Mi esposa María LuisaJosé Lezama LimaEn la azotea conversable,con riesgo de tu vida,lees la Biblia.Era toda su casaque ahora tropieza con el humo.Lees la Bibliadonde una hojatraspasa el aguay las generaciones.Lees con temblor,recordando los hermanosmuertos, el Salmo 23.Tu madre se lo leíaal hijo que se va a morir.La hija se lo leea la madre a la horade la paz de Dios.Eres la hermana que se fue,la madre que se durmióen una nube frente a la ventana.Las cuatro, a mi lado,me levantan todos los díaspara fortalecer la mañanay comenzar el hilo de la imagen.Lenta, con dignidad silenciosa,rompes la silla de los escarnecedores.Cuando sacudes las almohadasllenas de plumas de ángeles,recuerdo en lontananza y repitocon precisión: en delicadospastos me hará yacer.Cuando la muerte sopla la puertade entrada, en la muralla momentánea,traes la vara y el cayado.Así mido la nueva extensión,allí hay que caminar como un ciego.Con el cayado sorprendola altura de la marea desconociday palpo la esponja de entresueñopara volver a la tierra.Contigo la muerte fue anteriory efímera y la vida prevalecepor amor de su nombre.Enero y 1972
Prensa desde 1900
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