Por: Zenovio Hernández Pavón y Ana Luisa Tamayo
Durante
las guerras independentistas cubanas (mambisas), los músicos holguineros tuvieron una participación muy
activa y meritoria, lo mismo como cornetas para impartir las órdenes,
integrados a las orquestas y bandas en la manigua, o como combatientes que
blandieron las armas en el fragor de las batallas. En reconocimiento a esos
aportes el ayuntamiento local declaró en 1909 a Holguín
“La ciudad de los músicos”.
Una
de las páginas de mayor gloria escrita por los músicos holguineros fue la
acción de los catorce instrumentistas que dirigidos por dos de los más
relevantes músicos y compositores de la ciudad, Manuel Dositeo Aguilera y Jesús
Avilés Urbino, que acompañaron las huestes libertadoras durante la invasión
desde Oriente a Occidente entre 1895 y 1896.
En
una de esas históricas jornadas se escribió el Himno Invasor, una de las
páginas más significativas de la historia musical cubana y que ha motivado enconadas
polémicas y discusiones.
General independentista cubano Enrique Loynaz del Castillo |
El 15 de noviembre de 1895, Enrique Loynaz del Castillo escribió unos versos en respuesta a otros que los españoles dejaron escritos en una pared cuando abandonaron la finca “La Matilde” en Camaguey. Posteriormente, Loynaz, junto al músico de Holguín, Dositeo Aguilera y a petición del General Antonio Maceo trabaja en la instrumentación de los versos para convertirlos en un Himno de combate que deben estrenar al día siguiente. Poco el himno se edita acreditando la música al holguinero.
Y
después de instaurarse la
República continúa el reconocimiento a Dositeo. Miguel
Varona Guerrero en su libro “La guerra de independencia de Cuba”
afirma que “Enrique Loynaz del Castillo
escribió la letra del que se conoció como Himno
Invasor y Dositeo Aguilera, con la colaboración del propio Loynaz y del
teniente Jesús Avilés, compuso la música”.
José
Luciano Franco en su biografía del Titán de Bronce y otros estudios históricos también
sostiene el mismo criterio.
Cuando
se inaugura el monumento a Maceo en La Habana, frente al actual hospital Hermanos
Amejeiras, Dositeo Aguilera es invitado y agasajado por numerosos periódicos,
entre ellos “El Cubano Libre” que en 26 de mayo de 1916 entrevistó al
holguinero quien dijo que en 1902, por apuros económicos, vendió los derechos
de autor del Himno al editor Anselmo López, lo que explica algunas
ediciones sin los créditos correspondientes.
En
la década de 1940, mucho después de la muerte de Dositeo Aguilera y de Anselmo López, una organización cultural promovió
un homenaje a Loynaz del Castillo y se redacta un documento en el que ex–oficiales
mambises afirman que el General fue el único y total autor del Himno Invasor.
(Por cierto, es de suponer que esos dichos ex oficiales mambises no estaban
presentes cuando se terminó la musicalización de los versos y el montaje de la
obra).
¿Por
qué, si fue el único autor, Loynaz del Castillo no reclamó el crédito tras concluir
la guerra del 95 o en 1916 cuando todos halagaban al holguinero como autor de
la música de la obra? ¿Por qué el tema salió a la palestra pública en 1943
cuando Loynaz era vicepresidente de la República?
Zoila
Lapique desde las
páginas de su libro “Música Colonial Cubana” afirma que es un error
atribuirle la música a Loynaz y seguidamente escribe una frase un tanto
lapidaria: “El pez grande se come al chiquito”.
Con
demasiada frecuencia en la historia de la música cubana las obras escritas por
dos o más creadores se difunden con créditos mutilados o incompletos. Lecuona,
Roig, Grenet, Sánchez de Fuentes y Eusebio Delfín, casi nunca escribieron los
textos de sus composiciones y ya se sabe que en las obras cantables los autores
ambos elementos (música y texto), deben ser considerados autores y recibir similar
reconocimiento, pero casi nunca sucede así y es el autor de la música el único
que se menciona, sin embargo en el caso del Himno Invasor sucedió lo contrario
porque el poeta era el “pez grande”.
O
a lo mejor lo que ocurrió fue lo que dijo Loynaz del Castillo en su libro “Memorias
de la Guerra”,
que tras escribir los versos concibió la melodía y que se la tarareó al músico.
Pero si la labor de Dositeo Aguilera se limitó a instrumentarla, agregarle una
introducción, corregir algunos pasajes y dirigir su interpretación durante la invasión, esos son méritos suficientes
para no olvidar su nombre en nuestra historia musical, sobre todo cuando se
habla de ese himno.
Por
demás, ¿cuántos himnos, marchas, canciones, habaneras y boleros se crearon y se
perdieron en Holguín en los azarosos años de las guerras mambisas y durante el
período colonial? Seguro que unos cuantos. De esa etapa una de las pocas
canciones amorosas escrita aquí, o que inspiró una de nuestras mujeres, y que
vio la luz en una casa editora fue “La Holguinera”.
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