Arreglista, profesor, director de coros y orquestas. (Holguín, 6 de
octubre de 1925). Realizó estudios con su madre. En 1940 dirigió el coro de la
iglesia San Isidoro; dos años después fundó la Coral de Holguín con la que ofreció
numerosos conciertos hasta octubre de 1946, fecha en que es solicitado por el arzobispo
Arteaga y se traslada a La
Habana a dirigir el Coro de Belén y de otros colegios
religiosos. En 1949 fundó el Coro de
Madrigalistas, uno de los coros de cámara
más relevantes de Cuba, realizando importantes estrenos de obras cubanas
y universales, entre ellas la cantata Naenie de Brahms, la Misa del Gorrión
de Mozart y villancicos de Esteban Salas que habían estado 150
años sin oírse. En 1954 realizó cursos de perfeccionamiento en países europeos:
Alemania, Italia y España.
En
1962 fundó la Cátedra
de Dirección Coral del Conservatorio Amadeo Roldán, contribuyendo a formar
cantantes y directores como Guido López Gavilán y Digna Guerra.
Con sus coros realizó giras por todo el país y grabó dos discos LP, uno de
ellos con el coro de Madrigalistas con villancicos cubanos que fue muy
elogiado. A finales de los años 60 se radicó en Estados Unidos, continuando su
labor musical. A partir de 1988 dirigió la Orquesta Sinfónica
de Miami.
Tomado del programa de ese concierto:
Nacido en Holguín, el 6 de octubre de
1925, Manuel Ochoa se ha convertido en pocos años en uno de los mejores
directores cubanos de coros. Su iniciación musical la hizo con su madre, una
excelente cantante, de quien heredó el íntimo conocimiento y manejo de las
voces, quien había hecho carrera en España.
Luego de trasladarse en 1946 a La
Habana, Manuel continuó la labor iniciada por María Muñoz Quevedo, pionera de
los Coros en Cuba. En 1954 el holguinero viajó a España y pasó dos años de
estudios y entrenamiento allí y también en Austria y otros países europeos
donde escuchó coros y conoció de cerca sus escuelas corales.
La carrera de Manuel Ochoa como director
y fundador de coros es uno de esos hechos de la vida musical cubana que quedan
marcados para siempre por una labor tesonera, entusiasta, sin desmayos, bajo el
estímulo constante del propio afán de superación. Ochoa comenzó su carrera
coral muy joven, en el año 1942, al organizar en su ciudad natal la Coral Holguín,
que dirigió durante cuatro años. Instalado en La Habana, organizó y dirigió
numerosos coros, sucesivamente: el Coro de Niños Cantores de La Habana, el del
Colegio “Trelles”, el de las Dominicas Americanas, Dominicas Francesas,
Universidad de La Habana, Conservatorio “Internacional”, Colegio de Belén, y
por último el Coro de Madrigalistas, un coro de cámara que llegó a términos de
perfección de la más elevada categoría vocal, fundado en 1949 y que representó
la culminación en el trabajo de Ochoa antes de 1959.
Con estos organismos citados ofreció
primeras audiciones en Cuba de obras como la “Misa del Gorrión”, de Mozart; la “Misa
Requiem” del sacerdote cubano José E. Acosta; la cantata “Naenie”, de Brahms; y
varios Villancicos del cubano Esteban Salas (1725-1803), que habían estado sin
oírse durante 150 años.
En 1960 Ochoa fue designado director del
Coro del Conservatorio “Amadeo Roldán”.
En 1962 fue creada en ese mismo plantel
la Escuela Coral, para la formación de cantantes y directores, habiéndose nombrado
a Ochoa como su director y quien, además, asumió la cátedra de Técnica de
Dirección.
El Coro y la Escuela Coral muy pronto se
convirtieron en dos de los más activos elementos en la revitalización de las
actividades artísticas del más antiguo conservatorio de Cuba que hoy lleva el
nombre prestigioso de Amadeo Roldán.
A fines de 1959 la Dirección General de
Cultura (posteriormente Ministerio de Cultura), patrocinó la grabación de un disco
de larga duración, contentivo de villancicos de Esteban Salas y otros
compositores cubanos, encargando su ejecución al Coro de Madrigalistas, bajo la
dirección de Ochoa. En esa ocasión el compositor José Ardévol, entonces crítico
musical del periódico “Revolución”, comentó:
Dos de las joyas indiscutibles de este disco son “Villancico Criollo”, de Edgardo Martín, y “Canción al Niño Jesús”, de Harold Gramatges; el primero es muy sencillo, pero absolutamente logrado, en lo cual recuerda las “Fugas”, los “Preludios” o las “Soneras”. La partitura de Gramatges es un acierto rotundo, tanto por la pureza de estilo como por su calidad expresiva y calidad intrínsecas. Ochoa ha comprendido muy bien éstas dos músicas, de las cuales da notables versiones, a pesar de que Gramatges es uno de los músicos cubanos de cualquier época de más difícil interpretación, principalmente por la riqueza y finura de su estilo, y también por la precisión y limpieza de dibujo de su fraseo.
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En 1966 Ochoa va
al exilio y en 1989 creó la sinfónica de Miami, a pesar del escaso interés de
la comunidad de entonces, siendo el primer director de orquesta hispano
nombrado en los Estados Unidos. En junio del 2000 se presentó en el Carnegie
Hall de Nueva York con la Orquesta Sinfónica de Miami en una exitosa
presentación en la que interpretaron obras de Joaquin Turina, Joaquín Rodrigo y
Alberto Ginastera, y culminaron con la obra de Saint Saen, Sinfonía No. 3. La
presentación fue calurosamente recibida con una prolongada ovación de la
audiencia.
Con una
prolongada historia artística de 58 años el Maestro Ochoa se ganó el respeto de
cientos de músicos a los que dirigió en Europa, América Latina y los Estados
Unidos. En 1989, el Maestro Manuel Ochoa fundó La Orquesta Sinfónica de Miami
como expresión cultural de la comunidad multiétncia de esa ciudad. La Orquesta
es única en los Estados Unidos; fundada por un director hispano, la mayoría de
los miembros del Consejo de Directores son hispanos y los miembros de la
orquesta son de 28 nacionalidades diferentes. Falleció en 2006.
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