Prensa desde 1900

31 de mayo de 2010

El sitio de La Periquera, un documento muy singular

Por José Abreu Cardet

El 14 de octubre de 1868, los holguineros se sublevaron contra el dominio español. En pocos días se apoderaron de los campos de la jurisdicción. El 30 de octubre, atacaron infructuosamente la ciudad de Holguín. El 17 de noviembre, penetraron de nuevo en las calles holguineras.

La guarnición enemiga se refugió en tres lugares. La manzana donde está situado el edificio, conocido hoy como, La Periquera, la iglesia San José y el Hospital Militar. Los revolucionarios capturaron la iglesia y sometieron a un sitio a las demás fortificaciones. El 6 de diciembre, se vieron obligados a retirarse de la ciudad, pues ese día llegó, procedente de Gibara, una poderosa columna bajo las órdenes del oficial español Méndez Benegasi. A esta tropa por falta de armas y parque, era imposible enfrentarse. Casi toda la población holguinera acompañó a los mambises en su retirada. En la ciudad quedaron tan solo un reducido grupo de vecinos fieles a España y la guarnición militar. Los cubanos situaron en las inmediaciones de Holguín varias compañías y sometieron a la ciudad a un estricto bloqueo. La columna española, bajo el mando de Méndez Benegasi, marchó a Gibara en busca de provisiones. Los mambises situados en los alrededores de ese puerto le impidieron retornar de inmediato, como eran sus planes.



Francisco Rondán (El Manco), constructor y primer dueño de la casa Rondán, La Periquera

La situación de los sitiados en Holguín llegó a ser verdaderamente desesperada, pues los mambises retiraron todo el ganado de los alrededores de la población y destruyeron los sembrados que no pudieron recoger y transportar. El gobernador holguinero estaba ante una situación muy comprometida, pues temía, si enviaba una columna a los campos inmediatos en busca de vituallas, que esta fuera derrotada y la responsabilidad cayera sobre él. Queriendo salvar su competencia convocó a una reunión a la junta de Armamento y Defensa y a los jefes y oficiales del ejército, voluntarios y bomberos. La junta de Armamento y Defensa estaba integrada por un grupo de prominentes integristas. En la reunión les explicó lo comprometido de la situación. Se decidió que era indispensable salir en busca de vituallas, pero para esto todos los presentes suscribieron un documento donde se explicaba la situación y se extendió el acta siguiente:

En la ciudad de San Isidro de Holguín a los once días del mes de Enero de mil ochocientos sesenta y nueve, se reunieron previa citación, en la casa morada del Sr. D. Francisco Rondan, el Sr. comandante de Infantería D. Francisco de Camps, teniente Gobernador y comandante militar de esta ciudad, los señores de la Junta de Armamento y Defensa, los oficiales de ejército y de voluntarios y bomberos; (aquí siguen los nombres).—El Sr. teniente Gobernador como presidente de esta junta, expuso: que sin embargo de que á la salida de la columna mandada por el digno jefe D. Francisco Benegasi, hizo cuanto le fue posible para dejar abastecida ésta ciudad de carnes y demás comestibles, y para todos los puntos fortificados y demás vecindario, ha llegado el caso de que no obstante la economía observada en la distribución de raciones, no se cuenta con más recursos para atender al sustento de la fuerza que guarnece todos los puntos fortificados y el vecindario, que con una escasa proporción para el día hoy, por lo que se hace caso fortuito, tratar del modo de abastecer la plaza por algunos días, hasta ver si llega la columna del Sr. Benegasi; pero como para ésta clase de operaciones hay que salir necesariamente al campo, ocupado por los enemigos, y puede presentarse un lance cuyos resultados no se puedan preveer; y siendo el principal objeto del Gobierno sostenerse en ésta ciudad, para salvar la responsabilidad de los acontecimientos, puesto que habrá de debilitarse la fuerza de todos los puntos fortificados para reunir una columna que proteja la operación de buscar comestibles, ha dispuesto ésta reunión general, para que enterados todos los señores presentes, de todo lo expuesto, disponga si consideran de necesidad absoluta, que salga fuerza armada en busca de provisiones de boca a los campos inmediatos; a lo que contestaron unánimemente todos los señores presentes, que consideraban de absoluta necesidad salir a buscar comestibles, so pena de morir todos de hambre. En su consecuencia dispuso el Sr. Teniente gobernador que desde luego se organizase una columna que saliera con el indicado objeto, con instrucciones convenientes, y entre ellas, que para seguridad de las propiedades se tomase nota del hierro y señal de las reses que se recogieran, con el nombre de sus dueños. Con lo cual se dio por terminado el acto, y firmó el Sr. Teniente Gobernador con los demás señores presentes para su debida constancia.—Francisco de Camps.—Francisco Rondan.—Gregorio F. de la Vega.—Vicente Moyua.—José Dominicis.—Joaquín Martínez.—Juan de Gerona.—Manuel Gómez.—Ramón Iglesias.—Lino Granadas.—Eugenio Arizmendi.—Francisco Puente.—Vicente Miralles.—Rafael Palma.—José Martínez.—Narciso Falcó.—Eduardo Alcubilla.—Belisario Álvarez.—Juan del Rosal.—Vicente Guilemi.—Andrés García.—Luciano Martínez López.—José García.—Salvador de Fuentes.—Dionisio Pérez.—Manuel Nates Bolívar.—Ante mí, Manuel Misfut ”.
La columna española salió de la ciudad. Los mambises, aunque la hostigaron, no contaban con armas para derrotarla ni impedirle su misión. Por lo que pudo regresar a Holguín con ganado y viandas que logró tomar en las fincas de la zona. El documento que reproducimos quedó como una evidencia de lo difícil de la situación de los colonialistas. Además es una muestra indudable de lo efectivo del bloqueo cubano. En la medida en que llegaron nuevas fuerzas, muy superiores en número y armas, los mambises tuvieron que ir abandonando los campos cercanos a Holguín. Al parecer este es el único documento para justificar una incursión militar firmado tanto por militares como civiles en las guerras de independencia de Cuba.

Bibliografía

Francisco de Camps y Feliu Españoles e Insurrectos. Establecimiento Tipográfico de A. Álvarez y Compañía. La Habana. 1894

José Martí en tierras de Holguín


Por María Julia Guerra 

Desde nuestras tierras, José Martí le escribe a Carmen Miyares: Altagracia, Holguín, 9 de mayo de 1895.

"A reserva de más larga carta, que pronto podré escribirles desde Manzanillo, ansioso ya, con más premura que las de las leguas continuas y los sucesos, de poder guiarlos conforme a un plan rápido y general, les pongo estas líneas ya en tierras de Holguín, tan nuestras como cuanto he visto, y con 500 hombres armados, oyendo hablar al fervoroso Miró y al abnegado Rafael Manduley, brillante e impetuoso en Holguín.
Y, más adelante:

"100 hombres apiñados respiran en el casuco donde escribo, con la vela en un jarro. He de acabar. Gran cariño he encontrado en Holguín de gente toda blanca, que lee y escribe, marcial".
Martí y Gómez, había llegada hasta aquí guiados por un mayaricero y acompañados por Teodosio Rodríguez y sus hijos Teodosio, José y José Francisco, quienes d’ias antes, junto con Manuel Sartorio, habían ido al encuentro de ellos.

Para alcanzarlos en el camino, Miró Argenter envió a Francisco Díaz (Pancho), quien es práctico de ríos. A poco, en Altagracia, Martí conoce personalmente a José Miró Argenter, Rafael Manduley del Río, Jaime Mu;oz, José González, Bartolomé Rosabal, Pablo García, Rafael Ramírez, Juan Oro, Augusto Feria, Teodorico Torres, Nolasco Peña, Rafael Peña, Luis Jerez, Inocencio Sosa, Rafael Rodríguez y Plutarco Artigas con su hijo Pedro.

Gómez le pide a Miró que le proporcione a un hombre que para que les ayude a copiar circulares, ordenes, cartas y otros documentos. Desde ese mismo instante Augusto de Feria Sívori quedaría al lado de Martí, como un secretario.

La casucha de la que habla Martí en su carta es la vivienda del matrimonio formado por Agustín Cabrera y Paula Pérez, donde duermen, junto a él todos los holguineros, para, al otro día, el 10, cruzar el Cauto y acampar en La Travesía. Ese día, “-En lluvias, jarros de café, y plática de Holguín y Jiguaní llega la noche.”

El propio Martí nos dice que el día 11 Miró regresa a Holguín con su gente; pero allí se quedaría Plutarco Artigas Manduley, a servirle también de amanuense, y su hijo Pedro de escolta.

LOS DOS SECRETARIOS DE MARTÍ

Los holguineros Augusto de Feria Sívori y Plutarco Artigas Manduley les sirvieron de secretarios y ayudantes a Martí hasta el mismo día de la caída de éste en combate en Dos Ríos.

En su Diario, Martí, nos refiere que el día 13, en el campamento de la Jatía hablan de las tres Altagracia; que le buscan “hojas de zarza o de tomate, para untarlas de sebo, sobre los nacidos” y que a la jáquima que le ha traído Bellito, Artigas le saca flecos.

Dos días más tarde, el 15, nos dice: “Artiga, al acostarnos pone grasa de puerco sin sal sobre una hoja de tomate, y me cubre la boca del nacido.”

Eduardo Noa Toranzo, sobrino político de Plutarco, en carta dirigida a Alfredo T. Quilez, director de la revista Carteles y con fecha 3 de febrero de 1941, refiere que Plutarco contó que Martí, al ver las fuerzas de Holguín le preguntó al General Gómez “si no tenían algún pendolista, contestándole el General: ‘De Holguín tengo a Augusto de Feria que es mi ayudante, pero aquí tiene al viejo Artigas que ha sido oficinista y creo que puede servirle’. Y entonces se lo presentó. Igualmente manifiesta que el 19 de mayo, antes de Martí partir al combate fatal había estado dictándole a Plutarco Artigas Manduley unas cuartillas para un proyecto de constitución del Gobierno Revolucionario.

En tanto, Martí, en la última página de su Diario, escrita el 17 de mayo, dice: “Gómez sale, con los 40 caballos, a molestar el convoy de Bayamo. Me quedo, escribiendo con Garriga y Feria, que copian las Instrucciones Generales a los jefes y oficiales.-“

DE PLUTARCO Y AUGUSTO

Plutarco era miembro de una influyente familia holguinera, la Artigas Manduley, y había heredado la finca Santa Cruz, de tierras fértiles al sureste de Holguín. Estaba casado con Soledad Toranzo Pupo con quien tuvo a Pedro, Úrsula, José Antonio, Maximiliano, José, Angelina, José, Conrado, María y Eudaldo. En plena contienda, en 1898, nació Mercedes, la hija menor.

El 2 de mayo de 1895, Rafael Manduley del Río, en compañía de Francisco González Castellanos, llega a Santa Cruz; va a incorporarse a las huestes insurrectas. Contacta con su primo Plutarco y éste decide que irán en busca de Miró Argenter que se encuentra con una fuerza holguinera en Tacámara. También irá su hijo Pedro. El día 3 de mayo se incorporan a las tropas de Miró.

Después de el aciago hecho de Dos Ríos, Plutarco dejó la tropa de Gómez y Pedro se incorporó al Regimiento José Martí, creado por Miró Argente con holguineros, y en el que estaban varios de los que estuvieron en Altagracia.

El 17 de julio de 1895, con el grado de Capitán, se nombra a Plutarco Artigas Manduley Prefecto de Santa Cruz Así se desempeñó hasta diciembre de ese año, cuando se hizo imposible sostener la Prefactura con seguridad, y es pasado a desempeñar igual cargo en San Francisco, a donde lo sigue toda la familia. En julio de 1896 es trasladado a Tacámara, lugar en que estuvo hasta octubre de 1897 cuando, con el grado de Comandante, es nombrado Teniente Gobernador de Las Tunas, Aquí terminó la guerra.

"Alto y bueno, del pueblo, cajista y de letra", así vió y describió Martí a Augusto de Feria Sívori, un joven de sólo 20 años, descendiente de una familia de patriotas, que había aprendido el oficio de tipógrafo en La Doctrina, El Cayajabo, El Holguinero y El Eco de Holguín.

Augusto se encontraba en el campamento el fatídico 19 de mayo. Se disponían a siestar cuando llega el Teniente Álvarez a toda carrera "con la noticia de que se escuchaban disparos en dirección a Dos Ríos. La orden del General en Jefe no se hizo esperar: !A caballo". Las fuerzas cubanas salieron a batirse. En tanto Gómez le ordena que comunique a Masó el mandato de retirada. Serían aproximadamente la 1 y 30 de la tarde, tres disparos, dos de ellos mortales, segaron la vida del alma de la Revolución.

Desde ese momento Augusto pasa a ser también ayudante del General Máximo Gómez. Le sigue a llevar la guerra a Camagüey y Las Villas.

El Plan de Invasión queda dispuesto el 29 de noviembre de 1895, dividiéndose en dos columnas: una por el Sur, por la cordillera de Trinidad, la manda el Brigadier Quintín Bandera; la otra, en la que van Gómez y Maceo, se movería por el Norte, y si fuera necesario por el Centro y Sur.

Ese mismo día, en el camino de Iguará a Sancti Spíritus, es batida una columna enemiga por la columna de Gómez y Maceo, pero los cubanos tienen 33 heridos y 8 muertos. Augusto de Feria en esta ocasión saldría ileso.

La suerte no le es igual en Mal Tiempo, el 15 de diciembre, en la cruenta y victoriosa batalla Augusto sería herido. Luego se destacaría en la batalla de Saratoga, del 9 al 11 de junio de 1896. Seguiría al lado del General en Jefe durante toda la campaña de 1896.

El día 18 de enero de 1897, estando acampados en Manacas de Jobosí, el capitán ayudante Augusto de Feria pide se le pase a Occidente, lo cual se le concede. Terminó la guerra con el grado de Comandante en el Cuartel del Departamento Occidental.


COMO AQUEL 19 DE MAYO

El mismo respeto, cariño y lealtad que le profesaron Augusto de Feria y Plutarco Artigas, sus ayudantes-secretarios, Pedro, el hijo de Plutarco, Teodosio Rodríguez y sus v’astagos: Teodosio, José y José Francisco, holguineros que estaban junto a él cuando partió a pelear por Cuba y a caer de cara al sol, le tributan hoy todas las generaciones de estas tierras holguineras.


El sitio de La Periquera

Durante el ataque de los mambises del 29 al 30 de octubre de 1868 al almacén de Rondán, la mayor parte de los defensores eran Voluntarios los que, como dijimos anteriormente, usaban uniformes de color rojo. Los regulares tenían, en algunos casos, cintas amarillas y rojas, representando la bandera española.


Existe una versión popular del origen del nombre de "La Periquera" por el cual se le conoció, a partir del Sitio de Holguín, a la Casa de Rondán, y es la que sigue: Los mambises, al enfrentarse a aquella estructura imponente, todo lo que veían, de vez en cuando, era a un Voluntario asomarse por un momento en una ventana y alguna que otra vez, a un regular hacer lo mismo para dispararles. Con la chispa y humor del cubano, pronto alguien gritó: "¡Salgan de la jaula, pericos!" , aludiendo al colorido de sus uniformes. Otra versión, quizá más acertada, aparece en el serio libro: Memoria sobre el origen del hato de San Isidoro de Holguín , de D. Diego de Ávila y Delmonte, obra inédita de la época, que fue continuada por José María Heredia, cuya segunda edición aparece publicada en Holguín en 1926, p. 186. Dice textualmente:

"Ya el 21 de noviembre el sitio fue completo, y fue incendiada la casa de Nates, y al siguiente les tocó su turno a las casas de comercio de Casiano Labusta y Francisco Pérez Fernández, hechos que llenan de pánico al vecindario. El 24 del mismo mes se inició un parlamento entre Peralta y el Teniente Gobernador D. Francisco Camps y Feliú a las ocho de la mañana y que duró algunos días y sin que se llegara a un acuerdo, pues no fue más que un ardid para ganar tiempo para el atrincheramiento de los españoles en la casa de Rondán, donde se concentraron, motivo por el que desde entonces se llama La Periquera".

Cualquiera que fuese la causa para bautizarle "La Periquera" tuvo gran éxito. Desde entonces, hasta nuestros días, al almacén de Rondán a través de su proceso de transfiguración; primero como Casa de Gobierno y a la postre convertido en Museo, se le ha conocido y se le sigue conociendo como “La Periquera”.

El ataque del 30 de octubre de 1868 fracasó en poco tiempo. Amadeo Manuit y el General Julio Grave de Peralta retiraron sus fuerzas, las organizaron, las entrenaron mejor y las equiparon lo mejor que pudieron; y con nuevos bríos, más organizados y dispuestos a pelear hasta el fin, atacaron de nuevo el 17 de noviembre. La batalla fue feroz. Lograron entrar en la ciudad y tomar la mayor parte de ella, incluyendo la iglesia donde se defendían las fuerzas de Camps. Entretuvieron a las tropas de la Casa de Gobierno y dirigieron su ataque principal a “La Periquera”, pero ésta resistió la tremenda y sostenida embestida. Ante semejante estructura, Manuit y Grave de Peralta cañonearon con los cuatro cañones que disponían. Uno de los cañones estaba emplazado en la cercana casa de Grave de Peralta; en total, los cuatro cañones disparáronle 180 cañonazos a “La Periquera” sin lograr su cometido de abrir una brecha.

Los mambises utilizaron también en el Sitio de Holguín, un cañón de madera que fabricó Marcelino Carranza de una madera llamada "yaba" que se acostumbraba usar para la fabricación de carretas, oficio al que se dedicaba Carranza. Era un cajón de 2 varas de longitud y 18 pulgadas de diámetro; de figura cilíndrica y reforzado por unos zunchos de hierro y otros de cuero. Lo trajeron en una carreta. Las balas eran hechas de hierro forjado a martillo y pesaban unas 15 ó 20 libras. Sólo pudo hacer 3 disparos (por razones obvias). Al tercer disparo, explotó y quedaron heridos 2 de los "artilleros".

El 24 de noviembre comenzó la conferencia antes mencionada entre Manuit y de Camps, que resultó solamente un ardid español para ganar tiempo. El día de Santa Bárbara, en celebración por su día, dispararon los mambises 89 cañonazos a “La Periquera” que no ocasionaron ni el más mínimo daño, a lo que decía el septuagenario Rondán: "Tiren... tiren, ¡qué no se cae!"


Grave de Peralta hizo que sus hombres lanzaran cientos de piedras y palos incendiarios, con el propósito de tratar de provocar un incendio dentro de “La Periquera”, pero no tuvieron éxito en ello. En sus feroces acometidas las fuerzas libertadoras dispararon un estimado de 40 mil proyectiles. Todo sin éxito. “La Periquera” resistió. Pasaron los días y el 6 de diciembre de 1868, cuando se supo que los españoles habían desembarcado refuerzos en Gibara y que se dirigían hacia Holguín, Marcano y el General Julio Grave de Peralta no tuvieron más remedio que ordenar la retirada sin haber podido conquistar “La Periquera”.

Holguín fue atacado con posterioridad, en 1872, por tropas mambisas al mando del Mayor General Calixto García e Íñiguez y del Generalísimo Máximo Gómez y Báez.

Patio interior de La Periquera

“La Periquera” está situada en la calle Frexes nº 198 entre Libertad y Maceo. Al frente se divisa la antigua Plaza de Armas (también llamada por un tiempo Plaza de Isabel II), hoy parque Calixto García. Después del Sitio de Holguín, Francisco Rondán calculó el costo de los daños a su casa en unos 12 mil pesos oro que reclamó al gobierno español. Pero al marcharse sus hijos, viejo y agotado, decidió retirarse con su esposa a vivir a Gibara. El gobierno colonial asumió entonces la tarea de reconstruir la casona, y por 102 pesos mensuales alquiló de Rondán el ala izquierda de los altos para la sede de la Casa de Gobierno. Permaneció largo tiempo como Casa de Gobierno y fue epicentro de diversos eventos históricos en esa ciudad.

El catalán y el mambí

Por José Abreu Cardet

 La guerra de 1868 se desarrolló con extrema crueldad. Pero, en sus inicios, ocurrió un olvidado acontecimiento al que queremos referirnos en este breve artículo. Francisco de Camps y Feliú, comandante de infantería del ejército español y gobernador de Holguín, no fue un hombre que se destacó por una actitud arrogante y despreciativa hacia los cubanos. Su esposa era cubana y el mismo pertenecía a una región, Cataluña, que sufría el yugo imperial. Quizás esos son factores que influyeron en su forma de actuar hacia los cubanos. En general se había ganado el aprecio de los holguineros.

Al estallar la guerra, y los mambises ocupar casi todo el territorio de la jurisdicción, Camps y Feliú concentró el grueso de su fuerza en la manzana donde se encuentra el edificio conocido hoy como, La Periquera. Los revolucionarios le pusieron sitio a esa manzana desde el 17 de noviembre.


Durante el sitio se realizó una tregua donde ambos bandos conferenciaron. Los cubanos negociaban la rendición de los españoles. Estos últimos al parecer se mostraban bastante propensos a llegar a un trato, pero al final esto no resultó.

Durante la tregua Julio Grave de Peralta uno de los líderes de los sitiadores tuvo un gesto de caballerosidad con Camps. Como en la manzana fortificada se encontraban una cantidad de mujeres le regaló una vaca para que pudieran comer carne y le escribió una nota caballerosa y respetuosa que el propio Camps se encargó de reproducir años después cuando publicó su libro Españoles e Insurrectos.

“Sr. Don D. de C. Y F. —Holguín, 22 de Noviembre de 1868. —Muy Sr. mío: La resistencia opuesta por usted, ya debe cesar. Ha cumplido usted como valiente militar, y ya debe pensar en salvar la vida de las personas débiles encerradas en esa casa, que no podrá defenderse de un asalto combinado. Diríjome a su gran corazón en nombre de la humanidad.” “He ordenado que se le facilite a usted una vaca para que esas señoras coman carne fresca. —Patria y Libertad. —Julio Grave de Peralta.”

En su libro de recuerdo anotó Camps refriéndose a el en tercera persona que: El comandante militar no contestó; pero le dio las gracias personalmente en la Plaza de Armas, evitando que Peralta le diera un abrazo, diciéndole: —“Los generales no se abrazan cuando parlamentan, se harían sospechosos.” Peralta comprendió la advertencia y se contuvo; hablaron después y ambos se retiraron. (1)

Julio Grave de Peralta quien se convertiría en el líder de la insurrección lo había tratado. Incluso en su diario personal anotó que durante la tregua: “…tuve la oportunidad de hablar extensamente con el Teniente Gobernador Señor Francisco Camps persona bastante simpática y caballero y digna de aprecio por todo aquel que tuvo el placer de tratarlo y su amabilidad era muy popular” (2) Una olvidada historia de caballerosidad entre dos hombres que combatieron con valor en bandos
contrarios pero mantuvieron un respeto que no es muy frecuente en una guerra.

Notas

1— Francisco de Camps y Feliu Españoles e Insurrectos. Establecimiento Tipográfico de A. Álvarez y Compañía. La Habana. 1894

2—Constantino Pupo y Aguilera, Patriotas Holguineros, Holguín, 1956, pp. 25, 26

                



Holguín desde las alturas.

Por: Amaury Betancourt.

En un helicóptero subió Amaury Betancourt y desde esa altura, que es mínima y no colosal, muestra este Holguín nuestro de cada minuto, al que sin embargo, no conociamos hasta su "heroicidad".

Intercepción dela carretera hacia Cacocum y Bayamo con la Circunvalación.

Edificios de 18 plantas (nuestras Torres Gemelas)


Terminal de Ferrocarril Central.

El Teatro Suñol (antiguo Infante) desde el cielo cercano.

Allá abajo el Parque de Las Flores. (Con claridad se distingue la Catedral San Isidoro y la Glorieta Albanés)

Reparto La Quinta

Rotonda Gonzalez Valdés en la cima de la Loma de la Cruz


Plaza donde descanzan los restos del Mayor General de las tres guerras deindependencia y Lugarteniente General en1895, Calixto García Iñiguez




 Estadio Calixto García