Por: José Abreu
Cardet
Verano sin diversión fue el
de 1958 para una considerable parte de la oficialidad del ejército de Batista.
Durante casi dos meses se vieron obligados a cambiar la comodidad de los
cuarteles y barracas por las empinadas lomas de la Sierra Maestra. Miles de ellos salieron a una singular
operación militar contra las guerrillas dirigidas por Fidel Castro. Para ello
contaron con el apoyo de la aviación, la marina y modernos equipos de combate,
blindados y piezas de artillería. Sin embargo, contra todo cálculo y lógica, la
ofensiva fracasó.
Lo peor para el Estado Mayor
del ejército batistiano no fue la pérdida de hombres, que podían reclutar entre
las decenas de miles de desempleados, tan abundantes en el país. Lo que era en
verdad era un grave problema para ellos es que los guerrilleros capturaron una
cantidad considerable de armas y parque y por tanto su capacidad de combate se
multiplicó en varias veces.
Con las nueva situación el
alto mando revolucionario tuvo dos posibilidades; una, mantener un núcleo numeroso
de fuerzas en torno a la
Sierra Maestra, y la otra, crear columnas bien armadas que
llevaran la guerra por todo el país; Fidel Castro se decidió por la segunda
opción[1].
Aceleradamente se comenzaron a formar columnas guerrilleras con las armas ocupadas
al enemigo y con otras que en pequeñas cantidades llegaron desde el extranjero.
Los combatientes que las formaron eran los que se habían fogueado en la lucha
contra la ofensiva de Batista, más los bisoños guerrilleros que se habían
incorporado a la guerrilla y que habían sido enviados a Minas del Frío, en
plena Sierra Maestra. En ese lugar funcionaba un centro de entrenamiento en el
que sometía a los interesados en pertenecer a la guerrilla a un duro
entrenamiento; ninguno de ellos tenía armas y debían soportar el
hostigamiento de la aviación enemiga y un hambre antológica.
La aspiración de los muy jóvenes reclutas era recibir un fusil e ir al combate.
Dos fueron las primeras
columnas que se formaron, los números 2 y la 8, dirigidas por Ernesto
Che Guevara y Camilo
Cienfuegos, respectivamente. La orden que recibieron fue llevar la
guerra al Centro y el Occidente de la
isla. En agosto de 1958 se pusieron en marcha.
Luego se comenzaron a
preparar otras columnas. Una de ellas se envió a Camaguey y otras tres, las
números 12, 14, 32 bajaron a las zonas llanas del norte y centro de la
provincia de Oriente a operar en el territorio de los antiguos municipios de
Victoria de las Tunas, Puerto Padre, Gibara, gran parte de Bayamo y Holguín. Esas
formaron uno de los frentes menos conocidos de la guerra de
liberación cubana contra Fulgencio Batista: el Cuarto Frente Simón Bolívar.
Cincuenta y cinco años después se reúnen los combatientes que integraron el IV Frente Simón Bolívar en Mir, Holguín |
Oir entrevista EXCLUSIVA para La Aldea al Comandante Delio Gómez Ochoa, Jefe del IV Frente "Simón Bolívar"
[1] Desde fecha temprana Fidel tuvo el criterio de
crear nuevas columnas. Incluso ya
lo había hecho cuando la guerrilla era muy débil aún en 1957 y formó una que puso
bajo las órdenes de Che Guevara para que operara en la Sierra Maestra.
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