Con
información de la Tesis para alcanzar la licenciatura por la Universidad de
Holguín de Yusleydis Hernández Hechavarría
Casa de los Moyúa (Actual sede de la Unión de Escritores y Artistas) |
Durante
la primera mitad del siglo XIX la jurisdicción holguinera se caracterizó por
una economía basada en el desarrollo agrícola. Esa, en los primeros momentos, estuvo
encaminada a la subsistencia y posteriormente, con la apertura del puerto de
Gibara en 1820, se abre al comercio.
En
este período crecen los ingenios y trapiches llegando a la cifra de 92. Los
trapiches eran pequeños, aunque llegaron a existir 13 medianos y 2 grandes, sin
embargo, si se comparan los grandes con los que existían en el occidente de la Isla, entonces eran mediados[1].
La
población esclava de la zona sobrepasaba los 20 mil, aunque no todos se
dedicaban a las labores agrícolas del azúcar. Es notorio en la zona el uso de
fuerza esclava en el trabajo doméstico y en los sitios de labor[2].
De ahí que los historiadores valoren la esclavitud en Holguín como doméstica y patriarcal.
A
partir de los años 20 de ese siglo entran grandes a la comarca capitales
ingleses y norteamericanos que se vinculan a la producción azucarera. Esto
provoca el surgimiento de otros varios comerciantes y de asociaciones de gran
poder económico[3].
Ramón ¿___? Leonart, dueño de ingenio azucarero en Yareyal |
Entonces
el ajuar de las casas era sencillo. El taburete fue por mucho tiempo el asiento
por excelencia en la vivienda holguinera. Adornaba el comedor una mesa de cedro
rústica con bancos. Algunas de las mesas de comedor tenían cajones o gavetas
que se utilizaban para guardar manteles e incluso algún que otro elemento de
carpintería. Abundaban las camas y los catres cubiertos con colchas y mantas
rústicas elaboradas de un material llamado burato. La vajilla estaba
constituida por piezas casi en su totalidad
de loza. Para los años 20 comienza a introducirse el vidrio y la porcelana[4].
Asimismo
a inicios del siglo existían pocas construcciones en la ciudad, aunque algunas eran
de ladrillo y tejas, pero lo común era que fueran de embarrado, guano y madera.
A
partir de los años 20 es que produce un auge en la construcción de casas de
ladrillo. En 1847 ya sumaban 492 casas de mampostería, aunque otras 1697 estaban
hechas de materiales inferiores[5].
En la imagen se puede apreciar el vestuario del holguinero a principios del siglo XX |
El
vestuario que acompañaba al holguinero de entonces se componía de pocas piezas.
Generalmente los vecinos tenían una o dos mudas para el diario y una para los
domingos de misa y los velorios.
Las
damas de la época no enseñaban el busto ni los brazos, sus vestidos comenzaban
en el cuello y se extendían hasta el tobillo. Los hombres, por su parte, usaban
ropas de tonos grises o negros. El modo de vestir era extremadamente sencillo[6].
Volanta de la época colonial: muy antiquísima fotografía que se cosnerva en los archivos del Museo La Periquera |
Durante
el período el medio de transporte fundamental eran los caballos y las carretas
tiradas por bueyes, que se usaban tanto para trasladar personas como productos
agrícolas, esto hizo que el caballo elevase su valor en un 87,5 % respecto al precio
que tuvieron en el siglo XVIII.[7]
Para el mismo uso, sobre todo en las zonas de montaña, se empleaban mulos.
No
hubo cambios significativos en la cultura material holguinera durante la
segunda mitad del XIX, aunque sí se aprecia una lenta evolución. Los suelos
fértiles de la zona permiten que la economía siga siendo básicamente agraria y
que se cultiven productos diversos y se crien animales que en su mayoría se
destinaban a la alimentación, pero que también posibilitaban el comercio con
otras ciudades cercanas[8].
Eran
las viandas más cosechadas el plátano, el ñame, la yuca y el boniato. También
el maíz se sembraba y consumía cotidianamente, diversas variedades de frijoles,
hortalizas, cebollas, ajos, habichuelas y toda clase de frutos del país. Entre estos últimos
destacan los guineros (plátanos frutas), café y cacao.
Las
carnes que consumían eran, preferentemente, de res, cerdo y aves. Asimismo de
esos animales, que se criaban en la comarca, se obtenían otros productos como
la leche, el queso, la mantequilla, huevos, embutidos, longanizas,
salchichones, jamones y otros.
Las
mesas de entonces se servían con platos variados, predominando las carnes,
viandas, frutas y panes. Entonces el arroz no constituía un plato diario, ese
generalmente lo comían las clases pudientes y no los pobres que se servían
ajiacos, harina de maíz, picadillos, quimbombó, plátano y tomate. Todos estos alimentos
eran acompañados con garapiña, chichas, y otras bebidas elaboradas con agua, azúcar
y maíz tostado[9].
Las
vías de comunicación continuaban en pésimas condiciones y los medios de
transporte seguían poco desarrollados. Entre los más comunes estaban las carretas,
carretones, volantas y otros carruajes tirados por caballos o mulos, aunque
estos últimos medios de transporte nada más los poseían las personas de la
clase pudiente[10].
Otro dueño de ingenio azucarero, no se conoce su nombre |
Para
este período no destacan grandes obras arquitectónicas construidas bajo patrones
de opulentos estilos, debido, sobre todo, a los efectos causados durante las
guerras del 68 y 95, aunque otros investigadores dicen que la verdadera razón era
que el holguinero se preocupaba más por la utilidad de su vivienda que por la
estética que pudiera tener[11].
Para
1870 existían en la ciudad numerosas casas construidas de materiales poco duraderos
y de muy bajo costo en el mercado (barro, madera, guano, tierra, embarrado y otros).
Sin embargo al año siguiente se utiliza una mayor variedad de materiales
constructivos, comenzando a edificarse varias casas de mampostería, madera, tejas
y en algunos casos con tapias[12].
Y
como mismo con las casas, sucedía con los ajuares que se tenían en ellas, que,
por lo general, siguieron siendo muy modestos[13].
Para 1871 se descubre mayor número de muebles construidos de maderas preciosas
como la caoba, el guayacán y el cedro.
Un
elemento imprescindible en la cocina
holguinera de este siglo fueron los tinajeros con armazón de madera y, en unos
pocos casos, hechos de hierro. En ocasiones eran esos de tipo esquinero y
encima se les colocaba una tinaja de barro en la que se almacenaba el agua para
el consumo del hogar.
La
locería estaba constituida por platos,
cubiertos ordinarios, vasos de cristal de mayor valor que los de vidrio que
eran tan comunes antes, fuentes de diferentes tamaños donde se servía la comida
y juegos de tazas con platillos donde se servía el café. Como elementos
decorativos se usaban espejos con marcos de caoba y mesas cuya parte superior
era de piedra de mármol, (un material apreciado y de alto valor).
En
las habitaciones había armarios de cedro o caoba, tocadores y catres con sus
fundas. Y los más pudientes poseían camas con armaduras para mosquitero. En
ocasiones se colocaban en el cuarto un par de sillas de caoba y algunos baúles.
En
1880 no se evidencian grandes cambios en el ajuar de la vivienda pero sí se
incluyen nuevos modelos a la hora de fabricar las sillas. A ellas se les agregó
tres tablillas en el espaldar, en vez de
dos como usualmente se hacían; eso le proporcionó mayor fuerza, solidez y
elegancia[14].
El
holguinero tampoco poseía muchas joyas sino, solamente, algunas pocas confeccionadas
de oro y plata. Por ser este un período de guerras, se temía hacer gastos en
ellas y perderlas después. Pero sí que los holguineros de entonces valoraban
las joyas, tanto que las usaban como garantía a la hora de efectuar algún
negocio.
En
esa segunda mitad del XIX había gran variedad de telas, lo que propiciaba diversidad
en el vestuario. Usaban las señoras bufandas de estambres y chalinas de
diferentes clases, pañuelos de seda, de hilo, de tafetán negro y otros más
pequeños hechos de hilos de estambre o de pelo de cabra. Cuando ellas salían de
paseo llevaban guantes de algodón o de hilo, sombreros y abanicos de diversos
materiales y modelos, así como
sombrillas de seda, e incluso, en algunas ocasiones usaban cinturones de
seda o cuero. Los zapatos variaban desde
botas de corte bajo, pantuflas con tacón y amazonas que eran los más costosos[15].
Claro
que el vestuario del hombre y de la mujer de entonces variaba según la
ocasión. Los
hombres, comúnmente, llevaban trajes, pantalones crudos y de colores, por
debajo de las camisas llevaban camisetas lo mismo de hilo que de algodón,
siempre blancas. Los calzoncillos y pañuelos eran de hilo, lizos unas veces,
bordados otras. Las medias eran crudas, blancas o de varios colores. Y todo lo
descrito se complementaba con paraguas, las más de las veces elaborados con
telas de seda[16].
En
fin, que durante todo el siglo XIX la cultura material del holguinero se
caracterizó por ser utilitaria y funcional con escaso desarrollo industrial.
Por lo demás, expuestos como estaban a los embates de las guerras y por eso
mismo a constantes crisis económicas, mantuvieron la sobriedad en el gusto y la
sencillez.
[1] Alfredo Noval: La cultura
material en el Holguín colonial del siglo XIX (1800-1840), según los
testamentos de la época. Pág. 14. Inédito
[2] David Cabrera Araujo: “La
industria azucarera: la época de la colonia”. Págs. 34-35. Inédito
[3] Armando Rodríguez Gómez:
La producción azucarera, sus formas, producción y plantación. Pág. 5. Inédito
[4] Alfredo Noval Mora:
Op.Cit. Pág. 61.
[5] Ibíd. Pág. 74.
[6] Molinet, María Elena: “La
piel prohibida”. Editorial Letras Cubanas. La Habana. Cuba. 1996.
[7] José Novoa Betancourt: “Contribución
a la historia colonial de Holguín (1752-1823)”. Ediciones Holguín. Pág. 45.
[8] Pérez Cruz, Yadira: La cultura material en el Holguín Colonial
del siglo XlX (1868 -1898). Trabajo de
Diploma. Universidad de Holguín. Facultad de Humanidades. Departamento de
Estudios Socioculturales. 2008.
[9] Ibíd. Págs. 86 y 87.
[10] Ibíd. Pág. 100.
[11] Ibíd. Pág. 99.
[12] Ibíd. Pág. 35.
[13] Ibíd. Pág. 35.
[14] Ibíd. Págs. 59 y 65.
[15] Ibíd. Pág. 75.
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