Prensa desde 1900

28 de octubre de 2016

Estudio de la cultura material en la ciudad de Holguín, Cuba (1899-1920). Arquitectura.



Con información de la Tesis para alcanzar la licenciatura por la Universidad de Holguín de Yusleydis Hernández Hechavarría

En esta convinación de fotografías se puede apreciar la evolución de la arquitectura holguinera. Arriba la casona colonial original. Abajo: el nuevo edificio modernista levantado en una mitad del edificio colonial. La otra mitad se conserva.
Comparada con las construcciones de siglos anteriores, en los primeros años del XX, la vivienda holguinera no tuvo cambios significativos. Estas continuaron siendo, según el techo que tuvieran, colgadizos (cuando era de una sola vertiente), atarazana (con dos vertientes) y casa (con cuatro vertientes). Estas últimas eran consideradas las de mayor valor a la hora de una venta.

Existían en la ciudad fábricas destinadas a la producción y venta de materiales de construcción. Los propietarios de estos inmuebles los promocionaban a través de la prensa local. Los anuncios contenían el nombre y la ubicación del inmueble y los materiales en venta.

Uno de los negocios dedicados a ese tipo de operación comercial fue “La Cubita”,  “gran fábrica de mosaicos, que se encuentra a la vista en la casa de la calle de Frexes esquina Maceo y que posee un excelente muestrario de mosaicos. Se hacen pedidos en todas cantidades”.

Otras fábricas como “La Estrella” tenían en oferta variedad de materiales,  además de “hacer toda clase de obras, tales como losetas para hornos, ladrillos de azotea y panetelas”[1].

En estos negocios, donde se podían encontrar materiales para realizar “cualquier eventualidad constructiva”: ampliación, remodelación o la propia construcción de inmuebles, también prestaban otros servicios, como por ejemplo el “levantamiento de planos y la construcción de toda clase de edificios, entregando la llave en la fecha convenida. Hacemos La modelación de dibujos para todos los gustos”[2].

La Sociedad Mercantil Regular (SMR, en sus siglas) existente en esta ciudad para el año 1917, y que llevaba por nombre Valdés y Cisneros, se dedicó a la venta de materiales de construcción, entre otros productos. En acta efectuada los propietarios ante el por notario José Biosca Jordán, se enumeran los materiales que comercializaban y al precio en que lo hacía:

“Ladrillos quemados a 16 pesos el millar; tejas quemadas a 26 pesos el millar; ladrillos crudos a 9 pesos el millar; tejas crudas a 11 pesos el millar; un barril de yeso a 1 peso y varias piezas de cemento fundido a 8 pesos”[3].

Aunque la mayoría de las edificaciones no experimentaron cambios en su construcción y respetaron los elementos arquitectónicos anteriores, algunos vecinos comenzaron a construir viviendas carentes de elementos artísticos y decorativos como consecuencia de las necesidades habitacionales que se reflejaban para la época, por tanto la arquitectura holguinera seguiría siendo funcional.

En la medida que avanzaba el siglo la vivienda fue incorporando algunos elementos constructivos dando paso a una arquitectura de corte ecléctico.

Es entonces cuando la arquitectura holguinera “comienza a responder tipológicamente a nuevas funciones y a nuevos materiales, como el mampuesto, techos de lozas portablas y tejas criollas y aparece el hormigón, el hierro y el acero que representarían e identificarían las técnicas constructivas de una burguesía servil neocolonizada”[4].

Las ventas de viviendas no fueron significativas durante los primeros años del siglo. Los materiales que predominaban en las viviendas vendidas, según consta en la descripción que dejaron anotadas en los Protocolos Notariales, eran de baja calidad. La casi totalidad estaban construidos de ladrillos, maderas, embarrado y tejas y los precios de compraventa oscilaban entre los 100 y 250 pesos oro.

Años
Viviendas
Casas
Colgadizos
Atarazanas
Materiales
1899
6
200-1500
14
100-250
4
50-100
Embarrado, tejas. Madera y ladrillos
1900
9
150-3300
18
50-1100
4
50-150
Embarrado, tejas, madera, ladrillos y portal de horcones
1901
10
100-4500
21
10-500
3
50-200
Embarrado, tejas, madera, ladrillos, tierra, tabla y guano
1902
17
50-4000
28
60-800
2
50-300
Tejas, madera. Ladrillos, mampostería y tapia
1903
16
100-2380
12
60-670
6
100-40
Ladrillos, maderas, tejas,  mampostería y hierro
1904
22
40-4000
30
10-1500
7
65-200
Ladrillos, madera, tejas, techo zinc y mampostería
1905
14
105-4000
38
125-1500
12
75-750
Ladrillos, maderas y tejas
1906
19
200-7000
26
200-2000
5
150-300
Ladrillos, maderas y tejas
1907
40
120-8160
38
50-1400
6
200-800
Ladrillos, maderas y tejas
1908
51
130-6000
43
25-4500
5
130-350
Ladrillos, maderas y tejas
1909
25
100-5485
25
100-5000
4
50-180
Ladrillos, maderas y tejas
1910
53
100-4500
31
50-3000
2
300-600
Ladrillos, maderas y tejas
1911
33
50-3500
31
15-3500
7
50-300
Ladrillos, maderas y tejas
1912
31
250-5000
27
100-3500
8
50-800
Ladrillos, maderas y tejas
1913
33
50-6500
30
80-2860
8
55-550
Ladrillos, maderas y tejas
1914
29
100-5000
36
137-2000
1
100
Ladrillos, maderas y tejas
1915
39
50-5750
29
100-3000
8
100-800
Ladrillos, maderas y tejas
1916
40
50-5750
30
20-1000
8
100-600
Ladrillos, maderas y tejas
1917
33
50-3000
25
20-5000
6
80-1000
Ladrillos, maderas y tejas
1918
41
125-5500
22
100-8500
7
500-000
Ladrillos, maderas y tejas
1919
29
50-1600
29
100-1500
3
500-670
Ladrillos, maderas y tejas
1920
21
300-1000
18
200-1500
3
350-3000
Ladrillos, maderas y tejas
Total
611

601

119




Curiosamente en los documentos consultados se encontró la venta de un colgadizo que sobrepasaba la media de los precios con los que se podía adquirir una de estas viviendas, (año 1899). La venta la realizó Jesús de la Peña y Peña y estaba “situado en la calle Unión [...] fue vendido a Manuela Torrallas Rubio y de ocupación en las labores de su sexo. Este
colgadizo es de ladrillos, madera, tejas y azotea compuesto de 17 m, 64 cm. de frente por 25m 20 cm. de fondo. Por el precio de 800 pesos oro”[5]. No hay dudas que fue la azotea lo que subió el precio.

En 1900 hay que destacar la casa vendida por la “Señora Mercedes de la Peña y Peña a su hermano Alcibíades de los mismos apellidos, ambos de esta naturaleza, ella ocupada en su casa y él abogado de profesión (notario). Esta casa es de mampostería, tejas y azotea, en la calle Maceo, de 11m y 34cm de frente mirando a la plaza de San José por 46m 20cm de fondo. La venta se realiza por el precio de 3300 pesos oro”[6]. El precio tan elevado debió estar provocado por los materiales de la construcción.

Lamentablemente para los intereses de los historiadores actuales, las personas que acudían ante notario con el fin de vender o comprar
viviendas, generalmente no hacían una descripción exacta del compartimiento interior de éstas. Sin embargo en el año 1903 sí encontramos una descripción de cada detalle interior, hecha ante el notario Alcibíades de la Peña:

“[...] casa número 25 de la calle de Frexes esquina Morales Lemus, consta de un solo piso con terreno distribuido en sala, comedor, cinco habitaciones, cocina, escusado y patio con corredores. La construcción consiste en zanjas de cemento en las fachadas y pared contigua macizada con mampostería. Las fachadas son lizas de ladrillos y decoradas con cornisas de tejas en la enchapadura. Las divisiones son también de ladrillos. Las puertas y ventanas son de madera de cedro y las ventanas de las fachadas tienen rejas de hierro. La casa está cubierta con un techo de dos aguas en la primera emjia[Sic] y en las demás partes es de una sola agua; estando el techo formado de alfarería de cedro, tabla y teja criolla. Los pisos son de losetas en la sala, comedor y habitaciones y de ladrillos en las otras partes del edificio. La venta se hace por la cantidad de 2300 pesos oro”[7].

De 1903 en lo adelante aumentó la compraventa de viviendas, aunque predominó en ellas los mismos materiales constructivos. En 1905 fueron más las atarazanas vendidas. Fue una de ellas la “situada en la calle Cervantes, de ladrillos, maderas y tejas con las siguientes dimensiones: 21m de frente por 25m y 20cm de fondo. Por el precio de 600 pesos oro español”[8].

Ocurría frecuentemente en la época que las casas sirvieran de garantía de préstamo de dinero. Un ejemplo es el realizado por “los señores Pedro Rafael Rodríguez, de esta naturaleza y propietario y Manuel Lastra Corral, natural de España y del comercio. El segundo presta al primero la suma de 2000 pesos oro del cuño español, por el término de
dos años. A la responsabilidad del compromiso queda la casa de maderas, mampostería y tejas, situada en la calle de Frexes esquina Libertad en su solar número 77”[9].

En el año 1908 ocurrió en Holguín el más alto número de ventas de viviendas, 99 en total. De ellas 51 casas, 5 atarazanas y 43 colgadizos. También ese fue el año en el que más colgadizos se vendieron.

A partir de 1909 el número de ventas de atarazanas comienza a disminuir, llegando a venderse una sola en 1914. Las ventas de colgadizos también descienden en número, aunque no en igual proporción. Contrariamente aumenta la venta de casas e igual sus precios. En 1910 fueron 53. La suma más alta fue de 16 000 pesos en 1919. 

La venta de solares también fue frecuente en el período. Según los Protocolos Notariales, en su interior algunos tenían pequeñas construcciones. Y porque la mayoría de ellos estaban ubicados dentro de  los límites de la ciudad, los precios eran altos.

En abril de 1901 quedó pro escrito en los protocolos notariales del notario Enrique Rodríguez la venta de un “[…] solar amurallado el cual tiene en su interior una casa de guano, situado en la calle Prado número 9, de 25 varas de frente por 30 de fondo, o sea, 750 varas cuadradas de superficie. Por el precio de 125 pesos oro español”[10].

En 1908 se efectuó la venta de otro “[…] ubicado en la calle Agramonte, con paredes levantadas hasta la altura regular de un edificio de planta baja estando la fachada y el primer cuarto en regular estado de conservación y las paredes interiores en su mayor parte terminadas, pero no siendo habitable por carecer de techado. Las medidas son de 27 varas de frente por 60 de fondo. El precio de venta es de 3000 pesos oro americano”[11].

En las ventas de solares de 1910 aparecen construcciones que habían incorporado nuevos materiales de construcción y otros elementos constructivos significativos para la época, como pro ejemplo en el
“lote de terreno abierto, con una casa de tabla y zinc, donde hay un establecimiento de víveres, otra casa de techo de zinc sin forrar y que sirve de desahogo al establecimiento, una casa de yaguas y guano con horno para elaborar pan y con enseres de panadería y un aljibe. Todo por el precio de 1600 pesos oro americano”[12].

Asimismo en los documentos notariales de la época, sobre todo a partir de 1910, se dejan frecuentes anotaciones de ventas de viviendas que tenían pozo o aljibe, algunas, incluso, especificaban el tipo de agua que tenían (potable o no potable).

Por otro lado y a pesar de que la ciudad continuaba recuperándose (muy lentamente, cierto), de la crisis que padeció desde el fin de la guerra de independencia (1895-1897), todavía en 1913 aparece la descripción de un elevado por ciento de viviendas en mal estado constructivo, muchas de ellas situadas en calles principales de la ciudad. (Ello es reflejo de la inestabilidad económica de sus propietarios). De lo anteriormente planteado es ejemplo la venta de una  “atarazana de guano, cujes y yagua, sita en la calle Morales Lemus número 29, de 30 varas de frente por 30 de fondo, o sea, 763 metros cuadrados”[13].

----

Entre los protocolos notariales de 1915 se encontró una escritura que da fe de las variadas opciones que tenían los holguineros para la construcción de sus casas. Ese consiste en el contrato de obra realizado por la señora Enriqueta Nicolás, natural de Siria y propietaria, dice que aquella se realiza en una “[…]  finca urbana situada en la calle General Miró, completando la manzana las calles Cables, Morales Lemus y Aricochea. Tiene una superficie de de 10 m 66 cm de frente por 25 m 44 cm de fondo, equivalente a 269 m 66 cm y 40 mm cuadrados de superficie. Habiendo determinado construir en el solar descrito, una casa, su precio será de 1150 pesos moneda americana. La dueña pagará 400 pesos de anticipo, 300 al enrasar la casa, 200 al empezar los pisos, y el resto al terminar la obra. Los pisos de la sala y saleta serán de mosaicos, de los de a 60 pesos el millar, y el resto de los pisos de la casa, de cemento, las columnas del portal serán de cemento, la habitación del retrete o escusado será de madera con techo de zinc y piso de cemento. Pudiendo el contratista suprimir en el zaguán todo lo que exceda de tres varas, así como la cerca del patio. La cocina tendrá fogón y campana y será de loseta”[14].

Entre los años 1899 y 1920 solo se encontraron dos licencias de obras que autorizaban la construcción de dos inmuebles que se dedicarían al negocio. Estas serían pagadas por el ayuntamiento del Término y se dedicarían, una a un matadero y la otra para un mercado.

Las acciones legales del primer contrato justifican las acciones constructivas que se realizarán, sin que se indique su ubicación espacial. Dice la escritura que “[…] se cuenta con la suma de 22 400 pesos moneda oficial y que se solicita la construcción de las fosas y se colocarán las tuberías necesarias para el drenaje. La instalación eléctrica será oculta y el alumbrado general del edificio constará de tres focos que serán colocados en la calle principal, en la nave central y en el establo. Esos tendrán una potencia de 1000 bujías. Se construirá un tanque superior capaz de contener 15 m cúbicos de líquido. Todos los materiales que se empleen en la obra serán de la mejor calidad, tanto de ladrillos, piedra, cemento u otro. Las cubiertas serán de planchas onduladas, con excepción del establo, que serán de tejas del país. El concreto de los pisos y demás rellenos será manipulado en una proporción de 1,35 cm de cemento, piedra y arena. 

Antiguo Mercado de Abasto de Holguín LA MARQUETA
nU

 
“Para la construcción del mercado se cuenta con 64 000 pesos moneda  oficial. Tendrá el mismo 8 casillas destinadas al expendio de carnes con sus mesitas de cemento cada una, con tablero de mármol, sus ganchos acerados, tragante de cierre hidráulico, llaves de agua, bastidores de tela metálica con malla que no permitan la entrada de insectos pero sin dificultar la ventilación. Las casillas para el expendio de pescado y viandas serán de cemento o hierro. Se construirá un tanque superior apoyado en cuatro columnas centrales, cuyo tanque tendrá la capacidad de 32 m cúbicos. La construcción será de hierro, ladrillos y metal desplegado, con mortero o concreto. Las divisiones de los locales de cemento floteado, las cubiertas con excepción de los portales serán de planchas onduladas y los portales de azotea armada de cemento y columnas de cemento, los pisos de loza con 1,35 de cemento, piedra y arena. Las puertas de ingreso, serán de tableros y de tela metálica y los tabiques serán tapiados hasta la altura de 2 m”[15].

Los arrendamientos de viviendas no fueron frecuentes durante este período, pero algunos ocurrieron, como pro ejemplo el que se realizó en 1918 ante el notario Pedro Talavera Céspedes: “Casa de alto o de dos pisos, de mampostería, madera y tejas, situada en la calle Maceo esquina Luz y Caballero, con un colgadizo de idénticos materiales; de 22 m, 68 cm de frente por 27 m, 30 cm. de fondo, equivalente a 27 y 32 ½
varas y a 619 metros, 40 cm cuadrados de superficie, con pozo. El pago del arrendamiento es de 125 pesos oro americano mensualmente”[16].

De forma general, durante el período la arquitectura de la ciudad continuó siendo funcional y utilitaria. Se utilizaron la mayoría de las veces los materiales típicos de la región, siendo muy escasos los materiales importados desde el extranjero.



[1] Periódico “El Eco de Holguín”. No 1855. Sábado 16 de abril de 1910. Año XVI. Pág. 6.
[2] Periódico “El Eco de Holguín”. No 1717. Sábado 25 de octubre de 1919. Año XXV. Pág.3
[3] Protocolo Notarial. José Biosca Jordán. 1917. Pág. 279.Inst.161.
[4] Yandy Bárzaga Velásquez: “La arquitectura de los establecimientos comerciales en la Ciudad de Holguín durante la República Neocolonial”. Pág. 6. Inédito
[5] Protocolo Notarial. Emiliano Espinosa. 1899. Pág. 147. Inst.43.
[6] Protocolo Notarial. Emiliano Espinosa. 1900. Pág.740. Inst.142.
[7] Protocolo Notarial. Alcibiades de la Peña. 1903. Pág. 93
[8] Protocolo Notarial. Emiliano Espinosa. 1905. Pág.3471. Inst. 662.
[9] Protocolo Notarial. Emiliano Espinosa. 1907. Pág. 3471. Inst. 662. 
[10] Protocolo Notarial. Enrique Rodríguez Fuentes. 1901. Pág. 384. Inst. 67.
[11] Protocolo Notarial. Francisco Fernández Rondán. 1908. Pág. 244. Inst. 47.
[12] Protocolo Notarial. Emiliano Espinosa. 1910. Pág. 463. Inst.104. 
[13] Se asegura frecuentemente que la arquitectura es el reflejo del desarrollo económico de una ciudad. Si valoramos el desarrollo económico de la ciudad de Holguín durante el periodo estudiado, por su arquitectura, irremediablemente tenemos que asegurar que Holguín se mantenía  en un estado de crisis y letargo.
[14] Protocolo Notarial.. Pedro Talavera Céspedes. 1915 Pág.2041. Inst. 344.
[15] Protocolo Notarial. Francisco Grave de Peralta. 1916. Pp. 89 y 90. Inst. 89.
[16] Protocolo Notarial. Pedro Talavera Céspedes. 1918. Pág. 955. Inst. 199.

No hay comentarios:

Publicar un comentario