En vista de la difícil situación en
las maniguas de Cuba, el general holguinero Julio Grave de Peralta pidió
autorización para salir al extranjero y buscar una expedición con dinero que
pondrían él y sus familiares. Una vez en Nueva York se reunió con el millonario
cubano Miguel de Aldama, que era quien estaba al frente de la junta de
emigrados cubanos, para que buscara los recursos que se necesitaban y a él le
entregó todo el dinero que llevaba. Aldama le propuso que viajara a Cuba en
el vapor Hornet, que estaba anclado en una bahía de Haití.
Este barco había servido para una
expedición anterior, pero la marina española lo había enfrentado en alta mar.
Herido gravemente, el Hornet fue llevado a la dicha bahía de Haití. Y detrás
llegó un buque de guerra español y se le situó al lado, para que si los
cubanos intentaban moverlo, seguirlo hasta alta mar y hundirlo.
Peralta sabía todo lo anterior, pero
no tenía otra opción. Por eso viajó a Haití, sin dinero, porque todo lo que
tenía lo había dado a Aldama para que comprara las armas y municiones.
Tampoco el General podía pedir dinero para que lo pagara la Junta que
presidía Aldama.
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El vapor Hornet, primer buque de la marina mambisa |
Domingo 4 de junio de 1871, dice el General Julio Grave de
Peralta en su diario que a las cinco y media de la madrugada, salió para Port
au Prince, que es la capital de Haití. Después de andar todo el día pasaron la
noche en la casa de Mister Piti, y al amanecer salieron de allí y volvieron a
caminar.
Lunes 5 de junio.
Desde
las cinco y media de la mañana salieron de la casa de Mister Piti y anduvieron
hasta las once, que fue cuando llegaron a la capital haitiana. Fueron directos
a la casa del señor Fernández, agente de la revolución cubana en aquel país.
Entregó
al Sr. Fernández las comunicaciones que le llevaba y después que aquel hubo de
enterarse del contenido de ellas, tuvieron una conferencia de la que resultó
que el Agente en Haití cree que pueden hacer alguna organización de los hombres
que irán en la expedición. “Para eso, dijo, debemos ver algunos oficiales, para
que sean ellos quienes se comprometan a ver a los soldados: cada oficial a un
número de soldados”. Además opinó Fernández que hasta que no hayan comprometido
a los soldados cubanos no deben informar nada al Agente General de Cuba en
Nueva York, señor Aldama.
“Mientras
se hacen esas gestiones yo deberé ir a ver un punto donde situar mi campamento
y hacer venir a él a los expedicionarios cubanos a fin de que nadie se entere
de su arribo a estas playas, así como los efectos que deban venir. Creemos que
sea necesario hacer venir el mayor número posible de Cubanos desde cualquier
parte en que se encuentren, puesto que aquí no podremos hacer todo lo que se
deberá hacer para conseguir todos los hombres que necesitamos.
Los
hombres que me acompañan los he mandado al Hornet para que allí sirvan en lo
que sea necesario y útil.
Martes 6 de junio de 1871.
Fue
a verme un señor que es el dueño de la hacienda en la que si lo aprueba, se
levantará el cuartel de los futuros expedicionarios.
Francisco Javier Cisneros |
Al
día siguiente Peralta escribe a Aldama:
“Hoy
hace dos días que he llegado a este puerto. Según me vi con el señor Fernández
le entregue las comunicaciones de usted y del señor Francisco Javier Cisneros,
más tarde tuvimos una conferencia de la que resulto que el señor Fernández cree
que podemos hacer la organización, aun cuando no del número de hombres que yo
esperaba y que allá tratamos. Hoy deberé tener una conferencia con uno o más
oficiales de los que el señor Fernández tiene aquí que puedan servir y mientras
esto suceda nada más puedo decirle sobre el particular. En esta misma semana o
la entrante saldré para ver dos fincas y de estas escoger la mejor para
establecer el campamento donde deben reunirse los expedicionarios que de Nueva
York vengan, puesto que se hace indispensable el que así sea.
“Sin
embargo de que en el articulo 4to de las instrucciones que usted me dio dice:
que no contraeré compromiso que origine gasto alguno, ni por enganche, sueldo,
manutención, etc, hasta que se me remita el dinero o carta de crédito que fuese
necesaria para satisfacerlo, debo decirle para su conocimiento que es
indispensable hacer algunos gastos, puesto que debemos ocupar hombres que bajo
ningún concepto nos ayudarían si no reciben alguna recompensa que le ayude a
sufragar los que ellos tengan que hacer, y aun nosotros mismos, Fernández y yo,
tenemos que hacer algunos gastos y no tenemos fondos para ello. Por el City of
Port au Prince[1], podré darle noticias
detalladamente del plan que hayamos formado para llevar a cabo la empresa que
aquí me trae y al mismo tiempo decirle a cuanto asciende el gasto que aquí deba
hacerse. Mientras tanto disponga usted como guste de Su Seguro Servidor.
Peralta”.
Ese
mismo también escribe a Francisco Javier Cisneros, que estaba en Suramérica
reuniendo fondos para la expedición y que sería el jefe en alta mar de la dicha
expedición del General Peralta.
Al
Ciudadano Francisco Javier Cisneros.
“Creo
que usted se ha fijado bien en las instrucciones que se me dieran concernientes
a mi venida a éste puerto que en nada absolutamente se pensó en que se tenían
que originar gastos indispensables, esto por cierto es bastante original y cosa
que con disgusto me obliga a separarme un tanto de aquellas instrucciones pues
es bastante necesario, como usted sabe, el gastar en todos los negocios y mucho mas en el presente. El señor Aldama le
dijo lo preciso que es que no se gaste nada y además, le explico la causa, y
puedo asegurarle a usted, sin temor de equivocarme, que soy yo el primero que
esa Agencia despacha sin pensar en que de alguna manera tienen que hacerse
gastos, aun cuando solo sea para la subsistencia y a la verdad esto es bastante sensible.
“Por
lo que le digo al señor Aldama verá usted lo necesario que es hacer venir de
esos estados a los expedicionarios que estén listos allá en los Estados Unidos;
aquí pueden estar, según estoy
informado.
“El
Hornet necesita de hombres que trabajen para concluir las reparaciones que
usted sabe se le están haciendo a ese barco, los tubos que vinieron ya todos
están colocados; creo que si los demás llegan pronto y con ello algunos
operarios, el trabajo que falta será por lo menos de un mes, todo lo que le
digo para que active cuanto esté de su parte. A primera oportunidad le diré lo
que tenga hecho aquí. Mientras tanto mis afectos a los amigos y usted disponga
como guste de su afectísimo amigo y servidor.
Peralta”.
Del
diario:
Viernes
9 de junio de 1871.
Hoy
temprano hemos salido Fernández y yo para vernos con varios dominicanos. Los
vimos pero han quedado de venir a nuestra casa esta misma tarde. En esta misma
fecha le escribo al señor Francisco Parreño a Jamaica para que se aviste con un
ingles en “Puerto Santa María” y me diga si aun está dispuesto a ir a Cuba, y
de ser sí, que me diga con cuantos hombres puedo contar y cuanto cuestan,
dándome aviso por conducto del señor Fernández a la mayor brevedad posible. Le
escribo también al señor Jesús de Feria, ayudante mío que está en Jamaica, para
que me diga cuantos hay por aquella dispuestos a ir a Cuba.
Esta
noche he tenido una entrevista con dos dominicanos y uno de ellos me ha
ofrecido reunir ochenta hombres para ir a Cuba, mañana día diez por la noche
sabré definitivamente si se puede o no contar con ellos.
Al
siguiente día escribe el general que salió para ver a los dos dominicanos y han
quedado sin falta alguna de ir a la casa del Fernández esa noche a las siete. Por
estar esperándolos ninguna otra cosa ha podido hacer.
Martes 13 de junio de 1871.
Anoche
estuvo en casa el señor Ezequiel, que es uno de los dominicanos que estuve
esperando y he quedado con él de que vayamos a los campos de Santo Domingo para
ver si podemos reclutar algunos hombres que deseen ir a Cuba. Este dominicano
cree que algunos conseguiremos aunque no en número considerable.
Dice
el General que el agente cubano en Haití, el Sr Fernández, es de la opinión de
que vaya al campo dominicano. De todas formas y antes de salir para dominicana,
el General fue a entrevistarse con otro dominicano llamado éste, Mejías para
ver si quiere trabajar en la organización de los hombres. “Vi a este señor,
dice el General, y me ha dicho que me dará razón más tarde sobre el particular.
Otro señor dominicano me ha ofrecido ayudarme a la organización que hemos
emprendido”.
El
Sr. Fernández cree que el segundo dominicano podrá prestar una eficiente ayuda
y el General es del criterio que lo verdaderamente urgente es ir a los campos
dominicanos y ver si allí pueden reclutar los hombres que necesitan. Si
consigue eso, dice, tiene que escribir inmediatamente a Nueva York, al Agente
General, para que mande los hombres que de allá deben unírsele vayan para
dominicana y no a Haití.
El
día siguiente esperó Peralta a Mejías pero este no fue a verlo. En la noche
supo que estaba enfermo.
Jueves 15 de junio de 1871.
Estoy
en solicitud de caballos para ir a la costa de esta isla con el objeto de ver
la finca que deberá servirnos de campamento para la organización de la expedición.
No han aparecido hoy los caballos.
El
Viernes 16 pudieron comprar un caballo, pero se necesita otro. “Hoy ha llegado
a ésta el Ciudadano Antonio Hernández que viene de Jamaica y según me ha
manifestado va para Nueva York en servicio de la patria. Por lo demás no ha
ocurrido novedad alguna: por falta de caballos no hemos podido ir al campo a
ver el que posiblemente sea el campamento de los expedicionarios”.
Tampoco
el sábado consiguen cabalgadura por lo que el general y el agente cubano en
Haití están varados en la ciudad sin poder hacer nada.
Domingo 18 de junio de 1871.
Hoy
me ha dicho Ezequiel [el
dominicano], que necesitaba
hablar conmigo a consecuencia de tener algunos paisanos suyos embullados para
ir a Cuba. además hoy se ha sabido por cartas que Bembeta[2] está
en Nueva York. Lo dudo; sin embargo quizás pueda ser cierto.
Al
día siguiente el General sabe de varios dominicanos que desean enrolarse en la
expedición e ir a Cuba y además un granadino (y a lo que se refiere es a un
colombiano). El martes lo pasan buscando un peón que le sirva de guía en su
imprescindible viaje al campo, pero no lo encuentran. En vista de que no tiene
otra cosa más importante que hacer, escribe una carta al cubano Francisco Bravo
que estaba en dominicana:
“Mi
muy estimado amigo. He recibido con el mayor placer su muy apreciable carta
fecha 8 de este, alegrándome sobre manera de las noticias que de Cuba me da.
Estoy seguro que con un poco de suerte haremos este año mucho más que lo hecho
desde que estalló la revolución[3] como
usted dice.
“Creo
como usted que la expedición[4] que
dejo Codina en la costa de Cuba seguramente está en poder de los patriotas pues
de otro modo tuviéramos noticias contrarias.
“Yo
he hecho y estoy haciendo todo cuanto esté de mi parte por ir oportunamente a
Cuba y hasta mi llegada a este puerto no he tenido dudas de estar en aquella
muy pronto; pero hoy después que me he visto con varios y tratado de organizar
alguna fuerza, veo con disgusto que aquí no reuniré los hombres que usted y yo
nos figuramos[5]. Sin embargo, como que
algunos se pueden hacer venir de los Estados Unidos, creo que si usted en esa
trabaja algo y reunimos siquiera cincuenta, más otros tantos que quizás aquí se
consigan siempre haremos un número de
doscientos para la defensa y salvación de lo que yo debo llevar[6].
“Espero
que sin perdida de tiempo me diga usted si se podrán sacar de ahí los cincuenta
hombres que necesito y cuantos más o menos costara su enganche”[7].
EL
jueves 22 de junio el General y el representante en Haití salieron para Gurice,
que es un lugar de Haití. Dice el General en el diario que llegaron a las siete
de la noche y que no encontraron allí al general que buscaban porque se hallaba
en el campo.
Viernes 23 de junio de 1871.
Hoy
no ha venido el general que es quien debe enseñarme el terreno que se debe
escoger para la siembra de tabacos[8] y
para hacer venir de Nueva York los
efectos y expedicionarios para Cuba.
Al
siguiente día a las 9 llegó el general. Apenas hubieron almorzado Peralta hizo
que salieran a ver el punto indicado. Lo hicieron y a las doce ya estaban de
regreso.
“El
sitio es a propósito pero pide el dueño (el general) de renta por más o menos
una caballería, con una mala casa y algunas matas de plátanos y boniatos,
ciento sesenta pesos al año. Quedamos en que él pasase a Puerto Príncipe. Una
vez que venga y si hay dinero, entonces podremos hacer el contrato, sobre todo
porque aunque un poco caro, el sitio es ventajoso para lo que se quiere”.
Al
día siguiente el arrendador va adonde Peralta y conversan. Al cubano le gustó
el lugar porque hay mucha facilidad de conseguir víveres y aunque no hay buena
casa se pueden hacer ranchos para que vivan los expedicionarios, sin que
importe que sean ranchos porque se supone que los hombres estén ahí poco
tiempo. El problema es el precio del alquiler.
Dice
Peralta que acordaron ver en Puerto Príncipe a un diputado[9] para
ver si se consigue el terreno sin que cueste nada, y que en caso de no
conseguirlo así se haga el acuerdo pero tratando que resulte más económico.
Los
dos días siguientes nada pudieron hacer. Miércoles 28 dice Peralta que ha
llegado una Goleta procedente de los Estados Unidos y en ella se transportaron los
efectos que se necesitaban para la reparación del Hornet, también llegaron dos
maquinistas, Nicolás Espin y Silva, un carpintero y un practicante, que se
encargaran del barco.
El
jueves escribe el General a Aldama:
Al
Agente de la Republica de Cuba en los Estados Unidos de América.
“Creo
que tendrá usted en su poder la mía con fecha 7 de éste, en la que le decía que
por el City le informamos el señor Fernández y yo sobre el plan combinado para llevar
a cabo la empresa que a ésta me ha traído. Hoy después de haber trabajado mucho
en obsequio de la organización, nada absolutamente hemos podido hacer a consecuencia del estado
en que se halla la revolución en Santo Domingo; agregándose a éste las
instrucciones que de usted tengo y en las cuales determinantemente se me marca
que no debo originar gastos de ninguna clase, sin embargo, creo que según usted
reciba ésta y se nos faculte o facilite recursos para hacer esos gastos
necesarios, entonces podremos organizar lo que es nuestra misión. Por otra
parte es necesario que la organización que usted preside consiga en los Estados
Unidos cincuenta o más hombres. Los efectos y expedicionarios que deben venir
de allá pueden enviarlos al pueblo de Miragoanes para que de allí vayan luego
al embarcadero o puerto cerrado de Gran Goave, lugar donde se halla una pequeña
finca que para el efecto hemos escogido, según instrucción suya. Espero que se
nos de aviso de la salida de dichos expedicionarios.
“Bien
me parece el que se haga venir de los Estados Unidos a todos los expedicionarios
que sea posible puesto que por acá en Haití se nos presentan dificultades para
hacer el numero que necesitamos. Por informes que recibo de Jamaica me figuro
que allá nada más podremos reunir cincuenta hombres, mas o menos, inclusive
diez o doce cubanos; espero que usted me diga si debemos o no aprovechar esto.
El enganche según me han dicho no excederá de diez pesos por individuo.
“Antes
de ayer han llegado a ésta los tubos y demás efectos que para el Hornet, todo
sin novedad.
“Para
las diligencia que he tenido que hacer aquí y para venir de Sant Thomas a ésta se
han hecho algunos gastos de poca consideración y la cuenta le será presentada
al señor Cisneros según nos veamos. Estos gastos han sido indispensables y de poca necesidad.
Sin más, espero que disponga como guste de su afectísimo servidor.
Peralta”.
Junto
a la carta para Aldama incluyó el General otra para Francisco Javier Cisneros:
“Estimado
amigo:
“El
estado en que se halla la revolución de Santo Domingo dificulta sobre manera la
organización de los hombres que necesitamos; estas circunstancias exige que
usted, poniendo en juego todo el valor de su influencia para con el señor
Aldama así como para todos los cubanos, trabaje para hacer venir de Estados
Unidos a todos los que estén dispuestos a ir a Cuba, este será uno de los
grandes servicios que usted prestará a la causa de nuestra querida patria y de
la cual le estaré eternamente agradecido.
“Sin
otra cosa de particular, consérvese usted bueno y disponga como guste de su
invariable amigo que lo aprecia.
Peralta”.
El
sábado 1ro de Julio el General Peralta y el representante de Cuba en Haití
acordaron que el segundo saliera urgentemente para los Estados Unidos a
entrevistarse personalmente con el Sr. Aldama. Y en la preparación del viaje
estaban cuando al día siguiente ocurre una situación difícil, el primer
maquinista del Hornet, el cubano Joaquín Aguiar, renunció. Dice Peralta en el
diario que ha procurado él evitar que los abandone y que cree poder
conseguirlo.
Jueves 3 de julio de 1871.
Hoy
he hablado con José Ignacio Mora, jefe que ha sido de la revolución de Santo Domingo, y ha quedado de ir a ver un
número de hombres para ir a Cuba, trayéndome un presupuesto de lo que cuestan
aquellos para su enganche. Debe contestar dentro de doce días.
Sábado 5 de julio de 1871.
Hoy
le escribo a un cubano que está en el vapor español “Pizarro” como sargento,
para que salga del vapor en caso de que esté dispuesto a prestar sus servicios
en Cuba, según el mismo me había ofrecido en días pasados.
El
buque de guerra español Pizarro permanecía en Puerto Príncipe en espera que el
Hornet abandonará las aguas jurisdiccionales de Haití para apresarlo.
El
7 de julio escribió Peralta a Aldama nuevamente:
“Hoy
mismo he visto al capitán del vapor Hornet. Este me ha asegurado que el vapor
estará listo para salir dentro de quince o veinte días, siempre que para ello
se le de la orden. Yo creo que con orden o sin ella estará listo, pues he visto
los trabajos y según van, antes del tiempo que el capitán me ha fijado creo se
concluirán, de modo que si sucede esto veo con disgusto que nuestra salida no
podrá suceder a consecuencia de no estar la expedición del todo lista.
“El
barco necesitaba de hombres que trabajen para concluir las reparaciones que
usted sabe se le están haciendo, los tubos que vinieron de Estados Unidos ya
todos están colocados; creo que si los demás llegan pronto y con ello algunos
operarios, el trabajo que falta será por lo menos de un mes, todo cuanto le
digo para su inteligencia y que active cuanto esté de su parte. A primera
oportunidad le diré lo que tenga hecho aquí. Mientras tanto mis afectos a los
amigos y usted disponga como guste de Siempre Amigo.
Peralta”.
Desesperado
porque busca hombres que vengan a Cuba con él en el Hornet, sin conseguirlo, el
General Peralta vuelve a escribirle a Francisco Javier Cisneros el mismo día de
la carta anterior: “Con disgusto veo que el Hornet estará listo antes que la
expedición que debe llevar a Cuba. Todo esto sucede, en mi concepto a
consecuencia de las instrucciones que se me han dado; pues aunque bien es
verdad que hay dificultad para conseguir lo hombres, es más cierto aun que la
falta de recursos dificulta toda clase de negocio y esto lo comprende usted
perfectamente.
“Yo
espero en obsequio de la pronta ida a Cuba, haga usted todo cuando esté a su
alcance para ver si logramos estar allá a mediados de agosto”.
El
miércoles 12 de julio el general Peralta cita a junta a todos los principales
patriotas cubanos que viven en Haití para, dice en la citación, tratar asuntos
de suma importancia para el futuro de la patria.
Cuando
al fin se reúnen el General avisa que desde su salida de Nueva York tenía entre
sus hombres a un espía al servicio de España. Así fue como ocurrió: Ya en el
barco que lo traería de Nueva York a Haití al General se le acercó el escritor
Cirilo Villaverde para pedirle que trajera con él a un cubano y que no se
preocupara por el dinero del pasaje porque aquel lo tenía; sin embargo cuando
fueron a pagar este individuo nada más tenía una parte de lo que costaba el
viaje, pero Peralta dio el dinero que le faltaba. Y ahora al General le
avisaban desde los Estados Unidos que el individuo era un espía.
En
el acta que se levantó el día de la reunión en la que se trató el asunto dice:
“(…)
que manifestó el General Peralta que los había invitado con el objeto de
acordar lo que debía hacerse con Manuel Beraza (que así se llamaba el espía), a
quien el Agente General de la República de Cuba en los Estados Unidos, Miguel
Aldama, lo denunciaba como espía del gobierno español.
“Dijo
el General a los reunidos, además, que atendiendo a que el asunto es grave y a
que no era prudente proceder si no lo más acertado posible, había escrito al
señor Aldama para que por la vía más pronta y de una manera exacta le
proporcione datos por los cuales se pueda resolver con la justicia que el caso
amerita. Pero, dice, que como el señor Aldama no mandó las noticias que le
pedían y sí una carta perentoria en la que le dice a Peralta que se deshaga de
Beraza con suma habilidad. Pero, dice el General que ese señor ha trabajado
mucho a favor de la expedición y que no quiere él ser injusto y por eso es que
ha citado a los señores para que estos, con su buen criterio le aconsejen lo
que debe hacerse. Pero antes, dice a los reunidos, debo advertirles que le he
manifestado al señor Aldama que el señor Berraza ha estado separado de todo
conocimiento de nuestros asuntos y vigilado para de este modo evitar resultados
funestos, y que tampoco tengo prejuicio de cumplir exactamente la orden del
señor Aldama si fuese necesario.
“Tomó
la palabra el Sr, Fernández y dijo no tener objeción alguna en hacer lo que
proponía el General Julio Grave de Peralta, pero que era impolítico el
desprenderse violentamente de dicho individuo, a quien, como manifestó el General,
debe vigilarse estrictamente; pero que él, como capitán Hornet, había empleado
provisionalmente al señor Beraza antes de tener conocimiento de la acusación
formulada por el Agente General, y por lo tanto se reserva el capitán el derecho
de separar a Beraza de dicho buque cuando lo juzgue oportuno.
El
acuerdo definitivo al que llegaron fue que vigilarían al espía y por ahora no
se desharían de él.
Miércoles 19 de julio de 1871.
Ese
día llegaron a Haití doce expedicionarios enviados por el Comité Revolucionario
de Jamaica para sumarse a la que será expedición del Hornet.
Al
siguiente día Peralta escribe al representante de Cuba en Haití:
“Distinguido
conciudadano:
“Ayer
han llegado a este puerto doce expedicionarios que el Comité revolucionario de
Jamaica ha creído conveniente enviar para el número de la expedición que debe
llevar a Cuba el que suscribe y como para la estancia de estos individuos aquí
durante el tiempo que sea necesario se hace indispensable hacer gastos, los
cuales no puedo sufragar por carecer de recursos, espero que usted como agente
de nuestro gobierno en esta tenga la bondad de facilitarme lo que fuere preciso
a condición de que después de dar cuenta al Agente General de Cuba en Nueva
York, ciudadano Miguel de Aldama, se le haga a usted el abono de la cantidad
que haya gastado”.
Otro
conflicto que se le presenta a Peralta es que los hombres que ya estaban en
Haití esperando que el barco esté listo y que lleguen las armas y municiones para
trasladarlas a Cuba, quería ir de paseo a la capital de Haití, lo que ponía en
peligro la expedición. Estos hombres paseando en masa, llamarían la atención de
la inteligencia española en Haití, por lo que el General se comunica con el
capitán del barco al que le pide que ponga mano dura y no deje que ninguno
salga de la finca donde viven a la espera de salir al mar.
-----
Transcurre
casi todo el mes de julio. Por más que el General y sus colaboradores en Haití
y Jamaica laboran incansablemente, el Hornet aún no queda listo y las armas y
municiones no llegan, además de que todavía no está completa la nómina de
hombres que necesitan.
Carta
a Miguel de Aldama:
Día
28 de julio de 1871.
Al
Agente General de la República de Cuba.
Distinguido
conciudadano: El comité de Kingston deseosos de ayudarme en la empresa que
usted conoce, han creído conveniente que los hombres que allí estaban esperando
mis ordenes para venir a reunirse a este puerto, deben venir ahora, creyendo
que la demora de éstos allá podía originar su dispersión. Pero no tengo recursos
para atender sus necesidades, y ya los tengo aquí. Yo he creído este paso
precipitado, pues para ello debieron darme aviso a fin de evitar la publicidad
de su llegada. Debo advertirle que entre estos expedicionarios han venido dos
que me acompañaron de Cuba a Jamaica siendo uno de ellos Comandante y otro que ayudó a llevar la
expedición de Codina y que regresó con una comisión del gobierno, los cuales
tenían hechos algunos gastos que están incluidos en los trescientos pesos que
necesito.
“Deseo
mucho que Francisco Javier Cisneros pase a ésta donde se hace necesario
sobremanera, para emprender trabajos que hacen falta y que por carecer de
recursos no están hechos.
“Ya
el día 23 pasado hizo dos meses que salí de esa. Crea usted Aldama que si no
estuviera tan satisfecho de su patriotismo y honradez, creería que al
disponerse que saliera de esa para ésta se hizo con la idea de deshacerse de
mi; pues ni aun siquiera se pensó en que para mi permanencia aquí se necesitaba
de recursos; a no ser que me considerasen con fondos suficientes, sin que
tuvieran fundamento alguno para creerlo así. La impaciencia y el deseo de
cumplir con mi deber es lo que me hace expresarme en estos términos pero crea
usted firmemente que siempre estoy más dispuesto a prestar mis servicios sin
sacrificio alguno me lo impida: así quede satisfecho de que no le culpo
absolutamente en nada y que es usted siempre el patriota y distinguido
sirviente de nuestra querida Cuba, que ocupa un lugar de gratitud en mi
corazón.
“La
prolongación de la permanencia mía en este lugar, de la manera que le tengo ya
dicho, compromete el buen éxito de la pequeña organización de hombres que
tenemos, pues hasta cierto punto pueden dudar los individuos que esperan por
nuestro aviso y marcharse. Si perdemos estos hombres no se yo cómo conseguir
otros. Y con especto al individuo que vigilamos, nada absolutamente hemos
podido notar que nos haga dudar de su buena fe, sin embargo yo siempre
dispuesto a cumplir exactamente su indicación y puede usted estar seguro de que
no nos hará daño alguno, pues para ello tengo tomadas todas las medidas
convenientes”.
A
la espera de comunicación desde Nueva York queda el General Peralta en Haití
pero nada nuevo ocurre durante los siguientes quince días.
10 de agosto de 1871.
“Se
ha dado un incidente en el campamento. He encontrado ayer en esta ciudad a Juan
Ortiz y a Pedro Blanco, buscando a Vicente Julio con el objeto de tener un
desafío el segundo con el último; les
reprendí encargándoles que no volvieran a pretender tal cosa y que se retirasen
del campamento. Esto fue causa para que los dos primeros escandalizasen en el
cuartel con palabras de amenazas manifestando que no tenían que estar sometidos
a orden absolutamente de nadie. Lo que hicieron y dijeron en el campamento me
lo hizo saber por un parte el Comandante Jesús de Feria jefe de aquel
campamento.
“En
vista de lo ocurrido pasé a dicho cuartel y amonesté a los susodichos dos
ciudadanos habiéndome manifestado Blanco que él no había querido faltar en nada
y que por consiguiente esperaba ser dispensado, sucediendo todo lo contrario de
parte de Ortiz el cual me manifestó terminantemente y delante de todos los
presentes, que no pensaba seguir a mis órdenes por lo tanto era por gusto que
diera orden alguna relativa a él; todo esto fue a consecuencia de haber
dispuesto pasase al Hornet en calidad de arresto para castigar de algún modo la
insubordinación que había demostrado y evitar con ello otros resultados mas
funestos.
“Lo
siguiente es lo que he ordenado al jefe del Campamento, Comandante Jesús de
Feria: Haga usted que se le de exacto cumplimiento a mi orden de que el
ciudadano Juan Ortiz sea encerrado en el Hornet sin que haya excusa alguna para
que esta disposición sea incumplida. Y de no aceptar el ciudadano Ortiz mi
disposición éste será inmediatamente separado del grupo de hombres debiendo
procederse a formarle una sumaria por insubordinación y para cuyo expediente
comisionará usted al C. Lacret, dándome cuenta del resultado. Firmando. General
Peralta”.
El
lunes 28 de agosto hacía tres meses de la llegada de Peralta a Haití y nada de
lo prometido por Aldama se había cumplido. Todo hacía indicar que era en balde el
trabajo que el general y sus cercanos colaboradores siguieran emprendiendo; por
tal motivo Peralta tomó la decisión de partir de inmediato hacia Nueva York:
era preciso reunirse con Aldama y dejar en claro la situación.
Carta
del General Peralta a su ayudante el Comandante Jesús de Feria, quien deberá
quedar en Haití mientras él estuviera de viaje por Nueva York.
Al
C. Comandante Jesús de Feria.
“Distinguido
comandante:
La
buena marcha de mi empresa me ha obligado a salir de este país por algún tiempo.
Al separarme por breve tiempo de usted lo hago confiado en el patriotismo de
todos. Espero que a mi regreso no haya novedad entre los bueno hermanos y
compatriotas que en tan buena armonía dejo en ese campamento. Tenga usted la
bondad de manifestar a todos esta decisión y decirles que pronto me reuniré a
ustedes para llevarlos a nuestra querida Cuba; tratando de guiarlos por la
senda del honor. Las noticias que últimamente hemos recibido de Cuba son todas
de triunfo, por lo que deberá en nosotros crecer el deseo de auxiliar a
nuestros valientes hermanos que allí sostienen nuestra independencia. Mientras
regrese reciba usted Comandante la mayor consideración de su buen amigo y
compañero
Peralta.
Patria
y Libertad”.
En
el diario ese mismo día anotó el general: “Salí de Port au Prince el día 1 de
septiembre y he llegado hoy a Kingston, capital de Jamaica. Después de una larga
conferencia con el Agente de Cuba en ésta he resuelto de conformidad con aquel,
comunicarme con la agencia general y otros residentes en la ciudad de Nueva
York.
En
Kingston alcanza al General una carta de José Maria Izaguirre, quien era Diputado
de la República de Cuba en Armas y quien había salido de Cuba con él, ambos comisionados
en llevar la expedición a Cuba. (Izaguirre estaba en los Estados Unidos
reuniendo fondos para Cuba). Ese mismo día la responde:
“A
José María Izaguirre en N. York.
“Mi
muy estimado amigo:
“En
momento en que estaba resuelto a salir para los Estados Unidos, impaciente de
tanto esperar recibí la tuya por la que he tenido el disgusto de ver que los
recursos que teníamos reunidos para llevar a cabo nuestra expedición han sido invertidos
en gastos generales de esa agencia. No me he disgustado porque se halla gastado
el dinero, pues se ha hecho en bien de Cuba, pero sí porque con ello se hace
mas largo el tiempo para mi pronta ida a Cuba; sin embargo yo espero que tú,
como me dices en la tuya, actives cuanto esté a tu alcance a fin de que esa Agencia
disponga lo necesario para que se lleve a cabo con la mayor premura la empresa
que hemos comenzado usted y yo.
“Creo
que habrás informado a los señores Carlos Manuel de Céspedes y Francisco
Vicente Aguilera de todos nuestros trabajos y por esta razón, al dirigirme a
ellos, no soy muy extenso en mis explicaciones.
“En
Haití no se puede hacer una organización grande, pero facilitándoseme los
recursos necesarios, creo que inclusive entre los cubanos que hay dispuestos a
ir a Cuba, se pueden reunir cien hombres por lo menos. Esto creo haberlo
manifestado al Agente General señor Aldama de quien no he recibido aun
contestación. La tardanza en nuestra expedición puede proporcionarnos disgustos
de consideración, puesto que cada día se hacen más públicos nuestros trabajos.
En este concepto no dudo que usted a vuelta de vapor me diga que su actividad
ha logrado que se me despache de seguida enviándome los recursos para emprender
los trabajos que usted conoce deben hacerse. Solo espero su contestación para
determinar mi salida para Estados Unidos si así se cree conveniente. Y mientras
tanto quedo de usted su más afabilísimo amigo y compatriota que de veras lo
aprecia.
“Peralta.
“Patria
y Libertad”.
Estaba
el General a la espera cuando le llega la noticia que Miguel de Aldama había
sido relevado de su cargo al frente de la Agencia General. Para que se pusiera
en su lugar había viajado desde los campos de Cuba en armas el vicepresidente
de la República, General Francisco Vicente Aguilera. Pero poco fue lo que pudo
hacer el notable patricio bayamés[10]. A
él también le hizo la contra el General Quesada.
[1] Era un vapor que
hacia viajes regulares entre Haití y Nueva York
[2] Bembeta: General de
Brigada Bernabé Varona Borrero. Nació en
Camagüey el 23 de noviembre de 1845. Se alzo en armas en 1868. Tomó
parte en numerosas acciones militares en Camagüey y Las Villas. Partió hacia el
extranjero enviado por el gobierno cubano para traer una expedición. Retornaba
en la tercera expedición del buque Virginius cuando el barco fue capturado en
alta mar. Conducido a Santiago de Cuba, el General Bembeta fue condenado a
muerte y ejecutado el 4 de noviembre de 1873.
[3] Se refiere a la
revolución que había estallado poco antes en dominicana.
[4] El coronel de la
insurrección cubana Manuel Codina, con el apoyo del gobierno de Haití, organizó
una pequeña expedición que desembarcó en las costas cubanas y que quedó en
poder de los insurrectos.
[5] Sobre la cantidad de
hombres que debían llevar las expediciones nos comentó el historiador José
Abreu Cardet: Era ese un asunto bastante discutido por la emigración. Sin bien
las primera expediciones llevaban una cifras muy desproporcionada entre los
equipos y los hombres, con el control
que tenían los españoles del terreno adonde iban a producirse los desembarcos,
cada vez se hizo mas necesario conducir un numero mayor de expedicionarios
para proteger los materiales de guerra
que se transportaban e iniciar su traslado; el mismo Presidente Céspedes en su
correspondencia aconsejaba esto. Por otro lado, muchos de los expedicionarios,
entre los que se incluyen a una gran cantidad de extranjeros, hacían la
travesía cobrando altas sumas y aún así llegaban hasta las costas, ayudaban en
el desembarco y retornaban en el barco.
[6] Aunque nunca
sobraban los soldados en los campos de Cuba, el interés de llevar hombres en
las expediciones era para lo que dijo el General en su carta: para la defensa y
salvación de lo que yo debo llevar.
[7] Enganche: salario
que había que pagarle a los que llevaban la expedición hasta las costas
cubanas.
[8] Obviamente no iban a
sembrar tabacos, sino que eran esos los hombres que iban a transportar la
expedición, pero, para evitar a la inteligencia española, se decía que a
sembrar tabacos era a lo que se iban a dedicar.
[9] Significa eso que hacía
contacto con políticos haitianos amigos del movimiento independentista cubano
para que lo ayudaran. Y podía ser así en Haití y no en otros lugares, porque el
gobierno de ese país se había mostrado favorable a la independencia de Cuba.
[10] Francisco Vicente
Aguilera, quien había sido el iniciador de la conspiración cubana que estalló
en octubre de 1868, puso el ya muy poco dinero personal que le quedaba de la
que había sido su fortuna, las más grande del oriente del país antes de la
guerra. Sin embargo casi todo fue en vano. Falleció en el extranjero.
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