Por: José Abreu Cardet
Entrevista a Hiram Pérez Concepción (Mir, 12 de septiembre de 1945). Profesor, museólogo, funcionario político y sobre todo
historiador, defensor y promotor incansable de la cultura y el patrimonio
holguinero. Actualmente dirige la Oficina de Monumentos y preside la Comisión
Provincial de Monumentos y la Unión de Historiadores en la provincia de
Holguín.
-¿Cómo
se inicia su interés por la arqueología?
Siendo
profesor de Historia en la secundaria básica José Martí de Holguín durante los
años 1968–1969, me empezó a interesar más el tema de la investigación histórica
y arqueológica. Ese interés me lo provocaron mis lecturas y el vínculo con
otros compañeros. Pero estoy seguro que ese interés no comenzó de momento
después de hacerme profesor sino que es algo que venía de antes, de mi niñez y
de la influencia de mi familia, sobre todo de mi padre, que siendo un sencillo
embarcador de plátanos en el ferrocarril de Mir, sin grado académico ninguno,
leía mucho y nos hablaba de la historia, sobre todo de personajes históricos de
la Biblia. También la influencia debió venir de Barajagua, ese viejo pueblo
donde estuvo un cacicazgo famoso y donde primero en Cuba se veneró a la Virgen
de la Caridad, donde viví mi niñez y parte de la juventud. Mir también es un
pueblo con importante historia, allí cerca está Mala Noche, donde los
holguineros se alzaron en la guerra del 95 y donde Maceo organizó el Estado
Mayor de la Invasión.
También
influyó, decisivamente, mis relaciones con José A. García Castañeda, que fue mi
profesor en el preuniversitario Enrique José Varona y el abogado que me casó
con Georgelina Miranda. Él fue mi profesor, mi amigo, compañero y subordinado.
Su influencia seguro que fue como un detonador. También fue importante la
relación con Francisco García Benítez, periodista e historiador muy amigo de
nuestra familia, sobre todo de mi hermano Hernán. Estos son los factores que me
impulsaron a crear un grupo de aficionados a las ciencias, que abarcaba varias
disciplinas, no solo la arqueología. Le pusimos Grupo Científico de Holguín
García Feria, como aspiración de lo que queríamos ser algún día y en honor a
Eduardo García Feria, padre de Pepito García
Castañeda.
Antes
que el grupo que fundé había existido en Holguín otro grupo muy parecido, que
se llamaba el de los Jóvenes Arqueólogos Aficionados. Ese lo integraron
compañeros muy valiosos que tuvieron un desempeño importante bajo la dirección
de Milton Pino. Recuerdo algunos nombres como Pedro Pérez Hernández, Arturo
Pérez, Austrialberto Garcés Gómez, Vinicio Ferrán, Eduardo Solana, Miguel
Céspedes, Ramón Guerrero Mastrapa, Marcelo Pino. Entre sus principales logros
está la creación del Museo Guamá, primer museo público de Holguín.
Debo
decirte que Pedro Pérez Hernández fue estudiante de la secundaria básica Juan
José Fornet. En esa escuela yo fui su compañero. Pedro estaba un año antes que
yo y era miembro de los Jóvenes Arqueólogos, que presidía Milton Pino
Rodríguez. Luego Milton se va para La Habana a trabajar en la Academia de
Ciencias y quedó como jefe otro compañero que le decían Pepe y con él estaban otros, entre ellos los hermanos Solana,
Austrialberto Garcés, Miguel Céspedes; a través de Pedro es que yo me comienzo
a vincular con ese ellos, pero a la vez manteníamos nuestro propio grupo. Pedro
Pérez Hernández fue como un enlace con el grupo de Jóvenes Arqueólogos y el
Grupo Científico de Holguín García Feria, él se vinculó con los dos grupos. Pude
haber sido parte del grupo de Jóvenes Arqueólogos. Si fundé el otro fue porque
yo y los que se me unieron eramos aficionados a la ciencia, no solo a la
arqueología.
En
una ocasión los Jóvenes Arqueólogos me invitaron a visitar el sitio
arqueológico El Catuco; no se hizo la excavación en ese momento, pero fue mi
primer contacto importante con la arqueología porque fueron varios miembros del
grupo como Pedro Pérez, Eduardo Solana y su hermano, Austrialberto Garcés,
Vinicio Ferrás, etc. Pero después no hicieron nada más, ellos se había
anquilosado, casi no salían, estaban muy pasivos, entonces Austrialberto
Garcés, que era el organizador del Comité municipal del Partido en Holguín, nos
planteó unificar los dos grupos. Yo estuve de acuerdo. Lo hicimos y desapareció
el Grupo de Jóvenes Arqueólogos. La mayoría de sus miembros pasaron al Grupo García Feria, entre ellos Eduardo
Solana y su hermano, Marcelo Pino, Pedro Pérez, Arturo Pérez padre, Miguel
Céspedes Sánchez. Después se nos unieron Wilfredo Martínez (que se incorporó
posteriormente), Alfredo Rams, Georgelina Miranda, Ángel López Castillo,
Rigoberto González Limiñana, Hernel Pérez, Jesús Novoa, William Corona, Arnoldo
Martínez Rojas, Néstor Robert, que era estudiante de la “Martí”, Felipe
Rodríguez, los profesores Julián León, Pedro Luís Rodríguez y Oniel
Santiesteban, y yo que lo presidía.
Fuimos
a hacer exploraciones arqueológicas a diferentes sitios. Por ejemplo, en del 3
al 10 de agosto del año 1969 fuimos a la zona de Yaguajay Arriba, en Banes; del
17 al 24 de agosto de 1969 excavamos en el sitio Barajagua, entonces ya como
Grupo García Feria. El 2 de enero de 1970 fuimos a la cueva de Quiñones en
Banes, el 11 de enero del 70 fuimos a la zona de La Jíquima. En algunas de
estas exploraciones nos acompañó Pepito(José A. García Castañeda). El 2 de mayo de 1970 fuimos a las lomas de Cupeycillo,
el 7 de junio a la playa Pesquero, el 1 de agosto fuimos a explorar la bahía de
Naranjo (ahí estuvimos 25 días); el 9 de febrero de 1971 fuimos a Santa María,
en Puerto Padre, del 25 de febrero al 5 de marzo de 1971 estuvimos en la
excavación de Aguas Gordas en Banes con la Academia de Ciencias. En esa ocasión
fuimos Arnoldo Martínez, Israel Aguilera, Miguel Céspedes, Rigoberto González
Limiñana y yo. Por la Academia de Ciencias estaban José Manuel Guarch Delmonte,
Milton Pino y Jorge Calvera.
Una
de las excavaciones más importantes en que participamos fue la de Esterito,
Banes. Se hicieron dos trincheras, una cuya excavación dirigió Guarch Delmonte.
Trabajamos allí Israel, que hizo los dibujos, y los integrantes de la sección
de Arqueología del Grupo García Feria, Arnoldo, Rony, Alfredo y yo. Ahí me
encontré un pendiente de oro que consistía en una laminilla con una pequeña
perforación. Fue muy estimulante que Guarch nos diera la oportunidad de excavar
solos, de hacerlo como grupo. Creo que hicimos un buen papel.
El
25 de febrero de 1973 estuvimos en Levisa con la Academia de Ciencias y el
arqueólogo polaco Janusz Kozlowski; allí estuvimos Rigoberto González, Arnoldo
Martínez y yo. Del 6 al 9 de diciembre del año 1971 se trabajó en los planos de
la excavación de los sótanos de la Periquera.
De
todos esos trabajos yo llevaba una libreta de notas, pero lamentablemente se me
extravió y ahora no recuerdo todo. También hicimos exploraciones en Majibacoa, ahí
nos acompañó Pepito y también en los
trabajos que hicimos en El Yayal y
Ochile, La Forestal, Pedernales, La Cuaba, Mejías, Pesquero, Tacajó, Alcalá,
entre otros sitios.
-¿Cómo
eran las excavaciones que ustedes hacían? ¿Recibieron algún entrenamiento para
esto?
Nos
basamos en las lecturas que hacíamos, en la bibliografía que podíamos conseguir
en aquella época. A mí me llegaron folletos de unas excavaciones que se hacían
en Brasil. También estaba lo que ya conocían algunos que habían tenido
participación en anteriores trabajos arqueológicos con la Academia de Ciencias,
que eran Pedro Pérez, Arturo Pérez, Miguel Céspedes, etc., y después los
vínculos que logramos con Guarch y la Academia de Ciencias. Eso nos fue
preparando para hacer excavaciones que fueran controladas, teniendo en cuenta
la estratigrafía, llevando registro de la excavación, croquis y planos y conservando
las muestras en los bolsos correspondientes. También en una ocasión trajimos a
Manuel Rivero de la Calle, que nos dio un curso de Antropología Física; en ese
curso estuvimos Arnoldo, Ángel López, Rony y yo. Pero no olvides que a la par
yo era maestro de una Secundaria Básica. Mi labor de “arqueólogo” la hacía en
mis tiempos libres, que eran pocos y que fueron menos cuando nos empeñamos en
hacer Museos. Después a mí me dieron la tarea de dirigir el movimiento de los
activistas de Historia en el Partido Comunista de Cuba (PCC), pero realmente yo
sentía mucho interés por la arqueología. Me hubiera gustado haberme
desarrollado y lo intenté, hice resistencia al cambio, pero el Partido insistió
y me pasaron al trabajo político y esto no me dejó tiempo para esta labor.
-¿Qué
se hacía con los materiales arqueológicos que se obtenían en las excavaciones?
Se
guardaban en el Museo de Historia en La Periquera, que comenzamos a crearlo en
octubre de 1969, restaurando el inmueble y a la vez formando los fondos con
donaciones, búsqueda de objetos, información, preparando el personal, etc. Se
inauguró la primera parte el 25 de julio de 1976. Antes de la fundación del
Museo La Periquera lo guardábamos en la sede del Grupo, es decir, en el Museo
de Historia Natural Carlos de la Torre, inaugurado el 31 de marzo de 1969.
Ambos museos son frutos del trabajo del Grupo García Feria junto al Movimiento
de Activistas de Historia.
Antes de la Revolución
había aficionados como los Boy Scouts
de Banes y Antilla. ¿Ustedes llegaron a establecer vínculos con ellos o con
gente que había estado con ellos, o con los coleccionistas como Orencio Miguel?
No
mantuvimos vínculos con ellos, pero sí con Orencio en un trabajo orientado por
la Academia de Ciencias de señalización de los sitios arqueológicos. También
recuerdo algunas relaciones de trabajo con grupos en Gibara y Báguano que
surgieron posteriormente.
-¿Las concepciones de Pepito predominaban en el grupo de arqueología?
Pepito asesoraba, aportaba sus
conocimientos, su experiencia, pero no imponía sus criterios. Guarch también influyó
y nos ayudó mucho. Había un nexo mutuo con este último, nosotros le servíamos
de apoyo sobre todo porque teníamos
relaciones con las autoridades del territorio. El soporte material venia
del Gobierno, el PCC nos apoyaba,
principalmente Miguel Cano Blanco, aunque no se le pagaba a los integrantes por
hacer arqueología. Si el trabajo era en la costa coordinábamos con la gente de
tropas guardafronteras, y si era en otro sitio con las autoridades más
próximas. El Gobierno nos daba arroz, frijoles, pasta cubana, latas de carne
rusa, que abundaba en aquellos tiempos. Cuando la gente salía al campo le
dábamos pasta cubana, una lata de carne rusa y pan y ya tenían el almuerzo sin
que tuvieran que cocinar. Las excavaciones arqueológicas las hacíamos como
habíamos leído en los textos que se hacían y como nos habían explicado: se
hacían las trincheras, se cuadraba con el hilo, buscábamos los instrumentos más
adecuados, generalmente cucharas de albañiles, medias lunas. Tratábamos de
hacerlo todo del modo más serio, llevábamos libreta de notas, bolsos para
guardar las muestras, cintas métricas. Israel hacía los planos, en eso era
meticuloso, Arnoldo hacía las fotos; los que más trabajamos en Arqueología
fuimos Arnoldo, Israel y Rony,
también colaboraron Alfredo Rams y Roberto Campani.
-¿Qué
era el Museo Guamá y por qué se produce su disolución?
El
Museo Guamá estaba ubicado en la calle Libertad esquina a Aguilera. Era un
pequeño local donde funcionó antes del triunfo de la Revolución una colchonera,
allí está hoy el centro dispensarial. Era un museo general donde había muestras
de arqueología, historia, historia natural, etc., entre ellas algunas importantes
piezas colectadas por el grupo de Jóvenes Arqueólogos. Cuando se fusionaron los
dos grupos y quedó el Grupo Científico de Holguín García Feria y creamos el
Museo de Historia Natural Carlos de la Torre y Huerta, todas las piezas que
tenían valor para este nuevo museo se llevaron para allá y las de historia y
arqueología se conservaron en La Periquera para el futuro Museo de Historia.
-¿La
creación del museo de Historia Natural trajo una disminución en el trabajo del
Grupo García Feria?
No
hubo una disminución de la actividad arqueológica, además, recuerda que el
grupo tenía secciones de arqueología, historia, historia natural y salíamos en
composición completa y trabajamos en todo. Cuando se comenzó la idea de crear el
museo de Historia Natural el grupo tuvo que integrarse más a ese trabajo. Por
ejemplo, la sección de Historia investigaba sobre la historia del lugar donde
estábamos explorando, aplicando encuestas para conocer la historia y las
tradiciones, el origen del nombre del lugar, costumbres… no éramos
profesionales, éramos gente que estábamos empíricamente tratando de rescatar la
memoria. Parte de esas encuestas se divulgaron en un informe que publicamos en
el boletín de Historia del Movimiento de Activistas de Historia, que trataba
sobre la bahía de Naranjo. Fue un trabajo que redacté y del que no guardo
copia.
El
Grupo García Feria fue un factor importante en el desarrollo inicial del
Movimiento de Activistas de Historia, en su acción y composición como grupo.
También aportó compañeros que ocuparon
responsabilidades y que situaron a Holguín entre las regiones con mejor trabajo
en la antigua provincia de Oriente y en el país. Creamos primero el Boletín de Historia y luego la Revista de Historia de Holguín, donde se
publicaron artículos sobre arqueología y se dedicaron números completos a la
arqueología.
-¿Castañeda era un
individuo con ideas distintas a las que se estaban imponiendo en ese momento, a
las ideas de la Revolución?
Pepito no fue un enemigo de la
Revolución como algunos extremistas quisieron presentarlo. Él era crítico de la
obra de la Revolución, como podemos ser tú y yo, pero no era un enemigo de la
Revolución. Todo lo contrario, sabía reconocer lo positivo, los logros de la
Revolución. Pepito era un cubano
reyoyo que de cualquier cosa hacía un chiste. Pero a la gente hay que medirla
no solo por lo que habla sino por lo que hace. Cuando Núñez Jiménez vino a
pedirle la colección arqueológica él podía negarse pero no lo hizo y la dio
para que la Academia tuviera un fondo arqueológico, era la suya la mejor
colección arqueológica de Cuba. Además, todo lo que tenía en su casa lo entregó
para los Museos de Historia Natural y La Periquera. Y no solo dio lo que por
años su padre y él después habían reunido, sino que trabajó consagradamente
para hacer los museos que hoy tiene Holguín. También participó en el Movimiento
de Activistas de Historia, en sus concursos, en el salvamento de documentos,
etc. Nosotros lo propusimos para que se le entregara el Hacha de Holguín y hubo
voces que se alzaron en contra de esa propuesta. Cano Blanco era el Primer
Secretario del Partido. Cano me llamó y yo le dije: vamos a poner en la balanza
lo que dicen que él habla y lo que él ha hecho y Cano lo comprendió y se le
entregó a Pepito el más importante símbolo de la provincia que él merecía mucho.
Él hacía chistes de la mujer, de los hijos, él hacía chistes en los que yo no
salía bien parado y sin embargo yo lo considero mi amigo. Yo lo mido por como
él se consagró para mantener los museos, por el gran profesor que fue. A él se
debe el interés de muchos holguineros por la investigación científica.
-¿Pero en el medio
político de Holguín de esos momentos a García Castañeda se le consideraba una
persona negativa?
Yo
creo que fue un acto de justicia cuando se le entregó el Hacha de Holguín,
además no me arrepiento de haberlo propuesto. Yo creo que hicimos lo correcto,
él fue uno de las figuras holguineras más influyentes en el estudio de la
historia y la cultura de Holguín y también de Cuba. Los revolucionarios no se
pueden medir porque griten consignas, sino por la obra científica, cultural,
estética y ética que desempeñan en su vida. Cuando falleció el 4 de noviembre
de 1982, quien me avisó fue otro de los grandes de la cultura holguinera,
Francisco García Benítez, que por demás era uno de los que más debates tuvo con
Pepito. García Benítez sintió profundamente la muerte de su gran contrincante,
que no adversario.
-¿Cómo ustedes llegaron
a un entendimiento con Pepito, no en las ideas políticas, sino por la gran
diferencia de edad que tenían respecto a él?
Nos
entendimos porque Pepito era un
maestro, un gran profesor, un educador. Entre Pepito y nosotros no podía haber una barrera, él fue profesor de
algunos de nosotros. Algunos de los miembros del Grupo de Jóvenes Arqueólogos
tenían criterios contrarios a la persona de Pepito,
pero era porque no se acercaban a él. Esos decían que Pepito era muy ácido, que era muy difícil de tratar, pero para mí
la razón de esto fue que no se acercaron a él. Ya anciano llevamos a Pepito a
una excavación por Yaguajay, allá se nos cayó y tuvimos que mandarlo en el
camión para Holguín. Pepito nos apoyó
en la creación del Museo de Historia Natural y en la creación del Museo La
Periquera, también en el museo casa natal de Calixto García. Fuimos nosotros
quienes logramos que a Pepito lo
liberaran de su labor de maestro del preuniversitario y lo llevamos como
trabajador del Museo de Historia de la Periquera. Era un extraordinario
trabajador, consagrado, disciplinado, rápido en lo que se le pedía.
Desde
el punto de vista arqueológico él nos ayudó aportando sus vastos conocimientos
sobre piezas, lugares, y nos dio toda la información que tenía, sus libros.
Pero él no estaba formado para la arqueología que se hacía en ese momento y
tampoco para la que se hace ahora. Él no hacía excavaciones estratigráficas
teniendo en cuenta todos los requerimientos, porque él no se formó en eso, pero
nos dio mucha información de lugares, nos habló de la arqueología de Banes, de
los sitios más relevantes, de Barajagua, de El Yayal, etc. Nos dio e indicó
publicaciones que era importante leer, pero decir que Pepito era un arqueólogo como ya estaban tratando de ser los
arqueólogos de la Academia de Ciencias, no. Pepito
no se formó en eso, no era su tiempo.
-¿Cómo surge la idea de
crear el Museo de Historia La Periquera?
La
idea nació del trabajo del Grupo García Feria. En una de las conversaciones que
sosteníamos con Pepito hablamos de
hacer dos museos (el de Ciencias Naturales y el de Historia), entonces Pepito nos dijo que en varias ocasiones
se había intentado que la Periquera se destinara para museo, entonces nosotros dijimos:
vamos a hacer primero el de Historia Natural y luego el de Historia. Para ese
último propósito sí hubo que subir la parada con las autoridades de la región,
tuvimos que hablar con el ideológico del Partido en ese momento. Teníamos a
nuestro favor que el museo de Historia Natural se había abierto y que estaba
siendo visitado por las escuelas: ya tenía un impacto grande en la ciudad. Entonces
cuando pedimos la Periquera era para hacer algo que ya estaba teniendo resultados.
En octubre de 1969 nos dieron una parte del edificio, en los bajos, donde había
una tienda. Cuando yo entré allí estaban todas las vitrinas, todos los paneles,
anaqueles, caja fuerte, etc.
Pero
el edificio estaba destruido, los arcos del patio estaban tapiados, las puertas
grandes habían desaparecido y los vanos también estaban tapiados. Una hermana
de mi esposa que era dibujante y trabajaba en el Instituto Técnico de Holguín
me ayudó a hacer el levantamiento. Entonces empezamos a trabajar con la misma
brigada con la que habíamos trabajado en la Colonia Española para hacer el
Museo de Historia Natural. Lamentablemente todavía hoy no se ha concluido la
restauración de La Periquera y aún no se ha montado el museo que ameritan la
ciudad y la provincia. Creo que es bochornoso que aún Holguín no tenga el museo
que merece y queremos, pues no hemos logrado que La Periquera sea restaurada en
su totalidad y montadas las salas de exposiciones que debe llevar
En
el guión inicial del museo trabajaron varias personas, el que más aportó fue
David Gómez Iglesias. En la parte de arqueología se pidió ayuda a Guarch.
-¿Qué impacto tuvo la
inauguración del Museo de Historia Natural para el Grupo Científico García
Feria?
El
Grupo se fortaleció en el sentido de que desde entonces tuvo una obra y tuvo un
local donde funcionar, pues nosotros no teníamos local, habíamos tenido el museo
Guamá, pero hubo que entregarlo cuando nos dieron la Colonia Española para el
Museo de Historia Natural. Después con la creación del Movimiento de Activistas
de Historia y de los Museos de Historia Natural, La Periquera, Casa Natal de
Calixto García, etc., y al profesionalizarse el personal de los museos y
aparecer otras tareas, el grupo fue perdiendo fuerza.
El
grupo fue propiciador para crear los museos, para apoyar el desarrollo del
Movimiento de Activistas de Historia, pero ya cuando estas estructuras se
consolidaron, porque ya estas inquietudes del grupo se podían canalizar por
otras vías, el Grupo empieza a perder el protagonismo. La última excavación en
que participamos fue en 1973, en Levisa, que fue la más importante porque fue
un trabajo de carácter internacional con Kozlowski y la Academia de Ciencias, en
uno de los sitios más antiguos de Cuba.
-¿Qué piensas de la sala
de Arqueología de La Periquera y de otros museos de arqueología de Holguín?
Creo
que la sala de Arqueología que existe actualmente en La Periquera es muy mala,
siempre he pensado que esa sala puede ser una de las mejores de Cuba, por las
piezas arqueológicas existentes en la provincia. Así lo concebíamos desde 1969
cuando comenzamos a restaurar La Periquera. Igual pienso del Museo Baní que
necesita más espacio para exponer en un montaje atractivo y moderno todo lo que
tiene almacenado. Son dos museos que pueden atraer mucho turismo nacional y
extranjero.
-¿Qué importancia crees
que tiene el Departamento Centro Oriental de Arqueología creado por Guarch Delmonte para la provincia de Holguín?
Su
importancia es grande. Cuando Guarch decidió mudarse para Holguín y crear el
departamento recibió todo el apoyo de nosotros desde el Partido Comunista provincial
porque vimos la oportunidad de contar con un centro de alto nivel científico y
profesional para desarrollar las investigaciones arqueológicas en esta zona del
país. Lo que hizo Guarch y su familia de venir de La Habana a Holguín los
holguineros deben reconocerlo y agradecerlo; fue un acto muy valiente. Por lo
general en el mundo intelectual la gente va de las provincias a la capital
pensando que así pueden progresar. El hizo todo lo contrario y progresó la cultura
de Holguín.
-¿Cuál fue tu
participación en la creación del Museo de El Chorro de Maíta?
Entre
el 27 de septiembre de 1986, que se dio a conocer el descubrimiento de los entierros en el cerro de Yaguajay, y el 1ro
de octubre de 1990, que se inauguró el Museo de El Chorro de Maíta, en Banes,
yo ocupé los cargos de jefe de Sección de Historia, jefe del Departamento de Orientación
Revolucionaria y miembro del Buró Provincial del Partido Comunista. Con el
doctor José Manuel Guarch gestamos la idea de crear el museo y logramos que
inicialmente lo financiara la agencia
turistica Cubanacán, porque era un atractivo para el turismo que ya se
fomentaba en Guardalavaca.
Guarch,
su esposa Cacha y el equipo que lo asistía desempeñaron un papel decisivo desde
el punto de vista técnico, metodológico y científico en la creación del museo.
Nosotros realizábamos un chequeo sistemático de la obra que primeramente era quincenal
y luego semanalmente. El arquitecto que hizo el diseño del museo fue Sandón.
Debo decirte que se hizo un amplio y profundo estudio que de las
potencialidades que tenía la provincia de Holguín para su desarrollo
socioeconómico, pero visto a partir de sus valores históricos, arqueológicos,
culturales, geográficos, etc. Para ello creamos una comisión integrada por
historiadores, arqueólogos, geógrafos, arquitectos. Después se elaboraron dos
carpetas con las propuestas, entre las que estaban: restauración del patrimonio
construido en Gibara, un parque en el valle de la Masanga, también en Gibara,
el monumento en Bariay y el Museo de El Chorro de Maíta; nada más pudimos
conseguir que Cubanacán financiara los dos últimos.
-¿Cómo ves la
investigación arqueológica en Holguín y sus retos actuales?
Creo
que tiene buena salud, que marcha bien. El Departamento Centro Oriental de
Arqueología del Ministerio de Ciencia y tecnología tiene un personal
capacitado, de alto nivel científico, vinculado con otros centros científicos
en el extranjero. Ese departamento tiene el personal más capacitado para
desarrollar la arqueología aborigen e histórica. Tú conoces que la Oficina de
Monumentos modestamente viene trabajando en un proyecto denominado Hatos
Fundadores, para conocer mejor los orígenes de la ciudad de Holguín; en este
sentido podemos hacer una pequeña contribución. También a través de la Filial
Provincial de la Unión de Historiadores publicamos una compilación de trabajos
hecha por el Dr. En Ciencias Arqueológicas Roberto Valcárcel Rojas que lleva por título “Indios en Holguín”, ese libro ha
alcanzado varios reconocimientos, el último fue el Premio Provincial de la
Academia de Ciencias, y hemos colaborado en trabajos de exploración y excavación
de sitios cercanos a la ciudad. Los retos son grandes para la investigación
arqueológica en la provincia de Holguín, por el potencial existente de sitios
arqueológicos y los conocimientos por develar.
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