Como
mismo su debut discográfico, la incursión de El Guayabero por los escenarios
internacionales comenzó tardíamente.
En
medio de las celebraciones habaneras por su cumpleaños 80, la presidenta del
Festival Cervantino que cada año se realiza en Guanajuato y otras ciudades de
México, le cursó una invitación para que representara a Cuba. Así el 18 de
octubre de 1991 junto a su grupo llegó al Distrito Federal.
Totó La Momposina |
José María Peñaranda |
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También
durante ese viaje a México fue memorable la estancia de Faustino y su grupo en
la capital azteca, una de las más superpobladas del mundo y que cotidianamente presenta
incontables espectáculos. Allí el público se reunió el 24 de octubre en la Alameda Central,
una de las principales y más bellas plazas del país. Días después Faustino hizo
otra presentación en el auditorio Alejo
Peralta que si verdad es que tuvo menos espectadores, también lo es que los
presentes mostraron el mismo calor y entusiasmo. Para esa ocasión particular se
confeccionó un cartel que fue ilustrado en la portada con la obra “Hombre radiante de alegría”, del
pintor Rufino Tamayo.
Posteriormente
los holguineros se presentaron en las ciudades de Cruz Azul y Tlaxcala.
Hombre radiante de alegría, Rufino Tamayo |
Faustino
fue atenido de forma especial por el humorista cubano Alejandro García
(Virulo). Virulo consiguió que el trovador sonero fuera contratado para actuar en
el centro nocturno “El Hijo del Cuervo”,
en Ciudad de México, junto al periodista y sonero Luis Ángel Silva Navas, más
conocido por “Melón”.
Desde los años cuarenta Melón comenzó a cantar la música cubana. Trabajó al lado de músicos de la talla de Juan Bruno Tarraza, Silvestre Méndez, Miguelito Valdés y la actriz y cantante Nipón Sevilla. En 1958 junto a Carlos Daniel Navarro (Lobo) fundó el conjunto Lobo y Melón, que alcanzó prestigio internacional a través de grabaciones para la RCA Víctor al lado de la Sonora Matancera, Celia Cruz, Tito Puente, Johnny Pacheco, Tito Rodríguez, Rubén Blades, Cheo Feliciano, Ismael Rivera y Héctor Lavoe, con varios de los cuales tuvo controversias soneras en las que reafirmó su valía de brillante intérprete y compositor. No obstante lo anterior, Melón dijo en más de una ocasión que la experiencia más difícil de su vida fue cantar con El Guayabero.
Al
aterrizar en La Habana
el avión que lo trajo a tierra cubana el 4 de noviembre, El Guayabero dijo a la
prensa que regresaba feliz de su primera gira internacional y que su deseo
inmediato era trasladarse de inmediato a Holguín, para contarle a la gente de
allí, pero no lo pudo hacer sino hasta diez días después, pues el Instituto
Cubano de la Música,
como parte de los múltiples agasajos por sus ochenta años, le había organizado
dos conciertos-homenaje en el teatro Karl Marx en los que tuvo invitados a las
orquestas Revé y Aragón.
Ya
en Holguín, la Central
de Trabajadores de Cuba le impuso la medalla Lázaro Peña, que el colocó en su
traje en el que además exhibía otras muchas, entre ellas dos otorgadas en 1988 por
el Consejo de Estado: la
Distinción por la Cultura Nacional y la medalla Félix Varela de
Primer Grado, colocadas en su pecho el 4 de junio de ese año en la Plaza de la Revolución Calixto
García de su ciudad natal por el ministro de Cultura Armando Hart, en una
solemne ceremonia a la que asistieron las máximas autoridades de la provincia y
personalidades de la cultura cubana y de otros países. Entre los segundos se
cuenta al español Santiago Auserón, fundador y líder de Radio Futura, una de
las agrupaciones más sobresalientes en toda la historia del rock ibérico. Este
cantante y compositor devino en uno de los más importantes promotores de la
obra de Faustino y precursor del boom que, años después, tendría en su país la
música tradicional cubana.
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