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7 de marzo de 2013

Donde se narra la historia desconocida de García Holguín, semilla de la población actual que habita en la ciudad que lleva su nombre en el norte del Oriente de Cuba.



Por más de dos siglos los habitantes de la ciudad de Holguín hemos conocido mal la historia del capitán conquistador que nos aportó su apellido para nombrar la ciudad. Mediante un exhaustivo y espectacular trabajo documental el historiador José Novoa Betancourt acaba de ofrecer una biografía "como no hay otra igual" del extremeño fundador de la holguineridad.

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Según el Dr. GarcíaCasteñeda, Historiador Mayor de esta comarca de Holguín, en Cuba, la llegada de vecinos europeos a las tierras pobladas “por indios” que entonces se conocían como “Tierras Altas de Maniabón”, con el ánimo de avecindarse en ellas, debió ocurrir en 1515 cuando el capitán extremeño García Holguín y su consocio Diego de Lorenzana decidieron explotar la Encomienda que habían adquirido, que estaba ubicada en el sitio hoy conocido como El Yayal. Unos cinco años después García Holguín se marcha a México con la expresa órden de Diego Velásquez de apresar a Hernán Cortés, pero lo que hizo en verdad fue pasarse al bando de los conquistadores de México. Tocó a García Holguín apresar a Cuauhtémoc, por lo que recibió un premio.

Después de ese hecho, y mientras su propiedad en esta zona dormía en el hastío del olvido, se pierde la historia del Holguín que nos tocó en suerte (o en mala suerte). Pero felizmente el historiador José Novoa Betancourt acaba de concluir y publicar la historia nunca conocida de García Holguín, en la que da noticias de aventuras posteriores iguales de notables del único Holguín que dio nombre a una ciudad en el Nuevo Mundo.

Guatemala y El Salvador (1521 – 1526)

García Holguín participó en la conquista de Centroamérica bajo la guía de su viejo conocido Pedro de Alvarado y Contreras (acción desplegada, específicamente, sobre las regiones de los actuales Guatemala y El salvador). 

Ciudad México (1525 – 1533)

Concluida la aventura de Alvarado en Centroamérica, García Holguín reaparece en la documentación conservada en México. Entre 1526 y 1527 se desempeñó como Regidor y en 1531 es Alcalde Ordinario. (Para entonces, dice García Castañeda, el Holguín que nos ocupa tenía un poco más de 40 años).

En el mes de Julio de 1532 desaparece el nombre de García Holguín de los documentos mexicanos. La tradición local holguinera, de la que se hicieron eco todos los historiadores anteriores al libro de Novoa Betancourt, dicen que retornó al Bayamo donde lo esperaba para casarse, una mujer, Isabel Fernández Valero de Sandoval. Pero está probado que no fue así.

Perú (1533 – 1540)

Teniendo como base de Partida a la ciudad de Panamá, en 1524 se inició el proceso de conquista del Perú. Varios son los capitanes españoles que van hasta la tierra de los incas, todos aspiran a tener la autorización real de conquistar tan vasto y rico imperio. En 1529 lo consigue Francisco Pizarro. Varias son las expediciones que Pizarro encabeza; en 1531 es la definitiva.

Las noticias del éxito de Pizarro y sobre los fabulosos tesoros que había encontrado despertaron la codicia de otros conquistadores. Uno de ellos, viejo conocido de García Holguín, era Pedro de Alvarado, que se desempeñaba como Gobernador de Guatemala. Alvarado consiguió que el Emperador Carlos V le diera licencia “para hacer descubrimientos y conquistas en las tierras que estuvieran fuera de los límites de las asignadas a Pizarro” en lo de los incas. Mientras Alvarado prepara una flota en el Pacífico y hacía los otros necesarios preparativos, mandó a un hombre de su confianza a averiguar la realidad de lo que se decía de las tierras del Sur. Ese hombre fue García Holguín. Trajo García Holguín la certificación que Alvarado necesitaba para hacerse a la mar con ocho navíos, 500 hombres bien armados, 227 caballos y un número no cuantificado de indígenas. Desembarcaron en la bahía ecuatoriana de Caráquez, esperanzados, ávidos, sedientos de riquezas, pero la realidad fue otra. La expedición no encontró más que soledad. Durante varios meses Alvarado y sus maltrechos soldados, entre ellos García Holguín, padecieron toda clase de infortunios.

Claro que la expedición de Alvarado fue conocida por Pizarro y su socio en la empresa inca Diego de Almagro. Pero al principio nada más quisieron estar informados de sus movimientos. Pero cuando Alvarado se aproximó a las “propiedades” de Pizarro, este mandó a dos de sus ayudantes para que se entrevistara con ellos y resolviera el problema por negociación, aunque si era preciso, por la fuerza.

Consiguieron ponerse de acuerdo los conquistadores de ambos bandos y juntos terminaron de conquistar el Perú y juntos fundaron villas y otros asentamientos, entre ellas la de Trujillo (hoy un municipio peruano), de la que García Holguín fue su segundo Alcalde. Asimismo recibió García Holguín indios y tierras ubicadas en los valles de la costa. La vida pintaba feliz para el extremeño que al parecer había olvidado sus posesiones en Cuba ahora que tenía otras mucho más ricas. Pero es esa la época que comienza sus rivalidades con Melchor Verdugo Olivares, un encomendero vecino. Y para colmo de calamidades, entre 1537 y 1548 la colonia española del Perú se vio estremecida por una cruenta guerra civil, fomentada primero entre los dos bandos que seguían, unos a Pizarro, otros a Almagro; después fue la guerra entre los encomenderos.

Ocurren en el Perú otros sucesos igual de graves que no va a contar la Aldea en este post. García Holguín huye, va a Panamá. Pero Panamá no le ofrece la seguridad que necesita: no, sobre todo, cuando su eterno enemigo y vecino Melchor Verdugo Olivares viene tras él. Es el año 1545. García Holguín recuerda unas propiedades que posee en el fin del mundo: al norte del Bayamo, en Cuba, y regresa.


Luego de las insurrecciones de los aborígenes cubanos que acontecieron entre 1520 a 1540 y del despoblamiento de Cuba por el paso de los españoles a otras áreas americanas de mayor riqueza, las tierras cubanas donde los conquistadores pensaron encontrar oro dejaron de usarse para esos fines, decepcionados como estaban por la escasez del metal. Ahora las tierras cubanas se convirtieron en enormes haciendas ganaderas. Desde entonces y hasta 1729 los Cabildos o gobiernos locales vivieron de mercedar tierras para hatos y corrales ganaderos. Es ese el cimiento del poder terrateniente en Cuba.

Creen los historiadores que, posiblemente, la vieja Encomienda de Holguín en las “Tierras Altas de Maniabón” o en la costa norte del Bayamo, que de las dos formas se llamaba entonces a esta comarca, no naufragó como otras. Creen que siguieron conviviendo en El Yayal indios y españoles (y lo creen porque las excavaciones arqueológicas han probado esa vecindad, sin que, es obvio, se pueda saber si fue vecindad pacifica o no). Dicen otros historiadores que, a lo mejor, la Encomienda del Yayal se mantuvo porque el consocio de García Holguín, Diego de Lorenzana, se mantuvo en el sitio y favoreció su permanencia.

Para García Castañeda en algún momento a fines de marzo de 1545, García Holguín regresó a las viejas tierras de su posesión y la Encomienda comenzó a ser hato ganadero. Sin embargo el recién llegado no construyó casa en el Yayal, que desde entonces dejó de ser el centro de la comarca. Su casa la levantó en Cayo Llano, zona hermosa ubicada entre colinas y limitada por dos ríos. García Holguín renombró Cayo Llano que comenzó a ser Cayo Castilla y los ríos fueron “Fernando” e “Isabel”.

Un poco más de 54 años debía tener el capitán García Holguín al retornar a estas soledades inmensas que era su hato. Además de los indios solo unos muy contandísimos blancos vivían en la zona, todos, o por lo menos la inmensa mayoría, nacidos en España. Y como no es aconsejable dormir sin compañía cuando no queda mucho tiempo de virilidad, García Holguín consiguió compañía en la extremeña como él, Isabel Fernández Valero de Sandoval.

La mentalidad romántica de los historiadores holguineros, a falta de los datos que espectacularmente encontró Novoa Betancourt y que han sido resumidos en este articulito, dijeron que él y ella habían quedado comprometidos desde que Holguín se fue a México. Y como no se sabía nada de las aventuras que él emprendió en Centroamérica y en el Perú, dijeron que García Holguín dejó la cuantiosa fortuna que obtuvo en México para venir a casarse.  Ahora queda probado que no fue así, y que ella no fue su esposa sino su concubina o acompañante durante el poco menos de un año que estuvo en estas tierras.

Lo anterior (lo de que ella fue amante y no esposa), se puede probar al encontrar en Trujillo – Cajamarca, la documentación de la boda de García Holguín con Beatriz de Isásiga ocurrida en 1550. Pero pudo ocurrir que García Holguín también se casara con Isabel. (No era extraño en la aventura continental de la cruenta conquista que así ocurriera). Pudo ocurrir, además, que García Holguín e Isabel se conocieran y se casaran en Panamá y que ella lo acompañara a Cuba y que por alguna razón Isabel decidiera quedarse a vivir en estas tierras donde doscientos años después surgió la ciudad de Holguín. (La razón pudo ser el nacimiento de la única hija que tuvieron, Juana a la que el padre quiso dejarle alguna heredad segura, esta de Cayo Castilla, porque las otras propiedades que poseía en Perú posiblemente nunca las pudiera recuperar de las garras de Melchor Verdugo Olivares). Pero si las pudo recuperar después de un largo litigio. Solo que para entonces García Holguín había muerto, por lo que las tierras pasaron a manos de su esposa Beatriz, con la que nunca tuvo hijos.

Se cree que García Holguín murió en Trujillo, Perú, en 1557 mientras pleiteaba contra su eterno rival, Melchor Verdugo Olivares por las tierras que la puntillosa y lenta audiencia de Lima determinó que eran del difunto García Holguín.

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