La familia y la guerra en
los llanos merecen que se le dedique un análisis. El primer asunto es determinar
ante qué familia estamos? Una parte significativa de los integrantes las guerrillas eran
campesinos u obreros agrícolas, aunque es verdad que las ciudades de la región
también habían dado un aporte significativo.
No siempre es fácil
discernir la diferencia entre campesinos y obreros agrícolas. Muchos obreros
agrícolas tenían pequeñas parcelas de tierra que se dedicaban a cultivar cuando
no había zafra azucarera. Pero en ocasiones esa parcela no era de ellos sino de
sus padres, suegros, abuelos u otros parientes. Y los campesinos propietarios
de tierras, muchas veces, en tiempo de zafra trabajaban como obreros agrícolas. Ello provocado por la alta
demografía. Los campesinos generalmente tenían
muchos hijos y los obreros agrícolas también conformaban numerosa
familia.
A la familia había que
agregar, además a los parientes colaterales, tíos, primos, primos segundos e
incluso los padrinos de bautizos. Ganar una familia para un bando político era disponer de una escuadra o un pelotón de
combate.
Más al analizar la
participación de la familia campesina en la lucha hay que analizarla en dos
momentos. Desde antes de la creación del Cuarto Frente, cuando el territorio
era controlado por el enemigo y se podía desplazar por el con gran facilidad y
después de la llegada de las columnas, cuando los rebeldes dominaron gran parte
del territorio.
En el primer caso estamos
ante una labor clandestina. Casi por regla, la incorporación de un individuo al
movimiento clandestino o guerrillero, ese llevaba con él a otros miembros de la
familia. La esposa, por ejemplo, casi siempre concluía convirtiéndose en
colaboradora. Hoy es difícil discernir si, por lo menos inicialmente, entre las
esposas que se incorporaban, lo hacían por convicción política o por la
relación de subordinación que toda mujer tenía con su marido.
En el caso de los campesinos
que se unían a la guerrilla, con ellos también iban todos los que residían en la
finca.
Conociendo estas
características locales, la labor proselitista de los revolucionarios se
dirigía a convencer a los parientes y amigos del barrio que tenían claros
criterios políticos y que se sabían que en el caso de no aceptar, no
denunciarían al que le proponía su vinculación. Un ejemplo interesante es el de
Eddy Suñol Ricardo, natural de las Cruces de Purnio, que se incorporó al
Movimiento 26 de Julio en 1956 cuando residía en la ciudad de Holguín pero
manteniendo un estrecho contacto con su barrio natal. Su esposa (Lola Feria) y sus
tres hermanas de inmediato comenzaron
a colaborar con la revolución. Y en las
Cruces de Purnio se sumó un primo de Suñol, Lorenzo Mulet, y este trajo a un
primo suyo, Gilberto Mulet Pollato. Lorenzo
y Gilberto convirtieron sus casas en
centros de actividades clandestinas y con ellos estuvieron sus esposas y los
parientes más cercanos de ellas. Como
Gilberto tenía dos mujeres con sus respectivas familias, ambas quedaron
vinculadas al clandestinaje y con ellas arrastraron a los parientes cercanos.
También un hermano de la
esposa y el suegro de Suñol se unieron al movimiento 26 de julio.
Eddy Suñol se casa con Lola Feria |
Otro ejemplo interesante que
evidencia el destacado papel de la familia holguinera durante la guerra es la
de Celso Leyva Fornaris. Desde la Sierra Maestra este combatiente acompañó a Carlos
Borjas cuando enviado por Fidel, fue a organizar el frente de acción en
Holguín. Antes Celso había venido a la ciudad y recibido y escondido por su
familia cuando tuvo que abandonar la guerrilla para operarse de apendicitis.
Otra vez la familia lo escondió cuando regresó con Borjas. Después el
combatiente se trasladó a las Cruces de Purnio para allí participar en la
organización de algunos grupos de escopeteros que operaban en Holguín, Puerto
Padre y Gibara; se alojó en la casa de un pariente.
Miguel Capote, propietario
de un comercio en Cauto el Paso, municipio Bayamo, también se sumó al apoyo de las
guerrillas; su esposa se convirtió en colaboradora y montó en un pequeño taller
en el que confeccionó uniformes y otras prendas de vestir para los guerrilleros. En el taller trabajaban sus
amigas más allegadas. Y un hermano de Capote se sumó al movimiento revolucionario.
La familia de Delio Gómez
Ochoa también es un ejemplo de la incorporación de los parientes a la lucha. Sus
tres hermanos, dos mujeres y un hombre, se sumaron al movimiento clandestino y también su madre y
dos primos que se unieron a la guerrilla. La finca de los padres de Delio,
ubicada en la carretera entre Holguín y Cauto
fue un centro importante de colaboración, allí encontraron refugio dos
combatiente de las acciones del 26 de julio de 1953; precisamente
en esa finca se organizó el primer grupo de holguineros que se unió a la
guerrilla de Fidel,
Otro ejemplo más de la
importancia de la familia es la pequeña guerrilla dirigida por Marcos Carmenate
que desde abril de 1958 operaba en el territorio del antiguo municipio de Las
Tunas. En ella se encontraban varios individuos que tenían lazos familiares,
entre ellos un combatiente de apellido Cordero con dos de sus hijos, y tres
hermanos de apellido Ávila. Varios de
los integrantes eran trabajadores de una finca azucarera
cuyo capataz era suegro del segundo jefe de la guerrilla.
Lo anterior es prueba de que
tras las guerrillas rebeldes que operaron en el territorio de los llanos
orientales se movieron fuerzas que hasta el presente no han sido debidamente
estudiadas por la historiografía; ello a pesar de que no se puede explicar la
historia de la revolución sin tomarlas en cuenta. La familia y los líderes de
barrio esperan por un espacio en esa
historia no escrita todavía.
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