Cuando finaliza la guerra
(1878), la otrora bella Plaza de Armas estaba completamente enyerbada y en ella
pastaban a su libre albedrío cerdos, ovejas y hasta vacas. Pero acto seguido los dueños de fincas urbanas, entre ellas viviendas y
establecimientos comerciales, acometen la reparación de sus propiedades, pero
el Ayuntamiento no pudo hacer lo mismo porque estaba en la completa miseria.
En un manuscrito inédito de Oscar Albanés Carballo,
titulado “Narraciones”, que se conserva en la Sala de Fondos Raros y Valiosos de la Biblioteca Provincial
de Holguín dice que los años posteriores a la guerra, el Gobierno local de la
jurisdicción no pudo disponer “de cantidad
alguna de importancia para
reparaciones de edificios o calles, vías, puentes o reparaciones de caminos”[1].
En este período
se hicieron muy pocas obras en Holguín, entre ellas la última plaza
colonial de las edificadas en la ciudad,
la Plaza Mantilla,
(actual parque Infantil Rubén Bravo), iniciada el 23 de enero de 1883 con el objetivo de que
sirviera al esparcimiento de las tropas acantonadas en el Cuartel de
Infantería, (actual edificio sede de la Central de Trabajadores de Cuba en Holguín),
aunque a la nueva plaza acudía parte de la población.
Ese la época lluviosa de 1884,
en la Plaza de Armas
comenzó a crecer la hierba desmesuradamente y los animales herbívoros se
mudaron a ella[2].
Entonces las publicaciones periódicas
iniciaron constantes críticas hasta que el Ayuntamiento exigió a la Comisión de Ornato que
hiciera algo. La Comisión
pidió el respaldo de los holguineros y lo encontró, sobre todo en el Círculo de
Dependientes. Se cortó (chapeó) la hierba y se regó con agua la plaza para
aplacar el polvo y la tierra que la afeaban.
En 1888 el Ayuntamiento cambió los nombres a las
calles de Holguín, siendo bautizadas las que circundan la plaza de la forma
siguiente: Comercio (la actual Libertad), Mercaderes (Frexes), España (Maceo) y
Concordia (Martí). En la misma fecha se propuso la rotulación de las calles e
inmuebles de la ciudad, aunque no fue casi diez años después cuando en los
Estados Unidos se compraron las placas de esmalte azul prusia con la numeración
y también las 24 farolas modernas y circulares con depósitos para el petróleo
que se colocaron en la plaza y otros sitios de la ciudad.
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