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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

6 de enero de 2015

Acerca de San Salvador Patris



Autores: Víctor Rolando Bellido Aguilera y Héctor Alfredo Álvarez Almaguer.

Tomado íntegramente de  Ámbito. Revista cultural del periódico Ahora. Holguín. Año V. No.19 del mes de  Octubre de 1992. Pág.13 – 28. Este trabajo fue presentado en el evento, El V Centenario Visto desde Cuba, celebrado en la Sala Polivalente del Hotel Pernik entre los días del 27 al 28  de octubre de 1992.
 

Nota de la redacción.

En junio del presente año se produjo la presentación en Las Tunas del cuaderno Portus Patris, que recoge un ensayo con los criterios de sus autores que niegan que el lugar de arribada de Cristóbal Colón a Cuba fuera la bahía de Bariay, y que de manera categórica afirma que el sitio fue la bahía de Puerto Padre, en la actual provincia de Las Tunas; asimismo aseguran que la llamada por Colón, Río de Mares es en la actualidad la bahía de Manatí. Los autores tuneros identifican los accidentes geográficos que describiera Cristóbal Colón en su Diario en el entorno de ambas bahías en aquella provincia.

Estas afirmaciones no son nuevas; fueron planteadas por Francisco R. del Pueyo en 1937 en un folleto al efecto que recogió lo expresado por ese  profesor tunero en el capítulo 57 de "Caballeros Católicos de Cuba", en el Liceo de la Ciudad de Puerto Padres. Los actuales ponentes plantean que aportan nuevos elementos y novedosos sistemas investigativos para lograrlos.

Ficha bibliográfica: Rueda Quintana, A.A., Martínez Rueda, O. Martínez Rueda  y T.N: Martínez Rueda, Portus Patris (La llegada de Colón a Cuba), editorial Sanlope, Las Tunas, 1992. 88 p.



INTRODUCCION.

Nunca está de más reconocer el derecho de todos al cuestionamiento permanente en el terreno de la ciencia porque no existe teoría absoluta ni verdad eterna e inconmovible.

Pero en la realidad si existe la verdad objetiva, y el ser humano, a lo largo de su devenir, ha ido perfeccionando los métodos y los medios para acercarse cada vez más eficientemente al conocimiento de esa verdad objetiva.

Por eso, cuando llegó a nuestras manos el ensayo "Portus Patris" experimentamos una  primera reacción de compresión y de reconocimiento para con los autores por estar ejerciendo el derecho a cuestionar. A partir de ahí, también aparece cierto grado de simpatía por la revitalización del debate en torno a una cuestión que no por su especificidad deja de ser interesante y de importancia para la historia de Cuba. Pero la compresión y las simpatías iníciales, lejos de aumentar, disminuyen con la lectura del texto y terminan por convertirse en desagrado ante el hecho de que materias de indiscutible pertenencia al campo de la ciencia hayan sido tratadas en una forma más propia de la literatura comercial que de la literatura científica. 

"La discusión es la Luz", se decía en la Antigüedad, pero al mismo tiempo ya se preocupaban, los más antiguos discutidores, por encontrar las reglas y los principios para que toda discusión arrojara la mayor cantidad posible de luz. Muy humildemente los autores de esta breve valoración  metodológica sobre el ensayo "Portus Patris" consideramos que en el mismo se ha incumplido algunos de los requisitos básicos del debate y la polémica científicos. Y es ya falacia metodológica y formal está precisamente la refutación e invalida del ensayo en cuestión, lo cual causa al lector un sabor desagradable que, más que a adentrarse en la dilucidación del sistema de conocimientos expuestos, le impulsa a rechazar el tono  grandilocuente y triunfalista que impregna el trabajo en cuestión.

DESARROLLO.

1. MANDAMIENTOS INCUMPLIDOS.

a) LA MODESTIA.

La modestia no es sólo una encomiable cualidad moral, sino casi un "mandamiento" para todo aspirante a científico. Por ello resulta chocante para el lector la utilización, ya en la página 11 del ensayo, de términos como los siguientes:

-"Síntesis del gran volumen de la información acumulada".

-"Debemos entonces limitarnos a cuestiones esenciales y dejar ausente todo un cúmulo de razonamientos válidos, de cuya conjunción emergen conclusiones que, sin lugar a dudas, se complementan a unas y otras y estructuran un modelo teórico que propone resultados verdaderamente alentadores".

Como puede apreciarse, en el párrafo anterior la redacción es más propia de una prosa literaria que científica, pero, incluso dentro de las exigencias de la prosa artística, peca de proliferación en el uso de adjetivos y frases de corte marcadamente grandilocuente.

Ya antes, en la misma página 11, han levantado "sin querer” una roncha en nuestra sensibilidad, cuando dicen:

-"Apelamos a los métodos estadísticos y a los análisis lógico-estructurales como única vía de  lograr resultados objetivos, imparciales y confiables, al margen de "interpretaciones" y "posturas" que devienen focos de distorsión y confusión de datos".

De lo anterior se deriva la impresión de que los únicos que han apelado al camino único para alcanzar "resultados objetivos" son los autores. Esa única vía les permite apartarse de "interpretaciones" y "postura", por lo que ellos son los exentos de caer en "focos de distorsión y confusión de datos".

Muy respetuosamente consideramos que estas afirmaciones de los autores del ensayo "Portus Patris", en el mismo preámbulo del texto, les privan de todo el encanto que emana de la modestia en el campo de la ciencia y les saca, casi, del terreno de la válida polémica científica.

b) RAZONAR PARA PERSUADIR.

Este es otro mandamiento incumplido por los autores del ensayo. El razonamiento está divorciado de los auto elogios y autovaloraciones. La Tarea de la ciencia es presentar los argumentos, el medio del razonamiento y las conclusiones sin que ello implique que a la vez estén siendo  autos elogiados esos razonamientos y conclusiones.

Estos ponderamientos y refutaciones han sido siempre tarea de la crítica.

En lo relacionado con el "análisis de la mezquita de Colón", los autores plantean:

-"Consideramos oportuno conferirle a este punto de la indagación un análisis particular, para poner de relieve elementos que hagan emerger criterios más claros y concluyentes y depurar, en lo posible, las ideas que se han esgrimido a este respecto".(Pág.33)

Son atribuciones que, señalamos respetuosamente, no corresponden a los autores del ensayo. Se trata de una incursión indebida al campo de los lectores, de los consumidores de la información o teoría por ellos elaborada. A nosotros, a los lectores y críticos, corresponde decir si han hecho "emerger criterios más claros y concluyentes"; si han "depurado las ideas que se han esgrimido a este respecto".

Pero la incorrecta atribución de valoraciones que no les corresponde hacer a los autores del ensayo que rubricada al más alto nivel en sus "Consideraciones finales", donde nos enteramos, por boca de ellos mismos, que sus métodos de trabajo han sido indiscutiblemente "más técnicos" y "menos subjetivos", "con una claridad" que evita caer en la "bancarrota teórica". Veamos a continuación esa excelente muestra de autobombo:

-"La discutida cuestión de la ubicación exacta de los primeros puertos de esta derrota aparece, a luz de los métodos de investigación categóricamente más técnicos y menos subjetivos, con una claridad que permite definir un estado de opinión definitivo sin incurrir en los riesgos de la bancarrota teórica, tal como sucede a otros modelos, cuyos autores no tuvieron en cuenta la adecuada selección y explotación lógica de los datos"... (pág.78).

Los autores han asumido la función no sólo de creadores de una nueva "teoría", sino también la de un tribunal evaluador de la misma; sin percatarse, han hecho trizas uno de los principios básicos del "derecho romano" que postula que no se debe ser, a la vez, JUEZ Y PARTE. Olvidan la conversación con el lector y le dan órdenes e indicaciones en un monólogo de corte teocrático.

c) DISPOSICION AL DIALOGO.

Por último, este mandamiento es no sólo válido para el campo de la ciencia, sino para todos los campos de la vida. La disposición al diálogo se combina con la tolerancia y el espíritu abierto del científico, sobre la base de que el reconocimiento de su derecho a cuestionar toda teoría implica, al mismo tiempo, el reconocimiento de que su propia teoría también es cuestionable.

Dentro de muchos ejemplos de tratamientos irreverentes que lindan con lo irrespetuoso, los autores del ensayo, al tratar las opciones, datos y razonamientos de otros autores sobre el tema en cuestión, utilizan una forma que excluye el diálogo como en los casos siguientes:

- Sobre las "Dos montañas así redondas" que menciona Colón en el Diario y que los defensores de Bariay como San Salvador relacionan con Gibara, los autores escriben: "Es tanta la disparidad de criterios que los mismos señores S.M. Parajón y J. Van der Gucht explican que hacia él  SE existen más de dos elevaciones redondeadas" (Pág.64).

-Sobre la salida al noroeste de Río de Mares: "Ni Morison, ni Núñez Jiménez alegaron nada respecto a este dato, evidentemente porque no es posible dar explicación atinada a la cita tomando a Gibara por Mares" (Pág.69). "Los trabajos de Van der Gucht y Parajón, Núñez Jiménez y Morison se  contradicen unos a otros, y en ninguno de los tres  sus argumentos son verdaderamente convincentes". (Pág.70).

-En la página 76 se nos dice que Morison, en lo relacionado con la salida al este de Río de Mares, "altera la información del Diario".

Todo lo anterior se debe, como se concluye en la página 78, a que los defensores de otras tesis  no usaron métodos categóricamente técnicos, fueron subjetivos, cayeron en "los riesgos de la bancarrota teórica" y no "tuvieron en cuenta la adecuada selección y explotación lógica de los datos", pero incluso algunos "fueron poco cuidadosos en la elección de los métodos de trabajo" y "erraron". Faltó decir que, por tanto, lo mejor que hacen es callarse la boca- los que estén vivos- y aceptar que donde Colón puso pie en tierra por primera vez en Cuba fue en Portus Patris. Con todo esto los autores inician, desarrollan y cierran, ellos mismos, todo el diálogo.

II. ANTES DE CONCLUIR.

Además de las inconsecuencias de principios metodológicos y éticos anteriormente apuntados, un lector, incluso no entrenado en los quehaceres  de la polémica científica, capta otras materia extrañas a lo largo de la exposición. Sobre este  aspecto, entre otros, nos llamaron la atención los siguientes puntos:

-Los autores afirman que pueden hallarse "mezquitas" en casi todos los puertos y bahías que una teoría u otra pretenda erigir como el San Salvador al cual llegó Colón; para restar importancia al argumento más usado de la Mezquita de Colón que se localiza cerca de Bariay por los defensores de este lugar, dicen que es imposible identificar a San Salvador a partir de este elemento geográfico, pero caen en una inconsecuencia lógica al esforzarse para hacernos creer que cerca de Puerto Padre hay una mezquita (¿será la de Colón?).

La inconsecuencia lógica esta en el hecho de  plantear, primero, que ese no es un elemento importante para identificar o no un punto como San Salvador, para luego preocuparse por encontrar ese accidente geográfico en las cercanías del puerto que defienden como primer lugar de desembarco del Gran Almirante.

- Plantean que Colón consideró a Río de Mares como "el mejor puerto que fasta hoy ví" y por tanto este lugar no puede ser Gibara, que es muy inferior en condiciones a Manatí, pero en esta interpretación del Diario caen en el unilateralismo interpretativo, que antes han achacado a los defensores de otros puntos como San Salvador;  esa frase de Colón no sólo puede ser interpretada en el Almirante, sino también en el sentido del mejor puerto visto por él en las costas de Cuba hasta el momento en que está haciendo la anotación, en cuyo caso el puerto puede ser Gibara.

- Las continuas alusiones de los autores a las limitaciones de espacio, con lo cual pretenden justificar la no presentación de otros muchos razonamientos, lejos de favorecerlos, les resta méritos, porque precisamente la tarea del expositor científico es la de sintetizar en su ponencia los elementos necesarios y suficientes para la argumentación de sus tesis. Los propios autores están reconociendo, implícitamente, carencias en su ensayo, cuando escriben párrafos como éstos: 

a) "No es posible realizar consideraciones de mayor profundidad con respecto a las mediciones que dejó el Almirante sombre rumbos, profundidades o distancias, pues requeriríamos muchos más espacios editorial del que disponemos". (pág.82).

b) "Confeccionar estas líneas ha significado tener que realizar una síntesis un tanto apretada de la gran cantidad de información disponible, omitir aspectos valiosos que aclaran hasta el menor detalle los cuestionamientos de los problemas de la derrota colombina..."(pág.82).

Es decir, los propios autores reconocen que sus consideraciones "con respecto a las mediciones (...) sobre rumbos, profundidades y distancias "no son todo lo profundas que pudieran ser y han omitido "aspectos valiosos" sobre "los problemas de la derrota colombina". Con esto, a confesión de culpa... Sobre este punto es oportuno recordar a los autores el consejo de Cicerón: "El mayor mérito de un orador consiste no sólo en decir lo necesario, sino también en no decir lo innecesario". (6. Pág. 185).

En el capitulo “Resultados de las investigaciones arqueológicas” de una cuartilla y media de extensión, los autores nos informan que Parajón y Van der Gucht, y Morison y Núñez Jiménez, interpretan incorrectamente el Diario de Colón, cuando llegan a la conclusión de que existen dos ríos en mares, “pero olvidan un detalle” (son olvidadizos también). El detalle olvidado es, según los argumentadores de la nueva teoría, que Colón en más ninguna parte apunta que son dos ríos los que hay en Río de Mares. En correspondencia con lo anterior, nos enseñan a leer e interpretar la frase “que es de la parte del río del poniente”, que quiere decir al poniente del único río que en la zona hay. 

Los autores, entonces, llenos de emoción, buscaron al oeste de Manatí y, cosa verdaderamente reconfortante, allí encontraron las coincidencias arqueológicas confiables para fundamentar que Río de Mares es la Bahía de Manatí.

Inmediatamente después, en “El relieve de Río de Mares”, los autores nos “demuestran” en tres  cuartillas y media que alrededor de Gibara hay demasiadas elevaciones redondeadas y por eso pasan tanto trabajo los que defienden la tesis de Bariay para ponerse de acuerdo sobre los dos montañas redondeadas de que habla Colón en el Diario. Pero, nuevo hecho irrefutable, en Manatí sólo puede hablarse de dos montañas redondeadas y no queda lugar a dudas, desde este punto de vista, de que la bahía de Manatí es el Río de Mares de Colón. 

En “Salida al noroeste de Río de Mares” los autores nos “aclaran” que es imposible que las naves llegaran “desde Gibara hasta Punta Maternillos y Nuevitas”, pero olvidan que antes esas mismas naves fueron hechas llegar desde Puerto Padres hasta Manatí, distancia dos veces y media mayor que la existente entre Bariay y Gibara. A conveniencia de los autores las mismas naves son más lentas o más rápidas. 

Y nuevamente en las “Consideraciones finales”, luego de auto halagar la maraña (“Madeja”) de citas y razonamientos, “argumentos y contraargumentos” utilizados por ellos (“obligatorio en este tipo de trabajo científico”) nos hacen el favor, “para facilitarnos un proceso conclusivo en la mente del lector”, de concluir “con una suma, a modo de resumen, de los aspectos axiales que hemos debatido en estas páginas”. (Pág. 78). Claro que en este caso, nos vemos obligados a declarar que, como lectores, nuestra atención no se distrajo excesivamente “en la madeja de citas y razonamientos…” porque, simplemente, tal madeja en el sentido de abundancia que le quieren imprimir los autores a la mal utilizada palabra no existe, porque si de algo padece este ensayo es de la falta de amplitud en el soporte de referencias bibliográficas para sostener la exposición. Apenas aparecen citas, y muy escasas por cierto, del “Diario de Navegación”, de Colón, y del “Derrotero de las costas de Cuba”, del Instituto Cubano de Hidrografía, mientras que, por otra parte, más que “argumentos y contraargumentos”, uno encuentra declaraciones apasionadas.

III. ¿QUÉ DEBEMOS TENER EN CUENTA AL PRESENTAR UNA NUEVA TEORÍA?

Las cuestiones de forma y tono que anteriormente hemos comentado nos han impulsado a recordar ahora, ante de pasar a las conclusiones, las cuestiones básicas que deben tenerse en cuenta al presentar una ponencia científica. Muy humildemente consideramos que, en primer lugar, hay que huir de la tendencia a juzgar tomando como base la emocionalidad que el objeto de estudio despierte en el autor, pues ese peligro acecha siempre y aparta del camino de la ciencia, llevándonos a la subjetividad. En segundo lugar hay que precaverse contra el etnocentrismo que puede provocar que, hasta sin darnos cuenta, subestimemos lo diferente a nuestros intereses e ideas y nos creemos que lo nuestro es superior. En tercer lugar, combatiendo el autoritarismo de una teoría se debe tener mucho cuidado con no caer en el dogmatismo con nuestras afirmaciones, al erigirlas como verdades indiscutibles, al margen de nuevas discusiones y críticas. En estas falencias caen los autores cuando, para despedirse del lector, le dicen: “Estamos profundamente convencidos de que las ideas que hemos expuesto de la elaboración rigurosa de los resultados de las investigaciones tienen un fundamental carácter probatorio en el sentido de refuta, con las evidencias necesarias, que Bariay pueda ser el San Salvador colombino. De este mismo modo adquiere certidumbre, como hecho, que ese puerto primado del Gran Almirante es Puerto Padre…” (Pág. 82). Y en cuarto y último lugar, estar alertas contra la creencia de que nuestra ciencia particular es superior, salirnos de nuestro campo y sin consideraciones de respecto meternos en otro a dar recetas con la prepotencia  de que nuestra especialidad nos capacita para ello: por este derrotero hay matemáticos que se creen teólogos, teólogos que se creen políticos, historiadores que se creen adivinos y físicos que se creen historiadores.


CONCLUSIONES.

El convencimiento de que todo proceso de observación es selectivo nos debe mantener alertas contra el subjetivismo que pueda contaminar nuestro mareo de referencia. Esta preocupación no debe entenderse como temor a ganarnos ataques y calumnias por decir la verdad que perjudique a determinados sectores, pero si debe ayudarnos a encontrar la forma y el tono más propicios para exponer una nueva tesis que entre en flagrante contradicción con otras ya mayoritariamente aceptadas. En tal sentido, el tono deberá ser mensurado y respetuoso, y la forma deberá estar desprovista de efectismo y grandilocuencia.

No negamos el derecho de todo científico a no aceptar como verdad todo aquello que esté suficientemente demostrado, dígalo quien lo diga y provenga de donde provenga, pero ese nuestro derecho a cuestionar en el campo de la ciencia exige rigor, seriedad, mensura y respecto en el tratamiento de la materia y sobre todo en las referencias a los sostenedores de las tesis contrarias. 

La ciencia debe huir del aprovechamiento, con intenciones efectistas, de situaciones coyunturales y mantenerse alejada de formas y valores más  propios del ambiente deportivo o del arte comercial. 

Nada más ajeno a la ciencia que el triunfalismo y la inmodestia. Las autovaloraciones son de muy mal gusto en el terreno científico y privan al lector del encanto que emana de la lectura crítica de  una exposición objetiva y con ausencia de auto justificaciones, en la que se deja la función de contraparte, de juez que en última instancia valora – al nivel de sus posibilidades – la obra en cuestión.

No son argumentos válidos, en el campo científico, la pasión, los superlativos y los juramentos acerca de que “yo sí ando en el camino justo”. No se escribe un libro científico para el mismo público que derrama lágrimas con “Gotita de gente” o queda fascinado ante el héroe cinematográfico que sólo e individualmente salva a la bella joven de entre las garras de cientos de asesinos.



BIBLIOGRAFIA BASICA UTILIZADA.



-         ATLAS NACIONAL DE CUBA. Academia de Ciencias de Cuba y Academia de Ciencias de la URSS. La Habana, 1970.

-         Colón, Cristóbal: DIARIO DE NAVEGACIÓN. En Documentos para la Historia de Cuba, Hortensia Pichado. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1973.

-         Guarch, José Manuel: ESTRUCTURA PARA LAS COMUNIDADES ABORIGENES DE CUBA. Ediciones Holguín, 1990.

-         Kaprivin, V.V.: CONFERENCIAS SOBRE METODICA DE LA ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS SOCIALES. Editorial ORBE, Ciudad de La Habana, 1981.

-         METODOLOGIA DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO, Academia de Ciencias de Cuba y  Academia de Ciencias de la URSS. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de La Habana, 1978.

-         Nezhin, E.A.: LOS FUNDAMENTOS DEL ARTE ORATORIO SOVIETICO. Editora Política, La Habana, 1979.

-         Núñez Jiménez, Antonio: GEOGRAFIA DE CUBA. La Habana, 1975.

-         Pardinas, Felipe: METODOLOGIA Y TECNICAS DE INVESTIGACION EN CIENCIAS SOCIALES. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1971.

-         Rueda, Arnaldo y otros: PORTUS PATRIS. Editorial Sanlope, Las Tunas, 1992.

-         Tabío, Ernesto y Rey, Estrella: prehistoria de cuba. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1979.

DATOS DE LOS AUTORES.

HECTOR ALFREDO ALVAREZ ALMAGUER: Licenciado en Historia y Ciencias Sociales desde 1988. Miembro de la Sociedad Espeleológica de Cuba. Director del Grupo Espeleoarqueológico ARAAI. Director Municipal de Cultura en Báguanos. Nació en 1958.



VICTOR ROLANDO BELLIDO AGUILERA: Licenciado en Historia y Ciencias Sociales desde 1986. Miembro de la Sociedad Espeleológica de Cuba Y Vicepresidente del Grupo Espeleoarqueológico ARAAI. Metodólogo Municipal de Historia en Báguanos. Nació en 1958.



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