En 1841 Holguín ya tenía una
población de 12 446 habitantes blancos y 5 460 negros, de estos últimos, 2 822
libres y 2 638 esclavos. En cuanto a la economía, para la fecha esta había
mejorado ostensiblemente, gracias, sobre todo, al crecimiento de las
exportaciones por el puerto de Gibara. Entonces entraban por allí víveres,
maderas, cristalería, muebles, mármoles, metales, animales, efectos para
ingenios, entre otros artículos procedentes de Estados Unidos de Norteamérica,
Alemania, Inglaterra, Francia y España, entre otros países.
Una década después, la
jurisdicción contaba con 87 ingenios y trapiches, 21 potreros, 1 675 sitios de
labor, 3 504 estancias, 314 vegas de tabaco, 29 colmenares, 16 tejares y alfarerías,
7 alambiques, 6 tenerías, 12 caleras y yeseras, 17 carpinterías, 7 tiendas de
ropa, 606 tiendas mixtas, 2 herrerías, 2 hojalaterías y dos fondas.
Por cierto, la primera fonda de
Holguín se llamó “La Viajera”
y estaba ubicada en los terrenos que ocupa actualmente el teatro Suñol, antiguo
Infante. Antes en ese lugar residió la familia Grave de Peralta, de la nacieron
dos insignes patriotas: Julio y Belisario Grave de Peralta.
En las otras calles que rodean la Plaza Isabel II también
residieron otras ilustres familias y personalidades. En la de San Isidoro (hoy
Libertad), exactamente en el lugar que hoy ocupa la tienda “La Casa Azul” nació en 1774
Doña Victoriana de Ávila, gran benefactora de Holguín y Gibara, ciudad esta
última en la residió mayormente. Y en la esquina de las actuales calles Maceo y
Frexes, donde actualmente está la tienda “La Luz de Yara”, estuvo la vivienda de la familia
Aguilera. Posteriormente en ese mismo espacio, entre 1848 y 1868, de la Sociedad Filarmónica,
que fue la más destaca sociedad de instrucción y recreo de todo el Holguín
colonial.
En el edificio de la Filarmónica fue donde
por primera los holguineros conspiraron por la independencia y asimismo, donde
se gestaron innumerables proyectos para el progreso del pueblo.
El historiador Juan Albanés dejó por escrito la siguiente
anécdota, que al no poderse probar, adquirió aires de leyenda. Dice el notable
historiador que durante una tarde de ocio en los salones de Filarmónica, el
acaudalado comerciante Francisco Rondán jugaba una partida (no dice de qué), con
los asturianos Melchor y José Beceña, propietarios del establecimiento
posteriormente conocido por Las Novedades. Entonces los Beceña dijeron que
ellos iban a construir en Holguín la que
sería la más imponente mansión. Le pareció a Rondán que era aquel un gesto de
vanidad y, más vanidoso aún, apostó que sería él quien levantaría el mejor
edificio.
Cierta o no la anécdota, la verdad es que Rondán dedicó
más de cien mil pesos a construirse su casona, que todavía hoy continúa siendo
una de las grandes joyas arquitectónicas de Holguín.
Francisco Rondán y Rodríguez, conocido como El
manco Rondán o el Manco de Auras (actual pueblo de Floro Pérez), nació en
Málaga, España, en 1795. Logró una cuantiosa fortuna con turbios negocios.
Falleció en Gibara el 27 de junio de 1875, tal como lo certifica el documento
redactado en los libros de la parroquia de dicha localidad con el número
4070, folio 124.
Aunque le decían el Manco no le faltaba un brazo,
sino que lo tenía inutilizado desde una vez que durante una tormenta trató de
evitar que una embarcación que estaba en el puerto de Gibara se dañara.
La fotografía del terrible malagueño fue tomada
del libro “El Sitio de Holguín”, texto poco conocido y que fue editado en febrero
de 1869 por Antonio Nápoles y fajardo, hermano del célebre decimista tunero,
Juan Cristóbal o mejor, El Cucalambé
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Casona del manco Rondán en
Auras, actual Floro Pérez, conocida como La Casa Larga
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Ya en 1866 la casona de Rondán en Holguín estaba
prácticamente terminada. En los bajos abrió El Volcán, un comercio que
administraba don Casiano Labusta[1].
Labusta, además de comerciante, fue uno de los cantantes más aplaudidos en la Sociedad Filarmónica
y en el nuevo teatro que a inicios de los 60 se construyó en las actuales calles Arias y Miró.
Estudios realizados confirman
que entre la década de 1840 a
la de 1860 se produjeron los progresos
más significativos del urbanismo holguinero: para entonces había en la ciudad unas
500 casas de mampostería y se inauguraron significativas obras sociales, entre
ellas el Cementerio General de Holguín (1847), el Hospital de Caridad San Juan
de Dios (1849), costeado por un grupo de
vecinos entre los que se destaca doña Victoriana de Ávila. Embellecía el
Hospital un área de esparcimiento que quedaba al fondo y a la que se accedía
por una bella portada neoclásica. Merecidamente esa área luego recibió el
nombre de la gran benefactora; hoy es el parque Martí, al que tozudamente
muchos holguineros continúan diciéndole Victoria.
Y en el 1848 se abrió La Marqueta, mercado de
abastos denominado Plaza O’ Donell, obra también edificada por José Llauradó.
[1]
En los bajos de la Casa Rondán o
Periquera se hizo muy popular en Holguín el establecimiento mixto nombrado El
Volcán. Era su propietario el comerciante Casiano Labusta y Rosa en sociedad
con el Manco Rondán. Labusta era hijo de Vicente y Antonia, naturales de
Asturias. Se casó en Holguín el 29 de abril de 1864 con doña María Columna Jomarrón
de los Reyes, hija ella de Onofre y Bárbara. Fueron los padrinos de la boda don
Belisario Álvarez y Céspedes y Ludovina de los Reyes, tal como está sentado en
el Libro de Matrimonio de Blancos de la Iglesia San Isidoro. Ofició la boda el padre Juan
Cancio Peypoch y Codina. Según don José María Heredia en su Historia de
Holguín, editada en 1926, Casiano Labusta, tenía una hermosa voz de tenor y
hacía dúos con José María Ochoa en el teatro cito en las calles que actualmente
se nombran Miró y Arias.
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