Por: José Juan Arrom
Caonabó y Anacaona. Según los
estudiosos, esos son dos nombres cuyas etimologías son harto conocidas.
A Mártir de Anglería es a quien
debemos la traducción de cacique Caonabó por “Señor de la Casa del Oro”[1].
Y entérminos generales tiene razón: “cacique” es como “señor”, “caona” equivale
a “oro” y “bo” parece un apócope de “bohío”.
Pero si penetramos hasta estratos
significativos más profundos, resulta que “caona” a su vez se compone del
prefijo atributivo “ka” que significa“con” o también “presente en” y de la base
“iaúna, ioúna” que tiene el sentido de “valor, precio, mérito”. De modo que “Ka—(i)oúna—bo”
viene a ser “Casa de lo Valioso”, o lo que todavía es mejor: “Casa de lo Sacramentalmente
Valioso”.
En el caso de Anacaona, tal vez sea
demasiado temerario poner en tela de juicio la consabida etimología según la
cual “Anacaona” significa “Flor de Oro”, propuesta hacia mediados del siglo XIX
y repetida desde entonces como artículo de fe; en ella simplemente se da por
sentado que “ana” es “flor”.
Más, debo declarar que en ninguno de
los registros de voces arauacas que me son conocidos he hallado que “flor” se
diga “ana”. Para la lengua aborigen de las Antillas “flor” es “totocolo”[2].
Por otra parte, tanto Goeje como
Brinton registran la voz “annaká, annakán” con el significado de “medio centro”.Y
el propio Las Casas afirma que “Cubanacán” significa “cuasi el medio de Cuba,
porque nacán quiere decir en la lenguade estas islas ‘medio’ o ‘en medio’”[3].
Siguiendo lo anterior, “Annaka-ioúna” equivaldría, pues, a “Centro o Corazón de
lo Celestialmente Valioso” y en verdad ello le vendría muy bien como nombre a
la cacica a la quien Las Casas describió como “notable mujer,muy prudente, muy
graciosa y palaciana en sus hablas y artes y meneosy amicísima de los
cristianos”[4].
En los dos antropónimos
conocidos se traslucen imágenes
relacionadas con lo bello, lo noble y lo sagrado. Esa
actitud de respeto y de encomio, enaltecedora de lapersona que llevaba aquellos
nombres, vendría a ser la manera taína deafirmar su concepto de la dignidad del
hombre.
[1]Mártir de
Anglería, década 1ra., libro II, capítulo 6; ed. cit., p. 24.
[2]
“Vocavolario para la lengua aruaca”. Anyo de 1765. Ms. en la Biblioteca del
Palacio de Oriente,
Madrid, signatura 2913, folio 7, sub voce “flor”.
[3]Las
Casas: Historia de las Indias, lib. I,
cap. 44, ed. cit., I, p. 224.
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