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10 de julio de 2010

Así es Gibara (Tercera parte)


¿Ha estado usted en la Villa de Gibara?



Si ya la conoce me dará la razón; es la más encantadora y original de la Villas. Si no la conoce, visítela y quedará encantado; es única. Esta situada en la Costa Norte de la Provincia de Oriente, al occidente de la bahía de su nombre, y es la Capital del Municipio de Gibara.

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Irás con tu visita conociendo al gibareño, y te darás cuenta de que no hay quien quiera más a su pueblo que el gibareño; que no hay quien sea más regionalista que él; a su Villa y a sus cosas, van sus cantos.

Raimundo Sosa le canta:

Cuando la luna declina
su faz por “La Pelegrina”
en el tramo que ilumina
una palma se divisa;
bate del Este la brisa
y hace la palma temblar,
mientras la luna sin par
del horizonte se aleja,
y con la luz que refleja
besa las aguas del mar.
Luis G. Cabrera:

A LA SILLA DE GIBARA

Como un castillo amorfo se levanta
al franco sur del mar en un desierto,
su altivo continente está cubierto
por una vegetación, como un amanta.

Indica al marinero la garganta
cual promoción feliz de nuestro puerto;
es una evocación, testigo cierto,
que habla de Colón y de su planta.

Pues ella vio la flota al acercarse
a nuestras bellas playas balanceándose
sobre el manto tranquilo de sus aguas.

Y vio al mismo italiano bendiciendo
nuestra tierra feliz, mientras que huyendo
iban los indios sobre sus piraguas.

Juan A. Estrada:

A LAS GIBAREÑAS

¿Surgistes del mar? ¿Del cielo has descendido?
¿Qué ricos vergeles te han llamado dueña?
¿En la gloria nacen mujeres trigueñas
o en cuna solar tus glorias han nacido?

No sé si un arcángel me dijo al oído
que tú eras un lirio, una flor ribereña
que se convirtió en mujer gibareña
para dar más vida a su pensil garrido.

¡Espléndida mujer! Vive como las flores
y podrás pedir a Dios por tu ternura,
que azules tus días con sueños de amores.

Para ti que ostentas hermosa bondades
pido un despertar de infinitas venturas
o un florecimiento de felicidades.
Luisito Sánchez:

A GIBARA

Mirífica región, de entre las brumas
que ensombrecen el piélago profundo,
surgiste en el Edén del Nuevo Mundo,
coronada de algas y de espumas.

Hoy que a ese encanto otros encantos sumas,
al pié semejas de tu mar jocundo,
blanca gaviota ufana del rotundo
y nevado prestigio de sus plumas.

Magnificente y colosal proscenio
a un tiempo pasmo y júbilo del Genio,
visión arrobadora tras la cruda
gesta en que culminó el Descubrimiento,

Colón, desde los siglos, te saluda
en la luz, en las olas y en el viento.
Baldomero González Reyes:

AL PUEBLO DE GIBARA

Me gusta contemplar del pueblo mío
su inmenso litoral, su bella cueva,
el murmullante y caudaloso río,
el puente majestuoso que se eleva
del túnel a su entrada oscura y fría,
su artística Parroquia, la Estación,
gallarda por su aspecto y posición.

Me gusta contemplar del mar las olas
su loma gigantesca, “La Vigía”,
al encresparse, azuladas, avanzar,
y ver como se estrellan en las solas
y abandonadas orillas al llegar;
sentir la entonación de algo que encanta,
un póstumo chasquido, que al chocar
la ola que besa y en su beso canta
un Himno a la natura y al lugar.

Ver como en humo el agua convertida
en menudísimas gotas descender,
y verla entristecer en su partida
sin sus penas llegar a comprender;
me gusta contemplar como se extiende
su muelle kilométrico hacia el mar,
pareciéndome a veces que pretende
sus aguas en un paso conquistar.

De Gibara me gustan sus mujeres,
por virtuosas, por bellas y por puras,
tal parece que Dios, en estos seres,
ha puesto su bondad y su ternura;
hay en sus ojos rasgados, soñadores,
de pestañas negrísimas y arqueadas,
un mundo de atractivos seductores
y un haz de luz divina en sus miradas.

Cuántas bellezas naturales tiene
este pueblo tan digno de admirar!
todo el que, acaso, a conocerte viene
en un gesto sincero ha de exclamar:
“Gibara es la más bella de las Villas”.
“Gibara es un sueño, es un primor”.
“En Gibara se encuentran maravillas
capaces de incitarnos al amor”.

Todo el que como yo sepa sentirse
grandemente inspirado en lo que ella es
y note el corazón de dicha henchido
por inmensa emoción de placidez,
uniendo su recuerdo y su cariño,
agitando las palmas en loor,
el pueblo abandonado desde niño
saluda con afecto y con amor.

Cien años ha que despertó a la vida
y en medio de esa vida en el bregar,
se supo mantener tan distinguida
como gustamos de verla y conservar.
J. Zaldívar Ramírez:

¡ASI ES GIBARA...!

Prende el sol su esplendente luz de oro
sobre la Silla majestuosa y bella;
es su brisa salubre, un gran tesoro;
no hay mejor clima que el que tiene ella.

Siempre azul es su cielo inigualable;
hay blancura en sus calles bien trazadas;
para todos se hace inolvidable
y han sido sus bellezas muy cantadas.

Con milagros de cáusticas proezas,
una vez y otra vez fue señalada;
su historia está sujeta de grandezas,
y es por ello vilmente calumniada.

De ese mar que vinieron de otros mares
le trajera la gloria en el pasado,
hoy le llega el alivio a sus pesares
por ser su más leal enamorado.

Sus hijos que la quieren y veneran
y nostalgiosos moran muy lejanos,
los quisieran acunar y que volvieran
a vivir junto a ella y sus hermanos.

Con sus cuevas, su túnel, su blancura,
su añejo Cuartelón y su Portada,
su oculto colgadizo y su hermosura,
aquí está mi Gibara, tan amada.
Ángel Pérez. (Pombo)

LAS VISTAS DE GIBARA

Amigo, esta es Gibara,
la preciosa “Villa Blanca”,
donde el viajero se encanta
viendo sus playas tan claras,
el primer puerto que entrara
el Almirante Colón,
donde las mujeres son
Reinas de la Simpatía,
donde existe la Vigía
y el antiguo Cuartelón.

Tenemos el Parque García
frente al Ayuntamiento,
donde pasar un momento
de placer y de alegría,
contemplando esa bahía,
la brisa que corre aquí.
tenemos el parque Martí,
sus balnearios pintorescos
y conocerás con esto
la Avenida De Rabí.

Siguiendo ese litoral
llegarás al Boquerón,
verás que esos baños son
del público en general.
De allí se va al Hospital
y los Baños de Bolito,
y si caminas un poquito
has de llegar desde luego,
al barrio de Pueblo Nuevo,
que corre un aire exquisito.

Y así, mi amigo, yo quiero
que sin tener compromiso
conozcas Los Colgadizos
y También el Matadero;
un rato alegre, yo espero,
que usted ha de pasar aquí
y diga, yo conocí
todo el pueblo gibareño,
y también con gran empeño
el barrio de Mayarí.

Aunque solo sea un instante
y si el amigo desea,
quiero que también vea
a la Iglesia Protestante,
y como buen caminante
que en nada te va el reflejo,
allá en la playa a lo lejos
o en la Playa del Vallado,
te comas un enchilado
de las masas de cangrejo.

Y en fin, mi amigo, si quieres
pasar un rato sabroso
escucha un son melodioso
cantado por Ángel Pérez;
y si una rumba prefieres
o una canción cualquiera,
todo lo que usted prefieras
siendo al compás de un soncito
aquí tienes al Pombito
que te canta lo que quieras.
Juan Caballero se inspira y brotan los recuerdos de la Villa:

En mi Gibara muy bella
y linda como ninguna,
es para mí cual la luna,
no puedo vivir sin ella;
hermoso como una estrella
es mi pueblo idolatrado,
aquí he vivido, gozado,
he pasado mi niñez,
mi juventud, mi vejez,
mi presente y mi pasado.

Me siento muy orgulloso
si me dicen “gibareño”,
es para mí como un sueño
vivir en mi pueblo hermoso,
por eso lleno de gozo,
le dedico esta poesía,
con gozo y con alegría;
aquí nací y moriré,
y siempre recordaré
la linda Gibara mía.

Empiezo por Mayarí
y llego hasta Pueblo Nuevo,
a los Colgadizos llego,
cerca de donde nací;
me estoy un momento aquí
y sigo hasta la Vigía,
aquí con gran alegría
se me alegra el corazón,
he llegado al Cuartelón
donde conocí a Lucía.

Después de andar otro rato
me acuerdo de don Ramón,
que siempre vendía lechón
cerca del Número Cuatro;
también al viejo Don Castro,
amigo del corazón,
me acuerdo de su cañón
en tiempo de Menocal,
donde solía disparar
de bombazos un millón.

Cuando llego a Jijón,
Joaquín ya sé dónde estoy,
porque aquí vivió Potoy
con su viejo carretón;
también recuerdo a Turrón
que trabajaba de herrero,
y también al viejo Mero,
amigo de Bacallao,
carretero muy honrao,
que vivia cerca de Tero.

Cuando al Cementerio llego
me acuerdo del chino Nano,
y de mi amigo Graciano
y de Nemesio, “El Gallego”;
siguiendo mis pasos luego,
ya estoy en la Tenería,
pongo la memoria mía
en don Virgilio y Terán
y en don Matías Alemán
y de su buena herrería.

Cuando al muelle viejo llego
veo la estatua de Laurent,
me santiguo y digo amén,
pues me acuerdo de Vallejo,
aquí mis recuerdos dejo
gravados en “La Ferrolana”,
y así quizás, si mañana
llego hasta “El Cosmopolita”,
y si Bolito me invita,
yo le aceptaré con gana.

Llegué a “Puerto Escondido”
cerca de la Plaza Fuerte,
y aquí bendigo mi suerte,
porque ya estoy en lo mío;
llego al kiosko, está muy frío,
y tomar algo propongo;
Antonio Ramos y don Mongo
me vienen a la memoria
y gano por esta historia
la estrella de mondongo.

Siguiendo el itinerario
llego al parque de Las Madres,
y como es Día de los Padres,
lo celebro en el Balneario,
y como soy temerario
me pongo a bailar un son,
sigo luego al Boquerón
y de aquí al baño Bolito,
aquí me quedo en un mito,
porque doy el resbalón.
Antonio Quintana, residente en Miami, siente la nostalgia de la Villa amada, y a ella va su sentimental canción:

GIBARA, Mi Villa Blanca, rincón querido donde yo nací,
Aunque ausente, yo nunca te olvido,
Todo mi anhelo es volver a ti.
Tú guardas viejos amigos, a quien muy pronto yo quiero ver,
Pasar con ellos momentos felices
Recordando el pasado ayer.

Nunca pienses que tus hijos son ingratos,
El destino nos hizo partir,
Donde quiera que se encuentre un gibareño
Sus recuerdos serán siempre para ti.

Y continúa con su:

MONTUNO

Gibara mi Villa Blanca ___ Yo nunca podré olvidar,
La belleza de tus playas ___ de tu cielo y de tu mar,
No hay duda que te obsequió ___ la Madre Naturaleza,
Tu nombre Perla del Norte ___ también la Tierra de Dios.

Cuando la luna se asoma ___ sobre Punta Pelegrina,
Con su luz roja ilumina ___ el Cuartelón de la loma,
Los millones de cangrejos ___ cuando van a desovar,
Nos dejan su rico caro ___ antes de llegar al mar.

Ya tú no tienes las Balsas ___ sobre el río Cacoyugüín,
En cambio ya hay carretera __ que nos lleva pronto a Holguín,
Te queda el Puente de Hierro ___ los Colgadizos también,
El Fuerte de San Fernando ___ más ya no existe el Taller.

Desde la Plaza del Fuerte ___ se ven los restos del Faro;
También Santa Rosalía ___ y la Silla de Gibara;
Recuerdo también el Túnel ___ la Avenida de Rabí,
Las lomas de Cupeicillo ___ y la Punta del Barril.

Las Murallas españolas ___ tan solo un recuerdo son,
Pero te quedan los Fuertes ___ del tiempo de la opresión;
Pero fuiste la primera ___ en ver la bandera ondear,
Que trajeron los Mambises ___ junto con tu libertad.

Cuando Colón descubrió ___ el Nuevo Mundo hace tiempo,
Fue en aguas de tu bahía ___ que su Carabela ancló,
Y según cuenta la Historia ___ dicen que Cristóbal dijo
Ser la tierra más hermosa ____ que ojos humanos ha visto.

Ya vienen muchos turistas ___ la temporada a pasar
Pues todo el mundo conoce ____ el ser tu clima ideal,
No te preocupes Gibara ____ nadie te podrá olvidar,
Tus hijos ausentes sueñan ___ con muy pronto regresar.
Fernando Cuesta Mora, su sentimental e inspirado:

¡ADIOS A GIBARA!

Perla de mis amores
En cuyos brazos se meció mi cuna,
Ya no podré mirar tus lindas flores
Ni mis cruentos dolores
Por la noche cantarlos a la luna.

Turquesa del Oriente,
Gibara de mi amor, prenda querida,
¡adiós! te dice el corazón doliente
y un gemido del pecho brota ardiente
que me acaba la vida.

No te olvido un momento
en mis noches de pena y de martirio
y tengo trastornado el pensamiento,
y parece que alumbra mi aposento
la palidez de un cirio.

¡Qué triste es este día
El cielo está cubierto de negruras
y siento que la mente se extravía
y miro tu “Vigía”
a través del cristal de la amargura.

¿Por qué te quiero tanto?
Explicarlo no sé, pueblo adorado,
más ya no puedo más, y rompo en llanto
entre sombras al verme ensimismado.

Llevo enlutada el alma y un gran duelo
mi pobre corazón deja sentir,
yo no necesito contemplar tu cielo
para poder vivir.

Necesito también ¡oh, Villa Hermosa!
contemplar tu mar
antes que en negra y olvidada fosa
lleven mi pobre cuerpo a descansar...
_________________

Lejos suena una campana;
yo me asomo a la ventana,
es el toque de Oración.
¡Qué triste pasan las horas!

Corazón... es que tú lloras
¿porqué lloras, Corazón?

Suena otra vez la campana
y yo vuelvo a la ventana.

Es la hora de dormir.
¡De dormir! Cuánta tristeza
yo reclino la cabeza
tan sólo para sufrir.

Para sufrir y pensar
en el cielo y el mar
de mi Gibara hechicero.

Pensamiento, vuela en pos
de mi pueblo, dile adiós
y que sin él yo me muero.
El Dr. Antonio R. Díaz Fernández los visita y se nos vuele gibareños:

A GIBARA

Dormida, solitaria y silenciosa,
oculta bajo el velo de la bruma,
paréceme una aldea misteriosa,
fabricada con seda vaporosa,
con flores, con sonrisas, con espuma.

Contemplándote en la hora matutina,
inundada en las luces de la aurora,
he creído soñar con una ondina
que, formada de espumas matutinas,
surgiera ante el mar deslumbradora.

Su cielo del color de los zafiros
con claros horizontes matinales,
se diría que seres inmortales
lo hicieron con aliento de suspiros
y con dulces miradas virginales.
Su hermano, Pompeyo Díaz Fernández, sube sobre las múcuras de la costa, lleva la mano a la cabeza, procurando no dañar su raya al medio y nos obliga a escuchar su kilométrica composición al pueblo que ama y admira:

CANTO A GIBARA

Sobre el orgullo de sus aguas plenas
De un arrullar eterno de colores,
Aflora como un coágulo de perlas
La blanca Villa con Gibara el nombre.

Portal de las Américas; toda ella
Tuvo un nacer aquí, desde aquel día
Que tres frágiles naves, su inocencia
Violaron para siempre con sus quillas.

En silencio dormía, en paz, serena,
Sin odio ni rencor, siempre callada...
Solo el indio sutil irrumpe en ella.
Flores y espumas ciñen su piragua

Y medrosa la prosa abre la estela,
Y agota en el encanto de su seno,
El perfume gentil de la floresta
Y del añoso corazón del cedro.

Dos ríos dan en su fluir de sedas
Sus argentinas ondas a sus playas;
Cual gigantescas sierpes que tiñeran
En iris infinito sus escamas.

Allí Colón, al descender contempla
Lo bello del contorno, sus montañas,
Perfumadas, ni grandes ni pequeñas;
¡Hermosas, indolentes, solitarias!

Enmudecido de estupor se queda,
Y la presencia de una cruz reclama;
Junta sus manos, ora y se encomienda.
¡No sabe qué decir...! ¡Y todo calla!

Mas al cielo mirando se serena
Y se escucha su voz ronca de sal:
“Por esta cruz que mi destino vela,
al mundo quiero y a la historia hablar”.

“Esta es, ésta, la más fermosa tierra
Que ojos humanos vieron”. Luego calla,
Y es que es él, él, sí, que prendado queda
En el mudo sopor de ti, Gibara.

Y singular el caracol resuena;
Voz que al disperso siboney reclama,
Por orden del cacique, y todos sepan
De aquella insólita irrupción extraña.

Mi estro se inquieta, con ardor regresa
Al día culminante de la raza,
En que aromados de alquitrán y brea
Llegáronse los blancos a tus playas.

No más ya de natura, el candor sea
En la isla fiera; muere con el indio
Su virginal bondad, y la inocencia
De amores que se expresan no escondidos.

Arrancar la belleza que en sí lleva
Nunca nadie después, nadie ha podido;
Ni los hechos terribles de la guerra
Ni del hombre moderno el egoísmo.

Y la belleza a su quietud se aferra,
Como la piedra en el joyel se incrusta;
Implícita en su ser, y no la amengua
La técnica, el comercio, ni la industria.

Cuando la triste enfermedad aqueja
Y el cuerpo dobla y mústianse los ojos,
Tu sol los salva, el cuerpo se endereza,
Vuélvense de carmín, pálidos rostros.

Yo deseo que nunca se perdiera
De tu hijo el natural de los afectos,
Amplio su corazón el bien lo anega;
Fecúndase de amor al descubierto.

Y estos versos que cálidos resuenan,
Mérito alguno a mi favor otorgan;
Hondo el nidal de tu beldad los crea,
Libres, atisban cumbres... y remontan.

Alados ya perpetuarán doquiera
La mística dulzura de tu fama.
¡Aunque no ha menester, su gloria sea
el romance del cielo con sus aguas!

Hasta el Humón bendigo cuando llega;
Su manto de azul todo lo circunda;
Toma el cetro la paz; ella es quien vela...
La mente calla... y el dolor se acuna.

Del Cuartelón un día, vi a su vera
Las angélicas huestes y albos dioses,
Cual si un mudo certamen compitieran
Pletóricos de luz y de colores.

A darte ese reír que te alborea
Con su magia sutil de resplandores;
A darte ese donaire de princesa,
Y ese traje de luz hecho por dioses.

Regentes de lo bello, lucen reinas
De emociones ardidas, tus mujeres;
Nada a su gracia el hado regatea;
Las colma de pasión y de esbelteces.

En las orillas de sus aguas quedas,
Dolido muchas veces me asilaba,
Para vencer al mundo, en mi conciencia,
Y encontrar del espíritu la llama.

Para robar así desde una quiebra
Profundo meditando en los misterios,
Un trozo de esa paz que mi alma hoy lleva
Y prodigo a los hombres en silencio.

Miraba al pescador en su faena
De la tarde al caer; la algarabía
Del cerco de chicuelos que lo esperan
Y en besos darle su panal de vida.

Gibareño tenaz que no lo arredra
El furor de las aguas, no lo asusta
Si el temido huracán lo balancea
Cuando el sustento de sus hijos busca.

Allí donde el Señor para él lo crea
Pingue, en la onda voraz del océano;
Así él y sus pequeños se sustentan
Y en humilde estrechez, crecen honrados!

El afanar del mundo aquí no llega;
La ambición desmedida se desdobla;
Al mirar tanta, tanta gente buena
Que conviven tranquilos en sus costas.

El hijo de esta Villa que se ausenta
Por la vida forzado y el destino,
En el dolor y en el placer la sueña:

“NUNCA, JAMAS, GIBARA, YO TE OLVIDO
SIEMPRE, GIBARA, SIEMPRE TE RECUERDO”.