Los
nuevos estudios que se hicieron sobre los restos humanos encontrados en el
cementerio de El Chorro de Maíta identificaron 133 individuos, que es una cifra
muy superior a la que hasta ese momento se estimaba (108), con ligero
predominio de adultos femeninos. Asimismo esos estudios reajustaron muchos de
los datos iniciales de tipo biológico.
Por
otro lado, estableció una diversidad étnica que tampoco fue claramente
percibida durante los primeros estudios: indígenas, un africano, mestizos de
blanco e indígena, y de blanco y africano. A tal conclusión sobre la diversidad
étnica se llegó, entre otras vías, por la observación de aspectos osteométricos
(estudio de los cráneos), y otros marcadores bioculturales como las
modificaciones dentales.
Especialmente
útil fueron los estudios de isótopos de estroncio, carbono y oxígeno para
determinar el origen local y no local de los esqueletos. (En un caso se
determinó que uno de los enterrados en el cementerio debió nacer en alguno de
los puntos mesoamericanos del planeta y que uno de los individuos con claras
evidencias de ser extranjero, tuvo origen en África).
Un
amplio grupo de dataciones radiocarbónicas aportan un marco temporal de uso del
cementerio. Y aunque sus limites son difíciles de establecer, se cree que este
comenzó a usarse en algún momento de mediados del siglo XV (Después de Cristo),
y hasta la segunda mitad del siglo XVI o inicios, e incluso finales, del XVII (entre
los 1430-1560 y hasta 1675-1795).
Es
verdad que algunas pocas calibraciones (datación radiocarbónica), sugieren algunos
entierros en fechas muy anteriores a la llegada de Colón, pero se trata,
mayormente, de inconsistencias explicables desde aspectos dietarios. Sólo una calibración
individual ofrecerá un esquema cronológico más preciso; pero antes que esa se
pueda hacer, se puede llegar a ciertas conclusiones considerando detalles del
material que se encontró al lado de los entierros.
Las
observaciones tafonómicas distinguen diversas prácticas mortuorias indígenas,
muchas no percibidas durante la excavación y registro de entierros, como la
disposición secundaria o la manipulación post mórtem de restos, particularmente
el cráneo (Se cree que algunos cráneos fueron desenterrados en fechas
posteriores al enterramiento y ubicados en áreas específicas del cementerio).
También descubren casos de enterramiento de individuos vestidos o,
posiblemente, en ataúdes. Así, igual, esas observaciones ayudaron a percibir
algunas varias inhumaciones que se hicieron de forma muy rápida, debido,
quizás, a una alta mortalidad. Otras se hicieron con espacios de tiempo entre
ellas.
Por
su composición multiétnica, cronología, y variaciones en esquemas identitarios
indígenas, entre esas últimas la modificación craneana, se comprobó que en el
proceso de estructuración del cementerio influyó el fuerte impacto sufrido por la
población local al interactuar o convivir con los europeos. Lo anterior se
comprueba, además, al estudiar los espacios domésticos dispuestos alrededor
del Área de entierros.
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