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7 de agosto de 2017

Faustino Orama, El Guayabero. 17 (El final)



Despedida del siglo
Ramón Avilés
En sus días libres Faustino jugaba dominó o miraba la televisión, especialmente las transmisiones de los juegos de pelota y “Palmas y Cañas”, uno de sus programas favoritos, sobre todo si cantaban El Jilguero de Cienfuegos o “el boxeador que canta”, como solía referirse a Ramón Avilés, amigo entrañable y uno de sus más completos y fieles intérpretes, o Doña Celina González, a la que siempre ubicaba junto a Benny Moré en el escalón supremo de la galería de sus preferidos. Celina, también conocida como "La Reina de los campos de Cuba", siempre reciprocaba sus gestos de cariño cuando coincidían en Las Tunas, Bayamo, Ciego de Ávila u otra ciudad, durante las Jornadas Cucalambeanas, Festivales del Son u otros eventos. En más de una oportunidad, Celina dijo cuando la entrevistaban que le gustaba oírlo, y que tenía todos sus discos.
Y llegó el 30 de diciembre de 1999. Faustino participó en la reinauguración de la glorieta del parque Julio Grave de Peralta (o de Las Flores, como insisten en decirle los holguineros). Ese espectáculo sirvió para despedir el siglo y el milenio.
Los últimos años de El Guayabero
Pródigo en homenajes y muestras de cariño fue para El Guayabero el primer año del nuevo siglo. Los vecinos de la ciudad festejaron sus nueve décadas dedicándole la XIX Semana de la Cultura, el Encuentro de Agrupaciones Soneras y crearon el Festival Música con Humor, para perpetuar su legado y el de otros creadores musicales nacidos en ese ámbito nororiental que realizaron significativos aportes en esta modalidad de la guaracha, entre ellos Manuel Licea (Puntillita), Guillermo Rodríguez Fiffe, Ángel Alberto Caissés, Juanito Márquez, José Antonio Rodríguez (Maceo) y Roberto Urbino.
El festival, además de premiar chispeantes composiciones de veteranos y jóvenes creadores como Irma Orama o Camilo de la Peña, estimuló a los treseros y acogió presentaciones de reconocidos artistas y agrupaciones muy populares: Eliades Ochoa, la familia Valera-Miranda, la orquesta Original de Manzanillo, Los Naranjos, Cándido Fabré, Pancho Amat y Tiburón Morales, que asistieron a su cumpleaños. A él se le veía vistiendo sus mejores galas, y en su pechera, brillaban decenas de medallas.
A los agasajos también se sumaron diversas instituciones, eventos y provincias; entre ellos el XII Festival Internacional Benny Moré en Cienfuegos; la UNEAC, que le entregó la condición de Artista de Mérito; el Centro Nacional del Humor, que lo galardonó con su Premio Nacional, y la feria Cubadisco que en la edición de 2001 estuvo dedicada a él, a los 110 años del nacimiento de Oscar Hernández, al 145 Aniversario de Pepe Sánchez y a los aportes de la trova a la música cubana. mientras grabaciones discográficas suyas o sones de su autoría en otras voces, continuaron recorriendo el mundo y ubicándose entre los preferidos según lo aseguraron la revista Billboard, los Premios Grammy y listas de éxitos de países como España y EE.UU.
En el 2002 unos cien mil holguineros se reunieron frente a su casa del reparto Peralta. Allí actuó Polo Montañés. Después por unas pantallas gigantes que allí habían colocado ambos populares músicos miraron la inauguración del hotel Playa Pesquero, el más grande de Cuba de ese momento, en la que actuó Compay Segundo. (Por cierto, esa fue la última actuación en el Oriente de Cuba del extraordinariamente popular autor del Chan Chan, Pasaje a Holguín, El calderito de tostar café y otras tantas).  Seis meses después Compay murió, y poco después fue Rubén González, otro de los fundadores del Buenavista.
Con casi cien años a sus espaldas, decía El Guayabero que si algo había que tirar a relajo era la pelona. Para ayudarle los realizadores audiovisuales de la ciudad, que gestaban los estudios ANIMA para producir dibujos animados, hicieron con su son “El tren de la Vida” un excelente video clip y todos fueron al estreno, pero esa misma noche se produjo otro zarpazo de la parca: murió el maestro Manuel de Jesús Leyva, una de las figuras más versátiles y talentosas en la historia de la música en Holguín. Compositor, arreglista, trompetista de resplandeciente vuelo artístico, director de la Orquesta Avilés y de la Banda Provincial de Concierto, Koko —como le llamaban todos por el ritmo por él creado y popularizado en los años setenta— se incorporó al grupo de Faustino con su permanente sonrisa y humildad, engrandeciendo el repertorio, la sonoridad, los lazos de hermandad y los deseos de superación de los jóvenes músicos que para entonces, junto a los cantantes Santana Orama y Sergio Leyva, respaldaban al juglar.




Mi son retozón (El Tren de la Vida) (Son)
Letra y música: Faustino Orama Osorio

Es la vida un tren expreso
Que recorre leguas miles
El tiempo son los raíles
Y el tren no tiene regreso.

En él se embarcan por eso
El viejo, el nuevo y el serio,
El vivo, el del Ministerio
Y el tren a todos complace
Y en las paradas que hace
Los deja en el cementerio.

Como es el tren de la vida
El viaje no tiene fin
Y se entiende el boletín
Tan solamente de ida.

Cuando uno hace su partida,
Que es a gran velocidad,
Le va la conformidad
Desde que sube al andén
Que va a viajar en un tren
Con rumbo a la eternidad.

En él se embarcan señores,
Premieres y mariscales,
Ministros y generales,
Reyes y emperadores;
Los Papas y los doctores
Potentados con dinero,
Cuando llega un paradero
Que le llaman Camposanto
Allí les tiende su manto
De tierra el sepulturero.

La diferencia del viaje
En ricos y pordioseros
Consiste en que los primeros
Llevan mejor equipaje,
Pero el que a tierra viaje
Con el comer de los días,
Los gusanos con su cría
Le infestan la vestidura
Poniendo a la misma altura
Todas las categorías.

Yo no he podido encontrar
Todavía ni un pobre ni un rico
Qué a mi me haya dicho, chico,
Yo no me pienso embarcar.

En él tienen que viajar
La linda, el tipo y el viejo.
De ese fúnebre cortejo
Toditos vamos en pos;
Por eso les digo yo
Levantaremos parejo.

Basta de filosofar,
No sigo más esta rima
Porque ya se me aproxima
La hora de yo embarcar.
Pero les voy a encargar
A los que atrás van quedando
Que embarcarán no sé cuándo
Pero es una cosa fija:
Que no se den mucha lija
Que el tren los está esperando.

La vida no es otra cosa
Que un prolongado gemido,
Nace en la cuna y perdido
Se va a extinguir a la fosa.

Estribillo:
Si las mujeres tocaran tres
Le cambian el ritmo a los hombres
Con el son, picachón, retozón,
Qué bien lo baila Marieta.
Toda la noche y la mañana siguiente a la muerte de Koko, Faustino permaneció más solemne y recogido que nunca, al lado del féretro del colega. En el cementerio participó en la despedida musical que la ciudad le tributó al artista.
Ibrahim Ferrer junto a Faustino y sus músicos.
Aún no se había recuperado del estupor y la angustia, cuando tres meses después, en víspera de su último viaje transoceánico, le llegó la noticia de la muerte de Ibrahím Ferrer, a quien Faustino dijo que quería como al hijo varón que nunca tuvo, porque le había demostrado a todos, a lo largo de casi medio siglo, que el afecto era recíproco.
Con voz temblorosa por la noticia, Faustino pidió a su sobrina que le buscara fotos del músico muerto y el disco Buenos Hermanos, con el que Ibrahím ganó su cuarto Premio Grammy, en el que se leía de puño del célebre intérprete esta breve dedicatoria: “A mi padre, de su hijo Ibrahím”.
Esos golpes fuertes e inesperados, más que la falta de una pierna, la sordera y otros achaques de la vejez, fueron minando su ímpetu y ganas de vivir, No obstante, con la mirada perdida, el tres desafinado y la voz áspera e indiferente, seguía actuando dos veces por semana en la Casa de la Trova, sin embargo sus giras eran cada vez más escasas.
Entre agosto y septiembre de 2005 a propuesta del empresario español Antonio Escribano García, apasionado amante de la música cubana. Faustino hizo su último viaje al extranjero. Se presentó en Calasparra y Cehegin, dos ciudades de Murcia, en las que el público aplaudía y lo acompañaba cantando con él sus sones. Después, por iniciativa del mismo empresario en una de las más importantes edificaciones de Calasparra, el santuario de la Virgen de la Esperanza, patrona de esa localidad, se instaló en su honor el museo-restaurant Santa Palabra. El Guayabero, generoso, donó a la instalación trajes, medallas, uno de sus típicos sombreros de huevo frito y otras pertenecías que hoy constituyen objetos patrimoniales para españoles y cubanos.
Al regresar comprobó con pesar que sobre su ciudad se prolongaba una implacable sequía que, desde meses antes, había obligado a las autoridades y a los habitantes a buscar ingeniosas alternativas para proveerse del indispensable líquido. Pero a pesar de todo la vida continuaba su curso. Se seguían incrementando las propuestas culturales, se revitalizaba la imagen de su centro histórico con la inauguración del primer tramo del boulevard, se inauguró el hermoso mural Orígenes y asimismo nuevos restaurantes, cafeterías y una réplica de la caverna de Los Beatles que le daba a Holguín un aire de urbe ecléctica y cosmopolita.
su estatua a tamaño natural en el Centro Provincial de la Música y los Espectáculos.

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El propio Faustino devela su estatua a tamaño natural en el Centro Provincial de la Música y los Espectáculos de Holguín, (empresa que lleva su nombre)
La Empresa Provincial de la Música y los Espectáculos de Holguín, que había adoptado su nombre, se dio a la tarea de preparar grandes festejos para celebrar los noventa y cinco años de edad del cantor. Los más importantes músicos del catálogo de dicha empresa incorporaron piezas de El Guayabero y en el lobby de entrada se inauguró una estatua suya a tamaño natural que hicieron los artistas Gabriel Maslotikhass y Argelio Cobiellas. Exactamente en la mañana de su cumpleaños el artista develó la obra, luego tomó el micrófono y mientras se tocaba la cara con las manos, dijo: “De verdad que se parece a mí, fíjense que toco madera. ¡Santa palabra!”.
Esa misma noche, frente a su casa se premió el concurso Música con Humor ante cientos de holguineros que no imaginaron que ese sería el último cumpleaños en la vida del juglar.
Unos días después de la celebración a sus conocidos achaques de salud se sumó un galopante hepatocarcinoma, o cáncer de hígado, que muy pronto afectó ese imprescindible órgano metabólico. A inicios de marzo de 2007 fue hospitalizado en Holguín. El sábado 17 de ese mes, el periodista Juan Pablo Carreras informó a través de la Agencia de Información Nacional que el estado de salud del trovador era muy crítico, acotando que “se niega a comer, permanece con levine, y presenta un edema por mal nutrición, agudizado por el estado de coma que lo ha llevado a múltiples complicaciones”.
Diez días después, a pesar de los ingentes esfuerzos de los especialistas de Cuidados Intensivos, los desvelos de la familia y las autoridades de la provincia y el país, falleció uno de los patriarcas de la trova y el son, el último juglar de la tradición cubana, El Rey del Doble Sentido. La noticia circuló el mundo en despacho de las agencias EFE, ANSA, Reuter, emisoras de radio, canales de televisión y periódicos de gran parte del mundo.
Muy populares músicos rindieron tributo a El Guayabero, en la fotografía se ve a Eliades Ochoa, Tiburón Morales y Pancho Amat.
Las principales autoridades de la provincia también estuvieron presente en el velatorio de El Guayabero. En la fotografía se ve, entre otros, a Miguel Diaz Canel, actualmente vicepresidente de Cuba.
Entre las ofrendas florales que acompañaron sus restos las había enviadas por el general de Ejército Raúl Castro, los trovadores Silvio Rodríguez  y Pablo Milanés, el Instituto Cubano de la Música, el Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en Holguín y las Asambleas Provinciales del Gobierno de las provincias de Holguín y Granma y del pueblo de Holguín que lo acompañó a su última morada en el cementerio municipal.
El pueblo de Holguín asistió al entierro de Faustino Orama
En algunos tramos del recorrido hasta el camposanto la comitiva fúnebre realizó paradas para que sus compañeros músicos interpretaran sus composiciones, ese puñado de sones que lo habían convertido en el más universal de los músicos holguineros. El pueblo silencioso se desató en un aplauso estruendoso cuando el cadáver bajó a la sepultura, convencidos de que se estaba sembrando un símbolo de identidad y cubanía.

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