición de Rosillo, en Holguín no se produjo ningún otro hecho de aviación hasta dieciséis años después.

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Pioneros de la aviación en Cuba



A partir de la informacion ofrecida por Yudenis Jiménez Peña
Agustín Parlá
El principal impulsor del interés cubano por la aviación fueron las exhibiciones aéreas realizadas en La Habana de 1911 por los equipos Curtiss, de Estados Unidos y Moissant, de Francia, que estaban deseosos de ganar los premios que auspiciaba el Ayuntamiento de esa ciudad.
Ya en 1913 dos cubanos entran en la historia de los vuelos aéreos: Agustín Parlá y Orduña[1] y Domingo Rosillo del Toro[2], cuando intentaron ganar (y ganaron) los premios de diez mil y cinco mil pesos que ofrecía el Ayuntamiento de La Habana a quien volara desde Cayo Hueso, EE.UU hasta la capital cubana. Rosillo piloteó su monoplano Morane y Parlá su hidroavión biplano.
Domingo Rosillo
Rosillo sí despegó en la fecha señalada y logró llegar al Cuartel General del Ejército cubano, Columbia, dos horas después del despegue. Parlá no pudo partir hasta el día siguiente por problemas con el motor de avión y asimismo se desvió de la ruta en 50 kilómetros, llegando al puerto del Mariel cuando ya se suponía perdido en el océano. (Días más tarde completó el vuelo hasta el lugar señalado para el aterrizaje, ganando el segundo premio).
Posterior a ese hecho narrado, otro piloto cubano, el cienfueguero Jaime González Grocier[3], realizó en mayo de 1914 uno de los vuelos más largos de su época: desde Cienfuegos hasta La Habana. Y al año siguiente (mayo de 1915), hace el primer viaje desde Santiago de Cuba hasta La Habana con escalas. El tiempo de duración de la travesía fue de siete horas.


[1]Agustín Parlá y Orduña, nació en Cayo Hueso, EE.UU. el 11 de octubre de 1887. Su padre, don Agustín Parlá fue uno de los emigrados cubanos que más activamente colaboró con José Martí en la recaudación de fondos para hacer la guerra por la independencia de Cuba. La afición del piloto estuvo marcada por dos hechos significativos: las exhibiciones de Bellot y las realizadas por los Circuitos Curtiss y Moissant en La Habana. Gracias a su amistad con algunos de los principales pilotos del Circuito Curtiss, entre ellos Charles F. Walsh y Mc Curdy, a los que había conocido cuando se desempeñaba como traductor del inglés al español en el hotel “Perla de Cuba”, le fue posible ingresar en la escuela de aviación Curtiss, en Miami.  Walsh, después de llevarlo como pasajero en vuelo sobre La Habana (2 de enero de 1912), hizo declaraciones acerca de Parlá, destacando, sobre todo, que poseía excelentes condiciones y valor para llegar a convertirse en el primer aviador cubano. Curdy por su parte se ofreció a contribuir con el dinero que necesitaba Parlá para cursar la escuela de aviadores en la que ingresó. En 20 de abril de 1912, Parlá obtuvo el título de piloto aéreo. A su regreso a Cuba se alistó para participar en el vuelo La Habana-Cayo Hueso, siendo esa su primera aventura e inicio de una carrera que duró más de 30 años. Fue el primer director de la Compañía Aérea Cubana, primer propulsor en Cuba del transporte aéreo de mercancías y de la aviación en todos sus aspectos. Gestionó en 1913 la creación de un Cuerpo de Aviación para el Ejército Nacional de Cuba; cooperó en la organización del primer Tren Aéreo Internacional; fue nombradoprimer Inspector General de Aeropuertos de Cuba, cargo que ejerció hasta los primeros meses de 1946 cuando fue violentamente fue despedido. Pocos meses después, (31 de julio de 1946), se quita la vida con sus propias manos. (A. Terry. El correo Aéreo en Cuba. Instituto Cubano del Libro, Ediciones Organismos, La Habana, 1971, pp. 185-189)

[2]Domingo Rosillo del Toro, otro de los tres grandes precursores de la aviación cubana. Nacido en Orán, Argelia, el 28 de diciembre de 1878, hijo de padres españoles. Desde muy joven fue a residir en La Habana donde su padre trabajaba al frente de un tren de coches tirados por caballos. A la llegada de los primeros aviadores a Cuba, Rosillo se aficiona al novedoso invento. Gracias a la ayuda de varios de sus amigos pudo viajar a Francia y matricular, primero, en la escuela de aviadores Bleriot y más tarde en la Morane Saulnier de donde se graduó con todos los honores en 22 de octubre de 1912, (el hecho ocurrió seis meses después del primer cubano con título de piloto, Agustín Parlá y Orduña. Ver nota anterior). Su celebridad comenzó al hacer el primer vuelo La Habana-Cayo Hueso. A partir de ese hecho protagonizó otros que le proporcionaron honores, fama y dinero: junto a Parlá realizó un recorrido por toda Cuba mostrando la aviación y sus bondades en veinte ciudades, incluida Holguín. Fue uno de los concursantes en el certamen del Ayuntamiento de La Habana que prometió entregar $ 3 000.00 al aviador que realizara un vuelo continuo de 200 millas. Lo consiguió viajando desde Pinar del Río hasta el cuartel general del Ejército cubano en Columbia, pero no recibió el dinero por haberlo hecho en otra fecha diferente a la señalada en las bases del certamen. Posteriormente el piloto se marchó de Cuba y estuvo veinte años ausente, trabajando como profesor y luego como director de la Escuela de Aviación de Barcelona y piloto de prueba de la fábrica de aviones Hereter. Regresó definitivamente a la Isla a raíz del inicio de la guerra civil en España. Con motivo de la conmemoración de su vuelo La Habana-Cayo Hueso se emitió un sello postal con su rostro y se le permitió rememorar el acontecimiento, ahora en un cuatrimotor y cuando lo hubo logrado nuevamente se le concedieron todos los honores, pero aún así su situación económica era muy precaria. Posteriormente se le nombra Capitán en Jefe del entonces inexistente Cuerpo de Aviación de la Cruz Roja Nacional; el modesto salario que devengaba le servía para cubrir sus necesidades más perentorias. En 1945 se inaugura un aeródromo en Colón, Matanzas, al que le pusieron su nombre. Con una muy avanzada edad se le veía por las calles de La Habana vendiendo el sello postal con su rostro para poder subsistir. Falleció el 28 de octubre de 1958. (A. Terry. El correo Aéreo en Cuba. Instituto Cubano del Libro, Ediciones Organismos, La Habana, 1971, pp. 19-194)


[3]Jaime González Grocier. Nació en Cienfuegos, Cuba, en 13 de febrero de 1892 ó 1894. Desde niño demostró pasión por la aviación, al punto de que a los quince años construyó un artefacto que pudo elevar por medio de cables tirados por un automóvil. Posteriormente pudo acompañar al aviador norteamericano Walsh en varios de sus vuelos. De ahí que sus amigos y vecinos hicieran una colecta para que pudiera pagar el pasaje y estadía en la escuela para pilotos Bleriot de Chateaufort, en París, realizando entrenamiento con el mismísimo Louis Bleriot. Por su talento pudo hacer el primer vuelo llamado Looping the Loop o “vuelo invertido”. Graduado con excelentes calificaciones y todos los honores en diciembre de 1913, sus coterráneos y varias personalidades cubanas influyentes consiguieron que pudiera comprarse un monoplano Morane Soulnier. En 1915 pudo realizar el vuelo Cienfuegos-La Habana y a partir de ese triunfo pudo establecer un servicio postal aéreo en toda la Isla. Asimismo hizo el primer vuelo Santiago de Cuba-La Habana. Pretendía ampliar sus recorridos desde La Habana hasta California y Panamá, pero razones financieras se lo impidieron. Incursionó en la aviación militar en los años 1917-1918, pero su verdadera vocación era la aviación civil, particularmente el Correos Aéreo. Murió el 4 de julio de 1920 cuando su aparto vino a tierra desde una altura de 15 metros, después de despegar en la finca La Bien Aparecida, Luyanó, La Habana. (A. Terry. El correo Aéreo en Cuba. Instituto Cubano del Libro, Ediciones Organismos, La Habana, 1971, pp. 194-199)

3 de abril de 2019

Etimologías propuestas para la palabra Cuba.



Por: José Juan Arrom

Si notable ha sido la vitalidad de la voz indígena ante los intentos por eliminarla, no lo ha sido menos la resistencia que ha presentado ante los numerosos esfuerzos por despejar su primitivo significado.
De esos esfuerzos, el primero que he podido encontrar lo realizó, en1681, un oidor de la audiencia de Lima, el Dr. Diego Andrés Rocha, en su “Tratado único y singular del origen de los indios”. Y no cabe duda de que fue única y singular la tesis que allí propuso. Según el Dr. Rocha, los indígenas americanos descienden de Túbal, hijo de Jafet. Y uno de los argumentos que aduce en defensa de su tesis es que La Habana “parece tomó el nombre de Javán, hermano de Túbal”, y Cuba se deriva de cuba, voz castellana, o de Acuba, uno de los descendientes de Annón,hijo de Esdras[1]. De este género de derivaciones, basado en la simple homofonía, ya se burlaba Las Casas, más de un siglo antes, en la “Apologética historia de las Indias”. Comentaba Las Casas:
“En esta isla Española hubo una reina gran señora que se llamóAnacaona, de que se hizo mención hablando de los reyes della, y porque Ana en lengua hebrea quiere decir 'graciosa o misericordiosa o que canta o que responde', y otras significaciones que pone San Hierónimo, pareció al dicho doctor que de judíos venían estas naciones. Otro vocablo tenían en su lengua, y es ita por 'no sé', luego pues ita es vocablo latino, digamos que descendieron de latinoso italianos o de gente que hablaba latín [...] Item en la lengua general de la Española decían batea por 'dornajo', y en Cataluña hay una villa que se llama Batea; luego de catalanes podemos decir que vinieron [...]”[2].
Pues bien, no obstante lo insatisfactorio —e irrisorio— de tal método, en 1885 vuelve a emplearlo José Miguel Macías en su Diccionario cubano, etimológico, crítico, razonado y comprensivo. Aunque la erudición lingüística es ahora más espesa, los resultados vuelven a bordear en lo humorístico. Dice Macías:
“Pudiera creerse que Cuba era una adulteración de Cora, voz derivada del perdido vocablo 'cova' (cuya existencia hemos justificado con su derivación 'covacha'); pero bien estudiada la dicción, nos hemos decidido por afirmar que Cuba se derivó de 'cuba' (en el sentido de 'barrigón'), procedente del ablat. sing. de cupa, oe, 'cubao tonel', vocablo origin. del gr. kúpê, ês, 'cavidad'. Nuestra creencia la viene a confirmar el nombre burlesco probablemente de cibuneyes o 'cebados'[3].
 Lo que Macías no nos dice, desde luego, es cómo se las arreglaría el indígena que primero nombró a Cuba para aprender de antemano idiomas europeos, o en qué se funda Macías para creer que a los frugales ciboneyes se les hubiese llamado alguna vez “cebados”. Ahora bien, no todo es divertido desatino en ese párrafo. Es patente que ni Cuba, voz taína, tiene que ver etimológicamente con las españolas “cueva” y “cuba”,ni cibuney con “barrigón” o “cebado”. Pero Macías apunta aquí una relación entre Cuba y ciboney que ha de reaparecer más tarde.
En 1920 Leo Wiener, profesor de lenguas y literaturas eslavas de la Universidad de Harvard, propuso otra etimología en su obra “África and theDiscovery of América”. El profesor Wiener comienza por asumir que el Diario de viaje y la carta en que Colón da cuenta del descubrimiento son falsificaciones parciales o totales, y después de una laboriosa comprobación de las distintas formas registradas de la palabra Cipango, concluye lo que fielmente traducido, se lee de este modo:
“Vimos que Cipango dio origen a una forma algo así como Cupago, que llevó a Cubanacán. Alguien enseguida sugirió que ésta habíade ser Cublaycán, 'el Gran Khan', pero pronto hallaron que la etimología realmente significaba 'dentro de Cuba', sugiriendo Herrera la división Cuba-nacán. En realidad la división es Cubana+can, en donde can está en lugar del mandinga Cono, 'dentro'.
“Aquí obviamente el embajador de Guinea [el marinero Rodrigo deJerez] sugirió la etimología. Colón al principio aceptó el primer veredicto, y así escribió Colba, por Cobla, como el nombre de la isla, el cual inmediatamente cambió a Cuba”[4].
La tesis de Wiener no parece más acertada que las anteriores. En ella trastrueca la cronología, asume hechos sin base histórica, confunde los idiomas y divide arbitrariamente las palabras. Con el agravante, además,de que para darle cierto aire de validez a sus conjeturas, se ve obligadoa convertir al Almirante y su tripulación en un atajo de impostores. Y la verdad es que no valía la pena incurrir en tan serias acusaciones para llegar a resultados tan contraproducentes. Cuba, palabra taína, tampoco tiene relación etimológica ni con la asiática Cipango, ni con la africana konno.
Otro grupo de investigadores, éstos mejor orientados, han enfilado sus indagaciones hacia las lenguas indígenas. Así, en 1891, el lingüista Leon Douay, en sus Études étymologiques sur l’antiquitéaméricaine, se enfrenta con nuestro topónimo y consigna: “Cuba. Nou signoronssa signification dans la langue indigène”. Y por no quedarse sin sugerir algo, a continuación agrega: “En Maya: cuba, ‘coude’?[5].


En 1907 Cayetano Coll y Toste, aprovechando los escasos conocimientos que entonces logró reunir de la primitiva lengua de las Antillas,da la siguiente explicación:
“Cuba. Nombre de la mayor de las islas del archipiélago antillano.Bachiller y Morales (Cuba primitiva, 2ª ed., La Habana, 1883,pág. 255) manifiesta que la significación de la palabra no está determinada.
“Opinamos que significa 'sitio grande'. El vocablo tiene dos raíces indoantillanas: coa, 'lugar o sitio' y bana, 'grande'. Aglutinadas estas dos raíces resulta coabana. La fermentación del vocablo trae cuabana, como tenemos en Puerto Rico: coamo y cuamo, designando un río y un lugar de la isla. El polisintetismo trae la contracción de la palabra y tenemos entonces cuaba y cuba finalmente”[6].
Si bien esta explicación va mejor encaminada que las anteriores, tampoco es del todo satisfactoria. Por de pronto, coa no significa “sitio olugar”. Usada como sustantivo, Las Casas registra la voz con el siguiente sentido: “Coas [...] son unos palos tostados que usan por azadas”,sentido que ha sobrevivido en el habla campesina de América al continuarse empleando la coa como apero de labranza[7].  Pero es más probable que cuando coa aparece en la composición de numerosos topónimos antillanos (Baracoa, Cacibacoa, Jibacoa y otros), tenga valor de sufijo locativo con el significado de “ahí está”[8]. En cuanto a que bana haya equivalido a “grande”, esa suposición no concuerda con los datos que nos son conocidos: bana o banna está ampliamente registrada en varias lenguas arahuacas con el sentido de “hoja”[9]. Y precisamente la palabra que según los cronistas significó “sitio grande” es Quisqueya. A ese respecto Pedro Mártir de Anglería consigna:
“Los nombres que los primeros habitantes pusieron a la Española fueron, primero, Quizquella, después, Haití [...] Llaman quizquella a alguna cosa grande que no la haya mayor”[10].
La hipótesis de Coll y Toste es, pues, totalmente insostenible.

Próximo texto: Probablemente el nombre de Cuba tiene el mismo origen que ciboney.


[1]Diego Andrés Rocha: Tratado único y singular del origen de los indios [s. e.] Madrid, 1891,cap. II, especialmente p. 93 (1ra. ed. Lima, 1681).
[2]Bartolomé de Las Casas: “Apologética historia de las Indias”, en M. Serrano y Sanz, comp.:Historiadores de Indias, Madrid, BaillyBailière, 1909, cap. 241, p. 633. Cito por la edición de
Madrid, 1909, p. 633. De paso, donde dice “no sé”, acaso debió ser “yo sé”.
[3]José Miguel Macías: Diccionario cubano, etimológico, crítico, razonado y comprensivo, 2da.ed., Coatepec, tip. de A. M. Rebolledo, 1888, p. 395.
[4]Leo Wiener: Africa and theDiscovery of America, vol. I, Filadelfia, Innes&Sons, 1920,
pp. 12-13. El texto original dice así: “Wesawthat Cipango producedsomesuchform as Cupango,
whichledtoCubanacan. Somebody at once suggestedthatthismust be Cublaycan, ‘The Great
Khan’, buttheysoonfoundoutthattheetymologyreallymeant ‘inside of Cuba’, Herrera
suggestingthedivision Cuba + nacán. In realitythedivisionis Cubana + can, where can stands
forMandingskonno ‘inside’. Hereobviouslythe Guinea Ambassador [el marinero Rodrigo de
Jerez], suggestedtheetymology: Columbus at firstacceptedthefirstverdict and so wroteColba,
for Cobla, as thename of theisland, which he at once changedto Cuba”.
[5]LeonDouay: Étudesétymologiques sur l’antiquitéaméricaine, París, J. Maisonneuve, 1891,
p. 26.
[6]Cayetano Coll y Toste: Prehistoria de Puerto Rico, San Juan, Tip. Boletín Mercantil, 1907,
p. 235.
[7]Bartolomé de Las Casas: Historia de las Indias, estudio preliminar de Lewis Hanke y edición
de Agustín Millares Carlo, vol. I, lib. I, cap. CXXI, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, p. 464. En cuanto a su empleo actual, véase, por ejemplo, Esteban Rodríguez Herrera:
Léxico mayor de Cuba, t. I, La Habana, Lex, 1958, p. 342.
[8]Daniel G. Brinton, “TheArawackLanguage of Guiana in itsLinguistic and Ethnological
Relations”, en Transactions of the American PhilosophicalSociety, nueva serie, vol. XIV,
Filadelfia, 1871, p. 440.
[9]C. H. de Goeje: TheArawackLanguage of Guiana, Amsterdam, KoninklijkeAkademie van
Werenschappen, 1928, p. 16.
[10]Pedro Mártir de Anglería: Décadas del Nuevo Mundo, Colección de fuentes para la historia de
América, déc. III, lib. VII, Buenos Aires, Bajel, p. 261. Brinton anota al registrar la voz Quisqueia:
“Theorthographyisevidentlyvery false” (op. cit., p. 439). Me imagino que queia en realidad
fuera keirankairi “isla”, o sea “la mayor de las islas”, lo cual era muy cierto hasta que los
taínos descubrieron a Cuba.