Por: Dr. Rolando Bellido Aguilera
María Julia Guerra |
Puedo
decir que este texto es hijo de una variedad de consagraciones, entre las que me limito a
apuntar tan solo las tres más importantes: el amor a la vida y obra de José
Martí, la pasión por mantener viva la memoria histórica en provecho de los más
jóvenes y la responsabilidad asumida como oficio y gozo por parte de dos
acuciosas investigadoras que han sabido amar y defender los ejemplos de su terruño
pequeño y los paradigmas de su pueblo mayor. Para lograrlo han tenido que
navegar en las borrascosas profundidades de los archivos, revisar remolinos
bibliográficos y descubrir con lupas históricas y periodísticas los detalles de
un tema en ocasiones perdido entre documentos o mal transmitido de generación
en generación por vía oral.
Acopiar
todo el trigo que aquí regalan les obligó a cosechar y cernir centenares de
cartas, resoluciones, proclamas, inscripciones de nacimientos, notas y
artículos de la prensa, diarios publicados e inéditos, diccionarios
enciclopédicos, álbumes, mapas geográficos, históricos y militares y, con
especial desvelo, en las obras completas del organizador de la Guerra del 95. Fue una
búsqueda de muchos años, acompañada por la necesidad del análisis y el
cotejamiento, la observación detenida de fotos familiares, la elaboración de
cronologías y la clasificación y el ordenamiento de los hechos y detalles que,
como premio, les fue regalando el esfuerzo.
No
se trata, por supuesto, de un clásico libro de historia. No es un manual para
explicar los hechos fundamentales, las causas y las consecuencias de los
fenómenos y luego arribar a conclusiones y regularidades: es más bien un libro
de ética o, como se acostumbraba a decir antes, de cívica, donde sin alardes
didácticos ni arreos metodológicos los holguineros acrecentamos el orgullo por
la comarca, la admiración por el Apóstol de la independencia cubana y los
conocimientos y valores imprescindibles de la nacionalidad y la nación conquistadas
de manera perseverante y, en no pocos momentos, heroica.
En
el texto se reúnen, ordenan y atesoran hechos, frases, sitios, personalidades y
anécdotas que dan realce y fuste a la historia provincial, a los paisanos que
tuvieron el honor de relacionarse patrióticamente con José Martí, desde
aquellas primeras menciones y anécdotas hasta los parques, reliquias y
homenajes que mantuvieron viva su memoria hasta la actualidad. En su gran
mayoría holguineros humildes, campesinos transformados en guerreros o generales
que ganaron sus estrellas a fuerza de constancia y pundonor, pero todos
ennoblecidos o agigantados en el contacto fecundo con el Héroe, que es de lo
que aquí se trata, porque como ya escribió el Apóstol: “Holguín y Baracoa no están flojos por
Oriente”, y aunque la tierra
holguinera “se bebe la lluvia”, ha de llegar con “la
gente bien montada, y
de buena cepa”.
Y
con el “correcto
rostro, como un holguinero”, como todos esos que
supieron ser dignos, y que aquí se nos presentan desde Eudaldo Tamayo Pavón, el
primer amigo de Martí nacido en
estas tierras, hasta Calixto el Mayor General, o Pedro Vázquez el niño héroe, o
Mariano Torres el áspero pero bueno, o Francisco Frexes, José Miró Argenter,
Rafael Manduley, Plutarco Artigas, los hermanos Sartorio, Teodoro Rodríguez y
sus tres hijos o tantos y tantos otros que acompañaron al prolífico fundador y
con él se iluminaron en el contacto y en el recuerdo.
Así
también este libro, que se hace para recordar y repartir “los rayos de lumbre pura” entre los que habitan, trabajan y
fundan en la provincia de Holguín, en la patria cubana.
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