Prensa desde 1900

26 de noviembre de 2011

Datos de la Muncipalidad Holguinera en el periodo 1900-1908



Fue tarea de los cabildos holguineros hasta las elecciones del 1ro de Agosto de 1908, fijar nuevos nombres a las calles y plazas de la Ciudad, tomándose el acuerdo de nombrar a la:

Calle del Comercio y luego de San Isidoro con el nombre de Libertad.

San Miguel, luego España, con el nombre de Maceo.

A la de la Cárcel, calle de los Mártires.

San Pablo, luego Pelayo, calle Máximo Gómez.

A San Diego, luego Barcelona, calle General Miró.

A San Diego, luego Industria, calle Morales Lemus.

A la de Pizarro, Calle de Narciso López.

A San José, luego Lealtad, calle de Agramonte.

A San Pascual, luego Tetuán, calle de Ángel Guerra.

A San Pedro, luego de la Concordia, calle de Peralta.

A Carmen, luego Trafalgar, calle de Peralejo.

A de las Ánimas, luego de Lepanto, calle de Coliseo.

A la Virgen del Rosario, luego del Comercio, calle de Frexes.

A la del Calvario, luego de Numancia, calle de Aguilera.

A San Joaquín, luego Lucena, calle de Garayalde. (En recordación de don Antonio Garayalde, fusilado en Holguín el 10 de Junio de 1870)

A la de Callao, calle de Cables.

A San Idelfondo, luego de Espartero, calle Aricochea.

A San Lorenzo, luego calle de Cortés, calle de Arias. (En honor al mártir holguinero Pedro Arias)


Antiguo portón de la Plaza Mantilla (Al fondo se ve la Terminal de trenes Holguín-Gibara)

Y al parque Mantilla, orgullo de Holguín durante la Colonia, se le dio el nombre de Parque de la Independencia; al parque de la Iglesia San José, Parque de Céspedes, en honor al Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes; al de la iglesia San Isidoro, Parque de Martí, en honor al Apóstol de nuestras libertades patrias, José Martí; al de Isabel II, antes de la Constitución y en principio Plaza Real, se le dio el nombre de Parque Calixto García, en honor al héroe máximo de los holguineros, Calixto García Iñiguez. El Cabildo no tomó acuerdo sobre la petición de don Modesto Fornaris de nombrar la Plaza del Mercado, que ostentaba el nombre de O´Donell, Plaza Estrada Palma. Tampoco se decidió nada sobre sobre la petición de Armando de Zayas de nombrar a la calle que pasa frente al Hospital Militar, calle de Soledad Sánchez, “en memoria de esa señora, según el solicitante, que fue quien contribuyó a hacer la fabricación, con lo que dio a la población un edificio  de importancia”.

Al fallecer Pepe Torres, el 2 de enero de 1908, a petición del periódico El Eco de Holguín y que el Cabildo hizo suya, se le dio el nombre de calle de Pepe Torres (donde vivió hasta el fin de sus días el héroe), a la que ya había sido nombrada de Arias. Desde entonces la antigua calle de la Unión pasó a nombrarse de Arias. 

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Asimismo los Concejales holguineros acordaron y exigieron, de acuerdo con las ordenanzas de 1885, que otra vez se habían puesto en vigor, que cada vecino tuviese limpio el frente de sus casas y la calle de su vecindad, así como el embellecimiento de los parques públicos de la ciudad, con excepción del Mantilla, recién nombrado de la Independencia, porque el Cabildo no tenía fondos para ello. 

Mitin Liberal en el Parque Calixto García, (como se puede apreciar, aún no se había colcoado allí la estatua de Calixto García, por lo que la foto es de antes de 1916
Otro punto de vista del Parque Calixto García de antes de 1916
Parque Calixto García en 1910
Para que actuaran en los otros, (y para esos sí tenía fondos la Municipalidad), se tomó el acuerdo de crear Comisiones de Señoras y Señoritas encargadas de su embellecimiento y de la recaudación de más fondos. Estuvieron presididas dichas Comisiones, la del Parque Céspedes, por doña Dolores Mir y la del parque Martí por doña Teresa Castellanos, a los que (y también al de Calixto García), se le sembraron árboles y se le colocaron bancos. Y como notaron que les hacía falta agua para regar el césped y los jardines, el Concejal Juan Albanés nombró a Holguín “La Ciudad de los Parques sin agua”. Entonces se proyectó traer agua al de Calixto García con un molino de viento instalado en el Parque de Mantilla (mejor, de La Independencia). Pero la propuesta no se llevó a cabo por la oposición del mismísimo Juan Albanés que tenía en planes que el pozo del expresado parque Mantilla surtiese de agua a todos los parques de la ciudad por medio de una tubería maestra, la que nos serviría además como un pequeño acueducto cuando los vecinos que la solicitasen pusieran ramales a partir de ella.

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Hasta entonces la ciudad de Holguín solo contaba como salida al exterior con el ferrocarril de Holguín a Gibara. Y al parecer ya los holguineros no necesitaban tanto ir a aquella Villa porque cada día su puerto perdía el antiguo esplendor económico que tuvo durante la soberanía española sobre la Isla. Por eso en este periodo los holguineros gestionaron para que el proyectado Ferrocarril Central de la Isla pasase por la ciudad. Pero nada más pudieron conseguir la promesa de los fabricantes de que pasaría lo más cerca posible y la construcción de un ramal a entroncar con la vía central, lo que así se hizo y desde entonces tuvimos el ramal Holguín-Cacocum. Igualmente los holguinero consiguieron la promesa de los fabricantes del Ferrocarril Central de que al construirse el ramal Tunas-Nipe este pasaría por la ciudad.

Para que el ramal que entronca a Holguín la línea férrea central se fabricara el Gobierno del Municipio tuvo que luchar con los señores Rafael de la Cruz, Emiliano Espinosa, Juan Mir, Sixto Parra y Emiliana de los Reyes, quienes se negaban al cruce de la línea por sus tierras; y con los señores Mariano Pacheco, Santiago González y Manuel Fernández Paredes, quienes poseyendo los terrenos propiedad del Municipio, se negaban a devolverlos para la edificación de la Estación. (Cuando al final se hizo esta se conoció como Estación Sur y a la del ferrocarril Holguín-Gibara, Estación Norte).

En 1914 el Gobierno Municipal holguinero gestionó la construcción del entonces l proyectado ferrocarril Holguín-Cueto, que entroncaría con el ramal Alto Cedro-Antilla. Y en 1916 se luchó por la construcción del solo proyectado ferrocarril Holguín-Herrera-Banes, que debía cruzar por los barrios de Tacajó, Bijarú, Alcalá, Camazán, Los Haticos, La Aguada y el Guayabal. (Pero este nunca se consiguió y tampoco el que seguidamente diremos). El Gobierno Municipal protestó el proyecto de hacer un ferrocarril Gibara-Banes, que en nada nos favorecía.

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En el primer periodo republicano, que a nuestro interés solo llega hasta 1908, el Gobierno de la ciudad se ocupó en la construcción de un nuevo cementerio, al considerar que el existente era un foco de infección y porque la que se tenía era insuficiente ante el crecimiento de la ciudad, se trabajó en una nueva Plaza del Mercado. Igualmente se gestionó la división de los Juzgados de Primera Instancia y de Instrucción que a la vez lo era Correccional por desempeñarlo un solo Juez. En ese dicho Juzgado se radicaban una gran cantidad de causas no solo del Término de Holguín, sino también las correspondientes a los Términos de Gibara, Mayarí y Puerto Padre.

Los motivos anteriormente dicho dará idea del intenso trabajo en el Juzgado, pero todavía era más intenso por los litigios de las Haciendas comuneras que en este periodo comenzaron a deslindarse, la construcción de vías férreas y al incremento de los Centrales Azucareros.

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Este mismo Cabildo consiguió una nueva línea divisoria entre los Municipios Holguín y Gibara: la nueva frontera pasó por La Resbalosa, Velasco, Bocas, Auras, Melones, Cortadera y la Bahía de Nipe. Y también fue tarea de los gobernantes luchar incansablemente por conseguir nuevas fuentes de ingresos municipales para con ellos cubrir sus necesidades anuales. Necesidades que solo consistían en los propios del Ayuntamiento, sueldos, materiales, alquiler de la Casa Cabildo (que era La Periquera y tuvimos que pagar por muchos años más). Otra necesidad de fondos del Gobierno era para gastos electorales, que en ese entonces corrían a cargo de los Municipios, y también para pagar los servicios de Policía de Seguridad y los de Beneficencia. Consistían estos últimos en el sueldo del Médico Municipal, las medicinas para enfermos pobres, los socorros y la conducción de dementes. Gastos para el Municipio eran también los necesarios para la conservación del Mercado, el Matadero, el Cementerio, el Corral del Consejo, etc, para el alumbrado de las calles y parques de la ciudad… y del dinero que quedara (si es que quedaba!), alguna cantidad era destinada para casos de calamidad pública. 

Entonces el Gobierno de esta Municipalidad solo obtenía fondos por la expedición de Patentes de Licores, por las rentas fijas a las fincas urbanas de la ciudad, por los subsidios industriales, por la mercedación o alquiler de solares en terrenos del Municipio, por los impuestos a los transportistas, espectáculos y bailes públicos,  por los servicios que prestaba el Matadero y el Corral del Consejo (en el corral se guardaban los animales de particulares que iban a ser sacrificados), y por los impuestos a quienes utilizaban el Mercado. También por el uso del Cementerio. (Lamentablemente el Gobierno Municipal de entonces no pudo contar con la que sería una gran fuente de ingresos: las contribuciones sobre fincas rústicas del término. Es que estas nada producían, tanto por el estado de destrucción en que habían quedado por la guerra del 95, como por la cantidad de Haciendas Comuneras  y por la falta de comprobatorias, que no se terminaron hasta años posteriores.
Larga era la tramitación para la confección de los presupuestos anuales del Municipio: una vez confeccionados lo pasaban al Síndico del Cabildo y este lo ponía a la vista del público por el termino de diez días, luego se pasaba a las Juntas Municipales, a la Comisión de Presupuesto, al dictamen y aprobación del Cabildo y finalmente a la Secretaría de Hacienda para su aprobación definitiva. Y todo el engorroso proceso burocrático para muy modestos presupuestos. 

Fueron estos

El de 1900-01 de $ 21 477.82
El de 1901-02 de $ 18 148.26
El de 1902-03 de $ 21 375.26
El de 1903-04 de $ 21 743.40
El de 1904-05 de $ 20 603.31
El de 1905-06 de $ 23 767.54
El de 1906-07 de $ 24 996.44
El de 1907-08 de $ 29 602.12

El los documentos municipales dice que fueron mayores los gastos que los ingresos de la forma que ahora mostramos.

1901-02 tuvieron un déficit de $ 4 719.82
1902-03 tuvieron un déficit de $    608.67

Felizmente en el presupuesto de 1903-04, una vez que hubieron de pagar todas las deudas, les quedó un sobrante de $ 124.35.

En relación con el Presupuesto Anual en el periodo, el Gobierno Municipal de Holguín debió luchar fuertemente con el Estado que les exigía que en sus Presupuestos Anuales fijaran mayores cantidades para las Inspecciones Sanitarias, la Asistencia Médica, la Recogida de Basuras, el Riego y la Desinfección de las calles y para las Medicinas para Pobres y Dietas a Enfermos.

Otra lucha del Gobierno en el periodo fue contra los acreedores del Municipio que exigían las cantidades dejadas de pagar por los Cabildos de la Colonia anteriores a 1898. Eran esos, entre otros, el Dr. Eduardo Perri (médico municipal), Julián Corral, Luis de Fuentes, Cándido Ponce de León, Mariano Santiesteban, Eduardo González, Teresa Urgellés, etc. Por cierto, en las relaciones de estos, la mayoría de ellos españoles, hasta el Representante o Embajador de España en la Isla intervino. Por los documentos existentes se sabe que la deuda de los gobiernos coloniales con estos señores ascendía a la cantidad de $ 12 141.73. (Deuda que jamás fue satisfecha).

Asimismo por esos documentos, exactamente las Actas del Cabildo se sabe que: 

  • Cayetano Freixas solicitó del Cabildo terrenos para edificar una pequeña ciudad de cien casas con casas modernas que los inquilinos podrían adquirir en cortos plazos, (“por lo baratas”, suponemos).
  • Jenas L. Martín, como Apoderado de la Junta de Misiones Extranjeras, solicitó permiso para la construcción de una iglesia en el solar de Agramonte y Libertad.
  • E.W. Penney, en su carácter de Ministro de Iglesias Metodistas, solicitó el solar abandonado de Maceo, entre Aricochea y Cables, para la construcción de una Capilla Metodista y un Colegio para niños de ambos sexos “con todos los adelantos de las ciencias pedagógicas”.
  • Francis Bramham Pigby solicitó terrenos para instalar una Planta de Alumbrado Eléctrico, Fábrica de Hielo y Talleres de Aserrío que pasarían a la propiedad del Municipio a los cincuenta años de su explotación, vendiendo el hielo, dijo, a dos centavos la libra y costando al público una lámpara de 16 bujías, $ 1.25 mensual.
  • Antonio Aguilera Ochoa hizo una petición similar a la anterior para construir en la ciudad una Fábrica de Hielo, prometiendo que en los primeros cinco años vendería la libra a un centavo. (Pero antes que los dos anteriores, ya habían hecho la misma petición don Heliodoro Luque, Antonio Masferrer y Pedro Rodríguez Fuentes. Este último tuvo mejor suerte que todos los demás. Su solicitud realmente fue que el Cabildo le alquilara un lote de terreno existente entre el río Marañón y las calles de Aguilera, Frexes y Fomento. Esa anterior solicitud hizo discutir al Cabildo si estaba o no facultado para subastar o arrendar terrenos de su Dehesa. Pero en definitiva se la arrendaron para que el solicitante instalara allí una Fábrica de Hielo y Aserrío. La única condición que le pusieron fue que las instalaciones estuvieran instaladas antes del año de la concesión, que el alquiler sería solamente por quince años y que debía pagar al Cabildo por el cánon anual establecido, esto es, $ 10.00 por caballería, o sea, que don Pedro solo pagaba por alquiler $ 0.75 anuales. Finalmente aquella hectárea que alquiló pasó a su propiedad al paso del tiempo.
  • Pedro Fuentes Roca solicitó permiso al Gobierno para instalar en El Llano una glorieta para el juego de pelota. Se lo concedieron pero con la condición de que lo desalojarían cuando se necesitasen esos terrenos para el proyectado ensanche de la población.
  • Le exigen al Gobierno los terrenos de la Cárcel Pública, propiedad del Municipio (Hoy Arena deportiva Henry García), para instalar allí las Escuelas Públicas de la Ciudad.
  • Solicitaron y consiguieron los dependientes del Comercio local que los establecimientos comerciales donde trabajaban cerrasen sus puertas los domingos y demás días festivos. Pero esa medida la protestó a nombre de los dueños, don Saturnino García. Estimaban los dueños que era perjudicial esa solicitud de sus dependientes, no para ellos (los dueños), sino para el público consumidor, y sobre todo para los “guajiros” que solo venían a la ciudad entonces, los domingos. (En 1910 los dueños de establecimientos consiguieron que estos cerraran sus puertas todos los días a las ocho de la noche, excepto los sábados y vísperas de días festivos, en que podían estar abiertos hasta als once de la noche.
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Parque Céspedes, Iglesia San José
Iglesia San isidoro, al frente Parque de Las Flores, que primero fue Martí y luego Peralta. Abajo, otro punto de vista


Por ese entonces fue el Jefe de la Policía Municipal o de Seguridad, don Rodolfo de Zayas, al que posteriormente sustituyó don Luis Melendreras. Entre los miembros de la policía se encontraban: José Molina Rueda, Rufino del Toro, Adolfo Algeciras y José Mestre.

El doctor Vicente Gómez Bulté fue director del Hospital Civil. El doctor Rodolfo Socarrás, médico municipal, siendo sustituido años más tarde por el doctor Humberto Manduley Salazar.

Por muchos años fue el tesorero municipal don Juan Angulo Rodríguez. Cuando este renunció fue sustituido por Miguel I. Aguilera Feria. 

Atanasio González de Riacho fue el Arquitecto Municipal, cargo que interinamente desempeñaban Leopoldo Betancourt Santa María y Pedro Fuentes García.

Encargado de la limpieza del Mercado de Abasto: Francisco Cabrera Zorrilla.

Farolero municipal: Juan de Fuentes.

Jardinero del Parque Martí (Luego Parque Julio Grave de Peralta o de Las Flores): Leonardo Rubio. 

Encargado de la extracción de basuras: Juan Barrera.

Secretario de la Administración Municipal: José R. Feria Sivorí. (Cargo que renuncia al ser nombrado Oficial del Juzgado de Primera Instancia).

Contador del Muncipio: Cándido Ponce de León.

Registrador de la Propiedad: Belisario Alvarez Céspedes (en esa época a ese registro correspondían las inscripciones de las fincas de los términos municipales de Holguín, Gibara, Puerto Padre y Mayarí). Era el encargado del registro Rodolfo Fox Manduley.

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