En el territorio donde operó
el Cuarto Frente actuaron antes pequeñas guerrillas, siendo el primer grupo
guerrillero el que dirigió Orlando LaraBatista en zonas pertenecientes al municipio de Bayamo.
Orlando Lara |
Sobre la fecha de su alzamiento Lara dijo en una entrevista que fue “en el mes de agosto de 1957, cuando
establecimos el primer campamento rebelde en el llano, en la zona de Cauto del Paso,
yendo conmigo Roberto Reyes, Jesús Martínez, Víctor Sotomayor y Elvira
Paneque; contábamos nada mas que con un revolver 38, dos pistolas 38 y una
pistola 32”.[1]
Salvando algunas pocas diferencias,
fueron similares los alzamientos de los demás destacamentos que operaron en los
llanos: pocos hombres y una ínfima cantidad de armas.
Partiendo de la formación de
esa primera guerrilla hemos confeccionado una periodización que tiene como base
el desarrollo de las acciones militares entre ambos bandos. Esta tiene dos
momentos muy bien definidos. El primero comprende desde el inicio de la lucha a
mediados de 1957 hasta agosto de 1958, el segundo se extiende desde septiembre de 1958 al fin de la guerra,
el 1 de enero de 1959.
Luego del alzamiento de
Orlando Lara se producen otros en diferentes lugares del territorio. Entre
ellos los de los grupos dirigidos por Concepción
Ribero, Marcos Carmenate, Gerardo Machado, Carlos Borjas y Lizardo Proenza.
Hasta mediados de abril
todos estos grupos operaron independientes entre sí sin un mando central.
Aunque se consideraban subordinados a Fidel, en la práctica esa no pasaba de
ser teórica, sobre todo porque era difícil órdenes directas desde la guerrilla
serrana. No obstante el Comandante en Jefe tomó medidas para organizar las
pequeñas guerrillas: En enero de 1958 nombró a Orlando Lara jefe de un territorio que comprendía parte de
los municipios Bayamo y Victoria de las Tunas. Lara recibió parque y orientaciones directas del
líder revolucionario.
Luego Fidel tomó otra
medida, esa la más importante de todas, el envío del capitán Camilo Cienfuegos a los llanos con una pequeña
tropa integrada por 22 hombres. Camilo comenzó su marcha hacia los llanos el 31
de marzo de 1958. El 16 de abril, estando en la zona de operaciones que le
habían asignado, Camilo es ascendido a comandante y nombrado jefe de un
gigantesco triángulo cuyos vértices eran las ciudades de Las Tunas, Bayamo y
Manzanillo, y que en la práctica abarcaba a los municipios de Puerto Padre,
Tunas, Holguín, Gibara y parte de Bayamo. Todos los grupos rebeldes que operaban en este
territorio, con la excepción de Orlando Lara que continuó directamente bajo las
órdenes de Fidel, se subordinaron al Comandante Cienfuegos creándose un mando
único. En el orden político ello tenía una importancia relevante, pues permitía
establecer la disciplina de la guerrilla especialmente en lo relacionado con el
trato hacia los campesinos, que era un tema era en extremo delicado y de gran
preocupación de Fidel.
Capitán Osvaldo Herrera |
Las fuerzas bajo el mando de
Camilo, conformadas por varios grupos de
escopeteros dispersos en aquel gigantesco territorio y con muy poca relación
operativa entre ellos, fueron designadas como Columna 2. Luego, cuando
detuvieron y asesinaron a uno de los oficiales de Camilo, Osvaldo Herrera, la columna asumió su nombre.
Con esas tropas Camilo llevó
a cabo una serie de audaces acciones, algunas de ellas verdaderamente
temerarias, como por ejemplo, una incursión por las calles de Bayamo, que en
aquellos momentos era uno de los centros militares más importantes del país
donde se encontraban acantonadas numerosas unidades de combate que actuaban
sobre la Sierra
Maestra.
Pero no obstante lo
anterior, Camilo Cienfuegos tan solo contaba con 22 hombres armados que, aunque
era experimentados combatientes de la Sierra Maestra, por su número no podían cambiar
la correlación de fuerzas. El ejército tenía la iniciativa operativa e
incursionaba en todo el territorio sobre el que mantenían el control.
Uno de los combates más
importantes para entender las posibilidades guerrilleras en el llano es el de La Estrella. En ese lugar los
revolucionarios fueron atacados por una poderosa unidad de combate enemiga que
contaba con blindados y apoyo de la aviación. El grueso de los guerrilleros logró
abandonar el lugar teniendo tan solo tienen dos bajas, lo que sirve como
ejemplo de la capacidad de la guerrilla de los llanos para enfrentar una fuerza
superior. Y aunque eso es cierto, el combate merece otro análisis. Las fuerzas
de la dictadura lograron llegar hasta el campamento de la unidad rebelde más
importante que operaba en esos momentos en los llanos, la atacaron y la
obligaron a retirarse.
El otro grupo guerrillero de
importancia que operaba en el llano dirigido por Orlando Lara también vivió una
situación similar cuando el enemigo los atacó en su campamento de los Montes de
Infante y se vieron obligados a
retirarse tan apresuradamente como ante lo tuvo que hacer la fuerza de Camilo. Asimismo
el enemigo también penetró en el territorio de Cauto el Paso, que era la base
logística de la guerrilla de Lara y logró detener a una de las principales
colaboradoras de los revolucionarios.
Y la guerrilla de CarlosBorjas también fue dispersada en los montes de Pestán, en el Cauto por un
ataque enemigo.
Lo anterior demuestra que
los revolucionarios no podían sostener un territorio liberado porque su armamento
era en extremo deficiente: La mayoría de los combatientes tan solo contaban con
escopetas de caza, deportivas, armas cortas y algunos, incluso, estaban
desarmados. Y para colmo de males no siempre había parque suficiente para estas
armas.
Tampoco era posible hacer
una concentración de las diferentes guerrillas para llevar a cabo una acción de
relevancia por el mismo motivo ya señalado: la falta de armas y parque para
sostener un ataque en caso de que fuera descubierta la concentración.
Las condiciones naturales,
grandes llanuras o elevaciones pequeñas con escasa vegetación era otro factor
en contra de las guerrillas. Su supervivencia estaba condicionada por la
capacidad de escapar a la persecución enemiga que tuvieran, nunca
enfrentándolos.
Las vías de comunicación que
había en la zona, a la que cruzaban una red de carreteras, caminos vecinales y
vías férreas, era otro inconveniente para los guerrilleros. Es cierto que en
los meses de lluvia el barro dificultaba las marchas, pero para un ejército
moderno esto no era un problema insalvable, y el ejército batistiano estaba
abastecido por el gobierno de los Estados Unidos con excelente transporte que
antes había sido utilizado en la guerra del pacífico; e incluso, en los
centrales azucareros y arroceras existían pistas de aviación. A ello se suma
que los pequeños poblados estaban comunicados por vía telefónica y
telegráfica.
Lo anterior impuso a los guerrilleros
un tipo de acciones militares particular: ataques a pequeños puestos de la
guardia rural, emboscadas a patrullas enemigas en movimiento y, especialmente, sabotajes
a las vías de comunicaciones: carreteras, líneas férreas, telegráficas y
telefónicas. También se realizaron atentados contra delatores y miembros del
grupo paramilitar dirigido por el senador batistiano Rolando Masferrer Rojas.
Otra tarea importante de las
guerrillas fue la propaganda y la recaudación de armas y parque.
Se puede asegurar que al
concluir el periodo los grupos de escopeteros operaban virtualmente en todos
los municipios y algunos habían alcanzado notable nivel de organización como el
encabezado por Orlando Lara que contaba con gran apoyo popular en la zona de
Bayamo.
En carta de Lara a Fidel de fecha
12 de abril le explica como funcionaba lo que hoy podríamos considerar como la
inteligencia militar de un ejército regular.
“En estos momentos a un
kilómetro y medio del campamento se
encuentran 150 soldados de la
dictadura, están desde ayer, pero
cualquier movimiento que ellos hagan lo sé
enseguida, pues cada diez minutos me llega un parte de los campesinos,
le parecerá extraño pero tengo una organización entre los vecinos del lugar que
viéndolo es como se puede apreciar, desde las costas de Bayamo hasta los
alrededores de Buenaventura incluyendo la Sal Cauto Embarcadero, Cauto el Paso, Mir, Monte
Alto, Las Mil Nueve, Las Arenas, Omaja, Central Maceo y otros barrio”[2].
Fidel, comprendiendo las
grandes posibilidades combativas de estas guerrillas pese a lo rudimentario de
su armamento y su capacidad de sobrevivir en el llano, imponiéndose a las más
difíciles condiciones, decidió organizar la primera invasión fuera de los
límites de la provincia de Oriente y le impartió órdenes a Orlando Lara para
que enviara parte de sus fuerzas a la provincia de Camagüey. La misión fue
cumplida a finales del mes de abril de 1958[3].
(Para esa fecha Fidel estaba pensando en mandar un destacamento dirigido por el
mismísimo Orlando Lara a actuar en la misma provincia de La Habana, pero la gran
ofensiva de la dictadura sobre la Sierra
Maestra lo impidió).
A la vez que las acciones
que acabamos de describir, Camilo Cienfuegos continuaba al frente de las
guerrillas de los llanos, y así fue hasta junio de 1958, cuando el enemigo
preparó su ofensiva de verano: entonces largas caravanas de transportes
militares comenzaron a recorrer los caminos que conducían a las estribaciones
de la Sierra Maestra.
Un ambiente de tensión como el que precede al estallido de una tormenta se
podía respirar en el aire. Fidel, comprendiendo que la guerra se decidiría en
las montañas, mandó a buscar a Camilo y a Orlando Lara. Ambos jefes
guerrilleros y sus hombres se unieron a las huestes de Fidel.
Pero antes de retornar a la Sierra Maestra,
Camilo designó como jefe de las fuerzas rebeldes de los llanos al capitán Carlos Borjas Garcés[4],
un legendario guerrillero que antes había sido combatiente clandestino en
Holguín. Fue él quien disparó sobre el coronel Fermín Cowley Gallegos, jefe del
regimiento militar de Holguín en una acción comando organizada por el
Movimiento 26 de Julio en noviembre de 1957. Después de esa acción subió a la Sierra y participó en
varios combates hasta que en marzo de 1958 Fidel lo envió a Holguín para que se
desempeñara como Jefe de Acción. Borjas formó una guerrilla que operó
fundamentalmente entre la ciudad de Holguín y el río Cauto.
Lizardo Proenza |
A mediados de 1958 se había
producido un incremento de los grupos de alzados. En Gibara operaba una
guerrilla dirigida por Lizardo Proenza,
en Puerto Padre otra dirigida por Pedro
Galindo Ramírez, en Las Tunas actuaban varios grupos, entre los que se
destacaba el de Concepción Rivero,
en Bayamo, entre otros grupos de
escopeteros, estaban los mandados por Gerardo
Hernández Silva, conocido por Juan Machado, que actuaba específicamente en
la zona de Cauto Embarcadero, José
Cedeño en el Cautillo, Palmarito,
Babiney y el Jardín. En Cacocum actuaban los grupos de Ernesto Mulet y Jesús Diz
Fernández.
A estas pequeñas tropas hay
que añadir la del teniente, Cristino Naranjo[5]
quien operaba al frente de un pequeño destacamento entre Holguín y Bayamo. (Y para completar toda la información debe
saberse que Carlos Borjas envió hacia Tacajó a dos combatientes para que intentaran
crear guerrillas con los vecinos de esos lugares).
Una mirada a los escopeteros del llano
Una mirada a los escopeteros del llano
Antes de continuar, preciso
es una mirada más detallada de los grupos de escopeteros de la cuenca del
Cauto.
Esos grupos fueron el gran
aporte del caudillismo y el regionalismo a la guerra; sin embargo la historiografía
los ha obviado y al analizarlos sigue corrientes tradicionales y esquemáticas
que únicamente mira los aspectos negativos sin valorar los muchos matices y
contradicciones del fenómeno.
Debe verse a los escopeteros
como un producto de los complejos mecanismos del regionalismo y el caudillismo y
de las nuevas circunstancias sociales y políticas de la sociedad cubana que se
habían formado en la gigantesca cuenca del Cauto desde los primeros siglos de
la colonización. Los grupos que surgieron de su seno al alzarse lo hacían en
sus barrios; casi todos sus integrantes se conocían entre sí, incluso no pocos
tenían algún parentesco y raramente salían a realizar operaciones fuera de los
límites del barrio y áreas inmediatas; el barrio era quien los protegía de
delatores y traidores. Pero es innegable su servicio.
Veámoslos.
Cuando Fidel manda a llamar
a Camilo y a Orlando Lara para que con sus hombres se les unieran en la Sierra y le ayudaran a
enfrentar la ofensiva del ejército, los grupos de escopeteros no fueron menos
sino lo contrario, pero la situación de su armamento no varió sustancialmente. Un
estudio hecho en cinco de los grupos que operaron en los llanos orientales en
el verano de 1958 arrojó que estaban integrados por 102 combatientes; de ellos
solo 10 estaban armados de fusiles propiamente de guerra, (eran esos de la
tropa de Cristino Naranjo, que fue
armada por Camilo Cienfuegos cuando este retornó a la Sierra), el resto llevaba escopetas
de caza y deportivas, antiguos fusiles y carabinas de las guerras de
independencia, así como pistolas, revólveres y otras armas más a propósito para
exhibirlas en un museo que para ser usadas en un combate.
Pese a esas grandes
limitantes militares las guerrillas del llano desempañaron un papel importante:
mantuvieron la presencia de los revolucionarios en la zona quebrantando el poder
del régimen y sus adictos y obligaron al enemigo a mantener fuerzas de forma
permanente en esa geografía que eran desviadas de los escenarios principales de combate. Poco después, cuando
se creó el Cuarto Frente, ellos aportaron
un apoyo esencial: facilitaron el abastecimiento y organizaron una amplia red
de inteligencia y contrainteligencia militar. Y cuando pudieron armarse y se
sumaron a las columnas guerrilleras enviadas desde la Sierra Maestra, sus
hombres estaban bien entrenados para librar operaciones de envergadura.
En otro sentido, los
escopeteros que no integraron las columnas rebeldes se encargaron de tareas complejas
y difíciles, como por ejemplo, bloquear las poblaciones, realizar sabotajes,
abastecer a las tropas y controlar las zonas liberadas. Además ellos, al ser
naturales del lugar donde actuaban, movilizaron y cohesionaron a la población en
torno a la revolución, lo que útil a la llegada de las columnas rebelde.
Manuel "Piti" Fajardo |
En octubre de 1958 Manuel (Piti) Fajardo hizo una
interesante descripción de los escopeteros que operaban en el municipio de
Victoria de las Tunas, ellos, “forjados en el llano le dan colorido al Ejército
Revolucionario 26 de Julio. Usan bonitos sombreros tejanos, se encuentran bien
vestidos, y sus uniformes adornados con llamativos pañuelos, su cara rasurada y
su pelo bien cortado”.
Los jefes de los destacamentos de escopeteros eran
personas de relevancia en la zona como por ejemplo Francisco Concepción en Puerto Padre y Gibara. Este combatiente
había tomado parte en la lucha contra el dictador Machado y había desempeñado puestos
de cierta importancia en Puerto Padre durante los gobiernos auténticos. Otros
sencillamente eran gente de origen humilde que por su actividad revolucionaria alcanzaron
el respeto de sus vecinos. En este caso el ejemplo más relevante era Orlando
Lara, quien por su participación en la lucha alcanzó una muy justa fama.
Incluso hubo casos de
individuos con antecedentes delictivos, sobre todo que habían participado en
robos o por lo menos que eran sospechosos de haberlos cometido, pero que en la
pelea lograron forjarse prestigio y convertirse en destacadas figuras de la
guerra.
El gran peligro que corría
la revolución al servirse de individuos así es que alguno podía devenir en bandidos
que utilizaran el prestigio de la revolución para fines de lucro, como ya había
ocurrido en la Sierra
Maestra. Incluso era posible que aún manteniéndose en la línea de la revolución,
emplearan métodos incorrectos en el trato a
los campesinos y a la población en general cometiendo excesos al aplicar
la justicia revolucionaria. El envío de
Camilo Cienfuegos en abril de 1958 y el establecimiento de
un mando centralizado fue la medida más eficaz para intentar una
solución a la que era tan compleja situación. Luego, con la llegada de las
columnas rebelde del Cuarto Frente se puso fin a ese peligro.
[1] Carlos Manuel
Rubiera. “Lara y sus Muchachos”. Revista Bohemia, 19 de abril de 1959. Número16 p. 8-10 y 135-137.
[2] Oficina de Asuntos
Históricos del Consejo de Estado. Carta de Orlando Lara a Fidel Castro del 12
de abril de 1958.
[3] La invasión a Camagüey
por las guerrillas de Orlando Lara ha pasado inadvertida para la historiografía
de la guerra, sin embargo esta tiene un singular valor en la estrategia de la
revolución.
[4] Carlos Borjas
Garcés: formó parte del comando que realizó el atentado al coronel
Fermín Cowley Gallegos, jefe del
regimiento de Holguín. Después de
esa acción se incorporó a la guerrilla serrana y tomó parte en algunos
combates. En marzo de 1958 Fidel lo mandó como jefe
de acción de Holguín. Se convirtió en jefe de una
guerrilla que operaba entre
Holguín y el Cauto. Al retornar Camilo a la
Sierra Maestra dejó a Carlos al frente de los
guerrilleros del llano. En septiembre de ese mismo año Camilo lo destituyó y lo
envió detenido a la
Sierra Maestra.
Borjas continuó combatiendo hasta el final de la guerra. Poco después
del triunfo se licenció y trabajó en
la vida civil. Falleció en la década de los años 90 en Holguín. Fue
uno los jefes del llano que gozaron de una mayor popularidad.
[5] Cristino Naranjo.
Humilde obrero de las minas de Bueycito que se unió a las fuerzas del Che
Guevara. Acompañó a Camilo en sus
operaciones en los llanos orientales. Al retornar Camilo a la Sierra lo dejó como
teniente de un grupo de escopeteros. Y
cuando el comandante Cienfuegos retornó, ahora al frente de la columna invasora,
lo ascendió a capitán y lo dejó al frente de los escopeteros de los llanos.
Al formarse la Columna 14 fue designado
como jefe del Pelotón número 3 de esa fuerza.
Al triunfo de la revolución fue ascendido a comandante. El 12 de octubre de 1959 fue
asesinado por un aventurero contrarrevolucionario.
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