Organización de la investigación
Organización
y colecta de la información.
Incluyó
la revisión de materiales publicados e inéditos sobre el cementerio, así como
la recuperación de fotografías, hasta ahora desconocidas, y dibujos y planos de
los entierros excavados entre 1986 y 1988.
Además,
se hicieron entrevistas a los participantes en las excavaciones y a los vecinos
del lugar para conocer otros aspectos puntuales no documentados, sobre todo,
cómo se desarrollaron las excavaciones, la ubicación de los restos en el sitio
y las peculiaridades de los contextos
encontrados.
Nuevos
estudios de los restos humanos.
Se
trata de un amplio grupo de acciones desarrolladas en colaboración con el Grupo
de Estudios del Caribe de la
Universidad de Leiden, bajo la dirección de la Dra.
Corinne L. Hofman.
El núcleo principal de los datos que se presentaran a continuación proviene,
esencialmente, de un estudio realizados a la colección de restos humanos de El
Chorro de Maíta depositada en los fondos del Departamento Centro Oriental de Arqueología,
en Holguín, Cuba, por la Dra. Darlene Weston en el año 2010, con la ayuda de
los estudiantes de maestría de la Universidad de Leiden, Ewoud Benjamin van Meel y
Liliane de Veth.
Consistió
ese dicho (y muy valioso) estudio en: la revisión de la cantidad de individuos
inhumados para establecer una nueva clasificación de edad y sexo, (utilizada en
el resto de las investigaciones). Asimismo los expertos aportaron una
valoración sobre la preservación e integridad de los restos, patologías,
modificación craneana artificial, demografía y filiación ancestral
de
los individuos, entre otros aspectos. Y un registro fotográfico completo de los
restos.
Es
necesario que se anote que algunos aspectos de la determinación de patologías
se vieron afectados por dificultades para observar ciertos huesos, por la
presencia de una capa de material consolidante colocada al momento de su
extracción.
Los
datos de patologías y estatura no están disponibles pero Weston considera
(comunicación personal 2010), como Rodríguez Arce que en vida tenían, de forma
general, un buen estado de salud, sin indicios claros de traumatismo severos o
muerte violenta.
La
presencia de modificaciones craneanas fue analizada además, de modo
independiente, por la investigadora doctoral de la Universidad
de Leiden, Anne van Duijvenbode
(2010), quien se basó en un análisis visual y en el uso de la función
discriminante desarrollada por Clark et al. (2007). La evaluación presentada
aquí, realizada por Valcárcel Rojas
en colaboración con el investigador del CISAT, Alejandro Fernández Velázquez, parte de una revisión visual y toma
en cuenta los resultados de los estudios de Weston y Anne van Duijvenbode. A
dicha evaluación se incorporan resultados de un análisis antropológico dental ejecutado
por la investigadora doctoral de la Universidad de Leiden, Holanda, Hayley L. Mickleburgh (2010). Este
incluyó el estudio de desgastes, patologías y modificaciones no masticatorias,
entre otros detalles. Por último Jason
Laffoon, también investigador doctoral de la Universidad
de Leiden, Holanda, valoró el origen territorial de los individuos a partir
de análisis de isótopos de estroncio (Laffoon et al. 2010; Valcárcel Rojas et
al. 2011) y, en menor medida, de isótopos de carbono y oxígeno (Laffoon et al.
2012).
Establecimiento de la cronología de los entierros.
Se
consiguió mediante fechados radiocarbónicos y métodos no absolutos, y permitió
el desarrollo de estimados sobre la formación y uso del cementerio. La
valoración y calibración de las fechas fue ejecutada por la Dra.
Alex Bayliss
(Coordinadora del equipo de datación científica de English Heritage, Inglaterra)
con la colaboración de Valcárcel Rojas
y otros (Bayliss et al. 2012). En este capítulo sólo se trata el conjunto de
dataciones radiocarbónicas.
Al
referir la posición de los restos (en dependencia de ella, o sea, boca arriba
extendido, de costado con las piernas flexadas, etc), se llega a criterios
cronológicos y se usan los términos pre y poscontacto, lo que indica que al momento
en que se realizan estas inhumaciones en particular, el lugar y los individuos
habían comenzado a interactuar o no con los europeos o con su materialidad, de
modo directo o indirecto.
Datación radiocarbónica
En
el año 2000 pudieron ser fechadas en los laboratorios Beta Analitic, por Carbono
14, muestras de hueso del esqueleto No. 25 y del No. 39. Años después un
proyecto de fechamiento diseñado por Alex
Bayliss con la colaboración de Valcárcel
Rojas y Rehren (2005) permitió
la datación por AMS, en Oxford Radiocarbon Accelerator Unit, Inglaterra, de
seis muestras de los individuos No. 58A, 57A y 45. En este caso no sólo se
fecharon huesos de dos de los individuos inhumados (No. 58A y 45), sino que
también se logró datar material relacionado con el No. 57A (fragmento de tela y
cuenta de coral) y el No. 58A (cuenta de resina y cuenta de coral). (Precisamente
fueron esas las muestras de material orgánico de modo intencional en los
esqueletos, porque son las únicas que por su cantidad o dimensiones podía ser usado para
datación).
Entre
el 2008 y el 2011 fueron datadas por AMS en Rijksuniversiteit Groningen,
Holanda, Trondheim Radiocarbon Dating Laboratory, Noruega, y Beta
Analitic, EUA catorce muestras de huesos y dos de dientes, pertenecientes a
13 individuos (No. 22, 41, 72B, 78, 74, 76, 84, 99, 89, 50, 57, 64 y 79) (esas
dataciones se pudieron hacer gracias al apoyo de Vernon J. Knight, de la Universidad de Alabama, Corinne L. Hofman, Universidad de Leiden, y Maja
Bauge, Fundación Kon Tiki).
Estas
22 fechas, provenientes de muestras de 17 esqueletos, fueron calibradas
tentativamente por Bayliss y colaboradores (2012) con un rango de 95 % de probabilidad.
Resultados:
(Se sabe que en dependencia de la dieta consumida
por los individuos así será la datación, por lo tanto las fechas y
calibraciones deben manejarse con cuidado y no considerarlas definitivas)
Los
fechados informan de dos de los individuos, los No. 22 y 25 que supuestamente vivieron
en un momento muy anterior a la llegada de Cristóbal Colón a América; (sin
embargo los expertos no creen mucho en esa información a la que consideran “inconsistencias
explicables por la dieta que en vida consumieron esos dichos individuos”).
Los
otros, siguen diciendo los fechados, algunos vivieron antes de la llegada de Colón
pero no en periodos muy anteriores (Siglo XV) y otros vivieron después de la
llegada de Colón y hasta mediados del siglo XVII.
El
individuo No. 64 es una excepción, según el fechado que tiene una probabilidad
de 81 % de credibilidad, este debió vivir entre los siglos XVII al XIX.
La
calibración de las fechas obtenidas determinó que el individuo más antiguo del
cementerio es el No. 22 y el menos antiguo el No. 64 (probablemente esos fueron
el primer y ultimo enterramiento)
El
entierro No. 22 es el de un individuo juvenil masculino de entre 16 y 18 años,
nacido en el territorio, del que solamente se encontró el cráneo (cráneo
aparecido cerca de los rasgos de un individuo masculino blanco).
Un
nuevo análisis de ese dicho cráneo sugiere que se trata de una persona de origen
mestizo, con ancestros blancos e indígenas. Los datos determinan que ese
individuo fue enterrado entre 1380–1455. ¿Un mestizo de blanco e india muerto y
enterrado antes de la llegada de los colonizadores hispanos? Asumiendo de modo
conservador su nacimiento un año después la de presencia hispana en la Isla, y toda vez el cadáver
fue inhumado cuando el individuo tenía entre 16 y 18 años, entonces la fecha de
enterramiento debió ser entre 1527 y 1529 y no en la fecha que determina el estudio.
(El cráneo, encontrado a solo 39 cm de profundidad tiene rasgos de que el
esqueleto fue movido del lugar que ocupaba para enterrar a otro difunto en su
lugar. Al hacer ese movimiento, parece que el cráneo se desprendió y los
enterraron por separado. Al ser encontrado el cráneo estaba boca abajo)
Asimismo los expertos han llegado a la conclusión de que este individuo debió
tener en vida insuficiencias alimentarias lo que demuestra que a pesar de ser
hijo de europeo, padeció condiciones de vida similares o quizás peores a las de
los indígenas, (probablemente eso es lo que da una datación tan temprana sin
que sea cierto en la realidad).
Entierro No. 22.
Según especialistas participantes en la
excavación el cráneo “ se encontraba con la cara orientada hacia abajo,
descansando en la región facial, con una ligera inclinación hacia la porción
derecha. La mandíbula encontrada a 20 cm al oeste estaba fragmentada en tres
partes. Hacia la parte oeste a unos 3 cm de distancia y a la misma
profundidad del cráneo perteneciente al entierro No. 22 se hallaron 3
metatarsianos y una tibia derecha correspondiente a un niño, posiblemente del
entierro 13. Al este, a solo 4 cm pero en un nivel inferior a 53 cm de
profundidad, se exhumó el cráneo de un esqueleto adulto femenino, No. 19.
Asimismo se halló una mano de otro individuo, al que le llamaron 19A, casi
tocando el cráneo del No. 22. ” (Rivero de la Calle et al. 1989)”.
|
Por
otra parte, los estudios hechos sobre huesos del Entierro No. 64 (encontrado
fuera del área principal de enterramientos), determinaron que esos tienen una
antigüedad de 270±40, lo que lo ubican en un periodo entre 1640–1895
Ornamentos del individuo No. 64. Collar de cuentas de cuarcita que se encontró cerca del antebrazo derecho del esqueleto. El Chorro de Maíta. |
Conclusión:
Hasta
hoy se considera que el cementerio comenzó a usarse en algún momento ubicado
entre los años 1430-1560 (95% de probabilidad) y dejó de usarse entre 1675-1795
(95% de probabilidad).
Por
el momento es imposible conseguir mayor exactitud a partir de las dataciones,
pero estos márgenes tentativos resultan coherentes, en un sentido general, con
otras informaciones del contexto arqueológico.
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