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Kenia Leyva Hidalgo (Holguín, 1974). Poeta y narradora. Obtuvo el Premio de Poesía Adelaida del Mármol 2002, y el Alcorta 2003 en Pinar del Río. Ha publicado Disertación de Cleopatra mientras amanece sobre Roma (Ediciones Papiro, 2000), La limpia sangre del cordero (Ediciones Holguín, 2003) y Yo no podría jurar (Editorial Cauce, 2004). Premio Venga la esperanza 2004. Y Días prohibidos, Premio de la Ciudad de Holguín en 2006. Egresada del quinto Taller de Técnicas Narrativas Onelio Jorge Cardoso. Textos suyos aparecen en diversas antologías nacionales y extranjeras. Con este libro obtuvo el Premio de la Ciudad en Poesía en el 2006. Es miembro de la AHS.
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Amén a las muchas lecturas que le supongo, y que debían haberla hecho universal, Kenia Leyva es una mujer tan localmente criolla como lo fue mi abuela y como todas las vecinas rurales de esta tierra. Tímida, creo, debajo de esa naturalidad en que se esconde. Huye de los nombramientos y cargos como de las brujas viejas de su niñez y hace visitas a la redacción de esta emisora, donde tiene amigos crueles, como mismo al colegio, adonde no se quiere y se quiere ir.
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Muchacho que amé apenas unas horas,
no puedo retener tu salto de bestia adolescente,
tu caricia recién inaugurada por los vientos del verano.
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Eugenio Marrón: ¿Qué representa para ti el ejercicio de la poesía?
Kenia Leyva Hidalgo: Ante todo una necesidad expresiva, un encuentro con la realidad, con lo que se piensa, con lo que se ve, con lo que se sufre y también con lo que se admira.
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Hombres han dejado sobre mi vientre sus mentiras,
cicatrices de miedo,
en él también han muerto ángeles,
madrugadas de media lumbre y vino
de extraños sabores.
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Un hombre de mar vistió mi cuerpo
de anochecida isla,
diminuta isla de presagios.
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Muchacho, apenas te amé unas horas
y entendí que no puedo retenerte.
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Nunca podrías con esta soledad que me acompaña como un ángel,
con esta manía de volver a ser diminuta isla.
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E.M: Del libro que mereciera el Premio de la Ciudad de Holguín, 2006, Días prohibidos, uno de los textos que mejor representa la voz poética de Kenia Leyva es sin dudas “Fotografía 1990”, allí el calado generacional, la mirada de interioridad humana, la voz profunda de la poesía habla a través de esta autora que ya, desde Holguín, sitúa su nombre en lo más alto de la poesía joven cubana.
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Días prohibidos exhibe un discurso poético sostenido con aliento y esmero en cada uno de sus textos. Un hilo conductor unitario enlaza estos poemas que tienen su énfasis en el trazado de un mapa afectivo de peculiar expresividad, de singular encanto, con parcelas de fecundo linaje poético como la familia y el recuerdo, el gozo y la añoranza, la vida y la muerte, la Isla y el tiempo.
De la contratapa del libro Días prohibidos
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Muchacho que amé apenas unas horas,
no puedo retener tu salto de bestia adolescente,
tu caricia recién inaugurada por los vientos del verano.
Nada puede mi cansancio contra la ternura
que como un árbol
busca luz en la equívoca paz de mis ojos.
Hombres han dejado sobre mi vientre sus mentiras,
cicatrices de miedo,
en él también han muerto ángeles,
madrugadas de media lumbre y vino
de extraños sabores.
Un hombre de mar vistió mi cuerpo
de anochecida isla,
diminuta isla de presagios.
Encendidas las naves
caí rendida en aquel abismo que eran sus manos
dormidas sobre mi espalda.
Créeme:
No tuve un golpe de marea para arrasar barcos,
puentes, murallas,
todo lo destruido por su delirio
y virgen de naufragios me descubriera la mañana.
Cuando tu joven cuerpo desata
los tiernos corceles del placer
dejo que mansos corran
que beban tranquilos de mis aguas
no quiero ahuyentarlos con el ruido
de otros corceles escondidos aún por los rincones de la carne.
Muchacho, apenas te amé unas horas
y entendí que no puedo retenerte.
Nunca podrías con esta soledad que me acompaña como un ángel,
con esta manía de volver a ser diminuta isla,
soñar que sus manos regresen a encender nuevamente mis naves
y caer rendida sobre esos corceles
que temo despertar cuando te amo.
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